LA FOTOGRAFÍA

Saludos

Los personajes de Inuyasha no son por lógica creación mía es de Rumiko Takahashi por lo que me deslindo de responsabilidades por cualquier malentendido. Sin embargo la historia en la que los utilizo siempre es 100% de mi autoría.

Advertencia: Esta historia se desarrolla en un Universo Alternativo.


Introducción:

Inuyasha y Kagome son dos jóvenes de clase media que pertenecen a la preparatoria Subarashi Shikon, ambos tienen 15 años y están juntos en el mismo salón de clases. Son totalmente diferentes porque mientras que ella es amigable y alegre, él es un muchacho aficionado a la fotografía que suele alejarse del bullicio de la gente.

Kagome tiene unos padres disfuncionales, día a día ve como estos se separan más valiéndose de la excusa de que todo ese comportamiento surgió desde la muerte de su hermano. Un día, Inuyasha idea una plan para salir del clases por lo que el director decide enviarlo de regreso a casa, y sin haberlo pretendido descubre tras la ventana de de la casa vecina una escena que dará inicio a su propio trama….


CAPÍTULO 1. Simple casualidad

Un día de los tantos calurosos que se sentían en Tokio, se iniciaban las actividades escolares.

Los alumnos de la preparatoria Subarashi Shikon conversaban en el patio de entrada del plantel, claro está que momentos antes de que sonara el timbre que anunciaba la hora de entrada a las aulas para empezar sus clases.

Unos estudiantes corrían apresurados por desconocida razón, alguno que otro jugaba en el patio, las amigas conversaban por lo regular amenamente y otros estudiantes simplemente planeaban la forma de fugarse de la escuela para no tomar las aburridas clases e irse por ahí a divertirse.

Había un alumno, de los pocos que no compartía ninguna de esas actividades sociales. Él era alguien que se hallaba casi siempre apartado de la multitud y por lo tanto del ruido.

Necesitaba esa tranquilidad para inspirarse, para capturar las imágenes más hermosas de los lugares. Ya está, que en ese instante en otra sección del patio se encontraba portando su equipo con una mano mientras se encontraba recargado en el barandal de una jardinera porque el pasto verde a su frente estaba adornado de algunas flores y el cielo saludable y azul le servían de modelo.

Era serio pero responsable y en ese momento se dedicaba a ejercer su actividad física preferida. Le decían continuamente que su diversión parecía más el hobby de un anciano y no el de un joven de 15 años.

Pero él era feliz así, en su mundo y ahora tomaba con tanta dedicación fotografías a un bello paisaje. Amaba lo que hacía porque el amor por ese arte venía de familia, pues su padre había sido un reconocido periodista hasta hace apenas 5 años, cuando aún vivía.

Ese hombre tan alegre y sencillo le había enseñado todo lo que sabía de la fotografía y siempre le decía que solo las personas sensibles trabajaban en el arte del revelado.

Estaba tan apasionado su padre con su trabajo que incluso le había enseñado a ver la belleza en donde a simple vista no existía. Era lógico que años después el gusto se lo heredara y por eso terminara entrando al club de fotografía de la escuela a lado de todos esos "perdedores" que tenía como compañeros, como así les decían los varones más populares del instituto, pero él estaba satisfecho con su arte. Se sentía especial porque creía seriamente que solo los artistas veían y valoraban los detalles pequeños de la vida que pasaban desapercibidos para la mayoría, por eso se él sentía diferente y también por eso posiblemente no le simpatizaba a la gente por parecerles un farolero.

De pronto, al estar de espaldas recargado en el barandal de la jardinera sintió un dolor intenso en la parte trasera de su cuello algo parecido a un pinchazo y que solo duró un par de segundos. Se palpó en esa zona creyendo que algo se había caído del árbol que tenía cubriéndolo con su sombra a un lado, no se imaginó cual había sido la causa hasta que escuchó una turbia voz.

— Oye perdedor — le dijo con un tono tosco una voz desde atrás — ¿Qué haces ahí parado como un imbécil? Siempre estás haciendo lo mismo, me das vergüenza ajena — le reprochó soberbiamente el varón

El joven agredido no respondió a la ofensa, simplemente se dedicó a volver a tomar su cámara que colgaba de su pecho y concentrarse de nuevo en sus tomas fotográficas.

