Hola de nuevo!
Aquí les traigo el primer capítulo de la secuela de "Proyecto mejor amigo". Espero que sea de su agrado.
Todo lo que no reconozcan salió de mi rara imaginación, lo demás es de J. K. Rowling.
Cristales rotos.
Una Rose Weasley de 25 años entró a su sucio y destartalado apartamento en el centro de Londres. Había tenido un día cansadísimo en el hospital San Mungo de enfermedades y heridas mágicas, y lo único que quería en ese momento era tirarse sobre su sillón y dormir.
Se quitó los zapatos y los dejó tirados por allí; fue hacía la alacena y sacó un paquete de galletas de chocolate que llevó al sofá y se puso a mordisquear.
Podría decirse que ahora su vida era un asco. Vivía muy lejos de su familia y al único que veía de vez en cuando era a Albus, pero sólo porque éste se la pasaba en el hospital debido a experimentos fallidos que realizaba como inefable; sus amigos estaban siempre muy ocupados y ya casi no sabía nada de ellos; no había tenido una relación estable en años porque ahora ya no confiaba en la gente como antes.
Se la pasaba sumida en el trabajo, que ahora era su única pasión junto con, extrañamente, las manzanas…
Miró a su alrededor. No recordaba cuando fue la última vez que limpió su apartamento, pues no iba allí más que para dormir.
No había tenido vacaciones en cinco años hasta ahora, y por esa razón no sabía que iba a hacer. Hace mucho que no salía a divertirse, pero ¿qué era divertirse? Pareciera como si ese significado ahora estuviera muy lejos de ser real.
Cerca de las dos de la mañana decidió apagar su televisor (aunque en realidad no sabía que era lo que estaba viendo) y se dirigió a su habitación, que estaba igual de desarreglada que la sala.
Había ropa sucia tirada por todos lados y la cama destendida. Sin sorprenderse de su propio desastre, se tiró sobre las almohadas y se quedó dormida, tratando de no tener esas pesadillas que la atormentaban siempre; en las que el único chico que alguna vez amó se iba para siempre, dejándola abandonada a su suerte. Lo cierto era que no eran del todo irreales.
-¡Hey, Rose, ábreme!- exclamó la voz de Albus a las diez de la mañana mientras aporreaba la puerta.
-¡Lárgate, Al!- gritó Rose desde su habitación tratando de dormir de nuevo.
-Muy bien, tú me obligaste- dijo el pelinegro sonriendo para sí.
Con un simple alohomora, la puerta se abrió con un ligero clic.
Albus miró el desorden de su prima extrañado. Ella siempre había sido muy ordenada, considerando que cualquiera que no lo fuera, no era digno de hacerse llamar ser humano.
Suspiró con pesadez. Al parecer, aún no superaba lo que había sucedido hace ya tantos años…
Flash Back
-…me ofrecieron una beca para ir a estudiar a Canadá- dijo Scorpius casi a voz en grito a su amigo Albus. No esperaba perder así los estribos, pero nada le estaba saliendo bien ese día; principalmente porque Rose se había enojado con él por dejar que Vanesa Williams siguiera coqueteándole.
Se escuchó el sonido de un vaso de cristal rompiéndose. Volteó y vio a la pelirroja que tanto amaba mirándolo de hito en hito, con vidrios a sus pies. Antes de que pudiera decirle algo, se desapareció, dejando en el suelo algunas gotitas de sangre de su mano, la que segundos antes había estado sosteniendo el vaso.
-¿Qué esperas? ¡Ve con ella!- exclamó Albus apurado.
Ambos estaban en la casa de los Potter, discutiendo cómo le iba a decir Scorpius a Rose semejante noticia.
Cuando hubo reaccionado, se desapareció esperando aparecer ante Rose.
La encontró mirando por la ventana abierta de su apartamento. No se inmutó cuando él llegó, así que caminó hasta ella para verla a los ojos.
-No aceptaré si no lo quieres- dijo el rubio momentos después.
Rose lo miró sintiéndose una basura.
-No quiero interferir en tu futuro- dijo tratando de que su voz se escuchara firme.
-Tú eres mi futuro, Rose- dijo tomándole una mano.
