You Only Live Once
Por: GirlSchiffer
Pareja: RivaillexPetra (Rivetra)
Disclaimer: Shingeki no Kyojin y sus respectivos personajes pertenecen a Hajime Isayama y no a mí. Lo único que me pertenece es el fic y las ideas planteadas en este, solo eso, exceptuando por el guion del señor Ral, puesto a que este lo saque de la manga (menos lo de desposarse).
N.A.: Este fic está inspirado en la canción: "You only live once" de la banda The Strokes. De igual manera, el escrito está basado en lo que sucede en la manga y no en el anime.
Sólo se vive una vez.
"Los muertos reciben más flores que los vivos, porque el remordimiento es más fuerte que la gratitud..."
Los caballos galopaban a lo lejos, las campanas resonaron y la puerta del distrito Karanese se abrió por segunda vez en el día.
Los soldados de la Legión de Reconocimiento al fin volvían de la expedición extramurallas Nº57 y como era de esperarse por los ciudadanos de la región, habían fracasado de nuevo. Pero las bajas en esta ocasión eran sumamente altas. Se podía asegurar que las pérdidas eran mayores a un 50%. Las patas de los caballos chocaban silenciosamente en el suelo y el ambiente deprimente no tardó en llenar el lugar.
Un hombre de mediana edad al ver el retorno de los soldados, se internó en la formación para acercarse respetuosamente a un chico de baja estatura.
—¡Sargento Rivaille! —gritó el hombre, llamando al instante la atención del pelinegro—. ¡Gracias por cuidar de mi hija! —agradeció—. ¡Soy el padre de Petra! ¡Pensé en parar y darle las gracias antes de ir a ver a mi hija!
El azabache permaneció callado en señal de educación.
—Mi hija me envió esta carta, ve —le mostró una hoja—... ella me contó que obtuvo el gran honor de serle de algún uso para usted —se podía notar a primera vista lo nervioso que se encontraba el hombre—, y que ella iba a dar su mejor esfuerzo para alcanzar sus expectativas... bueno, usted entiende... ella estaba alardeando, no entendía cuan preocupado puede poner semejante noticia a un padre —habló entrecortadamente, esperando que el joven a su lado le estuviese escuchando—. Oh, bueno... como sea... como su padre yo... estaba pensando que probablemente era pronto insistir en que ella se case, usted sabe... aun es joven y tiene toda una vida por delante, pero ella me ha hablado mucho de usted —suspiró nervioso—. Esto me ha hecho pensar y llegar a la conclusión, de que sería un verdadero honor que usted… se d-desposara con ella —concluyó.
Rivaille al escuchar las últimas palabras decayó y se detuvo en seco. Un nudo repentinamente subió a su garganta, lo cual le impidió hablar bien.
—V-vera... y-yo... —tartamudeo, mientras intentaba quitarse tan molesto sentimiento.
—Creo que entiendo, siento haberle quitado su tiempo... —fue interrumpido.
—¡N-no!, no me lo tome a mal, sería un gran honor aceptar su oferta —contestó rápidamente pero aun así le costó hablar—. Lo que sucede es que... —cortó al no saber cómo decirle el devastador suceso.
Y entonces un recuerdo acudió a su mente, uno que a lo mejor le ayudaría para que por lo menos el hombre entendiera que quería explicarle.
Flash back
Rivaille se encontraba dando órdenes a sus camaradas sobre los preparativos que tenían que hacer antes de salir a la expedición. Al terminar ordenó la retirada de todos para que acataran lo dicho, puesto a que partirían en un par de horas.
Observó como todos acudían a su decreto, excepto la única chica del grupo, que se quedó parada con la mirada gacha mientras jugaba con sus dedos, él divisó lo nerviosa que ella se encontraba. Dirigió su atención a la mujer, estuvo así unos minutos, hasta que se aburrió y empezó a apartarse del sitio.
—¡Sargento Rivaille, espere! —gritó al fin la muchacha.
—¿Que pasa Petra? —interrogó él, mientras alzaba una ceja.
—Yo... quería darle esto —extendió su mano entregándole algo a su mayor. Este lo recibió y lo analizó.
—¿Y esto es?
—Le explicare rápidamente para no perder más tiempo —río nerviosa—. Eso que sostiene en sus manos es un colguije que me dio mi madre cuando yo era niña —sonrió—, según ella me contó este le dará protección a cualquiera que lo posea y ahora yo quiero dársela a usted en muestra de mi eterna gratitud —finalizó.
