Aviso: Este fic participa en el reto especial "Sam Winchester" del foro Supernatural Blood Brothers

Disclaimer:
Esta vez podría saltármelo porque he sido tan bueeeeno que no me lo creo ni yo, pero reglas son reglas y los Winchester no me pertenecen (tristemente), Supernatural tampoco, ni siquiera el título de este shot, pertenecen a la CW y sus creadores.

Podría avisar de spoilers ya que nos vamos a situar después del final de la décima y con Rocky y Bullwinkle tomándose un día de descanso.


Sand Between Our Toes

El mar, gigantesco, salado, azul, se extendía frente a Sam Winchester como una enorme piscina límpida y transparente. Un balón de plástico enorme, de esos que regalan las compañías de refrescos por cada 48 latas, "promoción especial de verano" rodó hasta detenerse junto a sus pies.

- ¿Y bien Sammy, no te quitas las botas? – preguntó su hermano parándose a su lado

- No voy a meterme en el agua – afirmó rotundamente mirando con ojo crítico el bañador celeste con palmeras amarillas, comprado en el mismo centro comercial que el balón, una oferta dos por uno, que su hermano llevaba puesto.

- Vamos hermanito, lo estás deseando – Dean dejó su camisa a juego con el bañador sobre la toalla, corrió hacia el agua y se zambulló de cabeza para emerger unos metros más lejos nadando perezosamente.

Sam suspiró mirando el jaleo de trastos a su alrededor. La sombrilla sin montar, la vieja nevera a pleno sol. Cogió el sombrero de Dean, el mismo que un par de horas antes había jurado que sólo llevaría cuando se jubilara y montó el campamento.

La arena tibia había encontrado el camino para entrar en sus botas, se sentó en la tumbona y se las sacó, junto con los calcetines, enterrando los dedos mientras disfrutaba de la sensación. Paz, un rato de paz.

Se desvistió sonriendo por su propio bañador, idéntico al de su hermano pero con los colores cambiados, se echó el protector solar, cogió un libro y se sentó en el suelo, bajo el parasol, usando el balón de respaldo.

- ¡Venga ya Sam! – cuatro gotas de agua cayeron sobre la página que acababa de girar – disfruta de esto hombre

- Lo estoy haciendo – levantó los ojos hacia el rostro encendido y brillante del mayor – te he dicho que no me voy a meter en el agua

- Está bien

Con un suspiro dejó el libro en la tumbona, junto al sombrero y las gafas de sol y se levantó cansinamente. Dean, sorprendido, contempló como se sumergía limpiamente en el mar. Sacudió la cabeza, hubiera sido más divertido arrastrarle hasta el agua pero ese cerebrito era capaz de leerle el pensamiento y estropear la diversión. Pero nadie había dicho que estuviera prohibido salpicar o hundir a los hermanos sabihondos ¿no?