-¿En serio? Y eso también se lo dices a Williams, seguramente…- dijo acordándose de lo que había pasado esa mañana cuando los vio demasiado juntos. Se deshizo de su agarre y le dio la espalda.
-¿Por qué no confías en mí?- espetó el rubio un poco molesto.
Rose se quedó en silencio. Lo más lógico era disculparse con él, pues no había querido decirle que le era infiel, sino que le molestaba que no parara el juego a Williams.
-Confío en ti- contestó mirándolo.
-No lo parece- dijo fríamente.
Ambos tenían ya 18 años y habían estado últimamente muy al pendiente de sus futuros, tratando de que los aceptaran en la academia de sanadores de Londres, pues acababan de terminar sus estudios en Hogwarts.
Para aligerar la tensión en el ambiente, Rose se acercó más a su novio y le dio un beso en los labios, que él profundizó dándole a entender que ya todo estaba bien.
-Deberías aceptar la beca- dijo Rose tiempo después, cuando ambos estaban en el sofá haciéndose arrumacos.
-¿Estás segura?- preguntó él desconfiado.
-Es una gran oportunidad- afirmó ella tomando su mano y mirándolo a los ojos-, estarías en el mejor colegio de medimagia del mundo.
Scorpius estuvo mucho tiempo en silencio, meditando sobre la gran decisión que tenía que tomar.
-Sólo son dos años de estudio- dijo al fin.
-Exacto- dijo Rose sonriendo-, y podemos estar en contacto de todos modos- lo animó. Al fin y al cabo, ella lo amaba, y quería lo mejor para él-, así que… ¿cuándo te vas?- dijo bromeando.
Scorpius la miró temiendo lo peor.
-Debo estar allá en dos semanas.
Fin de Flash Back
-¿Qué haces aquí Albus?- preguntó Rose de malas pulgas mientras iba a su alacena a buscar más de esas galletas.
-Buenos días para ti también- dijo Albus sarcásticamente con un montó de envolturas que fue a botar a un rebosante bote de basura.
Rose observó que su casa estaba más limpia que cuando se fue a dormir esa noche.
-¿Has estado limpiando?- preguntó la chica alzando una ceja a la vez que se llevaba a la boca una galleta; se recargó en el marco de la puerta de la cocina, que hace años no usaba y estaba comenzando a oxidarse.
-No sé cómo puedes vivir en semejante basurero- se quejó Albus, acompañado de un ululato aprobatorio de Limón, la lechuza gris de Rose que estaba posada en la ventana.
-Pensaba limpiar hoy- se quejó Rose por lo bajo-, además, ¿a qué has venido?
-¿Acaso es delito querer pasar un día con mi prima favorita?- preguntó Albus con una amplia sonrisa.
Rose se sentó en su ahora limpio sillón, abrazando sus rodillas.
-No es un buen día, Al. No quiero compañía.
Albus suspiró. Ya sabía que su amiga no querría ver a nadie, pero para eso estaba él, ¿no?
-Pedí que adelantaran mis vacaciones porque me enteré que tu las habías solicitado este año y…
-No quiero compañía- repitió Rose bastante harta. ¿Por qué todos se empeñaban en tenerle lástima? ¿O era que de verdad era bastante deprimente?
Albus se sentó a su lado, comprendiéndola.
A Rose se le hacía muy difícil verlo, porque cuando lo miraba se acordaba de que él había sido su mejor amigo, y que también le dolía haberlo perdido.
Habían sido años muy difíciles. Todo lo que hacía o veía le recordaba a él. Simplemente se negaba a creer que ya no estuviera a su lado, diciéndole cálidas palabras al oído, quedándose dormidos hasta tarde mientras charlaban de lo que harían en el futuro; un futuro juntos que ahora no llegaría.
Y sin haberlo previsto, una lágrima salió de sus ojos. Hace años que no lloraba, no al menos desde ese fatídico día que cambió su destino…
Flash Back
Habían estado buscando por todos lados, pero sin encontrar rastro de él. Sin embargo, ella no perdía la esperanza de que Scorpius Malfoy siguiera con vida.
Era domingo, y como siempre, Rose fue a visitar a sus padres a regañadientes, pues la veían con lástima por lo sucedido con su novio, de quien no sabía nada desde hace más de dos años. Se llevó una sorpresa al encontrarse al matrimonio Malfoy en la sala junto al matrimonio Weasley.