—Pero... ¿no tu madre ya murió? —preguntó el joven.
—S-si —afirmó cabizbaja—, pero no importa, yo quiero que usted la conserve.
—¿Y por qué ahora decides dármelo?
—No lo sé, solo sentí la necesidad de hacerlo.
—Lo siento, no puedo aceptarlo, no es correcto —intentó retornarle el objeto.
—No, no, no —la chica negó rotundamente con las manos—. Le ruego que lo conserve, a mí no me molesta, solo espero que esa simple superstición de mi madre le cuide a usted.
Él la observó unos segundos. "Bueno que más da" pensó.
—Está bien, gracias, supongo —contestó delicadamente —. Pero, ¿cómo se supone que se coloca esto? —frunció el ceño un tanto confundido.
—Permítame ayudarle —Petra se acercó a él, tomó el colguije para después colocarlo y sujetarlo fuertemente del uniforme de su superior—. Estoy casi segura que no se caerá o zafará ya que yo siempre lo he portado y nunca se me ha llegado a perder —sonrió satisfecha.
Él solo la miró con curiosidad. "En verdad que nunca entenderé a esta chica" agregó para sí mismo.
Vio como esta alzó las manos y le dio un fuerte abrazo, eso sí que el azabache nunca se lo esperó, puesto a que en todos sus años como superior nunca alguien había hecho tal acto hacia él. Aun así, correspondió el gesto después de un par de segundos.
—Lo quiero —susurró la joven.
"En verdad que esta chica es una caja llena de sorpresas" pensó Rivaille, para después percatarse que Petra temblaba.
—¿No me vayas a decir que tienes miedo?
—N-no... Bueno si... —contestó decaída.
—Petra, no sé por qué te pones así, todo saldrá bien. Solo es ir y venir —se sintió mal al no poder decirle lo que planeaba Erwin—. Ten fe.
Ella no musitó nada, solo se dedicó a estrechar al joven hasta que logró tranquilizarse. Después de unos minutos se separaron.
—Gracias, confiare en sus palabras, usted jamás me ha fallado —agradeció felizmente.
Él solo asintió. Petra aprovechó la cercanía entre ellos y depositó un tierno beso en la mejilla del sargento, he inmediatamente se retiró lo más rápido que pudo. El rostro del hombre fue invadido por un pequeño rubor y su corazón se aceleró, su mente le pidió a gritos ir tras ella, pero aun así su cuerpo no reaccionó. Llevó su mano al lugar donde los labios de Petra hicieron contacto; sin duda alguna esa mujer era un misterio para él.
"No te involucres, si no las pagaras caro" pensó, para después atender sus propios asuntos.
Fin del flash back
Dejó de hablar y llevó su mano hacia dicho colguije, lo retiro rápidamente, pero con cautela, para después entregarlo al padre de Petra. Este lo tomó, después de un momento examinando el objeto, miró al superior con dolor en los ojos.
—N-no, no me diga, que ella... ¿acaso está? —un gran nudo en la garganta del hombre se formó y sus pies flaquearon.
—Sí… se ha ido, lo lamento, pero ella murió siendo de gran ayuda para la legión, estaré eternamente agradecido, siento la pérdida —sin otra cosa en mente, retomó su camino.
—¡Espere! —acudió nuevamente al llamado—. Ella se lo dio, ¿cierto? —apenas logró musitar el hombre.
—Sí —afirmó.
—C-consérvelo, ella hubiera querido eso, le prometió a su madre que se lo daría al hombre que amara... —explicó el muy destrozado padre, mientras lagrimas corrían por sus ojos—. P-parece ser, que lo eligió a usted —terminó de decir e inmediatamente entregó el objeto a Rivaille y salió rápidamente del lugar.
"Vaya... bueno... al fin y al cabo siempre lo supe" pensó el sargento guardando el objeto para caminar a su destino.
…
Al atardecer, los pocos sobrevivientes de la Legión regresaron al viejo cuartel de investigación. Rivaille estaba cansado, después de todo, había ido a revisar la lesión que obtuvo protegiendo a la chica Ackerman y al parecer tendría que dejar el equipo de maniobras por un tiempo. Entró a su habitación y se lanzó a la cama mirando hacia el techo, no permitió que los demás dejaran ver lo devastado que estaba por la pérdida de sus colegas. Pensó en la amarga escena de hace unas horas.
