Este fic ha sido creado para el "Intercambio de Regalos 2014" del foro "La Sala de los Menesteres". Mi amiga ha resultado ser ElectricalMarauder.


CAPITULO 1

Era un viernes por la tarde tan tranquilo como otro cualquiera en la escuela de magia de Hogwarts. Corría el mes de marzo el año 1977 y cuatro muchachos apuraban la tarde en la Sala Común de Gryffindor antes de bajar a cenar con el resto de sus compañeros. Los cuatro tenían personalidades dispares, lo demostraban aportando una cosa diferente al grupo pero congeniaban a la perfección y eran inseparables desde su primer año de colegio. Se hacían llamar "Los Merodeadores" y era, tal vez, el cuarteto más popular que había rondado Howgarts. Siempre estaban dispuestos a hacer alguna travesura, broma o escapada. Eran irremediablemente unos alborotadores, allí donde iban siempre había bromas y risas y era gracias a esto que gozaban de una gran popularidad en todo el colegio. Pero no todo el mundo apreciaba de igual manera sus travesuras, especialmente aquellos que eran víctimas de ellas.

Esa tarde en particular los cuatro muchachos estaban ocupados en decidir qué harían después de la cena, mientras uno abogaba por escaparse a Hogsmeade e ir a Las Tres escobas a visitar a Rosmerta otro lo hacía por subir a la Torre de Astronomía con unas botellas de hidromiel, el más pacífico de ellos sugirió una escapada al lago a incordiar al calamar gigante y el último de ellos se mostró entusiasta ante los tres planes.

- Cornamenta ¿Qué hacemos después de cenar? Porque hace tan buena noche que me niego a quedarme en la sala común.- Dijo el cabecilla del grupo. El muchacho que estaba algo más alejado de los otros tres, intentaba no perder de vista a una de sus compañeras de casa. Tenía el pelo negro, ojos grises, y la piel clara, era considerado (incluso por él mismo) uno de los muchachos más guapos de Hogwarts; sus profesores, aunque no apreciaban su faceta traviesa y bromista, opinaban que tenía una excepcional inteligencia, punto que compartía con aquel al que se había dirigido.

- Aunque cayesen chuzos de punta no querrías quedarte, mi querido canuto. – Comentó jocoso a quien había llamado Cornamenta; comentario que hizo reír a los cuatro amigos. Cornamenta, el otro líder del grupo, tenía los ojos castaños que se ocultaban detrás de unas sencillas gafas y el pelo moreno. Era brillante, popular, jugador del equipo de Quidditch de su casa y estaba loco por una de sus compañeras, Lily Evans. Era muy apreciado por sus compañeros pese a comportarse en ocasiones de manera poco apropiada.

- Efectivamente, no veo porque habría de quedarme encerrado entre estas paredes cuando hay tanto por explorar. – Volvió su atención hacia sus amigos olvidándose momentáneamente de la compañera a la que miraba.

- La mitad de las veces que dices eso, Sirius, acabas por proponer lo mismo – Intervino otro de sus amigos, el más tranquilo de los cuatro. Castaño claro, ojos marrones con un deje de tristeza en ellos, con un tono cálido siempre en su voz y un gran secreto que solo sus amigos conocían – Una escapada a Las Tres Escobas – Cantaron los cuatro a coro antes de echarse a reír.

- Esa es una magnífica idea, lunático. ¿Qué tal si nos escapamos a Hogmeade y visitamos a Rosmerta? – había un brillo travieso intentando disfrazar otra cosa en los ojos del atractivo muchacho al mirar a su amigo.

- Yo preferiría dar cuenta de un regalito que he conseguido para vosotros – Aquel al que habían llamado Cornamenta le había dado un tono misterioso a su voz – La torre de Astronomía será un lugar perfecto para… - hizo una pausa para crear expectación –… mi regalo. – A juzgar por las expresiones poco interesadas de sus amigos no había conseguido la expectación que deseaba – No me digáis que no tenéis curiosidad.

- Hidromiel – Volvieron a corear los otros antes de estallar en risas. El moreno hizo una mueca de fastidio que se incrementó al darse cuenta que Lily Evans había escuchado como sus amigos se reían de él. Se levantó de su sillón en lo que pretendía ser una grácil pirueta pero que acabó siendo un torpe movimiento que hizo que casi tirase las piezas del ajedrez mágico que estaba en la mesita de al lado. Musitó un "mierda" por su torpeza y le dedicó una brillante sonrisa a la muchacha.