-¿Qué sucede?- preguntó sin andarse con formalismos, ya que vio que la señora Malfoy contenía las lágrimas. Era una mujer alta, de piel blanca y cabello castaño rizado.
-Hay alguien que encontró a Scorpius- dijo Hermione con voz quebrada.
-Entonces, ¿cuál es el problema?- preguntó Rose recelosa, sintiendo que había algo que no encajaba.
-Por lo que sabemos, Scorpius viajó a manera muggle para regresar aquí, a Londres- comenzó Draco Malfoy-, pero el avión* en el que viajaba estalló, se estrelló o algo parecido. Se lo llevaron a un hospital en Nueva York, donde nos pusimos en contacto, pero todo indica que se golpeó la cabeza, sufrió diversos golpes, quemaduras y no sobrevivió- dijo todo esto muy pausadamente, como si de esa forma pudiera amenizar el dolor que él sentía, y que sabía que le estaba causando a la chica que tenía enfrente, la persona que más amaba a su hijo a parte de él y su esposa.
-No- sólo pudo decir la chica ahogadamente. Se dejó caer en el suelo, queriendo morir.
Fin de Flash Back.
Precisamente ese era el aniversario de la última vez que lo habían visto, antes de marcharse a su nuevo colegio.
-Todavía no puedo creer que se haya ido- soltó Albus mucho tiempo después, en el que ambos habían estado soltando lágrimas silenciosas.
-Yo aún tengo la esperanza de que un día de estos entre por mi puerta como antes- dijo Rose sintiéndose ridícula, sabiendo que su primo pensaría que era una lunática.
Albus la miró. Estaban abrazados en el sofá, dándose apoyo mutuo en un día tan desolado.
-Pero ya no puedes seguir así, Rosie- dijo Albus acariciándole la espalda-, a él no le gustaría verte así de demacrada. A nadie le gusta verte así- aclaró.
-Supongo que tienes razón- dijo Rose tiempo después.
Se levantó, se enjugó las lágrimas y trató de sonreír. "Que rápida" pensó Albus, pese a que se alegraba por ella.
Se pasaron todo el día recogiendo el apartamento mientras escuchaban la música del momento. Rose no sabía que haría sin Albus, tal vez habría muerto desde hace mucho.
Sólo no se acercaron al armario, que estaba llena con cajas de recuerdos; pensamientos que Rose quería olvidar…
A muchos kilómetros de allí, más específicamente en el hospital de Enfermedades y Heridas mágicas en Canadá, un hombre rubio de aproximadamente 25 años caminaba dando instrucciones a sanadores y pacientes mientras se dirigía a la oficina de su jefe.
-¿Me llamaba, señor?- dijo Steven con educación.
-Sí, Matthews- dijo un hombre ya pasado de años que usaba una bata de doctor que le quedaba bastante ajustada por su prominente peso-. Hemos recibido noticias de que en el hospital San Mungo en Londres están buscando un nuevo jefe en el departamento de Envenenamientos provocados por pociones y plantas, y pensé en eso que me dijo nuestra reunión pasada sobre un traslado a Londres. ¿Está seguro de que eso es lo que quiere?- preguntó el hombre viéndolo fijamente a los ojos, como creyendo que le jugaban una broma pesada.
-Sí, señor. Algo me dice que tengo que viajar a ese lugar- afirmó Steven.
-Entonces no se diga más. Informaré a San Mungo que tenemos a su nuevo jefe de departamento. Aunque déjeme decirle que lo extrañaremos mucho por aquí- dijo sinceramente.
-Yo también señor- dijo Steven-. Nunca voy a olvidar lo que han hecho ustedes por mí.
Dicho esto, salió de la oficina con una gran sonrisa en el rostro. Al fin regresaría a su lugar de origen, o al menos eso pensaba.
-¿Cómo te fue con Marshall?- preguntó una voz cantarina detrás de él.
-Excelente- contestó el rubio mirando a su amiga. Era una chica de 28 años, con cabello castaño y ojos verdes. Bastante atractiva, pero que en él no despertaba más que un sentimiento de hermandad mutua-. Me dieron el traslado a Londres- dijo emocionado.
