N/A: El fic ya está escrito, por lo que publicaré cada dos días... Son 15 capítulos más el epílogo... Espero que os guste...
CAPÍTULO 1: BIENVENIDO A ROMA
Uno de los muchos aviones que al día cruzan el océano Atlántico lleva como pasajero a Blaine Devon Anderson. Un joven de 22 años recién licenciado en Historia por la Universidad de Yale. El chico es de estatura más bien baja, con el pelo oscuro rizado (que controla con grandes cantidades de gel) y ojos marrones claros, que según la luz pueden llegar a tener matices dorados. Nacido en Ohio, fue un niño feliz, a pesar de que tuvo pocos amigos y unos tremendos celos de su hermano Cooper. Durante su adolescencia, sin embargo, no lo pasó muy bien. En el instituto era considerado un loser. Acosado por Cheerios y jugadores de fútbol americano, encontraba paz sumergido en los libros de Historia y en el salón del club glee, donde conoció a sus mejores amigos. Después fue a la Universidad de Yale, donde encontró a mucha gente que compartía sus pasiones y sus anhelos. Ahora, tenía ante él la oportunidad de su vida. Siempre quiso visitar Roma, una ciudad llena de historia y belleza. Sin embargo, el destino le había preparado algo mucho mejor. Su primer trabajo relacionado con su carrera sería de guía turístico en la ciudad de sus sueños.
El avión aterrizó en el aeropuerto de Fiumicino, Blaine recogió su equipaje y salió del lugar en busca de la parada de autobús que lo llevara a Roma. Finalmente, llegó al pequeño apartamento que había alquilado en las proximidades de la estación de Termini y la zona universitaria de la ciudad. Además, no quedaba lejos de la zona turística y podía ir andando al trabajo (excepto a las Catacumbas y al Vaticano, que quedaban algo lejos).
El moreno no tardó mucho en instalarse y decidió dar un paseo por la ciudad. Cada calle le sorprendía más que la anterior y de donde menos se lo esperaba, aparecía una fuente o un edificio que llamaba su atención. Después de realizar innumerables fotografías y una compra de productos básicos para llenar la despensa y frigorífico de su apartamento se dirigió a descansar.
El mes de julio pasó muy rápido para el joven. Entre acostumbrarse a la ciudad, aprender la rutina de trabajo, conocer todos los lugares interesantes de la ciudad (turísticos o no) apenas tuvo tiempo de extrañar a sus familiares y amigos, algo que el 2 de agosto su mejor amigo le reprochó.
– Hola – El moreno respondió al teléfono.
– Hey bro, ¿recuerdas que tienes mejor amigo o no? – Quiso saber la voz al otro lado de la línea.
– Claro que sí, Sam. Pero es que no tengo tiempo... Además de la molesta diferencia horaria. – Se excusó .
– ¿Algún chico? – Preguntó el rubio.
– No. Sólo compañeros de trabajo y vecinos, nada especial. – Respondió el ojimiel.
– ¿No era que los romanos eran hijos de Dios o no se qué? – Sam estaba confuso.
– Los romanos dicen que son hijos de Venus. Según ellos, Rómulo y Remo, los fundadores de la ciudad son los hijos de la diosa de la belleza. – Dijo Blaine pacientemente, ya que estaba acostumbrado a estas situaciones.
– Entonces debe estar todo lleno de tíos buenos... – Dijo el rubio.
– Jajaja – Rió el moreno – ¿Sabes que eso es sólo un mito?
– No se qué es un mito, pero lo que tu digas. No me cambies de tema... Yo sólo quiero que seas feliz. – dijo la voz al otro lado de la línea.
– Lo se... – dijo el ojimiel con tono cansado.
– Seguro que mañana conoces a alguien – Añadió Sam.
– Mañana... No creo, sigo con el mismo grupo de hoy, varios turistas católicos de EEUU que han venido a ver la Roma religiosa. – respondió Blaine.
Puede que Sam no estuviera en lo cierto y que al día siguiente Blaine no conociera a alguien... Puesto que ya conocía a la persona con la que se iba a encontrar. Alguien a quién no espera ver...
