Notas de la autora:

¡Hola Minna-san! Esta vez no es un K/K es más que todo una historia relacionada con el Aoiya. Aunque va a tener en el futuro algo relacionado con Kenshin y Kaoru no esperen mucho de esta pareja. Estuve pensando y se me ocurrió una idea excelente para esta historia.Solo espero no estropear aquella idea con mis carencias como escritora. Bueno solo puedo prometer lo mejor de mí. Es un drama y tendrá un desenvolvimiento muy curioso. No les adelanto nada porque perdería el poco encanto que tiene.

Dedicatoria:

Este fic está dedicado para Ariana ( Kitiara) con quien tuve una conversación bastante divertida. ¡Espero que este fic te guste al igual que a mí me ha gustado mucho el tuyo!

Disclaimer:

El oniwabanshu se caracterizaba por tener ninjas con habilidades extraordinarias a la hora del combate frontal y, a la vez, de tener una agilidad envidiable . Yo, que me canso con dos abdominales y que dándole la vuelta al parque se me sale el alma del cuerpo, no puedo tener ni siquiera la más mínima conexión con este grupo. Así que ni siquiera sueñen con que me pertenezca o tenga alguna relación directa con ellos. Si no lo tengo con ellos menos con todo el staff de Rurouni Kenshin. ¡¡¡ Y si no tengo relación con nadie menos me va a pertenecer!!! ¡Creo que todo quedó claro! ^-^





¿ Es realmente amor?



Era una tarde otoñal como cualquier otra. El viento corría a un paso que iba entre ventarrón y brisa; el exquisito punto intermedio se hacía presente en esta estación. Misao caminaba a paso firme hacia el Aoiya cargando una bolsa repleta del encargo que el viejo Okina le había enconmendado traer del mercado.

" ¡No puedo creer como Jiya me hizo esto! Ya va a oscurecer y aún no llego a casa. ¿Cómo diablos se le ocurre mandarme a comprar estas estúpidas hierbas a esta hora?

Siguió caminando mientras los mismos muchachos que vivían en los alrededores la admiraban sin ocultar su sorpresa al verla caminando en su atuendo ninja. A ella le molestaban mucho esas miradas. Recordaba cómo cuando salía con Okon y Omasu, quienes vestían con hermosos kimonos, muchos hombres de toda edad del pueblo la miraban con lascivia. Ellas le habían dicho que era mejor que se vistiera con ropa más adecuada para una mujer y que esa ropa solo debía ser usada en momentos de combate mas no a diario. Ella se había negado aludiendo que las ropas así de femeninas no eran para ella. Eran incómodas a la vez que inútiles. Es así que decidió no hacer caso a los halagos y aveces groserías que algunas personas le decían mientras caminaba.

" ¡Más vale que me apure! Si no llego pronto no podré servirle el té a Aoshi-sama" Y tras esto cogió con más fuerza su bolsa y desapareció con una agilidad increíble entre los árboles.



_ _ _ _ _ Aoiya _ _ _ _ _





Aoshi estaba en medio de su meditación e imágenes de Misao no lo dejaban en paz. Recordaba los momentos que pasaron juntos cuando él era un adolescente y ella una pequeña y adorable niñita que solía correr tras de él gritando "nii-chan" mientras extendía sus brazos para que la cargara. También recordaba cómo tuvo que dejarla, muy a su pesar, para comenzar el viaje que lo llevaría a la ruina de hombre que era hoy. Lágrimas en los ojos de la niña al verlo partir, lágrimas en las suyas al sentir que con ella dejaba la pureza que le quedaba en el interior para entregarse a una batalla sin sentido, para entregarse a la pérdida de su verdadera identidad para adoptar otra definida como la de un hombre frío, calculador y asesino. ¿Qué era ahora? Quizá había dejado de lado el lado asesino pero, como dicen por ahí, el pasado nos juzga y condena, y difícilmente se podía borrar las cicatrices pasadas. Lo mismo había pasado con Himura; él también había cometido muchos crímenes pero con la ambición de lograr un mundo en el que ya no se ensuciara el alma a otros jóvenes como él con la sangre de otras personas que no solo dejaban la sensación de muerte en el cuerpo sino que el sentimiento de culpa interminablemente doloroso dentro del corazón. Esto él lo sabía mejor que nadie. Pero ¿ él había peleado por un ideal así? ¿Tenía un ideal sublime en ese tiempo? ¿ O era, quizá, un afán egoísta el que lo llamaba a hacerse más fuerte no importándole qué sacrificara a su encuentro? Sí. Ese era el verdadero Aoshi Shinomori. Aquel que escudó sus sentimientos con una pared de un hierro nada maleable y que se dedicó a entrenar su cuerpo dejando de lado su alma, sus recuerdos y sus emociones perdidas en la inmensidad de lo que en un tiempo llamó banalidad pero que no fue más el reflejo de sus carencias como ser humano.

