Siete años. Siete años han pasado desde que me marché de casa. No, tacha eso, siete años han pasado desde que huí.
Y aun ahora, me encuentro en el asiento de mi avión rumbo a casa con miedo de ver lo que me encontraré al llegar. O más bien, con miedo de verlo a él por primera vez desde entonces.
Respiro hondo, aun quedan unas horas para llegar, trato de dormir un poco, aunque sé de antemano que me va a resultar imposible. En cierto modo, estoy enfadada conmigo misma, porque después de tantísimo tiempo y tantos intentos de pasar página, todavía me sorprendo pensando en Killian y en lo felices que éramos o al menos en lo felices que yo creía que éramos. Él fue mi primer amor, ese primer amor del que te enamoras tan profundamente que hasta duele. Yo tenia 17 años y él 22, un "amor prohibido" debido a la diferencia de edad y a que él era y es el mejor amigo de mi hermano David, lo que al principio de nuestra relación nos trajo algún que otro problema.
Empezamos tonteando de una forma inocente, pinchándonos el uno al otro todo el rato. Él se metía conmigo y yo con él, rogaba a mi hermano para que me llevara de fiesta por la noche con ellos y una vez alli, me reía de Killian y de sus intentos para ligar con las chicas, algo que a él lo sacaba de sus casillas. Pasamos todo el verano de mis 17 años así, hasta que poco a poco las cosas se fueron complicando más, pero eso es una historia que os iré contando poco a poco en otro momento.
Mi avión comienza ya la maniobra de aterrizaje, me agarro fuerte al reposabrazos, nunca me ha gustado volar demasiado. Descendemos, descendemos y finalmente, tocamos tierra y el avión va perdiendo velocidad poco a poco, ¡ya estoy en casa!Porque sí, a pesar de todo el tiempo que pasé fuera y de las razones que me llevaron a marcharme, sigue siendo mi casa, mi hogar. Os preguntaréis, pero, ¿de verdad que hace siete años que no ves a tu familia? No, eso no es así, pero siempre me las he apañado para que ellos vinieran a visitarme a Nueva York y no tener que venir yo a Storybrooke para nada. Todos se extrañaban de eso, pero nadie se atrevía a preguntar nada ni me hablaban de él cuando venían a verme, ni suquiera Ruby con lo mucho que le gusta jugar a ser Cupido y juntar a la gente. ¡Menuda es Ruby!, pero la he echado tanto de menos…
En fin, hora de ponerse en marcha, me pongo mi cazadora de cuero y me dispongo a salir para esperar por mis maletas, que son bastantes por cierto. Una vez recojo todo, me pongo a la cola para tomarme un taxi, ya que no he llamado a David porque quiero darles una sorpresa. Sólo Ruby sabe que hoy llegaré a casa y ella va a ser la encargada de avisar a toda la pandilla de que estén listos: Victor, Mary Margaret, Elsa y Graham. Mis amigos de siempre, juntos desde que éramos unos críos en preescolar. El taxi llega y por fin, le digo la dirección a la que tiene que ir, a casa.
Media hora después y cargada como una mula, bajo del taxi y poco a poco subo las escaleras que llevan hasta nuestro piso. ¿Qué hago?¿Debería de timbrar o uso mi llave? Me decido finalmente por timbrar.
"Ding dong , ding dong". Nadie abre. A lo mejor debería de haber avisado de que venía hoy. Insisto una vez más. Escucho unos pasos a lo lejos y sé que es mi hermano el que viene a abrir. Se abre la puerta.
- Emma,¡dios mío!, ¿qué haces aquí?- me dice mi hermano sorprendido.
- Hola David, he pensado que os daría una sorpresa…¿no me vas a dejar pasar?- le pregunto con la ceja levantada y cara de risa.
- Sí, claro, es sólo que no contaba contigo, pero me alegro tanto de verte…
- Es lo que tienen las sorpresas, hermanito, que si te hubiese dicho que venía, ya no sería una sorpresa- le digo riéndome
- Tienes razón, pero pasa, están todos en el comedor, por eso he tardado algo en abrir, no escuché el timbre a la primera. Dios…todavía no me creo que estés aqui- me dice abrazándome tan fuerte que casi noto mis ojos salirse de las cuencas.