- Hola Evans, ¿te gustaría unirte esta noche a nosotros? Estamos todavía decidiendo que haremos, pero seguro que es interesante. Tal vez una visita a la Torre de Astronomía con unas botellas de hidromiel, y disfrutar de las maravillosas vistas. Tal vez una visita a Las Tres Escobas. – Se le adelantó a preguntarle el muchacho que se llamaba Sirius o Canuto.

- No iría con vosotros a ninguna parte, Black. Y menos escaparme a Hogmeade. Sois unos irresponsables. ¿Queréis volver a perder puntos para Gryffindor? Me ha costado mucho recuperar con Slughorn los puntos que perdisteis el martes con vuestra bromita a Filch.

- ¡Oh! Lily, por favor. Filch se lo merecía por aguafiestas. Y te recuerdo que esos puntos que perdimos, los había ganado yo mismo en Transformaciones. – A Sirius se le escapó un deje petulante al añadir esto último.

- Vamos, Lily, no hagas caso de ese idiota. Yo cuidaré de ti y verás cómo no pasa nada. – Dijo con timidez el cuarto de los muchachos, un chico bajito, menudo incluso, con el pelo marrón claro, ojos marrones, con aspecto menos imponente que los otros y que siempre lucía en su cara una mirada de alegre sorpresa, como si no se sintiese legítimo del honor de pertenecer a tan popular pandilla.

- Gracias, Peter, pero sigo pensando lo mismo.

- ¡Venga, Evans! ¡No seas aburrida, lo pasaremos bien! – Intentó convencerla con poco tino el muchacho moreno al que habían llamado Cornamenta.

- ¡Oh, Potter! ¡No soy aburrida! ¿Cómo te atreves? – Lily salió de la sala común hacia su habitación hecha una fiera dejando plantados a los cuatro muchachos.

Una vez de nuevo solos, Cornamenta volvió a sentarse en su sillón con cara de fastidio, mientras Peter, que le miraba como apiadándose de él, se acercó para posarle una mano en el hombro a su amigo. El muchacho levantó la mirada hacia Peter, y le dirigió una sonrisa de agradecimiento.

- ay colagusano, ¿Por qué hago siempre el ridículo delante de ella? – Le preguntó apesadumbrado.

- James, no seas melodramático – Le contestó sin mirarle el muchacho tranquilo al que habían llamado Lunático. La mirada de Lunático se había visto atraída por su otro amigo, Sirius Black, que ahora estaba coqueteando con la muchacha a la que anteriormente no le había quitado el ojo. Poco a poco se fue abstrayendo de los demás hasta quedar totalmente distraído mirando a su amigo de una manera difícil de descifrar.

- Remus, ¿Tú que propones que hagamos esta noche? – Colagusano le sacó de sus pensamientos e hizo que traspasara su atención de Sirius al menudo muchacho. Sonrió pacíficamente antes de cambiar su expresión por una pensativa.

- umm ¿Tal vez ir al lago? Hace mucho que no molestamos al Calamar Gigante. ¿Y tú, que propones, colagusano?

-¡A mí me parece genial tu idea! Bueno, y subir a la Torre también, es una noche perfecta para ello. Sin nubes y con tantas estrellas. Aunque jamás rechazaría una visita a las tres escobas. – Su entusiasmo era palpable en cada palabra.

Finalmente, mientras cenaban, acordaron subir a la Torre de Astronomía y retrasar la visita a las Tres escobas al fin de semana siguiente, que había salida oficial del colegio a Hogsmeade. Al salir del gran comedor, James fue hacia la Torre de Gryffindor a por las botellas de hidromiel que tenía escondidas (con la esperanza de toparse de nuevo con Lily Evans y convencerla de que les acompañase), mientras los demás le esperarían en la Torre de Astronomía. Cuando los tres restantes se dispusieron a encaminarse hacia la Torre, Sirius se desmarcó de los otros dos.

- Ahora os alcanzaré, voy a intentar convencer a esa belleza de Lawrence para que nos acompañe a la Torre. Con un poco de suerte, las estrellas (y el hidromiel) la pondrán tierna y pueda después convencerla de dar un paseíto a solas. – Dijo mirando directamente a Peter "Colagusano" para no tener que enfrentarse a la mirada de Remus "Lunático".