— ¿¡Qué no estas escuchando!? Odio que me ignoren — se acercó furioso al fastidiado moreno para voltear su cuerpo con fuerza y arrebatarle su cámara profesional la cual había estado colgando ya de nuevo en su pecho por un cordón. Lleno de coraje el agresor arrojó la cámara sin saber hacia exactamente caería. Por desgracia esta se sumergió en un pequeño estanque de agua al que segundos antes su compañero había estado inmortalizando en imágenes.

Fue hasta ese momento que el joven afectado reaccionó, el agresor se colocó a en posición de ataque y el artista desafiante lo empujó con todas sus fuerzas.

Siempre maldecía su mala suerte y su desgraciada vida porque no le quedaba de otra después de todo ¿qué podía hacer alguien tan insignificante como él en contra de abusivos como ese? Y más cuando recién se había percatado que su pandilla de malhechores apareció detrás del otro joven con la intención de auxiliarlo y vengarse por el empujón que le había él hecho a su amigo.

Así es como actuaban, casi siempre provocaban a la gente para tener un simple motivo para actuar con violencia.

De todas formas esta vez no fue necesario que le respondiera, todos se acercaron y empezaron a empujarlo con malicia hacía el agua del estanque, en donde inevitablemente al resbalar cayó.

(…)

En la otra orilla de la escuela apartado de ahí, en la amplia cafetería un grupo de alegres amigas conversaban sentadas en las sillas de una mesa, rodeadas de otras tantas mesas más.

— ¡Podemos ir entonces a la fiesta de Bankotsu! — Propuso una chica peinada con una media cola — ¡ya tengo su regalo!

— No lo sé; depende de lo que diga mi padre — respondió una desilusionada jovencita con cabello suelto.

— ¿Porque tienes unos padres tan estrictos, Kagome? — Se cuestionaba otra inconforme — no dejan que te desarrolles como una adolescente normal

— No lo sé, pero te aseguro que así no eran — trató de defenderlos en vano, ante todo eran sus padres y aunque fueran un poco duros con ella los protegería de los malos comentarios.

— Siguen teniendo problemas ¿no? — dijo otra jovencita de cabello corto con forma de hongo que se llamaba Yuka. Ella conocía mejor que cualquiera a su amiga

— Esos jamás se terminaran — disgustada le dio un sorbo a su café caliente y se puso a reflexionar sobre sus problemas

— ¿Y te sigue afectando?

— Ya no duele como antes….la verdad se me está haciendo costumbre — confesó desanimada — A veces se me pasa por la cabeza que la única forma en que podemos tener paz es si se separan. Aunque no me gustaría, pero me voy dando cuenta que no tienen remedio

— Yo recuerdo que tus padres eran muy cercanos, cuando éramos niñas siempre que iba a tu casa a recogerte para irnos a jugar a un parque solía verlos sonrientes

— Si; añoro esos tiempos — suspiró melancólica — Pero todo cambio a raíz de la muerte de Sota.

¡Jamás superaran eso! — era lo que más le dolía, que su familia se estuviera desintegrando a raíz de una tragedia cuando se supone que deberían de estar más unidos, apoyándose como una familia.

— ¡Bueno ya basta! ¡Cambiemos esos ánimos! — una chica de cabello castaño y ondulado soltó esas palabras una sabía amiga que dedujo que hablar de esos temas causaban en la otra adolescente una depresión horrible — Aunque tus padres no te autoricen salir, nosotras ya idearemos un plan para secuestrarte. Tenemos la ventaja de que tu padre sale muy tarde a trabajar y la fiesta de Bankotsu es en la tarde.

(…)

— Para la otra no la vas a contar, Taisho — advirtió el violento muchacho a la vez que escupía una babosa goma de mascar sobre el cuerpo tembloroso del joven que estaba tirado en cuclillas.

Todos aquellos 4 estudiantes que le rodeaban empezaron a despejar el área para no levantar más sospechas pues al sonar el timbre otros alumnos pasarían por ahí para ir a sus salones y podían descubrirlos haciendo fechorías. Los maestros conocían sus comportamientos pero hasta algunos de esos mismos se veían intimidados por ellos.

