Disclaimer: Las historias, nombres y personajes de The Legend of Zelda le pertenecen a Shigeru Miyamoto y a Nitendo. Sólo los personajes originales son míos.
Dedicado para ti WeRa por haberme dado la idea.
El salto
Aún quedaba una gran brecha por recorrer. Avanzaban encerrados en sí mismos, como si sólo ellos existieran en el universo, toda esa tierra para ellos solos, presurosos y con el objetivo en mente, como si corrieran para escapar del fin del mundo. Él guiaba y ella corría veloz contra el viento que golpeaba sus caras. Ambos se convirtieron en una sola mente, en un solo corazón, sus pensamientos iban de la mano al igual que sus deseos.
El enemigo estaba cerca, les cerraba el paso, entorpecía el trote de la corredora, pero su amo supo dirigirla al camino correcto. Ella rebasaba cualquier obstáculo, parecía que volaba, más que una yegua, era como una liebre veloz y ágil.
El jinete sabía muy bien lo que ella deseaba: ver y recorrer los verdes e interminables campos, oler y saborear el agua cristalina y dulce de los ríos donde habitaba la gente de Zora, salir de la cárcel en la que la mantenían cautiva, de la tortura a la que la tenían sometida, del amo y del destino oscuro a los que estaba destinada. Por eso había decidido ayudar a su amiga, la pequeña amiga que él conoció cuando el también era pequeño, que le mostró la alegría de explorar las tierras junto a ella cuando le mostró una bella melodía. Ahora estaba ahí, gracias al milagro de haberla encontrado, más fuerte pero tan radiante como cuando se habían conocido, e intentaba devolverle la felicidad que alguna vez vio en sus grandes y oscuros ojos.
Podían escuchar las mentadas y amenazas del rival, pero cerraron sus oídos a cualquier insulto que les distrajera, ellos continuaron el rumbo hacia la meta, y consiguieron la victoria que habían perseguido desde hacía horas. Él sabía que no le podía fallar, y aquel pensamiento era recíproco. La yegua se regocijó entre las palabras de orgullo y caricias afectuosas de su amo y amigo.
Lamentablemente el momento entre amigos se vio interrumpido por las maldiciones del vencido. Con una sonrisa malvada y su corazón lleno de amargura, puso candado al portón que daba al mundo exterior. "Puedes quedarte con el animal… si acaso logras dejar este lugar junto con él". Aquello debía tomarse como afrenta personal. La criatura sintió las órdenes de su amo, y se disparó como una centella hacia su único objetivo.
El sujeto lleno de coraje, de repente se sintió asustado y amenazado al verla acercarse con furia. Intentó disimular su miedo, pero sus piernas temblaban demasiado como para mantenerse en pie, se echó al suelo como un perro que estaba siendo azotado, e imploró por su vida. Sólo después de unos segundos, se atrevió a abrir un ojillo para asegurarse de que el momento de su castigo se acercaba, pero en lugar de eso, observó la más sorprende hazaña presenciada por su persona.
No pudo distinguir la expresión del muchacho, sólo pudo escuchar un iracundo "cobarde", y después, el animal se impulsó con toda su fuerza, se alzó, parecía que flotaba sobre su cabeza su imponente figura, era como si buscara alcanzar el sol. Apenas pudo mantener la vista en ella por culpa de los rayos fulgurantes del astro alumbrador. En ese momento el tiempo se detuvo, Epona celebró su encuentro con la vieja amiga Libertad. Aterrizó sobre el pasto reverdecido que rodeaba el hogar de toda su vida, y sin pensarlo dos veces partió hacia el mundo que anhelaba explorar junto a su amo.
Algunas cosas están basadas en el manga, ya que, según recuerdo, en el videojuego Epona nunca había estado fuera de Lon Lon Ranch cuando Link era pequeño; pero en el manga, ella andaba extraviada y Link la encontró cuando se sintió atraída por la música de su ocarina.
Mis agradecimientos a la compañera WeRa por aportar la idea central de este relato: gracias por sacarme del apuro, chava. Les mando saludos a todos.
