¡Hola amigos! Tal vez me odien por empezar esto sin terminar lo que ya tengo pendiente, pero esta idea se me vino en mente hace tanto tiempo, la teoricé y analicé y he aquí: El primer TsukiYachi que escribo.

Disfruten! :D


Aviso legal: Los personajes y la historia de Haikyuu pertenecen a Furudate-sensei. Ya lo saben.

Título: La flor de la Luna.

Capítulo 1: Floreciendo.

En el gimnasio del club de voleibol todavía se escuchaban chirridos de zapatos y pelotazos, se oían fuertes risas que de vez en cuando se alternaban con fuertes gritos ya sea de victoria o de regaños. Cualquiera que pasara por ahí se preguntaría "¡cómo es que aquellos seres aguantan seguir practicando a esta hora?"

Lo cierto es que ya eran las 7 y media de la tarde y algunos integrantes aún estaban allí en plena práctica, entre ellos estaba Hitoka Yachi que, al darse cuenta de la hora, se sobresaltó instantáneamente sintiendo una gran preocupación innecesaria por la cena de aquella noche. Miró a Hinata con una expresión triste y torpe, toda sonrojada por tener que dejarlo, lo alcanzo justo en el momento en que iba a lanzar la pelota al aire, le explicó, se excusó y le pidió que cerrara el gimnasio cuando acabasen.

Él amablemente asintió con una sonrisa amplia que refrescó a la joven mánager.

— ¡Es una promesa! —exclamó mientras se apresuraba a dejar el salón. Saludó a todos balanceando las manos mientras trotaba hacia el exterior, con cierta picardía inocente que siempre se hallaba en su característica simpleza.

En seguida se dirigió con prisa hacia la sala del club a buscar sus pertenencias para luego correr a toda velocidad para su casa. En el preciso instante en que abrió la puerta y dio unos pasos dentro del salón, se encontró a Tsukishima cerrando los últimos botones de su camisa blanca en frente de su casillero, quien inadvertido por su presencia ni siquiera había girado hacia ella.

Quedó helada por unos segundos, reacción que incluso fue inentendible para su propia razón; No supo que hacer por unos eternos miserables segundos: "¿O fueron décadas?" pensó distraídamente mientras ejecutaba un intento por salir presurosa sin ser descubierta; terminó cerrando la puerta por uno de sus pies y aquello le produjo, más que dolor, un susto tremendo, obligándola a soltar un chillido mientras sentía que su cara empezaba a arder y a ruborizarse.

— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Tsukishima luego de haber semi-abierto la puerta. Miró alternadamente hacia el pie de Hitoka y luego a su cara, observó su rubor, su expresión vergonzosa y aquel ligero temblor que no podía controlar. Suspiró con una una media sonrisa burlona, con aire de superioridad.

Él abrió la puerta por completa –que Hitoka interpretó correctamente como que iría a pasar por allí-. Ella se alejó unos pasos y miraba el suelo mientras su compañero largiducho pasaba a su lado. Se quedó un instante así sin saber qué hace hasta que por fin recordó el asunto que tanto le apresuraba, sacudió la cabeza y frunció el ceño con determinación como reproche a sí misma por tales boberías que acababa de hacer.

Una vez en su casa, después de haber cenado y platicado con su madre durante un momento, se dispuso a acostarse en la cama. Y como si se tratase de un recuerdo lejano importante se le vino a la mente el momento en que Tsukishima cruzó a su lado; se estremeció al acordarse.

"¿Desde cuándo Tsukishima-kun se queda hasta tan tarde?" se preguntó divagándose en su mente, como si no tuviera nada más en qué pensar.

— ¡Bah! —se dijo al recordar todo el patético espectáculo que hizo.

Hasta podía imaginarse al rubio burlarse mientras decía "patético" por su persona. Se enfadó consigo misma por unos instantes y sin darse cuenta infló los cachetes con enojo como si se regañara ella sola.

Su sueño había sido tan malo como su patética actuación: Al parecer su cerebro no tenía nada mejor que mostrarle que aquella escena. Se le hizo eterno mientras sentía que estaba en frente de la puerta de nuevo, esta vez iban sucediendo escenas diferentes: Miraba a Tsukishima a la cara y este se reía, ella se enfada y le daba un leve golpe en el pecho como reproche, sintió que llevaba ese mismo puchero que acaba de hacer… Y se sentía extraña… "¿Qué?" pensaba mientras estaba observando como Tsukishima le acompañaba con una tierna risa.

"¿Acabo de pensar en una tierna risa?" pensó exaltada. Su corazón de pronto empezó a latirle con tal rapidez que sentía que iría a salírsele. Respiró hondo mientras trataba de recuperar su pulso hasta que abrió los ojos y se despertó de golpe, todavía confundida, extraña, observando a su alrededor tratando de constatar que efectivamente estaba en su habitación y que aquello era un sueño.

Pero no pensaba en el sueño, tuvo un momento de simple tranquilidad sin recordar por qué se había impresionado tanto. Miró de nuevo su reloj y se volvió a acostar al saber que aún era temprano.

...

— ¡Hola Yachi-san! —exclamó Hinata con su habitual enérgico saludo. Iba ya vestido con ropas deportivas. Ella se preguntó fugazmente por qué estaría recorriendo en vez de practicando cuando él amaba practicar tan temprano.

