Disclaimer: Los personajes pertenecen a la fabulosa Stephenie Meyer, solo los tomo prestados un ratito
Capítulo I
"La llegada del prospecto a devorar"
...
El maldito lunes llegó aunque le rogué que no lo hiciera. La única razón para mi aversión hacia ese día en particular se basaba en que odio, realmente detesto madrugar y es el primer día de una larga semana. Gemí.
Pero en fin, contra el tiempo no puedo luchar.
Luego de que me vestí con mi ropa casual y a maltraer por el uso, bajé a tomar desayuno.
— Hola familia— saludé irónicamente a la nada mientras miraba dentro del refrigerador.
Opté por jugo de naranja y un pastelito que Charlie trajo ayer.
Me senté dejando sobre la mesa la mochila que era mi única acompañante; a la par que sacaba crema con mi dedo índice le eché una mirada alrededor. Los armarios azules no cumplían su misión de introducir la frescura del cielo de Phoenix, que es de donde me vine luego de que mi madre se quedara donde siempre debió estar. En cuanto pude huí de ahí para meterme bajo las nubes encapotadas y grises del pequeño y aburrido pueblo de Forks.
Si que era aburrido, jamás he visto a nadie hacer algo indebido por lo que no comprendo el trabajo de mi padre; Charlie Swan, el jefe de policía estatal, serlo es su familia y esposa, y supongo que tantos años de soledad no pueden cambiarse con algunos meses que son lo que llevo aquí, sin embargo, y para mi buena suerte tenemos caracteres parecidos, ambos tímidos, retraídos y medianamente masoquistas adictos a la soledad. No tenemos necesidad de rellenar espacios de silencio con chácharas insustanciales.
Como sea, terminé el pastel y me bebí de un trago el jugo, reuniendo ganas inexistentes para levantar mi trasero e ir al instituto.
Procuré cerrar bien la puerta al salir y ponerme la capucha antes que la lluvia repiqueteara sin cesar sobre mi cabeza.
Una vez dentro de mi camioneta que alguna vez fue de Renée y Charlie en esos días de antaño donde eran un matrimonio feliz, me quité el gorro y ahuequé mis mechones húmedos cerca de la calefacción.
Emprendí la marcha poniendo el motor en asombroso estruendo para salir en reversa del arcén. Tomé la carretera principal y salí dejando atrás la casa de dos plantas con techo a dos aguas.
Encendí la radio que compré un mes después de llegar aquí y puse a todo volumen la primera canción que salió por los parlantes
Sonreí a la música, siempre lograba ponerme de buen humor o bien, modificarlo como quisiese.
Mientras miraba por el parabrisas, tarareaba una canción.
Observé como la espesa vegetación hacía acto de presencia.
Nunca he sido muy amante de la naturaleza…quiero decir, mosquitos, agua por todos lados… la tonalidad verde tampoco es una de mis favoritas y aquí la hay por doquier, lo bueno es que conseguí acostumbrarme y ahora ambos coexistimos en paz. O algo así.
Manejaba con mucha precaución al ver la entrada de ladrillo del instituto y entonces recordé que en Phoenix antes de entrar revisaban con un detector de metales, te requisaban los objetos cortos punzantes y siempre había gente hablando por todos lados; en la entrada, en las ventanas y más que nada en los pasillos. Tenía algunas amigas y a veces también sociabilizaba en las grandes aglomeraciones de personas pero se daba muy poco, lo cierto es que cuando me escapé del sol no me importó demasiado dejar mis amistades, jamás me sentí a gusto con ellas ni con nadie en realidad.
Me salí de mis pensamientos cuando tuve que frenar drásticamente porque una… ¡oh Dios!, es ¡una Harley Davidson Fat Boy 07! Es un modelo bastante conocidoy yo tengo el privilegio de ver una…Dios… bueno, quizá estar tan sola me pasa la cuenta… leo de todo, incluso de motos y esta es un pedazo de moto. Me obligué a salir de mi asombro para fulminar con la mirada al imbécil que no sabía manejar la maravillosa motocicleta que tenía.
