Más que un recuerdo.

N.A. Continuación de "Recuerdo", especialmente para Jorgita, que tuvo la acertada idea de hacer esta continuación.

1- Ciertamente...

Era cierto que se habían conocido antes, era cierto que habían tenido su historia, y también era cierto que se habían vuelto a encontrar y reconocido mutuamente aunque sin saber si era bueno recordárselo al otro.

También era cierto que después de diez años de no verse las circunstancias habían cambiado y ya no eran los mismo, lo que había pasado con ellos antes era simplemente un recuerdo, un recuerdo anhelado, maravilloso y muy feliz, pero un recuerdo al fin.. O eso debía ser, o eso pensaba él y de eso quería convencerse ella.

Pero ciertamente, la realidad superaba a esa seguridad, a esa certeza de lo que había sido... Y esa realidad es que, y ambos lo pensaban aunque tal vez sólo ella sería capaz de admitirlo, es que querían más que sólo el recuerdo.

Y es que si amas a alguien con la intensidad que ellos se habían amado, diez años no alcanzan para olvidar eso y para perder el anhelo de aquello. Diez años sólo acumulan añoranza, la esperanza de que las circunstancias de la vida vuelvan a reencontrarlos y a renovar ese romance que dejaron a medias por las cosas más inverosímiles de la vida.

Ahí estaban ambos, enfrentándose a la situación de trabajar juntos, de ser jefe y subordinada; recorriendo los mismos pasillos y resolviendo los mismos casos sintiendo cosas fuera de lo normales, como la desconfianza ante la llegada de ella, la casi rivalidad de demostrar algo, pero al mismo tiempo la duda, el esfuerzo de disimular esas preguntas que va haciendo el inconsciente: ¿será el mismo que hace diez años?, ¿sentirá lo mismo que solía sentir?, ¿sabrán a lo mismo sus labios?, ¿quedará toda esa pasión tras diez años de espera?, ¿podríamos retomar esa pasión?... ¿Aun quedará ese sentimiento? ¿Aun quedará algo de lo que éramos?... Y otras mil preguntas que simplemente se preguntan donde ha quedado ese amor.

Y él puede volver a casa después del trabajo y encontrarse esperando a su esposa y a su hijo, y entonces la añoranza se ahoga entre la familia y volver a verla al otro día es perfectamente soportable... Pero ella no tiene esa suerte, volver a casa a una vida solitaria hace que añoré más ese tiempo, hace que lo añoré más a él, hace que sea menos tolerable ver que su suerte ha cambiado y que él ya tiene otra mujer, ese tipo de cosas la desconcierta y le duelen.

Ahora pues, un gesto, una mirada disimulada, una media sonrisa en algún momento sin muchas personas, ese tipo de detalles insignificantes y esporádicos eran los que más descontrolaban a ambos, porque venían a ser un recordatorio sutil del inconsciente de que querían, deseaban y necesitaban al otro.

Y también había una cosa importante que decir sobre ellos, y es que compartían algo más que sentimientos confusos al cruzarse y trabajar juntos, algo más que ser un recuerdo en la vida del otro, porque, no muy en el fondo, Emily Prenttis sólo deseaba una cosa y, aunque sería incapaz de admitirlo, Aarón Hotchner deseaba exactamente lo mismo: ser algo más que un recuerdo.