- No sé que le ves a esa Lawrence. Ni que tuviese algo que no tengamos nosotros – bromeó Peter.

- Hombre, Peter, no me hagas explicártelo todo – rieron todos de nuevo - pero tiene un pelo castaño precioso, sus ojos color avellana son casi los más bellos que he visto, su voz es cálida... No sé, me transmite paz ¿Qué más necesito?

- Si es por eso, nuestro querido Remus también cumple todas esas características, ¿Acaso estás buscando un Remus en femenino? – Volvió a bromear Colagusano, sin imaginar siquiera lo acertado de su comentario.

- Vamos, Peter – cortó tajante Remus – dejemos a Sirius con su chica, antes de que ella se dé cuenta de lo merluzo que es. – Sin mirarse siquiera, tanto Remus como Sirius emprendieron su camino en direcciones opuestas, dejando un tanto confuso al pobre Peter con el cambio de actitud de sus dos amigos.

Más tarde, tres de los cuatro amigos se encontraban ya reunidos en la Torre rodeados de varias botellas de hidromiel, cuando apareció Sirius completamente solo y con gesto adusto. Sus tres amigos notaron su malhumor y sin comentarlo siquiera en voz alta, llegaron a la misma conclusión. A Sirius le habían dado calabazas.

Para romper el silencio que se había creado con la llegada de Sirius, James no dudó en hacer una pequeña burla.

- Ooohh! El gran seductor llega solo. El atractivo heredero de la ancestral casa Black recibiendo calabazas. Nts – Chascó la lengua James – Ya no quedan sangrepuras como los de antes.

-¡Vete al cuerno, Cornamenta! He sido yo quien no he querido que viniese. Me apetecía una noche de Merodeadores. ¿Habéis ideado ya que bromita vamos a gastarle a Filch?

- Dejad tranquilo a Filch por una vez y buscad otra víctima que siempre vamos a por él. – Pese a sus palabras estaba sonriendo, solo que su sonrisa no era por estar planeándole una broma a Filch.

Sirius miró a Remus y por unos momentos pareció que iba a decir algo pero finalmente se sentó en el suelo al lado de Peter sin decir nada.

- ¿Por qué no le administramos una poción sin sueño y cuando esté dormido le sacamos la cama y toda la ropa a los jardines? – sugirió James

- ¡O mejor! Le damos la poción y le dejamos en ropa interior con alguna de estas botellas vacías en la mano. Para que quien se lo encuentre crea que se ha emborrachado.

- ¡Sirius! ¡Eso es genial! – Apoyó Peter.

- ¿Genial? Por algo así podría perder su trabajo. Además de ser demasiado humillante. Tampoco hay que llevar las cosas a esos extremos, chicos. Dumbledore se avergonzaría de vosotros si os escuchase planear conseguir el despido de Filch.

- Eres un santurrón, amigo mío. – Declaró Sirius – ¿Qué os parece esto otro? Peter y James hacen una maniobra de distracción en una parte del castillo, mientras, el santurrón y yo le llenamos las sábanas de azafrán. Al día siguiente él se despertará amarillo y pensará que le han echado alguna poción, y se volverá loco y volverá loco a Pomfrey.

- Eres maligno, amigo mío. – dijo entre risas James. – ¿Pero de donde sacamos el azafrán?

- De las cocinas, claro. – Dijeron Peter y Sirius a la vez.

Pasaron el resto de la noche acabando de perfilar el plan y cuando se les terminó la bebida, bajaron, luchando por mantener la verticalidad, de la Torre y se dirigieron hasta sus habitaciones. James y Peter fueron por delante de Remus mientras que Sirius se quedó un poco rezagado. Casi llegando a la Torre de Gryffindor Sirius alcanzó a Remus, le pasó el brazo por encima del hombro y le dirigió una mirada conciliadora.

- Espero no haberte molestado con lo de santurrón. Estaba un poco frustrado, pero sabes que lo último que quisiera es que te enfadases conmigo. – Con la mano aún sobre el hombro le pasó el pulgar por la mejilla, en una rápida y discreta caricia.

- Sabes que no puedo enfadarme contigo. Aunque a veces quisiera.

Llegaron al cuadro de la Señora Gorda, y pasaron en silencio para no despertar a nadie. Sirius quedó el último, y al pasar por el cuadro, se paró unos instantes para mirar con un brillo de esperanza a su amigo Remus que se alejaba camino de las escaleras.