~~ GORILLAZ NO ME PERTENECE. MIS RESPETOS A SUS RESPECTIVOS CREADORES~~

BALLET GORILLAZ

GO!

West London siempre había sido una calle tranquila, con buenos vecinos, lindos jardines, un suburbio londinense habitual, al menos así lo describía Amelia Rumbletown, una solterona de cincuenta años bien ganados. Todas las mañanas, tras su matutino café mañanero, regaba su jardín recibiendo los luminosos primeros rayos de sol, en paz, con el sencillo cantar de las aves. Así, toda una vida en West London.

- -Crecí allí. — Da un sorbo a su café—. Todas las mañanas regaba las plantas acompañada de mi querida gata Sugar… Todo perfecto, en armonía: el matrimonio de los Rudford, los hermanos Gordquick… Hasta que llegaron ellos—.La solterona cerró los ojos horrorizada por un escalofrío — Ahg, esos rufianes insensatos, los "Gorillaz" —.Da un sorbo al café, con una mueca por rostro. — West London no volvió a ser igual luego de su llegada.

Noodle bostezó perezosamente, el cabello violeta lo tenía revuelto y los ojos, más que adormilados. Una vez despierta buscó apresurada el reloj en su mesita de noche.

- -Maldición…

El roloj marcaba las siete treinta. Se levantó tropezando un poco con sus propios pies descalzos, abrió casi desesperada la puerta de su habitación. Una vez fuera, la voz apenas audible de Murdoc se hizo más que evidente. Noodle se guió por la voz del bajista que, supo entonces, daba su habitual programa de radio.

- ¡Oh yes! Una mañana de resaca mis queridas almas despreciables jejeje—. Sí, nada cómo esta en Plastic Be-

- ¡Murdoc!

El satanista brincó en su asiento y cubrió con una mano el micrófono frente a él.

- -¿Amor? ¿Qué haces despierta?

- -¿Dónde está 2D? —. Murdoc resopló ante la pregunta acomodándose el collar hawaiano en su cuello.

- -Ya sabes que ese bastardo se va a las siete, Noods —. Ante la respuesta la nipona maldice en su idioma natal.

- -Gracias, Murdoc-san.

La nipona ahora desanimada abandona el estudio de Murdoc, que se encoje de hombros y continúa su programa matutino. Ella sube las escaleras con destino a su habitación, se da cuenta de lo que momentos atrás no; el apartamento es un asco, hay basura por doquier y otras basuras no identificables, pero sólo es indiferente a ello, en Gorillaz esas condiciones de vida son costumbre. Suspiró. Había querido despertar temprano para, por lo menos, preparar el desayuno del vocalista. Después de todo 2D era quien los había mantenido en el último mes. Parecía ser la única que pensaba en él en ese apartamento, Noodle notaba el crecimiento en las ojeras del peliazul, la frecuencia de las migrañas, todo su jodido agotamiento.

La japonesa se miró en el espejo de su habitación. Usaba una blusa de tirantes gris con la estampa de una nube de Mario Bros en el frente y unos shorts impermeables de un color café. Noodle se desnudó frente a el espejo, sin apartar los orbes esmeraldas de su pequeña figura; tenía largas y delgadas piernas, una pequeña cintura, su cuerpo sólo se había torneado un poco más. Un cambio que apreciaba de esos veintidós años de vida era la aparición de sus pequeños, suaves y adorables pechos, sólo para sí. Con sus pequeñas y finas manos se recorrió la suavidad de la piel del torso, el cuello y rostro, en medio del valle de los senos, lentamente hasta su vientre rozando el monte de Venus… Llegó, sumida en un estado indescriptible, a su zona más prohibida. Con la yema de su dedo índice, halló un punto que le hizo sentir un cosquilleo placentero. La curiosa Noodle lo presionó y sin evitarlo gimió.

Avergonzada de sí misma apartó la invasora mano y rebuscó su toalla, se la acomodó y se duchó tanto y tan rápido cómo pudo. Se convenció a sí misma de olvidar aquello por ahora, de seguir sus planes al pie de la letra.

Se secó el desordenado cabello, se puso un sweter blanco con un overol verde manzana de falda corta, unas medias altas estilo arcoíris y botines cafés. Se creyó bonita, hasta notar el defecto de su ojo derecho y por supuesto, no podía faltar su máscara de mariposa/gato.

- -¡Sayonara! ¡Regreso más tarde!

[...]

Habría transcurrido una semana desde que Noodle estaba con aquella actitud. Ese viernes, la japonesa les preparó el almuerzo al él y a los demás integrantes de la banda, ella quería comentarles algo. Murdoc ya podía asegurar de que se trataba , pero no lo comentó a ninguno. Noodle cocinó un delicioso teriyaki, también para festejar que Russel ya lograba entrar al apartamento.