- David, David, que me estás aplastando, ya he pillado el mensaje, me has echado de menos!
- Ni te lo imaginas, y verás la cara que va a poner Mary Margaret cuando te vea, porque ella tampoco sabe nada, no?
- No, sólo Ruby sabía que llegaba hoy. Venga, vamos, que la verdad es que estoy muerta de hambre y huelo desde aqui los famosos macarrones con tomate de Mary Margaret- le digo guiñándole un ojo.
Mi hermano se ríe ante mi comentario, pero a los dos segundos se pone serio como si se acabase de acordar de algo y me dice:
- Emma, casi se me olvida, Killian está aquí.
- Bueno, ¿y qué? Estás cenando con tus amigos, es normal que esté aquí.
- Pensé que deberías saberlo…puesto que…ya sabes
- Fuimos novios hace siete años, David, por el amor de Dios, ha pasado muchísimo tiempo desde entonces. Ya no tengo 17 años- le digo a mi hermano con confianza, aunque en el fondo, estoy nerviosa y a punto de ponerme a temblar como una hoja. Es increíble lo que te marcan a veces algunas personas a lo largo de tu vida.
Cojo aire y entramos en el comedor.
- ¡Mirad lo que ha traído el viento desde Nueva York!- grita David
- Emmmmmaaaaa!- grita mi cuñada y gran amiga, Mary Margaret, ¿cómo no has avisado de que venías hoy? Te hubiéramos ido a buscar al aeropuerto.
- Quería daros una sorpresa. ¡Hola a todos!- digo, mirando para la mesa del comedor, donde veo a Regina y Robin, a John (o Little John, como yo solía llamarlo de pequeña y él me recuerda siempre que puede), a Will con su novia Belle, un hueco vacío y el último sitio lo ocupa Milah, así que mi mente no tiene que ir muy lejos para saber de quien es el hueco vacío.
- Hola Emma, ¡cuantísimo tiempo!- me dice Regina dándome un beso en la mejilla. – Henry no para de preguntar por ti.
- Jajaja!Debe de estar ya súper mayor, dile que venga a verme uno de estos días, estaré encantada de llevármelo a dar una vuelta como en los viejos tiempos.
- Se lo diré. Un día de estos también deberías de venir a casa y conocer a nuestro hijo pequeño Roland.
A lo lejos se escucha el estruendoso e inconfundible sonido de la cisterna de nuestro baño y una voz que dice:
- Eh, David, ya va siendo hora de que arregles el trasto este que tienes por cisterna, estoy seguro de que cada vez que usas el baño despiertas a to…- de repente, entra en el comedor y se para en seco al verme… - Emma?
- Hola Killian – le contesto de la forma más neutral que puedo.
- Co…cómo estás? Ha pasado un montón de tiempo…estás…estás muy guapa, como siempre.
- Gracias- le contesto, y noto como mi cara se pone roja, al mismo tiempo que noto como Milah me mira, casi taladrándome con la mirada.
Él también está tan guapo como siempre, su pelo igual de revuelto y sus ojos igual de azules. Su sonrisa sigue igual de perfecta. Se ha dejado un poco de barba, que le hace parecer un poco más mayor, aunque bien pensado, ES más mayor, siete años para ser exactos.
- Tú tampoco has cambiado nada- le digo
- Bueno, algo ha cambiado. Ha sentado la cabeza conmigo- se escucha decir a Milah.
Se hace un silencio incómodo en el comedor, Killian me mira casi con cara de disculpa y noto la mirada de mi hermano en el cogote, hasta que gracias a Dios, la lengua se me suelta y contesto:
- Enhorabuena, Milah! Me ha contado mi hermano lo del compromiso y de verdad que me alegro un montón. Seguro que os va todo muy bien.
