Disclaimer: La historia es mía, más los personajes pertenecen enteramente a Himaruya Hidecaz

Notas: Algo bastante OoC, me parece, pero tenía muchas ganas de incluir a Noruega en algún escrito. Gracias por leer 3

Drabble hecho para la tabla de 30vicios.


25. Labios

Dinamarca conocerá muy bien a Suecia; pero sólo Noruega conoce bien a Dinamarca.

Es por eso que a veces no entiende porqué el danés se empeña tanto en mentirle, cuando sabe perfectamente que es imposible, y que realmente, el único que se termina creyendo las mentiras es su propio autor y no aquél hacia quien van dirigidas.

Porque ya lo imagina, desde que lo mira hacer gestos extraños durante la comida y el desayuno. Desde que la mesita de la sala no se cubre de botellas de cerveza, copas de vino o tazas de café por la tarde; desde que se percata de cómo se toca constantemente las comisuras de la boca con expresión adolorida y misteriosa, mientras se repasa por dentro los labios con la lengua y mantiene esa expresión perdida, como atónita, con la que pierde el hilo de sus conversaciones absurdas y con la que lo mira sin mirar.

Noruega sabe, quiénes han estado de visita un día anterior, lo sabe perfectamente. Puede imaginar con claridad lo que ha pasado y sabe porqué, de repente, Dinamarca omite su presencia de esa manera.

Y aún así, sin decirle nada, decide comprobarlo. Porque es terco y porque no lo comprende, y porque a pesar de los siglos no se resigna a creerlo: que ese imbécil, cambia sus siglos por esos minutos.

Entonces, cuando se cansa de llamar su atención con bufidos e insultos susurrados –ya que el mayor finge otorgar toda su atención a un diario–, el noruego se le acerca con sigilo desde el otro extremo del sofá, hasta sentarse con suavidad sobre una de sus piernas y bajar el periódico con una de sus manos, prestando poca atención si es que lo arruga en el proceso. No emite ni una palabra, más sus ojos, brillando, emiten la suficiente duda cuando reciben del otro par, sorpresa poco oportuna. Sin importarle, decide continuar, y le toma ambas mejillas, para acercarle y depositar un beso en aquella boca que siempre le persigue.

Pero Dinamarca le desgarra el pecho, cuando le mira con una sonrisa tan inmensamente condescendiente como falsa y alza una mano para acariciarle los labios con el dedo pulgar y así detener sus intenciones. Siempre le persigue, pero hoy no. Agradece sin embargo, que al menos tiene la cordialidad, de empujarle con cariño para ponerse de pie, e inventarle una mala excusa:

– Me quedé con hambre ¿quieres algo? – Le dice.

No contesta nada y el otro se aleja, dejándole en la sala. Seguramente, ahora se ha ido a la cocina y esculca el refrigerador, hurgando por algo que ni siquiera busca. Porque si se ha quedado con "hambre", ha sido de la Visita. Si no puede comer sin quejarse, es que tanta "gula", le ha dejado herida la boca. Y si no puede besarle, es porque el danés piensa que así el noruego se daría cuenta, en el sabor metálico que dejan los mordiscos y los besos atrabancados, que las visitas breves de Suecia no son por pura cortesía. Porque es tan tonto, para creer que Noruega no lo sabe, tan sólo porque no se queja.

Pero es evidente, cuando días después, le otorga de nuevo sus labios y entonces percibe por cada rincón que saborea, las huellas que deja el sueco, porque las hinchazones permanecen, por más que el sabor sea menos.