Una vez que desapareció el cuarteto de su vista salió detrás de los arbustos corriendo un muchacho de pequeña estatura, con sobrepeso y en un estado de excesiva preocupación.

— Inuyasha — empezó a sacudir con fuerza su cuerpo tendido en el suelo, asustado por que pudiera estar inconsciente — amigo — volvió a sacudir su cuerpo hasta que empezó a oír quejidos de dolor de parte de su compañero de taller — ¿puedes moverte?

— ¿Estuviste observando todo no? — le reprendió mientras batallaba para ponerse pie. Por momentos perdía el equilibrio al intentar pararse. Su cuerpo estaba sucio de tierra y con la mitad de su uniforme mojado.

— Yo...— no supo que decir, era consciente de que era un completo cobarde pero vamos, era normal temerle a esa pandilla de salvajes, incluso él era una de sus frecuentes víctimas.

— No sé por qué te pregunto estupideces — recapacitó su enojo el moreno de cabello negro — no esperaba que vinieras a arriesgar el pellejo por mí — una vez de pie se sacudió fuertemente con ayuda sus manos talladas el cabello y la camisa del uniforme.

— Tú tampoco lo hubieras hecho, Inuyasha — conmocionado opinó el hombrecillo mientras veía el desgraciado estado físico de su compañero.

— Lo que me tiene intranquilo es porque a nuestro club es al que más atacan. No recuerdo haberles hecho nada — le tendió la mano al lastimado adolescente y este la tomo muy debilitado para ponerse de pie.

(…)

Por fin primera clase inició y el profesor impartía su materia con total tranquilidad a su grupo de alumnos. Por supuesto que al leer de pie en voz alta un libro no se percató de que algunos alumnos estaban distraídos aunque en un absoluto silencio. Uno de esos estudiantes que no prestaba en absoluto atención a la lectura era Kagome hallaba más interesante el paisaje pintado de aves que se dibujaba afuera de su ventana, aprovechando que su salón se encontraba en el tercer piso.

Sus pensamientos divagaban alrededor de sus problemas familiares, siempre era lo mismo, tales asuntos personales de gravedad habían sido los causantes de su reciente bajo desempeño escolar.

En ese momento salió de su ensimismamiento al escuchar abrir la puerta del salón con brusquedad, ruido que ocasionaría que llamara la atención de todos los estudiantes. El profesor fue uno de ellos y se molestó porque le interrumpieron la lectura. Observó furioso a los dos jóvenes asombrados que se posaban en la entrada de la puerta.

— Sr. Taisho, Sr. Adachi ¿¡Puedo saber por qué razón vienen a estas horas a mi clase!? — Les regañó a los alumnos arrugando el rostro — Y lo peor, ¡entrando sin permiso! — se sintió ofendido el profesor. Y su enojo aumento al ver las fachas en que venía uno de ellos pues su uniforme el que se suponía debería de estar limpio ahora estaba lleno de lodo y además húmedo — también, se puede saber ¿por qué viene de esa forma? — Arqueó la ceja interrogándolo — ¿Qué acaso estaban jugando los dos en el estanque? — mencionó sarcástico y sus alumnos rieron a carcajadas.

Ese hombre de gafas era un profesor estricto, por demás culto y pulcro así que no toleraba la gente mal presentada y que llegaba tarde — váyase a limpiar al baño con un trapo y luego regresa — le dio indicaciones volviendo su mirada a su libro para continuar leyendo.

Inuyasha acató sin rechistas la orden y se marchó; luego regresó después de 15 minutos y para cuando lo hizo los comentarios burlescos a su alrededor continuaban a espaldas del profesor. Como aún continuaba mojado no faltaban quienes decían con maldad que se había orinado en el pantalón haciendo énfasis a que la parte trasera de este era la que menos se estaba secando como si fuera más reciente.

Como siempre, tuvo que tolerar ese maltrato psicológico porque su autoestima estaba por los suelos, y así transcurrieron esa y otra clase hasta que en la tercera no pudo más e ideo un plan urgente para marcharse de ahí.

Tal vez resultaría efectivo fingir que se sentía enfermo con ayuda de un cómplice Shippo.

— Shippo — siseo con cuidado desde atrás procurando que la profesora no los oyera — tengo un plan

— ¿Qué quieres? — no volteó a verlo en su asiento, continuó copiando lo que la profesora escribía en el pizarrón.