— Buenos días —respondió con una sonrisa sincera—. Estás tan alegre como siempre.

— ¿Cómo no estarlo? —preguntó tan directamente como siempre lo hacía—. Si iremos a empezar el torneo de nuevo ¡Estoy que ardo!

— Guarda un poco de tu energía para las prácticas —solo se limitó a decir, ambos reían mientras empezaban a caminar hacia el salón de club.

Hinata se separó de Hitoka cuando estaban en el pabellón del salón dirigiéndose hacia el gimnasio. Ella continuó su camino, cuando llegó a la sala del club miró la puerta un instante... Un instante en donde recordó aquel sueño tan extraño. Se sonrojó estúpidamente y se cubrió con sus manos tratando de evitar que se le viera –aunque claramente no había nadie. Tocó la puerta y entró al no recibir respuesta pensando que estaría vacía.

Cuando entró a la sala se encontró con el rubio. Estaba sentado con sus auriculares puestos, cruzaba sus piernas de modo que talón estaba encima de su rodilla opuesta y sobre su muslo tenía recostado un ligero libro que parecía ser muy entretenido a sus ojos, pues no quitaba la vista de aquellas hojas. Yachi se quedó mirándolo aún un poco sonrosada.

Se acercó con pasos lentos y torpes hasta quedarse en frente de él. Cuando él se supo interrumpido levantó la vista, la observó y chasqueando la lengua deslizó sus auriculares hacia atrás dejándolos alrededor de su cuello.

— ¿Hoy también te quedarás a entrenar hasta tarde? —preguntó sincera arrepintiéndose segundos después, sintiéndose torpe por haber asumido algo que de lo que ni estaba segura. Tsukishima enarcó una ceja sin entender emitiendo un leve "¿eehh?" que le cayó como si se tratase de un balde de agua fría.

Ella tragó saliva tímida.

— No lo sé, no me gusta tanto —dijo secamente volviendo a mirar su libro como si ya no notara la presencia de la chica.

— Si te quedas —gimió con paciencia y energía. Se sintió Hinata por un segundo—. Solo dime y yo te ayudaré en lo que pueda.

Dicho esto, se giró sin detenerse a observar su expresión, caminó presurosa sin escuchar su respuesta en un intento por salvaguardar la poca dignidad que sentía que aún le quedaba temiendo una respuesta negativa o una burla por su parte. Una vez que salió se recostó por la puesta y suspiró pesadamente dejando salir todos sus malos sentimientos y su vergüenza que le pesaban.

Sintió como perdía el equilibrio cuando abrían la puerta de soporte. Giró su cabeza y miró a Tsukishima sosteniendo su libro en su mano opuesta a lo alto mientras la miraba fijamente. Caminó sin decir nada y le dio la espalda cuando se detuvo en seco y replicó sin mirarla: — No deberías ofrecerte si vas a arrepentirte al segundo. Y continuó su camino al gimnasio sin darle a Yachi la oportunidad de decir nada... Aunque si hubiera esperado respuesta probablemente ella no sabría responder nada tampoco.

Mientras más pensaba más se preguntaba por qué había preguntado aquello y el porqué de su comportamiento tan fofo. También se preguntó si en realidad el rubio mentía sobre ello y efectivamente se quedaba a practicar todas las tardes de forma independiente. Se sabía por de más que a Tsukishima no le gustaba entrenar tanto, entonces la idea de que se quedara para practicar y ayudar al equipo le llenaba de una extraña emoción que no podía ni entender ni explicar

A la tarde, cuando ayudaba a Hinata y a Kageyama en su entrenamiento habitual, se le cruzó la idea tonta de que debería preguntarles a ellos para ver si efectivamente sabían algo.

"¿o es algo que solo yo desconozco?"

— Hinata… Kageyama-kun —dijo en el preciso instante en que les pasaba unas toallas limpias, ambos se giraron en un instante y mientras se secaban el sudor ella continuó: — ¿Saben ustedes si Tsukishima-kun se queda entrenando también hasta tarde?

— ¿Te das cuenta de que hablamos de Tsukishima? —preguntó Hinata divertido, aunque totalmente sincero.

— La verdad que no me lo he cruzado —respondió Kageyama más reservado.

"Debe ser que solo lo encontré ayer por casualidad"

Sin embargo cuando se encontraba cargando las botellas, abriendo y cerrando la canilla, observando el agua, escuchando el sonido del agua cargarse y sintiéndose extraña de pronto se le cruzó una idea incluso más alocada. ¿Y si se atrevía a ir a mirar en el gimnasio del club de basquetbol?

Es cierto que sus probabilidades eran bajas, pero podría estar ahí "entrenando" dado que el club ya no lo utiliza hasta tarde.

Inconscientemente se encontró en la puerta del gym, observando tal cual una entrometida acosadora desvergonzada. Se sorprendió cuando sintió un gran ruido viniendo de la puerta, efectivamente había sido un balonazo que había salido desviado seguramente.

Entonces lo vio: La figura de Tsukishima se veía imponente a contraluz. Su pelo se balanceó ligeramente al sentir el viento. Hitoka no supo si se sentía desgraciada o afortunada al observar aquella persona en ese instante.


Continuará.

Si llegaste hasta acá te digo que me pone muy feliz que hayas terminado de leer el cap.

Si no te gustó algo no te quedes con las ganas ¡cuéntamelo!