En medio de su meditación muchas veces solo rememoraba comunes y corrientes recuerdos y en los más felices se encontraba a Misao. En realidad él estaba confundido. Él la quería como una hermana y sentía que el extremo respeto y cariño que ella le brindaba derretía aquella pared de hierro que parecía convertirse, junto a ella, en una hecha de parafina. Derretible al calor de su sonrisa, de su mirada, de su presencia. Aunque él sabía perfectamente que esa joven mujer ya no era una niña y que estaba enamorada de él, por motivos que él no podía explicarse, él se negaba a aceptar que sentía algo por ella. Era un amor fraternal, se dijo muchas veces tratando de engañarse, pero lo cierto era que poco a poco con aquella perseverancia que le era inherente a Misao él fue capitulando ante la batalla perdida de la negación de un sentimiento que ya era más que obvio para él ya que en el exterior aquella fachada fría, falta de emociones y pasiones seguía puesta. Todo esto estuvo claro para él cuando una vez que entraba al Aoiya para sacar algo de su dormitorio escuchó accidentalmente la plática que sostenían Okon, Omasu y Misao.



- Misao ¡vamos! ¿Por qué no te pones un kimono de los nuestros? ¡Te verías muy bonita Misao! ¡Si eres la foto de tu madre! Realmente creo que deberías tratar de vestirte más elegante y así llamarías la atención de los hombres por tu gracia y no por la ropa que llevas encima! - dijo Okon

Aoshi comenzó a interesarse. Por primera vez en su vida decidió espiar una conversación de mujeres.

- ¡Así es Misao, Okon tiene razón! ¡Debes cubrirte más al vestirte! Ya no siquiera podemos ir al mercados sin que mínimo diez hombres te observen en la forma en que lo hacen!

Aoshi quedó más petrificado que de costumbre. Su rostro seguía impasivo pero por dentro era todo lo contrario. La rabia comenzaba a poseerlo.

- ¡Vamos Okon, Omasu! ¡A mí no me importa eso! Ya saben que mientras yo no les haga caso ellos no intentarán nada conmigo y además si se atreven a hacerlo - Misao sacó sus kunais de la nada - Se las verán conmigo. Aquel gesto de decisión seguía en su rostro acompañado de una sonrisa encantadora. ¡Además ya les dije que no me molesten con eso! - Misao salió corriendo a la puerta dándole solo una fracción de segundo a Aoshi para esconderse en uno de los cuartos adyacentes.



La sola idea de que alguien mirara a Misao de una forma inadecuada hacía que su sangre hirviera de la cólera. Lo peor era que a ella no le importaba eso. Misao era diferente a las mujeres convencionales, eso lo sabía él y hasta cierto punto lo atraía mucho. Pero lo que le molestaba de la muchacha era que no le importara en lo más mínimo los resultados que podía tener su comportamiento. Era seguro que no lo hacía por rebelde ni concientemente. Todo lo contrario. Su carácter despreocupado y vivaz aveces la imposibilitaba de ver más allá del momento, de pensar en lo que podría pasar. Aoshi Shinomori creía fervientemente en que para todo debía haber una estrategia, un plan que viera tanto el presente como el futuro; para él, analizar las posibles consecuencias era básico. Para ella era todo lo contrario. Su personalidad, su carácter era distinto al de él. Ella era más impulsiva, más emocional. Él era frío y calculador. Eran muy distintos y podríamos seguir la lista de diferencias pero es seguro que todas están muy claras. Por primera vez en su vida había sentido celos por una mujer. Sí. Había estado celoso antes de la gloria del nombre de Battousai, pero esto era diferente. El sentimiento que tenía dentro de sí lo confundía. Aoshi Shinomori, el hombre que siempre tenía una respuesta racional para todo se sentía perdido en sus propias emociones. La necesidad de protección lo invadïa. ¿ Sería esto amor?- se preguntó. Seguro que sí- se dijo - ¿ Qué mas podría ser?

Es cuando se decidió a tomar cartas en el asunto pero la incertidumbre le seguía impidiendo una acción inmediata. Un día salió a caminar, contrario a su costumbre, venciendo su cuasi agorafobia. Empezó a dar vueltas alrededor de Kyoto y a ver los alrededores sin observar nada detenidamente. Hundido en sus pensamientos una vez más y sobre la decisión que debía tomar. Misao ya estaba en edad de casarse y en cualquier día su amor por él podría pasar de uno eterno a otro considerado como una tontería efímera de adolescente. ¿ Acaso tenía miedo de perder a Misao? ¿Tenía miedo de perder a la única persona que realmente no le guardaba recelo por nada?