- - Nee Russel-san, debes seguir comiendo sano para recuperar tu tamaño normal. — Dijo sonriente la chica—. 2D-kun ¿No te gustaron los trocitos de pulpo?

- -No Noods, sí me gustaron, los aparto para comerlos al final.

- -Oh

- - Bien niña—. Habló el líder de la banda terminando de comer—. ¿Qué demonios quieres decirnos? —. Noodle tomada por los nervios introdujo una gran cantidad de teriyaki en la boca.

- -Engogué abayo. — Su respuesta fue inentendible. Murdoc pidió que lo repitiera y tras tragar, la emocionada Noodle lo hizo. — Encontré trabajo.

Todos en la mesa se quedaron estáticos, conmocionados, sin mover un solo dedo observando a la nipona. 2D alzó las cejas en sorpresa, a Russel le faltaban las palabras y Murdoc sintió totalmente seca la boca.

- -¿T-Trabajo Noods? —. Tartamudeó el vocalista.

- - Hai. No es justo que seas el único en mantener la banda y creo que será una experiencia divertida.

- -Oh nena, no tienes necesidad de eso.

- -¡Por supuesto que no la tiene! —. Gritó Murdoc, dando un porrazo a la mesa. Sus disparejos ojos azabaches pararon en el peliazul de la banda, quien de inmediato sintió un escalofrío en toda la espina dorsal. — Tú…

- -¿Y-Yo?

- -¡SÍ TÚ! ¡Sí no fueras un inútil Noodle no hubiera buscado trabajo face-ache!

Murdoc se levantó encolerizado con las manos hechas puños hacia el pobre 2D cuyo rostro de desencajó aterrorizado.

- -¿M-Murdoc? N-No ¡Murdoc no, por favor!

- -¡Murdoc-san no es culpa de 2D-kun!

Pero Niccals hizo caso omiso a las súplicas del chico y la nipona e impactó contra sus puños sin piedad contra el rostro del vocalista, cayó con todo y silla al duro suelo. Murdoc hiperventilaba, lanzó una maldición y se retiró de la mesa. Russel miraba indiferente la escena, Noodle fue en auxilio del vocalista y cuando lo logró levantar, de la boca del magullado se extendió un hilo de sangre que goteó en el suelo.

- -2D-kun…

- -Tranquila amor. — Dijo Stuart forzando una sonrisa. — En mi habitación tengo un botiquín. Además no es nada. — Noodle lo miró preocupada pero no atinó a decir nada.

- -Estuvo delicioso princesa. Tomaré. Tomaré una siesta, luego me voy. — Avisó Russel.

Cuando volvió ella su atención al de cabellos azules, éste ya subía las escaleras temblando. Casi fue a caer, pero la chica lo rodeó con sus delgados brazos.

- -¿Noods? Te dije que-

- -Urusai 2D-kun. — Murmuró la guitarrista, sacando un cigarrillo y un encendedor, y con ese transmisor de nicotina entre los labios subió las escaleras cargando el peso de 2D, hasta la última planta, habitación del cantante.

En la habitación de 2D, Noodle mandó a éste a recostarse en la cama, él obedeció pues parecía no encontrarse muy bien (seguramente, el golpe lo dejó aturdido) se cernió en la cama con ojos entreabiertos, denotando un agotamiento terrible. Noodle entró en el baño privado del vocalista, tomó unas vendas y píldoras, también lanzó el consumido cigarrillo a la basura. Luego fue con el lastimado Stu-Pot.

- -Toma— Indicó a 2D entregándole un vaso de agua con un par de píldoras. El susodicho buscó en ella el cigarrillo ¿Ya lo había fumado? — Supongo que quiere darte una migraña—. El inglés asintió, la nipona tenía razón, el porrazo de Murdoc lo dejó al borde. Noodle conocía lo suficiente de 2D, la fragilidad de su salud, las constantes píldoras para las malditas migrañas que por años ha tenido que consumir.

Noodle limpió la sangre del mentón de Stuart con sumo cuidado, él no le quitó la vista de encima en ningún momento (aunque ella no lo notara mucho pues las cuencas oscuras del peliazul se hallaban semiabiertas). La pequeña Noodle, la nenita japonesa que sólo sabía decir fideo, era toda una mujer de veintidós ¿Cuándo pasó tanto tiempo? Doce años desde que llegó en esa caja de FedEx… y no, no era la misma pequeña nipona la damita que floreció. 2D sabía que por años, Noodle tuvo que estar en el infierno, sin auxilio alguno ¿Quién sabe que cosas pasó? Cuando llegó a Plastic Beach usaba una máscara de la que no se separó jamás. En dos años, nunca vio que le había ocurrido al ojo derecho de la guitarrista. La miró. Llevaba sólo un vestido vinotinto hasta el inicio de los muslos y una medias negras altas. Hoy no llevaba la máscara, sí no un parche pirata que le lucía muy bien.