— Necesito irme de aquí, no tolero más las risas de esta gente — lo comentó con un gesto de súplica.

— Es imposible que te marches, tienes que tener permiso — le recordó, aunque entendía su desesperación por que no cualquiera tenía su paciencia y se tragaba los insultos sin reclamar.

— Puedo obtenerlo con este plan — avisó mientras miraba de la profesora a Shippo y viceversa pues en cualquier momento la maestra podía voltear y los vería conversando.

— A ver, cuéntame — prestó oído e inmediatamente Inuyasha le contó sobre su plan — de acuerdo — asintiendo dijo después de escucharlo — pero me debes una, cuando cuente tres empezamos.

Inuyasha asintió ansioso esperando la orden de Shippo.

— Una — comenzó a contar despacio y en voz baja — dos…y tres

— ¡Ay! — Liberó un grito de dolor en el salón lo que provocó que todos voltearan a ver a Inuyasha — me duele — se tocó el vientre con eventual drama para que fuera lo más creíble posible.

— ¡Profesora! — Alzó la voz Shippo — ¡profesora! — alarmado levantó la voz el mentiroso alumno.

— ¿¡Qué sucede!? — exclamó asustada y se acercó a sus estudiantes.

— Inuyasha tiene un fuerte dolor de panza — le informó nervioso

— Llévalo a la enfermería — dio la orden rápido.

— No profesor, podría tratarse de una úlcera.

— ¿Ulcera?— arqueo la cejas alterada.

— Si; de hecho su madre lo llevó a revisar con un médico ayer pero olvidó tomar hoy sus medicinas — se inventó rápido una buena excusa.

— Oh, bueno está bien llévalo a dirección y pregúntenle al director si puede salir — concedió preocupada la mujer.

El astuto estudiante asintió fingiendo consternación. Se levantó y tomó a Inuyasha del brazo el cual se pasó con cuidado por el hombro para que se apoyara para así llevárselo despacio — luego vuelvo por tu mochila— le susurró al pelinegro cuando pasaron por la puerta.

El joven orgulloso logró su objetivo. Una vez en dirección el director escuchó la historia de los dos jóvenes, se conmovió y le otorgó el permiso de salir a Inuyasha al verlo en esa situación lamentable, no sin antes insistirle que tenía que venir un familiar por él para llevárselo a lo que muy hábilmente respondió que su madre ya lo esperaba afuera, todo un teatro bien hecho por estos dos brillantes "actores".

(…)

Después de eso olvidó su actuación dramática y se recompuso cuando salió de la escuela y ahora se dirigía a su casa con una tensión terrible, nunca había tenido un día fácil desde que entró a la preparatoria, pero sin duda hoy había sido el más difícil de todos.

Justamente porque ese día, un lunes empezarían los exámenes parciales y por culpa de aquellos salvajes que lo golpearon había tenido que irse antes de la escuela todo por su uniforme mojado y sucio; en consecuencia podría reprobar alguna materia.

Se rascó el cuello con cansancio, faltaba poco para llegar. En un hombro llevaba colgando su mochila.

Pensaba con más ánimo que lo primero que haría al llegar a casa sería quitarse su ropa, ponerla en el canasto y acostarse en su cama a dormir. Con lo sucedido con esos chicos no tenía ganas ni de irse a bañar. Sacó del bolsillo de su pantalón una pequeña pelota de hule y empezó a jugar con ella rebotándola en el piso pero si ni siquiera lograba disipar sus pensamientos con esa distracción, por lo mismo se molestó y la lanzó tan fuerte contra el suelo que esta rebotó muy alto y atravesó la cerca de sus vecinos.

Fastidiado decidió saltar con discreción la cerca que no estaba tan alta, seguramente sus vecinos no se encontraran en casa. Pasó la cerca llegando al jardín delantero.

Para suerte suya halló rápido la pelota enterrada en el pasto y en el momento en que la tomó escuchó un débil gimoteo y una respiración bastante acelerada proveniente seguramente de arriba si sus oídos no le fallaban.

Por inquietud alzo la mirada y se encontró con una escena inesperada…

Su vecina estaba gozando de un encuentro sexual con alguien que no era precisamente su marido.

Continuara...