Flash back
Iba adentrándose más y más al bosque yendo a la dirección de donde escuchó un grito de titán.
Divisó a lo lejos un cuerpo, al acercarse logró distinguir el cadáver de Gunter a medio decapitar, la amargura no tardó en llegar y empezar a inundar todo su ser. Más adelante encontró parte de la figura de Erd y finalmente se encontró a Auruo desangrándose en el suelo. Se detuvo un poco. Los ojos le ardían, pero no se permitiría llorar, sus compañeros no hubieran querido eso.
—Erd, Gunter, Auruo, yo… lo siento, prometo que sus muertes no serán en vano —apretó los puños.
Siguió su recorrido y al dar vuelta en un árbol, pudo ver el cuerpo de Petra estampado contra un tronco. Bajo rápidamente y se posicionó cerca de ella, al asegurar que estaba sin vida, su pesar incrementó.
—Lamento no poder haber cumplido mi promesa —se acercó a la chica, la tomó entre brazos y la posicionó en el suelo, mientras le miraba por última vez, quiso agacharse y juntar sus labios con los de ella; algo que siempre había deseado hacer, pero algo dentro de él le detuvo.
"Si jamás lo hiciste cuando ella estaba con vida, seria patético hacerlo ahora, solamente deja las cosas como están" su voz interior retumbó en su cabeza.
—Lamento haberte involucrado en esto, pero nadie sabía los resultados... espero que algún día me perdones al igual que los otros... Los extrañare, en especial tu sonrisa, la forma en la que me aceptabas, extrañare tus discusiones con Auruo, el optimismo de Erd y la seriedad de Gunter, no tienes ni idea de lo mucho que temí este momento —su voz se quebró, y no logro decir otra cosa.
Partió rápidamente, dirigiendo una última mirada a su escuadrón caído, ya había perdido demasiado tiempo en sentimentalismos.
—Ahora yo llevare sus voluntades, me darán fuerza, gracias por todo, los veré del otro lado.
Final del flash back
Apretó sus puños con impotencia. Bufó irritado, se paró de la cama y fue a cambiarse para dormir.
"Juro que sus muertes no serán en vano... ahora su voluntad vive en mí, juro que nosotros seremos los que triunfen al final" pensó refiriéndose a sus compañeros, terminó de cambiarse y al instante se metió a la cama para intentar dormir un poco. Solo esperaba no tener pesadillas ese día.
—Sabes, alguna vez oí decir a mi padre que los hombres no se dan cuenta de lo que tienen hasta que lo pierden y que en cambio nosotras las mujeres pensamos mucho en ello —comentó la chica mientras miraba el atardecer.
—¿Porque estas tan segura? —desafió el joven.
—Porque yo pienso en las personas que tengo a diario —lo miró cálidamente—. Siempre he agradecido lo afortunada que soy al tenerlos.
—Vamos Petra, no digas tonterías, yo igual pienso en ello.
—Eso espero —miró el cielo—. Sólo se vive una vez, solo se nos da una oportunidad de estar aquí, nunca es tarde para decirle a una persona lo importante que es para ti. Sargento, ¡usted es importante para mí!
—Bueno... es hora de irnos, se hace tarde —ordenó Rivaille parándose y extendiendo su mano a la joven en señal de ayuda, esta al instante asintió. Juntó su mano con la del pelinegro y se reincorporó.
Caminaron unos minutos hasta llegar al viejo cuartel.
—Gracias, por acompañarme... en verdad, me hacía falta un poco de apoyo. Que tenga buenas noches —se despidió la chica, mientras hacia una reverencia para después intentar marcharse.
—Oye Petra... —esta volvió su atención a él.
—¿Si?
Él saco una linda flor amarilla que tenía escondida y se la extendió.
—Eres importante para mí —ella tomó la flor delicadamente—. Buenas noches —agregó él para retirarse antes de que la chica digiera algo.
Observó a lo lejos como la joven daba brincos de alegría y se retiraba muy contenta a su habitación.
Se levantó de la cama con pesadez, al parecer había soñado con el día en el que siguió a la chica a aquella colina. Para sorpresa de él, ese día la madre de Petra cumplía 12 años de muerta y ella quería ir a al bosque a pasar un tiempo sola. Aun así, este al encontrarla llorando le ofreció todo su apoyo incondicional y la acompaño hasta que cayó el atardecer.
