Disclaimer: Naruto no me pertenece, es de Hinata, su mamá, su papá, de Masashi Kishimoto y otro montón de compañías.

Advertencias: Universo Alterno.


OTRO DÍA MÁS

Capítulo Único

Nuevamente estaba sentado en su asiento usual, en la fila junto a la ventana que daba al jardín, el quinto pupitre de la fila. Naruto llevaba un buen tiempo sentándose justamente en esa misma silla, mirando al frente, pero no al profesor, no prestando atención a clases. No prestando atención a otros más que a ella.

A Hinata.

Esa era su rutina de todos los días. Pasar el día mirándola, memorizando cada uno de sus gestos, sonriendo cuando ella lo hacía, riendo cuando ella lo hacía. Adorando la manera en la que sus finas cejas y se blanca frente se curvaban en gesto contrariado cuando no podía resolver un problema de matemáticas o cuando traducir algún párrafo de su libro de inglés se volvía imposible. Así es, él sufría con ella, reía con ella y se emocionaba con ella, pero todo en silencio. Siempre en silencio. Y el silencio era una cosa tan curiosa y desconcertante en él como un pingüino en un desierto.

Naruto era el tipo de chico que hacía escándalo por todo y con todos. No se contenía ninguna cosa (aunque era bueno guardando los secretos de sus amigos) y la gritaba a los cuatro vientos. Pregonaba las calificaciones de sus exámenes ya fueran buenas o malas, gustaba de retar a las personas (principalmente a su amigo-rival, Sasuke Uchiha) y siempre tenía mucha energía, lo cual le había llevado a inscribirse en los clubes de futbol, basquetbol y atletismo. También odiaba pensar mucho.

Pero cuando se trataba de Hinata todo cambiaba. Naruto podía estar quieto, silencioso, absorbiendo cada susurro, cada expresión que provenía de ella y guardarla en su corazón. Podía imaginarse, sólo con ver su rostro, todo lo que haría con ella si fuera su novia. Desde tomarse las manos hasta prepararle él mismo el almuerzo.

Todo eso, para él, era tan dulce como patético. Él, quien se había mantenido pidiéndole citas a todo pulmón a Sakura Haruno, su amor de la infancia, todos los días durante cinco años, no podía siquiera dirigirle la palabra a Hinata para desearle buena suerte en un examen o para saludarla con un "buenos días".

No era como que Hinata fuera una chica intimidante, más bien ella era la intimidada. Y era por esa característica que justamente Naruto dudaba en acercarse a ella. No quería asustarla, no quería que ella tuviera una mala impresión de él, no quería ni podría aguantar su rechazo.

Debía admitirlo. Tenía miedo.

Por eso Naruto se mantenía en silencio, por eso no le dirigía la palabra; por eso se conformaba con mirarla de lejos, en su asiento de siempre, otro día más.

Sin embargo, Naruto no sabía algo muy importante, un hecho que podría cambiar su realidad. Que Hinata se reprendía a sí misma todos los días por ser tan cobarde. Por tener miedo. Por no poder acercarse a él. Pero ella se repetía que ya llegaría el día en el que tomaría coraje y le confesaría sus sentimientos.

Empero, por ahora, ella también se conformaría con verlo en silencio, con evitar sus miradas por miedo a que se percatara del furioso rubor que se apoderaba de sus mejillas cada vez que sus ojos azules chocaban con los blancos suyos.

Y así seguirían los dos, avergonzados de su miedo, enamorados el uno del otro, deseando poder cruzar aunque sea una palabra y no pudiendo hacerlo, reprochándose su falta de valor, queriendo estar juntos más que cualquier otra cosa, pero conformándose únicamente con mirarse de lejos otro día más.


Espero les haya gustado y gracias por leer. La historia está ispirada por la canción "Can Wait Forever" de Simple Plan.

Besos, abrazos y galletitas de Kristall Blauw