Disclaimer: Noragami pertenece a Adachi Toka. Fanfiction escrito sin fines lucrativos.

Línea temporal: Ninguna en especial.


OJOS AZULES

Capítulo Único

Hiyori nunca había visto un par de ojos tan azules, tan intrigantes y tan llenos de emociones como los de Yato. Si tuviera que describirlos en una sola palabra, ella usaría "hermosos". Pero no es una palabra que piense usar en voz alta, por supuesto.

Si mal no recuerda, mirarlo a esos ojos (tan magnéticos, tan hipnotizantes) por una simple fracción de segundo fue lo que la había llevado a ese embrollo de ser una mitad ayakashi, danzando entre el mundo de los vivos y los muertos. Sus ojos se habían cruzado, la mirada de Yato la había atrapado y ella no pudo ignorar su presencia. Por eso, no, por esos ojos, fue que saltó frente al camión para salvarlo, aunque Yato no necesitara ser salvado. Por lo menos no en ese momento.

Pero el magnetismo de los ojos azules de Yato no había terminado cuando ella arriesgó su vida por él esa primera vez. Incluso cuando había aparecido bajo sus sábanas de hospital sonriendo, como salido de una película de terror, lo primero que vio fueron sus ojos refulgiendo poderosamente en la oscuridad. Su propia mirada se había sentido atraída por la de él, pidiendo acercarse más, pero su cuerpo había reaccionado con sensatez e instinto, alejándose como un gato con la guardia alta, poniéndose lo más posible fuera de su alcance dentro de esa habitación.

Y como esa vez hubieron muchas otras en las que Hiyori se sentía innegablemente atraída por el azul de sus ojos. Era un poco molesto, porque, incluso cuando habían sido perseguidos por aquel ayakashi y Yato no tenía a Yukine con él, poniéndolos en un peligro seguro, ella buscaba tan vehementemente sus ojos como buscaba una manera de escapar de aquel monstruo.

No tenía suficiente con su aroma, pensaba Hiyori enfurruñada de vez en cuando, también estaba embobada por sus ojos.

Vergonzoso. Realmente vergonzoso. ¿Cómo podía andar a su lado si tenía deseos de mirarle a la cara a cada cinco segundos?

Por suerte para ella, Yato, Yukine, Kofuku o cualquier otra persona que los conociera no parecían darse cuenta. Aunque Kofuku de vez en cuando hacía raras insinuaciones que la llevaban a sospechar que en realidad sí que se daba cuenta, llevando a Hiyori a esforzarse mucho más que antes para evitar ser descubierta.

Aunque hablaba mucho con Yato y pasaba todo su tiempo libre con él y Yukine, procuraba no mirarle al rostro cuando hablaban o estar constantemente ocupada admirando el paisaje, los alrededores o haciendo alguna cosa para no comenzar con el vicio sin fin de querer descifrar cuántas emociones expresaban esos ojos azules en ese determinado momento.

Sin embargo, era muy duro. Yato siempre estaba saltando frente a ella, robándole el oxígeno, diciendo y haciendo cosas graciosas. Cosas que la obligaban a mirarlo aunque se estuviera resistiendo y a soñar más tarde, durante la larga noche, con sus ojos azules. Mirándolos en su mente hasta la saciedad, aunque no parecía estar nunca satisfecha de verlos porque sus pensamientos y recuerdos no podían reproducir con justicia el extraño azul de la mirada de Yato que ningún pintor podría capturar.

¿El azul de los dioses, quizás? ¿O sólo era el azul de Yato?

Es que esos ojos eran muy azules. Azules de manera única.

Tan azules que le provocaban querer mirarlos sin parar.