Un nuevo día empezada en la ciudad, Lauren era nueva acabada de tomar un trabajo en el hospital central de la ciudad, tenía pocas horas de haber llegado, ya se había instalado en su nuevo departamento de dos pisos, el cual había tratado de decorar con artículos de sus gustos habituales.

Era su primer día en la ciudad y ya quería dedicarse de lleno al trabajo, característica esencial en ella, siempre inmersa en su trabajo como doctora, pero era viernes y no era sino hasta el lunes cuando iniciaría su jornada laboral, por lo tanto pensó que durante ese fin de semana se dedicaría a terminar de ordenar las cosas en su nuevo departamento y conocer un poco de la ciudad que ahora se convertiría en parte de su vida.

Con un gran pantalla posicionada en su sala arriba de la chimenea y un gran sofá frente a él, la cocina impecable con una pequeña isla elaborada en mármol en donde temporalmente posicionaba su laptop, arriba en su habitación su cama grande con sábanas limpias, y en su baño cada cosa colocado estratégicamente. Lauren mira a su alrededor y suspira al ver que todo está en su lugar.

Mientras se dirigía a su nevera a tomar un poco de agua fresca, un recuerdo invadió su memoria, se veía a ella misma mientras estaba en la Universidad, toda una universitaria caminando por los pasillos con una pila de libros sobre sus manos que tapaba a medias su rostro, tomo su vaso con agua y se dirigió a su sofá, continuo recordando, como había pasado el tiempo tan rápido, como se había convertido en una doctora con reconocimientos y elogios durante toda su vida estudiantil, y como hoy iniciaba una nueva aventura en su vida, un trabajo nuevo y muchas cosas por conocer aún.

Dejó su vaso sobre la mesa que estaba frente al sofá, y colocó su cabeza hacía atrás dejándola caen sobre uno de los brazos de su sofá, poco a poco se fue acomodando hasta que se encontró totalmente acostada, ya sin sus zapatos, y trayendo aún más recuerdos a su presente, pero esta vez los recuerdos se centraron en aquella chica de cabezo oscuro que había conocido durante su periodo en la Universidad, recordó cada gesto, mirada y sonrisa, ella se llamaba Nadia, era una chica preciosa, Lauren suspiraba mientras recordaba como la conoció en la biblioteca de su Universidad mientras chocaron al tratar de tomar el mismo libro, era estudiante de medicina al igual que Lauren, pero iba un año atrás.

Después de ese día en la biblioteca Lauren recuerda cómo se volvieron inseparables, compartía sus apuntes, trabajos, comidas, salidas en las noches, era como si estuvieran en sintonía, para ese entonces Lauren estaba totalmente definida, y desde muy corta edad, ya sabía que eran las chicas quienes ponían su mundo al revés.

El tiempo en la Universidad se hacía largo en ocasiones, pero cuando Lauren y Nadia estaban juntas se pasaba volando, Lauren podía sentir la atracción entre ambas, hasta que un día se atrevió y la beso en los labios, Nadia no supo cómo reaccionar pero respondió su beso. Eso solo fue el comienzo de una relación que parecía perfecta, pero que lastimaría a Lauren de una forma profunda.

Los días pasaban Lauren y Nadia, cada día se conocían más, a pensar de toda la intensidad que sentían una por la otra, nunca llegaron a consumar ese amor que se profesaban, hasta cierto punto Lauren hoy lo consideraba como algo positivo, ya que quizás haberlo hecho con ella, la hubiera lastimado aún más.

Un día mientras Lauren asistía a la lavandería de la Universidad y sus pensamientos divagaban en el examen de anatomía que tendría la próxima semana, pensó que era necesario recoger unos libros en la biblioteca para ampliar sus conocimientos en esta materia, después de haber dejado su ropa en la lavandería se dirigió inmediatamente a la biblioteca, para su desgracias ese día Lauren entendería que en ocasiones el amor se desintegra más rápido de lo esperado, así que mientras se dirigía a la sección se ciencia con cada paso que daba escuchaba más cerca una voz muy familiar, pero todavía no podía distinguirla, sino hasta que dio media vuelta y vio a Nadia en los brazos de otra chica, riendo, y hablando en voz baja, para ese momento Nadia no se había percatado de la presencia de Lauren, y descaradamente besa a la otra chica apasionadamente, en ese momento una lágrima rodó en la mejilla de Lauren mientras todavía estada acostada en el sofá.

Después de ese día el roto corazón de Lauren empezó a construir un muro lo bastante fuerte y alto para que nadie pudiera atravesarlo, ese mismo día cuando Sara se encontró con Lauren, esta no podía ocultar su tristeza pero sobretodo su disgusto al pensar en la traición de Nadia, con forme la conversación avanzaba entre ellas, Lauren le preguntó a Nadia donde había estado la tarde del día anterior, ella contestó que había estado estudiando para los exámenes que se aproximaban la otra semana, fue en ese momento cuando el corazón de Lauren se quebró en pedazos más pequeños los cuales sabía que sería casi imposibles volverlos a unir.

Con toda la tristeza que la embargaba confrontó a Nadia y le dijo lo que ella había visto, Nadia no sabía que decir, era imposible ocultar su rostro de culpabilidad, Lauren la miró con sus ojos vidriosos y llenos de lágrimas a punto de salir, Nadia trato de disculparse, pero Lauren de una forma muy madura simplemente le dijo:

- "No te preocupes Nadia, no pasa nada, son solo lecciones que en ocasiones nos toca aprender de la manera más fría, no te voy a mentir me rompiste el corazón, y sé que me costará mucho recuperarme, pero seré fuerte, te encontré, me enamoré y te olvidaré, espero que tu encuentres tu felicidad, yo buscaré la mía"

Con un beso en la mejilla Lauren se despidió de Nadia, ella también lloraba mientras trataba de retenerla , pero Lauren se soltó, los días pasaron y Lauren lloró casi todas las noches, hasta que una noche cansada de tanto llorar, se limpió las lágrimas, se paró y se miró en el espejo para decirse unas palabras:

- "Es suficiente, continuaré con mi vida, me graduaré, buscaré un trabajo y dedicaré mi vida a la medicina, es hora de que Lauren Lewis empiece a vivir".

Lo que Lauren no sabía que hoy, ahí acostada en su sofá, en esa nueva ciudad, era que alguien iba a cambia su mundo para siempre.