Las primeras veces suelen ser complicadas ¿verdad?, pues bien aqui me entrego entonces dispuesta a perder de alguna manera mi "virginidad" literaria dentro de FF, dejando un pequeño relato que me pareció mejor dividir en dos.
Danke!
"POR ELLA, CON ELLA, EN ELLA"
"Empezar con un "no puedo" debería estar prohibido en cualquier sentido expresivo, literario, catártico, etc., etc. Pero por favor hay que detenerse en ese "no puedo" porque puede más que muchas otras palabras, cuando el "no puedo" va acompañado de un "pensar", "seguir", "razonar" en aquellos momentos en los que la mente da paso a los sentidos, quizás por una boca impaciente que se pierde en tu cuello por ejemplo… en ese instante te das cuenta que en realidad se traduce en "puedo" sentir, gozar, etc.… el "puedo" se traduce solamente en sentirte como nunca en la vida, tan simple como solo sentir, tan humano como solo sentir, tan libre como a veces, o como la mayoría de las veces, no se es. La libertad como la fe se tiene o no, está o no arraigada en uno mismo y en cada acto de presencia donde tú esencia en si marca la diferencia delante del otro, el acto quizá sea juzgable, tu derecho a tal no, y no debe haber mayor libertad que aquella que te suda por los poros cuando te obligas a pensar con la piel, en ese único momento en el que la mente solo es una película cuyos detalles llevas a tus manos en busca de tu "pequeña muerte", dicen los que saben que en esos escasos segundos grandes verdades se te revelan, pero lo que no te avisan es que eso solo pasa cuando además de todo dejas tu corazón latiente, tu alma abierta, y la visión de plenitud… por un instante te sientes completa, y buscar ese instante de manera constante se te hace manía. Después de todo, creo que la felicidad se puede resumir a eso… a la suma de esos momentos que te hacen sentir inmortal y trascendida, o por lo menos un poquito menos vacía"
Quinn sabía muy bien como había hecho para llegar hasta esas palabras, otras de tantas que se acumulaban por todas partes, simplemente no podía dejar de hacerlo, venían a su mente de una manera tan repentina como su imagen al abrir los ojos, su cara, sus gestos, su voz quebrando sus límites, conocía todo de ella, buscaba conocerlo todo y lo lograba… era la "Quinn Fucking Fabray" tenía que hacerlo, tenía y al mismo tiempo cada vez podía menos. "Ella" la podía, y la podía hace tiempo, pero todo se había conjugado para encontrarla ahí, sentada frente a su ordenador garabateando pensamientos mientras recordaba que le faltaban algunas cosas para el resto del día, ella vendría… lo haría y estaba decidida a que no fuera una visita más, de esas a las que se habían acostumbrado a lo largo de los años, esas visitas que por momentos la dejaban en el mismo infierno, candente, confundida, rota y más de una vez llorosa, esas eran las noches en las que Quinn solía llamar a Tyson sabiendo que él siempre estaba dispuesto a consolarla… y hasta eso la dejaba en mala posición… Tyson era casado, y con dos niños… habían jurado no volver a tener nada, eran amigos, él sabía que era el único hombre en su vida, porque cuando él no podía ella simplemente podía llamar a cualquier mujer de su agenda, pero él era especial… lo fue desde el momento en que aun penetrándola busco sus ojos y simplemente dijo "¿Cuándo piensas decirme el nombre de esa morena en la que piensas cuando estás conmigo?" Recordaba haber abierto sus ojos aun no queriendo creer lo que había escuchado y vio como Tyson terminaba solo lo que hasta hacia un minuto intentaba hacer con ella… cosa que ella no podría llegar a hacer. Tyson habría salido del baño con las manos húmedas, recogió su ropa interior y busco un cigarrillo de su camisa al patearla camino a la cama, observo el desconcierto de la rubia y sonrió diciéndole…
― Muy bien Quinnie, esta noche tú y yo seremos solo amigos, ¿Tienes algo fuerte para tomar?
Esta fue la primer noche en la que Quinn hablo con alguien más, que no fuera Santana, sobre lo que le pasaba con Rachel, él la escucho, la consoló, la reprimió cuando quiso retomar lo que para ella había quedado trunco, y así como si nada lloró… mucho, con ganas, dispersa por momentos y escuchando a ese hombre que simplemente paso a ser algo más que un amante de turno. Aquel día su relación cambio, y puede que ella también. A veces, o mejor dicho siempre te acostumbras al silencio, te acostumbras a que todo se quede dentro de tu cabeza, a veces decir las cosas en voz alta hace que se vuelvan realidad, y ahí estas jodida, ahí tienes que lidiar con ellas, vivir con ellas, amarlas hasta que te sientas capaz de olvidarlas, y ese vértigo es abrumador.
Y entre medio de todo es tumulto de recuerdos su celular sonó a modo de mensaje:
— "¿De verdad lo vas a hacer?"― Y así como por arte de magia Tyson hacia acto de presencia.
Sonrió y se apresuró a teclear ― "Al menos lo intentare… deséame suerte" ― y le dio al botón de enviar, no pasaron tres minutos cuando su celular volvió a sonar ― "Intentar es para cobardes nena, y te aseguro que tú no lo eres, solo hazlo y párate en tus pies de una vez. Termina con todo esto y dedícate a ser feliz… te lo mereces. ¡Ah! Por cierto… ¡BUENA SUERTE TIGRESA! ;) "
Esta vez rió con ganas, adoraba a ese chico y por milésima vez tenía razón. Dejo su celular de costado, volvió a mirar su ordenador y decidió que ya era hora de terminar con los pendientes del día, este pasa rápido y en breve se encontraría recibiendo a su "amiga" para compartir un fin de semana más, algo que era así solo para Rachel… porque para Quinn sería poner un punto en una relación que su espíritu ya no podía sostener, tenía la fuerte idea de que sería un punto y final, pero apenas podía pensar como habría siquiera de conseguir con que escribirlo.
No sabía que deseaba más, si hablar con ella o solo besarla… bueno no, en realidad si lo sabía pero pensar en eso la dejaba en una situación complicada, no podía abrir la puerta y simplemente comerle la boca, ¿o sí?, o… bueno, "que incómodo" pensó, "esta silla no es muy buena"… su boca… una mano bajando a su entrepierna raudamente, una foto muda frente a ella, "esa camisa te quedaba tan bien" un gemido y tras él un temblor… su humedad… no la que mojaba su mano, sino la de sus ojos, y que la rompía otra vez al volver a la realidad, "no sé qué es más patético" pensó, "masturbarme frente a su fotografía o acabar llorando y no precisamente por el orgasmo". El tiempo corre… la casa llama… otro mensaje de texto…
"Ey nena… estoy en camino, y ¡Tengo sed!" ― Era ella ¿Quién más? Suspiro pesadamente, recupero sus manos y trato de encontrar con que secarse las lágrimas, no sin antes calmar su corazón, el día ya había empezado y su suerte estaba echada… ¿o no?
A veces el creer o no en el destino está supeditado a nuestros deseos, a lo que la sangre reclama, a lo que podemos soportar o no sabemos cómo dejar ir. El destino como tal carece de significado alguno cuando no estás dispuesto a aceptarlo, ¿Para qué asumir lo irrevocable si no estás dispuesto a creerlo? Será que los milagros existen, y que a veces… solo a veces él se enfrenta a nosotros para demostrarnos que existe, y que en algunos casos se hará su voluntad, esa que para dos amigas cualquiera parecía lejana y hasta imposible… una noche más de sábado, podía cambiar… El destino hablaría.
