Cuaaarto escrito :3 este one-shot participa en el reto #FicToberES2017 n.n espero que les guste.
Disclaimer: Bleach y sus personajes son propiedad de Tite Kubo. Esta historia me pertenece.
Segunda oportunidad
Capítulo único
El pasillo de Pediatría siempre era ruidoso, con niños queriendo aprovecharse de uno con sus tiernas expresiones, pero ninguno de ellos podía con él. No era para nada carismático con los niños y gracias a su fría mirada podía alejarlos, lástima que su hija no corría con la misma suerte, ni lo intentaba. Era tan sociable, tan confianzuda y llena de confianza, tal como su madre.
Su hija de ahora diez años se encontraba a unos metros alejada de él, jugando con varios niños de su edad, o cercana a ésta, reprochando a varios niños por ser malos entre ellos. Ella era tan parecida a su madre en actitud y tan parecido a él en apariencia, sus ojos turquesa eran admirados por la mayoría de los padres allí, aunque ninguno envidiaba su cabello blanco, más bien se lamentaban por ella porque creían que era albina, cosa que le complicaría un poco la vida. Pero no estaban más que alejadas de la realidad, ella solo había heredado un gen de parte de su familia, la cual siempre tuvo el cabello blanco.
―Hitsugaya-kun ―le llamó una dulce voz, que le hacía sentir una agradable culpa. Era padre soltero desde que su esposa falleció, pero aún sentía culpa de haberse fijado en la doctora de su hija―, pasen, por favor.
Llamó a su hija y ambos entraron, esa sería la última consulta porque según él ella ya se había curado, aunque quería estar seguro. Con el tiempo se había convertido en un padre paranoico.
Dentro del consultorio todo era blanco, no sabía cómo ella toleraba todos los días ese ambiente, además de la pulcritud siempre olía a remedio. Por el momento la observaba, la Dra. Hinamori era tan atenta con Kohina, tan cuidadosa, como seguramente era con todos los niños pero no podía evitar pensar que con su hija lo era más, ¿una corazonada? O mejor dicho, un engaño que se hacía a sí mismo.
― ¿Te duele si presiono? ―cuestionó a la niña, mientras esta negaba con la cabeza. Momo sonrió y se incorporó―. Bien, creo que ya estás curada.
― ¡Sí! Gracias, Momo ―dijo la pequeña, abrazando a la mayor, quien le devolvió el abrazo―. Aunque, ahora ya no podré verte.
La mujer sonrió y tomó una paleta de un frasco, cerca de la camilla, extendiéndole uno sabor sandía. Sabía que a la niña le fascinaba.
―Ninguna niña debe alegrarse por venir al hospital ―le regañó, suavemente. Preocupada por las ocurrencias de los niños―. ¿Qué diría tu mamá?
―Ella ya no está.
La repuesta fue conjunta, en el mismo tono, una mezcla de tristeza y melancolía. La doctora se disculpó, tanto con la niña como con el padre, ahora entendía por qué era él quien siempre la llevaba, aunque no tenía la culpa: él no era muy conversador.
Luego de llenar la historia clínica de la menor y darle consejos al padre sobre el cuidado en esos días frescos, los cuales habían enfermado a la niña con angina; los dejó ir. Disculpándose una vez más por haber hablado sin saber.
―A mamá le gustaría Momo ―dijo la niña, mirando a su padre que la llevaba tomada de la mano. Este rió un poco.
―Eres tan extraña, Kohina ―le dijo, haciendo que ella frunciera el ceño―. Yo también lo creo.
― ¿La invitarás a salir? ―preguntó la niña, esperanzada―. Le dejé tu número.
El hombre detuvo sus pasos en seco y miró tétricamente a su hija, ¿que ella había hecho qué?
-.-.-.-.-.-
Momo terminó ese día agotada, había tenido más pacientes de los que esperaba y para más había tenido que colaborar en una emergencia; pero como todos los días se sentía satisfecha.
Llegó a su automóvil y sacó las llaves de su bata, notando que caía de él un papelito con un dibujo, ¿se lo habría dejado un niño? El viento hizo de las suyas y lo alejó, haciéndola correr tras él, tal vez era tonto pero cada regalo de los niños era preciado para ella. Aunque tras poder alcanzarlo no supo qué hacer con él.
"Este es el número de mi papá, llámalo por favor.
Quisiera que tú fueras mi mamá.
-Kohina Hitsugaya."
Se sonrojó ante la ocurrencia de la niña, a la que había atendido en más de una ocasión desde que era bebé. Por eso se sintió como una tonta cuando mencionó a la madre de la niña, tantos años y no supo asumir que ésta ya no estaba.
Aún recordaba cuando el Sr. Hitsugaya llegó a la sala de emergencias, estaba en pánico y con una bebé afiebrada en sus brazos. Por suerte la situación no se complicó y la niña sanó rápido, volviéndose éste más cuidadoso con el tiempo pero acudiendo por pequeñas cosas a verla. Sonrió. Él era un padre genial y lo había hecho bien, durante esos diez años.
Dio vuelta el papel y anotó el número en su celular, volviendo nuevamente a su vehículo. Y una vez dentro arrojó el teléfono al asiento del acompañante, quedándose viéndolo. No, no lo quería llamar porque estuviera interesada en él, si bien se veían de vez en cuando en el año, siempre fue estrictamente profesional. Además, ella era un desastre en las relaciones, ¿cómo podía ser una madre cuando trabajaba casi todo el día? ¿¡Qué estaba pensando!?
"Hitsugaya-kun, soy Hinamori Momo, la pediatra de Kohina. Éste es mi número, si ella llega a tener algún problema, puedes consultarme por aquí, así no tendrás que venir de urgencia al hospital".
Lo borró.
"Hitsugaya-kun, soy Hinamori Momo. La doctora de Kohina. Ella es una gran niña, me gustaría ser vuestra amiga".
Lo borró.
Golpeó su frente contra el volante, ¿qué estaba haciendo? ¡No debía relacionarse con un padre! Con un padre inexpresivo que no conocía, que parecía un libro cerrado, que siempre estaba serio para ocultar la tristeza que ella veía en sus ojos.
Decidida, envió un mensaje. Arrancando su automóvil y yéndose a casa, tratando de no pensar en lo que había escrito.
"Hitsugaya-kun, soy Hinamori Momo. ¿Te gustaría ir a tomar un café algún día?"
Fin.
Éste me gustó mucho x3 aunque no haya habido romance en sí, como en el anterior, pero me gustó :3 es como el inicio de una bonita historia de amor xD
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Ja-ne n.n/