Siguió caminando y vio a Misao, Okon y Omasu caminando en medio de los mercaderes. Muchos tipos miraban a Misao con ojos llenos de lujuria y había algunos que osaban decirle palabras que él no podía entender debido a la distancia pero que distinguía muy bien como propias de borrachos que se dormían en sus placeres bajos. El rostro de Misao estaba bajo y cuando daba la cara era para que con su mirada penetrante diera un gesto de disconformidad que los atrevidos tomaban como burla. Las mujeres no podían ocultar su desaprobación de la indumentaria la joven y emitían miradas humillantes. Misao no estaba disfrutando esto. Okon y Omasu estaban a su lado por si algún imbécil osaba acercarse más de la cuenta. Aoshi, desde su escondite en las sombras de un bar de mala muerte, miraba todo lo que sucedía. Una mujer a claras luces era una prostituta se le acercó e intentó pegar su cuerpo al de él mas Aoshi, con una sola mirada, logró que aquella mujer se alejara de pavor. Las oniwabanshu se fueron y él salió de aquel lugar con olor a podredumbre humana. Dio otras vueltas por Kyoto tratando de hacer hora y fue de nuevo a Aoiya y encontró a Misao en la puerta sentada con los codos sobre las piernas y su cabeza entre sus brazos apuntando hacia el suelo. Pensaba en algo seguramente. Él se acercó y la cogió del hombro suavemente para no asustarla. Ella despertó de su absorción y le sonrió al verlo parado junto a ella.

- Aoshi-sama - dijo ella alegremente - estaba esperándolo. Me dijeron que había salido y pues me dispuse a esperarlo...

- Arigato Misao- respondió igual de frío que siempre. Estaba molesto con ella por no cuidarse de esos hombres. Por no importarle ser objeto de burla de otros.

- ¿ Pasa algo Aoshi-sama? - preguntó ella mirándolo a los ojos. La cara de Aoshi mostraba una actitud más severa que de costumbre.

- No - dijo cortante - Será mejor que entres.

- Hai- respondió ella cabizbaja y entró a la casa rápidamente - Como usted diga...

Al día siguiente él había calmado sus ánimos y ella entró al templo a la misma hora de siempre con la bandeja de té en las manos. Inició la ceremonia con la misma gracia de siempre y procedió a servirle al ex okashira. Ella tenía la misma sonrisa de siempre mas no se atrevía a mirarlo a los ojos. Él la sorprendió cuando colocó su mano sobre la de ella y le dijo un simple Arigato. Misao estuvo más que feliz ese día. Era impresionante cómo gestos tan faltos de importancia la hacían inmensamente feliz. ¿ Sería así toda la vida?- se preguntó. Nunca pensó que estaba muy cerca de descubrir la verdad acerca de esto.



Aoshi levantó la vista para ver el reloj que estaba en la parte lateral del templo. Eran las cinco y veinticinco de la tarde. En cinco minutos tenía una entrevista con Okina quien ya se había encargado de desaparecer a Misao del Aoiya por un momento mientras ellos hablaban. El anciano no sabía la razón pero debía ser importante para que Aoshi decidiera hablar con él después de tanto tiempo de mantener solo la comunicación básica con él y los demás, a excepción de Misao con quien se comunicaba un tanto más. Okina accedió y ya lo esperaba en la oficina del okashira dentro del Aoiya. Aoshi se dirigió a ese lugar con paso lento para asegurarse de llegar a la hora exacta. Estaba afuera del lugar acordado un minuto antes de lo previsto. Tocó la puerta un par de veces y Okina lo invitó a que pasara desde adentro. Él entró. Suspiró hondamente antes de decir lo que tenía en mente.

- Muy bien Aoshi. ¿ Qué es lo que se te ofrece y por qué no querías que Misao esté presente?

- Será mejor de esta manera Okina-san así no habrá la posibilidad de que nos interrumpa.

- El asunto deber ser serio, según veo.

- Así es.

- Prosigue entonces muchacho - dijo Okina adquiriendo un gesto más serio que el anterior

- Tiene que ver con Misao - Aoshi tragó saliva y miró de frente al anciano - Quiero pedir su venia para casarme con Misao.



Okina se quedó mirándolo sin emitir palabra alguna.



-------- Notas finales:

¿ Qué opinan? Espero ansiosa sus reviews Minna-san.

Ja ne!

Shiomei