Con tantas cámaras grabándonos en nuestras ciudades era inevitable. La policía de todo el mundo se encontraba con casos que no parecían realizados por manos humanas y al visionar las grabaciones de cámaras cercanas se daban cuenta de que, ciertamente, no estaban ante algo humano. Los gobiernos intentaron ocultarlo al principio, temían el pánico que se pudiera desatar, pero, como siempre, los secretos se acaban descubriendo y cada vez más y más vídeos circulaban por la red, algunos reales, otros falsos. Finalmente, se aceptó que el mundo sobrenatural existía. Se dieron algunos incidentes menores pero, para sorpresa de los gobernantes, todo se quedó tranquilo. La gente, tanto humanos como criaturas, tenía demasiado miedo y no hubo las manifestaciones ni protestas (en contra o a favor) que los gobiernos se esperaban.
Hubo algunos intentos tímidos de integración, algunos intentos de acercamiento, pero había demasiado miedo a que se malinterpretara, a que se tomara mal por parte de unos o de otros. Se creó un apartado nuevo en los carnés de identidad: especie. Sin embargo, no era obligatorio registrarse como criatura y no les beneficiaba en nada así que muy pocos lo hicieron.
En la sociedad, no todas las especies eran tratadas por igual. Algunas, más abundantes e integradas en su día a día entre los humanos, fueron más fácilmente aceptadas, como el caso de los licántropos (una vez que dejaron claro que no se convertían en animales salvajes sedientos de sangre durante la luna llena). Otras criaturas se veían más afectadas por los mitos e historias negativas acerca de ellas y eran temidas y miradas con recelo. La mayoría de estas criaturas optaban por seguir ocultando su identidad.
Los gobiernos sí que tomaron algunas medidas respecto a los delitos ya que eso había sido el origen de todo. Estas nuevas leyes eran pocas e insuficientes, dejando a las criaturas sobrenaturales prácticamente desamparadas y con menos derechos aún de los que tenían cuando se les creía humanos. Sin tecnicismos, estas eran básicamente las nuevas leyes:
1. Si una criatura sobrenatural comete un delito contra un humano, será juzgado por las leyes humanas.
(En la práctica, las condenas eran mucho mayores que las que recibiría un humano y la presunción de inocencia era casi inexistente).
2. Si una criatura sobrenatural comete un delito contra otra criatura sobrenatural, será juzgado por las leyes sobrenaturales.
(Lo que no significaba nada ya que no existían leyes sobrenaturales, básicamente los dejaban a su suerte. La venganza en estos casos era lo habitual de ser posible).
Los casos en los que la víctima era una criatura y el agresor un humano resultaban difíciles, dependía mucho de la situación en particular. Lo único que se hizo al respecto fue prohibir a los cazadores de criaturas, que ahora eran cazadores furtivos. Aun así, si se descubría a alguno de ellos cazando el castigo no solía ser el mismo que si la víctima fuera humana.
A las criaturas sobrenaturales no les gustaba nada esta situación, pero era mucho mejor que la caza masiva que habían esperado así que permanecían callados por miedo a empeorar las cosas. Pero este silencio no aguantaría mucho.