- -¿Pasa algo, 2D-kun? —.Se había perdido en los suaves movimientos de la nipona por limpiarlo. Parpadeó dos veces, el ojo esmeralda izquierdo lo miraba algo frío y ajeno.

- - Noods… Eres hermosa. — Contestó casi inaudible, pero en el silencio de aquel lugar Noodle le escuchó a la perfección. 2D cerró los ojos dejándose caer en la almohada a un borde la cama, de modo que no presenció el sonrojo que se extendía por todo el rostro de la chica.

- - 2-2D-kun, tengo que terminar de limpiarte.

El peliazul abrió ampliamente la boca, permitiendo el acceso de las cuidadosas manos de Noodle. Ella tomó un algodón, en aquellas encías desnudas donde faltaban precisamente dos dientes delanteros, se hallaban maltratadas por el porrazo. Limpió suave, y otra parte de las encías inferiores también peladas y ensangrentadas.

- -Escupe aquí—. Le acercó una taza en la que el vocalista lo hizo. Ella no le quitó la vista de encima y una vez más, reparó en sus eternas ojeras. Suspiró. — 2D-kun… ¿Por qué lo dejas?

- -Es Murdoc, Noods…

- ¿Y? —. La respuesta no llegó. 2D no dijo nada. Noodle lo miró seria—. Sí lo dejas… puede que un día…

- -No estaría mal.

La de cabello violeta se quedó muda. ¿Cómo podía decir eso? ¿Qué no estaría mal? Sí era…

- -Urusanai 2D-kun… Onegaishimas

Retuvo el llanto. ¡¿Qué sabía 2D lo qué era la muerte?! ¡Nada, absolutamente nada! Se mordió el labio inferior y lo miró con las ardientes lágrimas amenazando por salir. Se las sacudió antes de que brotaran a cántaros. Ya no estaba en situación de llorar más. Levantándose tan rápido cómo pudo, se retiró sin dejar que el pobre mallugado dijera algo más.

Siendo viernes, Murdoc no podía faltar a su bar de mala muerte predilecto. Una camiseta negra de los ramones y unos jeans medio rotos con sus típicas botas, se lamió la mano derecha y se la pasó por el grasiento cabello negro cómo la oscuridad misma. Sonrío con aquellas dagas que posee por dientes y se mandó un cigarrillo a la comisura de los labios.

Dentro del bar, las risas de mujerzuelas y hombres casi tan sucios y desagradables cómo Murdoc coronaban la noche, acompañados del tintineo de las copas y botellas. Niccals se acercó a la barra y una coqueta camarera bien conocida por Murdoc le sirvió un buen vaso de tequila. Tumbado en un taburete se bebió cinco de esos y ocho whiskys, más cuatro cervezas, era una costumbre, su cuerpo acostumbrado estaba de recibir tales cantidades de licor, entonces estaba "relativamente sobrio". Entre su bullero coqueteó con casi todas las mujeres en el bar, tres le dieron sus números de teléfono, otras lo abofetearon.

Y cómo llamar la atención era inevitable para "el gran Murdoc" retó en aquel bar de la muerte a todos los hombres de ahí. La viveza del bajista era alta. Esa noche no se hallaban los fortachones que con un golpe lo dejarían fuera de juego, sí no hombres más flacuchos y obsoletos que él. Venció a todos y regodeó con el triunfo.

- - ¿Qué? ¡¿Nadie puede vencer al gran Murdoc?! JAJAJAJAJA. — Se burlaba bajo las miradas de odio y envidia de los vencidos.

- -Yo puedo vencerte.

- - ¿Eh? ¿Quién es el pobre endeble qué…?

Se quedó callado el seguidor de Satán. Al voltear, un hombre similar a él, con los mismos dientes afilados y el negro cabello elevado hacia arriba, en menor cantidad, la piel más grisácea que verde, se sentó frente a él en la mesa. Murdoc jamás sintió tanta impotencia. El hombre desconocido se sentó frente a él, con aires de superioridad y desafío. Entre la rabia que tomó al no tan ebrio rogaba silenciosamente que fuera cuestión de su imaginación.

- -Hola, Murdoc.

-No era un sueño. Y no era un desconocido.

- Hannibal…


lLamento los errores que puedan encontrar, pero no me da tiempo a revisar el archivo.

Adiós! Hasta una próxima actualización.