El muy estúpido llevaba casco negro y ropa del mismo color, pero de cuero para cortar el viento y no hacía amago de salirse de mi camino
Alrededor los estudiantes fisgones y cotillas se asomaban a ver qué era lo que había sucedido. Gracias idiota, ahora me dirán torpe con razón, ash.
Le toqué la bocina y creo que él me miró, pues no tenía la certeza debido al casco que protegía su cabeza y que me impedía distinguir sus rasgos. Pero de igual forma le di mi peor mirada y formé "imbécil" con los labios antes de salirme de la fila y romper el atochamiento que tenía a mis espaldas. Seguí mascullando maldiciones en su contra hasta que encontré un arcén disponible en la última parte del estacionamiento.
— Genial, ahora voy a tener que mojarme para llegar a mi coche— apagué la radio y el motor antes de tomar mis cosas y bajarme cerrando con un fuerte portazo.
Ese idiota me había dejado de muy mal humor. Aunque vi la fabulosa moto…eso equilibra solo un poco la balanza.
Pateando el piso llegué hasta la entrada y posteriormente al pasillo central donde Jessica se me tiró encima
— Hola Jess— saludé más que nada por cortesía.
— ¿Lo viste, lo viste, lo viste? — Repetía incansablemente mientras botaba de un lugar a otro como una pelota de goma.
— Eh… ¿qué? — La miré con una ceja alzada sin dejar de caminar hacia los casilleros
— A él, a él… Bella es tan hermoso— puso su cara de borrego a medio morir con esos ojos extraños de loca sicópata.
— Si me dijeras de quién él hablas quizá podría comprenderte, hay muchos chicos en este instituto— del demonio, quise agregar pero nadie tenía que contagiarse con mi mal humor. Abrí la puerta de mi locker y comencé a guardar y extraer libros de mi mochila, casi ignorando su cabello castaño rizado que saltaba por todos lados con ataque de adrenalina.
— Del nuevo, el de la moto ¡tiene una moto! ¿No te parece lo más sexy del mundo? — Preguntó colocándose delante de mí. Esos ojos sicópatas seguían ahí.
La esquivé sin prestarle mucha atención
— Ah…no, creo que no lo vi— respondí terminando mi tarea y cerrando la puerta con el candado. — Nos vemos al rato— me despedí colgándome la mochila al hombro. Eres una antisocial de lo peor murmuró alguna vocecita dentro de mi cabeza y la ignoré.
Y entonces mi cabeza hizo clic ¿Jessica dijo algo de una moto? ¿Un chico nuevo? Y todo encajó.
Desanduve los pasos para agarrar el brazo de Jessica, no era lo que yo llamaría mi amiga pero hablábamos. Cuenta de algo ¿no?
— ¿Dijiste algo de un chico nuevo? — Consulté ciñendo un poco más el agarre en el brazo de la chica conforme la rabia frustrada tomaba posesión de mí.
Ella asintió lentamente mirándome con cautela
Pero casi al instante su ataque de energía volvió y se zafó sin más
— Se llama…— sonó el timbre y ella casi salió corriendo— ahora me toca con él— se mordió el labio y puso una cara de deseo que me hizo gracia y asco a la misma vez. Asentí lentamente y de igual manera comencé a caminar para mi clase. Lo cierto es que ni me interesa su nombre, de seguro es un creído y un cerdo como todos. No me importaba en lo más mínimo hablarle ni nada. Por mí que se jodiese.
Me quité la chaqueta y la colgué tras mi silla en la clase de lengua y jugué con el lápiz entre mis dedos antes de que comenzara la lección.
— ¿Ya lo viste? — Sin querer escuché la conversación de las chicas de delante, rodé los ojos.
— Sí, todas lo vimos cuando llegó. Te juro que le agradezco a Swan por ser tan torpe y detenerlo ahí, era exquisito— murmuró otra chica. Bufé por lo que dijeron de mí.
