¡Hola a todos! Este fic es una TRADUCCIÓN del original en inglés Gypsy eye, wolf eye de 2AddersFanged a quién podéis encontrar entre los autores de fanfiction. De momento tiene 9 capítulos y hace siglos que no actualiza. Hace unos meses que empecé a traducirlo para mí misma pero no ha sido hasta esta misma semana cuando me ha autorizado a subirla, así que he pensado que mejor la compartía con vosotros.
Advierto que es un poco subida de tono.
Cedo la palabra a la historia, que comienza con una breve explicación del autor.
Poneos cómodos y disfrutad.
Esto es una travesura melodramática usando variaciones de los personajes de Victor Hugo que aparecen en su novela "Notre Dame de Paris" (Nuestra Señora de París).
Siempre me he preguntado qué habría pasado con el archidiácono Claude Frollo si Esmeralda se hubiera parecido un poco más a otra gitana de la Literatura, Carmen (de la novela homónima de Próspero Merimée,y, por extensión, a la ópera posterior de Bizet). Carmen era rebelde, sensual y muy intrépida. Aunque ciertamente habría sido mucho mas saludable para Frollo haberse enamorado de una mujer más audaz, menos convencional, por otro lado, habría tenido muchos más problemas si Esmeralda hubiera sido como la formidable Carmen; los dos habrían acabado matándose mutuamente. En vez del abrazo entre los esqueletos de Esmeralda y Cuasimodo al final de la novela, se nos habrían presentado los de Frollo y Esmeralda, cada uno con las manos al cuello del otro.
Esta historia explora lo que podría haber sucedido si Esmeralda tuviera otra personalidad y actuara de un modo más astuto y auto-conservador. Frollo actúa como él mismo, del modo en que lo hacía en el clásico de Víctor Hugo. NO es mi intención reproducir los personajes exactamente como aparecen en la novela (la cual admiro mucho). Es un ejercicio para mi propio entretenimiento, y espero que también lo sea para vosotros.
El título de la historia es un viejo dicho Andaluz.
La historia está clasificada como R por tener contenido adulto, algo de violencia y situaciones que podría perturbar a algunos lectores.
Ojos gitanos, ojos de loboHabría pensado que las montañas
se agitarían en sus cimientos el día
en que una mujer rechazara
un amor como aquel.
- Claude Frollo
Notre Dame de Paris, Victor Hugo
1.
Claude Frollo se miró a sí mismo en un espejo. Estudió sus pómulos, boca firme, pequeños dientes afilados y ojos negros. ¿Era feo? Ella le había dicho que sí. Esmeralda, la mujer que le atormentaba en sueños y en pensamiento consciente, le había dicho con algo de temor reverencial que creía que era feo. Ella, por su parte, había caído bajo el embrujo de un fatuo militar desalmado y necio; Un memo de ojos claros y pelo rubio.
Frollo sonrió con tristeza. Guardaba armas de persuasión en su alcoba y en su estudio, el látigo y la soga que usaba- más sin resultado- para alejar de sí la obsesión y la creciente ira hacia el Dios que ponía ante él a la muchacha zíngara; podría, sin embargo, usar dichas armas con ella. La idea de emplear su látigo con su delgado cuerpo, para castigarla por dominar su mente, corazón, conducta, era un minúsculo bálsamo a su orgullo. Imaginaba las heridas que abriría en aquel cuerpo con su látigo. Intentó imaginarse a sí mismo riendo, pero en vez de eso se vio de rodillas sobre la muchacha que yacía boja abajo, lamiendo la sangre de su espalda.
Y todavía era por la mañana, tras 92 días en el Infierno. La visión danzante al otro lado de su ventana había sido el primer paso hacia las llamas infernales, días antes. Y antes de eso, había sido libre. Pero la libertad ya no le interesaba a Claude Frollo. Quería dedicarse por completo a la muchacha gitana; quería bañarla, vestirla. Quería que ella le perteneciera como él ya pertenecía a ella, como nunca –y se daba cuenta ahora- había pertenecido a Dios.
Puso un pie en el frío pasillo que le conduciría lejos de su alcoba. Claude era un hombre culto, educado, entre otras materias, en filosofía y las artes oscuras de la alquimia. ¿No podría – en secreto y utilizando los conocimientos que ya poseía como Archidiácono- atraer una noche a Esmeralda a su estudio? Una vez que la tuviera en sus manos, podría cerciorarse de que no escapara. Por supuesto, no podría contar más con la ayuda de Cuasimodo, la pobre criatura estaba embobado con la muchacha. Sería probable que Cuasimodo, sorprendentemente, no permitiera a Frollo acercarse más a ella.
Tenía que amordazarla, claro. El sonido de su voz bastaría para dominarle; ella podría manipularle si le permitía hablar. Claude Frollo sabía lo astutos que podían ser los gitanos. Agradecía que Esmeralda fuese tan ingenua; de otro modo ya habría hecho de él su esclavo. De repente se le ocurrieron todas las variaciones en las que Esmeralda podría manejarle, si tuviera el más mínimo interés puesto en él. Podría ser su ama... sus conocimientos, su Dios, su alma... todo le pertenecería con una sola palabra o caricia.
Aminoró la marcha a la que avanzaba por el pasillo. La idea de ser tocado por Esmeralda había hecho que Frollo sintiera frío y calor. En ocasiones se la imaginaba a ella frente a él, tan cerca que pudiera acariciarle, tocara sus labios, bajara por su pecho, incluso bajando lentamente aún más, provocándole la necesidad de agarrarse a ella por miedo a ahogarse o morir. Habría intentado decir su nombre, aunque sólo habría conseguido emitir un gemido, pero no le habría permitido escaparse de sus manos. Estos pensamientos siempre le hacían rugir, espasmos eléctricos bajaban por su piel. Imaginaba su alma abandonándole, abierta a la de ella.
Una noche en vela en concreto, se había atormentado a sí mismo con imágenes de la gitana burlándose de él, recorriendo con el dedo sus mejillas, y por debajo del mentón, riéndose de sus reacciones, acariciando su cuello y hombros con sus labios, haciendo círculos con la punta de su lengua alrededor del interior de su oreja. Frollo clamaba por su amor a ella. En su desesperación, salió de la cama de un salto y en su estudio, arrojó todo lo que pudo encontrar- libros, botellas- contra los muros. Se vistió y salió a la noche de Paris en su busca. La pequeña casita en la que ella vivía se encontraba vacía y oscura; permaneció agazapado durante horas bajo la ventana, le sangraban los pies. Cuando vio que ella no venía, regresó a la catedral, deseando los peores tormentos para aquellos que se cruzaron en su camino.