- Gracias- contesta ella muy bajito y con cara avergonzada. Supongo que no se esperaría esa reacción mía, teniendo en cuenta nuestra historia. Yo también me sorprendo a mí misma, a decir verdad, porque en el fondo me gustaría decirle cuatro cosas bien dichas, pero me muerdo la lengua, respiro hondo y me digo que ha pasado mucho tiempo y que no soy ya una chiquilla. Aunque sigue doliendo.
- Bueno, debes de estar hambrienta, siéntante aquí a mi lado, Emma!- me dice Mary Margaret intentando romper el hielo, lo cual le agradezco con todo mi corazón. – He preparado tu plato favorito sin saberlo, parece que algo me decía que hoy iba a ser una gran noche. No te puedes imaginar cuantísimo te he echado de menos.
- Y yo a ti, M&M, y yo a ti!- le digo abrazándola fuerte
- Bueno, venga, que me vais a hacer llorar- dice mi hermano, dándome su típico beso en el pelo y guiándome hasta una silla que ha puesto al lado de Mary Margaret.
La cena prosigue y me encanta ver como aunque ha pasado el tiempo, todo sigue igual y es fácil volver a meterse en ambiente como si fuera ayer el día que decidí marcharme de casa.
- Cuéntanos, Emma, ¿qué tal en la gran ciudad? David nos ha dicho que te iba muy bien- pregunta Robin
- Sí, no puedo quejarme. El comienzo fue duro, ya sabes, era una niña y no sabía hacer nada por mí misma, pero poco a poco me fui acostumbrando.
- Trabajas de modelo allí, no?- dice Regina
- Sí, empecé haciendo cosas de forma esporádica: algún catálogo, alguna sesión de fotos pequeña para alguna revista…cosas así, hasta que conocí a August, un amigo fotógrafo que me ayudó mucho y empecé a hacer cosas más grandes.
- ¿Y August y tú os hicisteis muy amigos, Emma?- me pregunta Mary Margaret, con una sonrisa cómplice.
En ese momento, me sonrojo otra vez (de verdad, ¿qué pasa conmigo?parece que tengo 13 años otra vez), noto la mirada de Killian y contesto:
- Pues sí, somos muy amigos, pero no es lo que tú te piensas, M&M.
- Venga, ¿me estás diciendo que en siete años no has conocido a alguien que valga la pena?
- No, no..yo no te he dicho eso, de hecho he conocido a mucha gente- le digo riéndome.
- Cuéntanos, Emma, ¡queremos saber! No seas mala
- Yo la verdad que hay detalles que no me apetece nada saber, puedo vivir en la ignorancia perfectamente!- dice mi hermano David, con un gesto como de querer darle un puñetazo a alguien.
- Pues… bueno, al año de irme de aquí, más o menos, conocí a un chico, Ian, estaba terminando la carrera de medicina. Estuvimos juntos un tiempo, casi dos años, pero finalmente, no funcionó.
- Oh, Emma! ¡Cuánto lo siento…! Estaba de broma, no quería sacar temas dolorosos ni tristes.
- No, no pasa nada, seguimos siendo buenos amigos.
A partir de ahí, la cena siguió de forma normal y seguimos riéndonos y hacienda bromas entre nosotros. Poco a poco, la gente empezó a marcharse:
- Bueno, nosotros nos vamos- dijo Regina. – Tenemos a los niños con la canguro y mañana tenemos que llevar a Henry al campo, que tiene partido. Emma, ¿por qué no vienes?Estoy segura de que le encantará ver a su tía preferida, le darías una sorpresa.
- Ah, pues la verdad es que me parece una buenísima idea, mándame un mensaje de texto con la hora y allí estaré – le contesto, dándole un beso en la mejilla a Regina y otro a Robin.
- Nosotros también nos vamos. Es un placer tenerte de vuelta en casa, Emma- me dice Belle dándome un abrazo.
- Gracias, Belle. Nos vemos otro día.
Después de despedirnos de todo el mundo, nos vamos a sentarnos todos al salón y David saca una botella de ron del bueno, del que tiene reservado para las ocasiones especiales y todos nos servimos una copa.
