Disclaimer: Harry Potter pertenece a J. K. Rowling.
Esto es un retazo. Una pincelada. Una vaga idea de algo mucho más grande.
Algún día volveré a escribir sobre ellos. Yo lo sé. Todos lo sabéis. Sólo espero que os guste, que estos versos os arranquen una sonrisa, que os hagan ver que no todo es ironía u odio en esta vida. Porque todos tenemos secretos que preferimos guardarnos sólo para nosotros, incluso Scorpius…y Al.
—Te quiero, Al.
…Para sus padres, compañeros y profesores…
Sólo es sarcasmo. Un insulto. Una gota de veneno en la punta de la lengua de Malfoy que se consume, que se apaga con el paso de las horas. Sólo es odio contenido. Envidia.
Y toda la rivalidad del mundo susurrada en tres palabras.
No es querer, es odiar.
Una forma despectiva de decirse cuánto se detestan. Una barrera entre adolescentes de dieciséis años que demuestra lo separados que están.
Lo lejos que está Scorpius.
Lo cerca que está Al.
…Para sus amigos— los que creen que les conocen de verdad…
Es cariño. Amistad. Como cuando le dices a tu mejor amigo—''Eh, te quiero, tío. Gracias por todo'' – y le palmeas la espalda o le das un abrazo. Pero no lo ves como si fuese amor.
Sus amigos tampoco lo ven, porque sólo ven lo que quieren ver. No ven lo que en realidad es.
Scorpius y Albus.
Buena relación, tal vez. Sólida, y cálida y sin nada de acidez, que se ha forjado durante los últimos años que han estudiado en Hogwarts.
Nada de indirectas, ni de insinuación.
Nada de sentir, de besos, de roces, de lenguas calientes o suaves caricias que se deslizan por sus cuerpos desnudos durante la noche.
Sólo afecto.
Sólo calor.
Sólo compañerismo entre dos amigos —no rivales —que son tan opuestos pero al mismo tiempo tan iguales.
…Para Albus y Scorpius…
Es un secreto. Una mentira que sólo ellos respiran.
Mienten a sus compañeros, a sus profesores, a su familia.
A Harry, a Draco, a sus amigos.
A todos los que ven y son testigos.
Y sólo Albus lo sabe. Sabe a qué se refiere Scorpius. Scorpius lo quiere —sin sarcasmo —, lo quiere —no por amistad —, lo quiere.
Lo quiere de verdad.
Se lo dice el brillo de sus ojos. Su mirada lo grita a los cuatro vientos. Y su sonrisa. Su dulce sonrisa lo termina de corroborar.
Scorpius se lo susurra cada noche. Con cada caricia. Con cada beso. Con cada respiración. Con cada latido de su corazón.
Siempre en silencio. Nunca en voz alta.
Hasta hoy.
Una sonrisa se dibuja en los labios de Albus.
Para algunos de los que observan es cínica. Para otros, puramente amistosa.
Para Scorpius significa demasiadas cosas.
Amor, deseo, pasión.
Lujuria, sentimiento, adoración.
Sinónimos acompañados de un ''No me dejes nunca, por favor''.
—Yo también te quiero, Scorpius.
Él lo mira a los ojos. No da una respuesta a su respuesta.
Porque sabe que no es necesario contestar a ésta.
Sólo arruga la nariz, da media vuelta, desaparece. Y cuando está lo suficientemente lejos, —cuando por fin se siente solo —,
sonríe y se enorgullece.
Rose, sorprendida, pregunta a su primo Albus que a qué se refería Malfoy pero él ni siquiera la mira. Sólo ríe y ríe sin apartar la vista del final del vestíbulo que es por donde ha ido difuminándose la silueta de Scorpius hasta evaporarse, y suspira y sonríe de pura satisfacción por haberlo dicho al fin delante de todos sin azorarse.
Los demás observan, susurran, comentan con ligera extrañeza lo que acaban de presenciar. Siguen creyendo. Siguen fantaseando. Siguen imaginando que no hay nada íntimo entre aquellas palabras que se acaban de confesar. Que sólo son rivales, que sólo son amigos.
Que sólo son Scorpius… y Al.
