Y él lograba misteriosamente tenerla sin tenerla, la encendía, encantaba y hechizaba de una manera tan sutil que ni el mismísimo demonio se hubiese dado cuenta de lo que estaba provocando en ella. Siempre tenía las palabras justas, palabras que dibujaban una sonrisa en su rostro, o que la despintaba en un abrir y cerrar de ojos.
Todo empezó como un juego. Palabras misteriosamente cariñosas entre dos extraños sirvieron de excusa perfecta para establecer el contacto.
De realidad y cualidades totalmente diferentes cada uno poseía distintivas facultades que los hacían ser muy diferentes pero a la vez los hacía congeniar el uno con el otro.
De buen corazón, impulsivo valiente y Gray siempre afrontaba la vida con una sonrisa y como buen usuario del hielo era transparente, ni un ápice de oscuridad se escondía en su persona y era fácil ver a través de el, además mantenía relaciones sólidas en las cuales podía apoyarse cuando fuese necesario.
Todo lo contrario de ella, la manipuladora del agua. Ni ella misma conocía bien su personalidad. Juvia era capaz de adaptarse a cualquier ambiente, adoptar cualquier forma que le fuese necesaria para permanecer a salvo. Por ser víctima de un pasado oscuro negaba una parte de si, la cual le impedía conocer bien a fondo sus sentimientos.
Acunados en el mismo gremio compartían charlas como amigos de manera constante y el cariño de ambos era algo que no se podía negar. Pero a pesar de eso Juvia no podía dejar de ver es que el corazón de Gray no le pertenecía. Y que él se mostraba totalmente amartelado con su enamorada.
Sim embargo una ola de conflictos azoto la vida de Gray y Juvia no podía dejar pasar esta oportunidad. No precisamente porque la ola estuviese conformada por el elemento que ella mejor manipulaba y en el cual se sentía más cómoda, sino por la oportunidad de encontrar un hueco en el corazón de la persona a la que ella más quería ver sonreír ese momento.