"Sólo se vive una vez" la frase resonó en su mente.
Minutos después se arregló y bajo al comedor en ropa de civil. Vacío... todo se sentía tan vacío sin ellos. La melancolía le invadió, jamás volvería a ver a Petra recibiéndole con una sonrisa y una taza de café, no tendría la dicha de conversar una vez más con Erd, no podría reprender a Auruo por su conducta y nunca lograría ver a Gunter sonriendo por las peleas de Petra y Auruo.
…
La mayoría del día estuvo llenando informes. De igual manera escribió cartas dirigidas a los familiares de su antigua unidad, informándoles de sus muertes; escribiendo lo que pensaba de ellos, y lo orgulloso que se sentía que hubiesen formado parte de su unidad.
Era tarde, pero aun el cielo no perdía su color habitual. Se alistó con una pequeña bolsa que contenía ciertos objetos, los cuales le harían cumplir su última labor y sin más salió del castillo caminando hacia el bosque.
—¡S-señor!... ¿a dónde va? —se volteó y vio que Eren le llamaba.
—Que te importa, ¡ve a limpiar los establos!
—P-pero señor, usted no está en condición de ir...
—Se lo que hago, ahora… ¿que no te di una orden? —lo miró irritado.
—¡S-si señor! —contestó Eren temeroso, para después correr a cumplir la tarea.
…
Le tomó tiempo, pero al fin llegó al lugar que deseaba; a la colina de su sueño.
Se hincó a lado de un árbol cercano y empezó a cavar un agujero no muy profundo. Terminada esta tarea sacó una flor amarilla, la cual estaba seca y marchita; en efecto, era la flor que le había dado a Petra y es que él la encontró guardada en un libro que perteneció a ella cuando desocupaba las habitaciones de sus colegas caídos junto con Hanji.
Después zafó el pequeño colguije que traía en su ropa y depósito un beso en este.
Tomó la flor con suma delicadeza y la metió en una pequeña caja junto al objeto que perteneció a la madre de su compañera caída. Cerró la caja, la amarró con un listón y la envolvió en una pequeña tela para después colocarla bajo tierra.
Volvió a tapar el agujero, acomodó la tierra, rodeó el pequeño altar con rocas que encontró cerca del lugar y colocó unas flores que había recolectado en su camino hasta ahí. Se paró y dio un suspiro.
—Sé que no soy muy dado a hacer esto, pero quiero que sepas que esto lo hice en tu honor y en el de los demás. Ahora, Petra, descansa en paz, juntó a tu madre —dijo el soldado confiando de que ella lo estaría escuchando en alguna parte—. Entierro los recuerdos que pasé contigo y los demás aquí, te los confió y espero que me los devuelvas el día que yo muera —se dejó caer de rodillas, su voz se quebró, impidiéndole decir algo más.
No es que creyera mucho en ese tipo de cosas pero Petra sí, no estaba haciendo más que decir lo que ella esperaría de él. Y esa tarde Rivaille por primera vez en muchos años se permitió llorar. Lloraba de tristeza, de melancolía, rabia, decepción, pero sobre todo de arrepentimiento. No negaría que le sería difícil superarlos, los extrañaría, la extrañaría, pero tenía que ser fuerte, después de todo el echarles de menos no los traería a la vida. Pasados ya los minutos limpió sus lágrimas y levantó su vista para observar el atardecer, por un momento creyó ver a la chica de cabello marrón sonreírle, juntó a sus demás camaradas, mientras se despedían de él con un gesto militar. Talló sus ojos, fijó su vista al horizonte nuevamente, pero no les vio de nuevo, una pequeña pluma descendió hasta sus pies y entonces él supo que le habían escuchado. Se reincorporó lentamente y dio media vuelta.
—Regresaré cada que pueda, te traeré flores... sé que las amarillas son tus favoritas.
El chico caminó de regreso hacia el viejo castillo, enterrando así los recuerdos que pasó con ella, con ellos, para poder seguir adelante como siempre lo hacía. Prometió que sus muertes no serían en vano, por qué él las vengaría.
"Después de todo, sólo se vive una vez" pensó, para así encontrarse con un muy cansado Eren intentando terminar de limpiar los establos. Sonrió, al parecer había sido un poco rudo con el chico.
"Muy frecuentemente las lágrimas son la última sonrisa del amor."