-Oh, Steve, ¡me alegro mucho por ti!- dijo la chica dándole un abrazo-, pero no puedo dejarte ir solo- comentó pensativa-, quiero ayudarte lo más que pueda a…
-Ya has hecho bastante- dijo Steven sonrojado.
-Pero no puedes ir solo- se quejó la chica haciendo puchero-, además pensaba visitar a mi familia perdida de todos modos- dijo sonriendo.
El hombre rodó los ojos detrás de sus gafas.
-Lo que tú digas- dijo sin poder quitarse la sonrisa de la cara.
Le estaba bastante agradecido, pues de no ser por ella, el día del accidente él habría muerto, o peor, se hubiera quedado en el mundo de los muggles sin saber en verdad quien era; a decir verdad seguía sin saberlo. Todas sus pertenencias habían sido destruidas el día del evento.
Según por lo Annie le había dicho, ella estaba trabajando como voluntaria en un hospital muggle de Nueva York antes de conseguir su título como sanadora especializada en el área de pediatría, cuando vio que un chico rubio llegaba en una camilla a punto de morir por la explosión de un avión. Desde que lo vio supo que no era normal, pues un aura mágica lo cubría; luego buscó en sus bolsillos y encontró su varita mágica, demás de no ser por eso ¿no estaría muerto ya?
Pidió permiso para ocuparse de él, y así pudo salvarlo mediante métodos mágicos.
Ambos huyeron cuando se hubo recuperado, pues no podían dejar que los muggles se enteraran de que alguien a quien daban por muerto se hubiera mantenido vivo así nada más; sin un sólo rasguño. Lo llevó de regreso a Canadá, pues según supo por diversas investigaciones, el vuelo de su ahora amigo venía de allí.
Desde ese entonces, el hombre que se hacía llamar Steven había perdido todos sus recuerdos acerca de su anterior vida, pero estaba dispuesto a recuperarlos.
Steve Matthews no era su verdadero nombre, era sólo que no recordaba ni siquiera eso.
No contaba con nada de dinero; tampoco Annie, que le habría ayudado de haber podido. Así que se quedó trabajando como sanador hasta poder averiguar algo de su pasado.
Sucede que un día (hace un mes, aproximadamente), vio en el periódico la fotografía de una chica londinense. Era pelirroja y su mirada se veía apagada, casi ausente. El artículo rezaba "Joven sanadora encuentra método curativo más efectivo contra Spattergroit".
No supo por qué, pero algo le decía que él la conocía, y que tenía que ir a Londres lo más pronto posible.
Era primero de septiembre cuando Steve Matthews y Annie Holman bajaron de la estación de trenes en Londres. Se sorprendieron de ver una cantidad enorme de gente vestida muy ridículamente (seguramente serían magos), yendo en la misma dirección, hasta perderse en la barrera entre dos ándenes.
-¿Qué haces, Matthews?- exclamó Annie cuando lo vio correr hacia la barrera, dejando su equipaje tirado.
-Ya había estado aquí- dijo mientras montones de imágenes borrosas le llegaban a la mente.
-Uff, esto sí que pesa- se quejó la castaña cargando con las dos maletas.
-¿Pero qué…?- no completó la pregunta, pues su amigo ya había atravesado la barrera del anden y se encontraba frente al expreso de Hogwarts.
-Esto está muy loco- exclamó Annie cuando atravesó la barrera tras él. Observó como Steven miraba a todos lados-, Matthews, ¿estás bien?- preguntó cautelosamente.
Él la miró sonriendo mientras negaba con la cabeza. Cuando pudo hablar le dijo:
-Mi nombre es Scorpius Malfoy.
*Quiero aclarar que Scor viajó en avión simplemente por curiosidad, sin saber que sería algo horrible que le cambiaría la vida, sniff.
Hola!
Sé que es un poco inesperado que comience con tanto drama, después de tanta miel en el fic pasado, pero no quería que todo fuera perfecto, porque nada en la vida lo es, no? Rose ya lo había dicho. En un momento puedes tener lo que quieres y de repente viene algo y te lo quita; y ese algo no es muy amable en el momento de arrebatarte las cosas.
Por favor, dejen sus comentarios para ver si puedo mejorar en algo y si les gusta como va pintando la continuación.
Nos leemos!