- Voy a la cocina a por hielos- le digo a David
- Te acompaño y traemos también algún refresco- dice Killian
Camino hacia la cocina y abro la nevera, buscando los hielos, en silencio. La verdad que no me apetece mucho hablar con Killian ahora mismo, pero él se ve que tiene otras intenciones.
- Me alegro mucho de verte, Emma. Te he echado de menos.
- Mmh mmh- digo. – Ha pasado mucho tiempo.
- Siete malditos años sin saber nada de ti. Por poco me vuelvo loco, preguntándome qué tal estabas. ¿Por qué no contestaste nunca a mis llamadas ni a mis e-mails?
Yo no contesto, me dedico a cortar los limones como si él no estuviese hablándome a mi.
- Maldita sea, Emma, háblame, ¿por qué?- me dice dándome la vuelta, agarrándome por el brazo.
- Killian, de verdad, no tengo ganas de hablar contigo y menos acerca de este tema. Vamos a olvidarlo, vale?- le digo, sacudiendo el brazo para soltarme.
- ¿Cómo quieres que lo olvide? No ha pasado ni un día de estos siete años que no le diese vueltas al por qué te fuiste de esa manera, sin avisar, y nada menos que a Nueva York y de forma indefinida. Y tu hermano no es que resultase de mucha ayuda, porque cada vez que le preguntaba por ti, me daba largas y me decía que estabas bien, pero nada más. Necesito saber por qué me dejaste, de verdad, Emma, lo necesito…- me dice susurrándome y mirándome a los ojos.
- ¿De verdad que no sabes por qué me marché?- le digo alzando la voz y poniéndome roja, pero esta vez de ira.
- No, Emma, no tengo ni la más mínima idea. Estábamos bien y de repente, un día vengo a buscarte a casa y me encuentro que te marchaste. Sin más. Y trato de ponerme en contacto contigo mil veces y de mil maneras diferentes, pero nada. En estos siete años, la única forma de saber de ti, era de vez en cuando leer una revista o verte en algún programa de la televisión. Maldita sea! Siete años, Emma!Siete años!- me dice Killian, ahora alzando él la voz.
- ¡Sí, ya lo sé, Killian! ¡Ya sé que fueron siete jodidos años, fui yo la que se marchó y estuvo fuera de su casa todo ese tiempo!¿Y quieres saber por qué? ¿De verdad lo quieres saber? Muy bien, pues te lo voy a decir. ¡Te vi con ella!- le dije gritándole y tirándole un paño de cocina que había a mi alcance.
- ¿Que me viste con ella? ¿Con quién?- me pregunta él con cara de no saber lo que está pasando.
- De verdad estás jugando a hacerte el tonto conmigo? Con Milah. ¿Con quien va a ser? Y parece ser que os fue muy bien desde que yo me marché, viendo que estáis ahora comprometidos.
- Emma, de verdad que no sé de que me estás hablando, amor… - me dice apartándome un mechón de la cara, intentando calmarme
- ¡No me llames eso, no te atrevas a volver a llamarme eso! ¡Yo no soy tu amor!- le digo, o más bien, le grito.
Él retira la mano como si le hubiese quemado y puedo ver el dolor en sus ojos, y por un lado tengo ganas de darle un abrazo y decirle que podemos seguir siendo amigos, que no quiero perderlo, porque realmente no quiero perderlo, pero no lo hago.
Lo siguiente que escucho es a mi hermano David:
- Chicos, no sé si sabréis que las paredes en esta casa son de papel. Se está escuchando todo desde el salón. Killian, tal vez deberías de ir hasta casa a hablar con Milah, porque se acaba de marchar y no parecía muy contenta.
- Sí, Killian, es mejor que te marches, aquí no hay nada más que hablar- le digo yo, mirándolo una última vez antes de salir de casa, huyendo otra vez, pero esta vez comiéndome las lágrimas y dirigiéndome hacia casa de Ruby. Hoy necesito una amiga.