Bien, ya sabía de qué mequetrefe hablaban. El mismo que casi choco hoy.
Él fue el jodido imprudente que se atravesó en mi camino y no sé porqué no lo atropellé, era la oportunidad perfecta. Mierda.
— Señorita Noelia, sería tan amable de contarnos a todos el cotilleo. Creo que es mucho más interesante que la lectura de Shakespeare— dijo el profesor Mason extendiendo el libro delante de la clase. La chica pareció apesadumbrada y se silenció de inmediato negando con la cabeza
— Claro que lo es— murmuró por lo bajo la otra muchacha de tez pálida como la de casi todas las mujeres que vivimos en este pueblo. En Phoenix mi piel era extraña, aquí es de lo más normal.
Desde ahí ya no hablaron y me dediqué a perder mi mente entre las palabras que nos relataba el profesor.
La siguiente clase fue un horror, me tocó salir a resolver un problema de trigonometría en frente de toda la clase y como si no fuese asqueroso con eso, me equivoqué y si aún no estaba suficientemente avergonzada para gusto del universo, mandó una mesa entrometida que me hizo tropezar.
El receso, solo se centró en Jessica, Lauren, Tanya, Irina y Kate que hablaban del nuevo prospecto a devorar, al parecer tenían serios problemas de ser leonas en temporada de caza y en busca de 'acción'. Prefería obviar ese detalle, todo mundo comentaba su aparición y las chicas se esforzaban en buscar el mejor ángulo en que pudieron verle el rostro tallado por ángeles, según coincidían todas las féminas. Claro, a excepción de unas cuantas, como yo y las que se preocupaban de pasar exámenes en vez de atravesar la barrera que suponían los pantalones del imbécil. Según mi apreciación personal.
— Tú qué opinas ¿eh? — Me incluyó Jessica en la conversación. Debía reconocer que a veces tenía sus momentos de buena gente sincera. Por lo que me despegué del libro y las miré. Estaban expectantes a lo que saliese de mi boca.
— Em… sinceramente… es solo un chico… como Mike— dirigí mi atención a la castaña de pelo rizado. Yo sabía que a ella le gustaba
— Mike es el pasado, el chico nuevo, es la de hoy y tiene que ser mío— me explicó con una sonrisa airada
— Te equivocas, será mío. — Espetó Tanya y cada una de ellas añadieron lo suyo. Muy bien, formé un escándalo y ahora abandono la guerra.
Salí al patio donde poca gente se hallaba sentada en las bancas que estaban bajo techo, ya que una fina garúa mojaba el pavimento. Guardé el libro y me coloqué la capucha antes de internarme bajo las finas gotas de agua.
Las personas me miraron extraño, algunas, porque otras se encontraban muy concentradas en compartir saliva.
El frío viento me despeinaba los mechones sueltos y jugueteaba en mi nariz dejando una cortada cuando tocaba mi piel; pero por primera vez, dejé a un lado mi aversión hacia el pequeño Forks, sintiendo la frescura meterse en mi cabeza. Llevándose lejos algunos recuerdos o esa sensación me dejaba en este instante.
Mi momento cursi se acabó cuando el timbrazo me indicó que ya me tocaba otra hora de… diablos, ¿qué me tocaba ahora? Mientras me rascaba la nuca emprendí el regreso
Cierto, me tocaba historia, como olvidarlo. Me sonreí sola y de la misma manera me fui al salón 5.
El profesor Banner me sonrió al entrar. Era mi asignatura favorita y por ello me llevaba bien con el profesor.
Tomé asiento en la última fila del medio. Ahora que lo analizo, siempre ocupo los lugares más apartados.
Un par de chicos ocupaban los de delante y me senté más confiada, porque por lo menos ahora no escucharía comentarios calentones de chicas obsesionadas con el nuevo. Si pudiera leer mentes de seguro vería en cada una de esas cabezas distintos ángulos de su cara.
