El fiscal frunció el ceño, mojando su galleta Maria en el desayuno.
Nick no se había levantado todavía, y seguía roncando en la cama que compartían.
Miles no soportaba quedarse en la cama, y se levantó sin esperar a su pareja aquella mañana. No encendió la luz por miedo a despertarle y buscó su ropa a oscuras.
Solo encontró la de él.
Lo mandó todo a la mierda y se puso el traje azul del abogado.
La gallera maría se había mojado demasiado y se deshizo.
Miles mandó su desayuno a la mierda también. Ya ni se molestaba en enfadarse, a pesar de que tenía los nervios muy sensibles.
Quizás era porque Nick, anoche, le había calmado de todas las maneras posibles y le había quitado el mal humor.
El fiscal se acarició la sien.
Apenas llevaban unos meses saliendo y ya había quedado claro qué papel llevaba cada uno.
Y el abogado que siempre llevaba el mismo traje azul y la misma corbata a todos los juicios que desde que estaba enamorado solía vestir de rosa era el macho
Y él se quedaba con su camiseta ancha puesta, como aquellas adolescentes que se ponen la chaqueta de su novio y quedan tan sexys.
Miles se preguntó en que momento había aceptado ser la parte femenina de la relación... Así que hizo lo que mejor se le daba.
Mandó todo a la mierda.
Entró en la habitación encendiendo a luz, sin importarle si despertaba a su pareja. Se puso a buscar su ropa y dejó en el suelo el traje azul.
-¿M...Miles...? Apaga la luz, me has despertado.
-No. - A Nick no le importó que fuera así, lo conocía desde cuarto de primaria y sabía con quién estaba saliendo.
-Pues echate aquí, conmigo.
-No.
-Pues... No sé, vete.
-No. Digo, sí. Me voy. - Terminó de vestirse y se fue, dejando la luz encendida solo para fastidiar al abogado, que estaba demasiado sobado como para levantarse.
-¡Edgey, por favor, apágame la luz! - Dijo, poniéndose una mano en los ojos.
Y eso fue la gota que colmó a Miles.
Fue a la habitación y encendió la lámpara.
-¿Qué demonios te pasa? - Gruñó Nick.
-Solo quiero que sepas que soy un macho.
Y se fue de la habitación, satisfecho de haber molestado a su pareja. Era su pequeña venganza por... Bueno, por tratarle como una chica.
Nick se levantó, apagó las luces resignado y subió la ventana. Después fue a desayunar.
-¿Qué pasa, Edgey?
-¡No me llames así! ¡Soy Edgeworth!
-Pero es que al pronunciarlo se me llena la boca de consonantes y me trabo.
Miles gruñó.
-Además, así es más cariñoso, ¿sabes? - Sonrió, cogiéndole por la cintura.
Miles, rápidamente le apartó las manos y le prendió a él por la cadera.
Aquel día iba a demostrarle lo seme que podía llegar a ser el fiscal.
Y lo uke que iba a ser Nick a partir de ahora.
El abogado arqueó una ceja, sonriendo.
-Así que... Quieres jugar, ¿eh? - Susurró con tono juguetón, haciéndo que Miles se sonrojara fuertemente.
-¡N-no!
Se soltó de su agarre y le cogió de las muñecas, pegándole contra la pared.
-Intenta soltarte ahora, Edgey.
El fiscal gruñó, tratando de oponer resistencia. Se le escapó un pequeño gemido cuando Nick le besó el cuello.
Y entonces logró soltarse. Porque él no iba a ser la parte femenina aquella vez. No, esta vez no.
Esta vez fue Miles el que le tiró al sofá, se sentó encima de él, le besó en el cuello y le desabrochó el pantalón.
-Hmmm... - Jadeó el moreno. - ¿Qué te pasa, Miles? Nunca habías estado tan juguetón.
Pero su chico no contestó. En su lugar, comenzó a acariciarle el cuello y el pecho con los labios, mientras le desabrochaba con los dedos la camisa.
Pero Nick quiso volver a tomar el control y se incorporó, tumbándo a su novio y poniéndose de nuevo encima de él. Miles puso su típica cara de enfadado, cosa que a Nick le encantaba.
-Jé. Nunca te rindes, Phoenix.
-¿A qué te refieres? - Dijo con una sonrisa, mientras jugueteaba con el cierre del pantalón de su novio, con alguna que otra caricia a esa zona.
De un momento a otro, sonó el teléfono de Miles.
-Mierda...
-¿Qué?
-Tengo un juicio en cinco minutos. No voy a llegar a tiempo.
-Hmm... Pues quédate... - El moreno le había desabrochado los pantalones y tiraba de ellos hacia abajo.
-¿Estás loco? - Pero no hizo nada para impedirlo.
-Total, ya llegas tarde... Di que estás malo.
-¿Cómo voy a faltar a un juicio? - Pero antes de intentar levantarse, el abogado ya lo tenía agarrado.
-Chicos... ¿Dónde estáis? - Susurró Larry, acariciándose la sien.
-Vaya... No está ni el fiscal ni el abogado. ¿Qué se supone que se hace en estos casos? ¿Lo anulamos? - Preguntó el juez.
-¡Está claro que Buzt es culpable! Yo lo vi. - Dijo la señora Oldbag.
-Nick y Miles, ¿dónde estáis? ¡DÓNDE ESTÁIS, MALDITA SEA!
-¡Ah! ¡Miles!
-Hmm... Nick...
-¡No, Miles!
-No, ¿qué?
-¡Tengo un juicio hace media hora!
Miles lo miró con cara de: Me vacilas.