Me desparramé en la silla dejando en la otra mi mochila aún húmeda. Con lápiz en mano comencé con los apuntes
— Es un creído… pero hay que asumir que tiene una buena moto, es una excelente Dodge— díganme que está bromeando…
— Es una Harley— mascullé por lo bajo, mientras un resoplido escapaba a mis labios frente a tanta ignorancia. No todos son tan autistas como tú ni leen sobre motos. Era una posible respuesta…pero ¡son chicos! No pueden equivocarse de esa manera
— Es una Harley, tarado— Ben, el novio de Ángela le dio un zape en la cabeza al rubio, al parecer alguien había oído mi plegaria.
— Da igual… lo importante es el cabrón, oí que ya lo han expulsado de casi todas las clases y eso que ingresó recién hoy. Al parecer es un chico problema o 'el chico malo' como lo llaman todas, incluso Jessica— y al decirlo pareció realmente abatido
— Yo te lo dije Mike, las chicas no te van a esperar por siempre…— le palmeó la espalda. Ben había conseguido un aceptable respeto por mi parte.
— Pero no me puede dejar de querer porque ese tarado le hizo ojitos, es un hijo de puta— inquirió indignado Mike, a lo que yo sonreí levemente. Por lo menos en lo que a él se refería compartíamos opiniones.
— Como sea. Por lo menos mi Angie no le ha dado ni una mirada— espetó orgulloso el muchacho pelinegro
Y ahí vamos otra vez, rodé los ojos porque no había otro tema de conversación, ni siquiera entre hombres. Traté de no prestar atención a otra cosa más que a la clase sobre Totalitarismos.
-o-
El almuerzo. Llamado para todos los vagos hartos de clase, aglomeración de intolerantes al conocimiento. Y justamente voy hacia la principal sede. La cafetería.
Soy igual que ellos. Reí internamente por mi melodrama.
Jessica me tomó del brazo comentándome cómo no y cómo sí la había mirado el muchacho. Me contó que había tocado uno de sus rizos y que la había llamado 'nena'. Cómo latió su corazón, cómo se sintió su calor y mierdas por el estilo. Lo peor fue que no se calló ni siquiera después de haber comprado el almuerzo y de habernos instalado en una mesa junto a las otras chicas que comían solo ensaladas para mantener la figura en estos días donde era fundamental estar más regias y estupendas que nunca. Bah, son las que mejor físico tienen entre todas.
Ni cuenta se dieron entre su cháchara insustancial que saqué mis audífonos y un cuaderno. Comencé a garabatear cosas sin sentido, hasta que deslicé el lápiz de forma más concreta para formar algo. El trazo dio lugar a un bosquejo de rostro. Lo miré desde varias perspectivas y después de estar satisfecha comencé a ponerle los detalles.
Tan embobada estaba en mi dibujo que ni cuenta me di que la cafetería comenzó a vaciarse, incluyendo a mis compañeras de mesa. Bufé, grandes amigas he de hacer en la vida que hasta se olvidan de mí en el almuerzo.
Recogí mis cosas, bebí de mi refresco y comencé a caminar a mi clase, ya luego terminaría el dibujo.
Me quité los audífonos cuando estuve sentada en mi banco de Biología, sola y con un microscopio delante de mí.
Tiré mis libros sobre la mesa y me apoyé en la pared con los pies sobre la otra silla. Decidí que para esperar al profesor lo mejor era escuchar música, así es que eso hice.
Cerré los ojos y con un dedo golpeteaba rítmicamente sobre la superficie blanca cuando me sentí observada. Decidí hacer caso omiso. Nadie miraba a Isabella Swan. A menos de que debiera dinero o algo… y que sepa no es el caso.
Sin embargo la sensación no desaparecía y abrí apenas uno de mis ojos.
No me esperaba ver al prospecto a devorar frente a mí. Por lo que torpemente bajé los pies de la silla y me erguí en mi asiento. Para darme cuenta de que toda la clase me miraba o bueno, no a mí si no que al chico. Solo el Profesor me daba una mirada algo reprobatoria.
¡Hola! ¡Historia nueva!
Ojalá les guste esta locura :P
