Summary:
Mimi es una adolescente que vive tranquilamente en Odaiba, una experta con el arco y que se verá en la necesidad de proteger a todos sus seres queridos cuando una serie de eventos inesperados dan a su vida un giro de 360°, mientras lucha por mantenerse con vida se encontrará con Yamato, un joven muy peculiar que intenta, al igual que ella mantenerse con vida. Juntos buscarán la manera de salir de una sola pieza. Lo que parecía ser una ciudad pacífica terminó convirtiéndose en la peor pesadilla para todos.
Hola, vengo de nuevo con mis historias, esta vez está basada en la ciencia ficción, pronto se irán dando cuenta de que va el asunto, espero que les guste, en esta ocasión la historia es 100% de mi creación, me inspiré un poco en una pareja que shippeo pero la trama salió directamente de mi imaginación.
Aclaratoria: Digimon, si están leyendo esta historia, saben que es propiedad de Akiyoshi Hongo, no me pertenece aunque eso quisiera. Y solo tomo los personajes para completar esta "novela"
ESTA HISTORIA NO TIENE FINES LUCRATIVOS, si alguien les está cobrando por leerla ¡los han estafado! Di no a la piratería (; x
Capítulo 1: strange events
Caminaba por la calle seguida de su hermano pequeño, el día era tan agradable que a pesar de que el invierno se acercaba a pasos agigantados podía salir solo con el suéter de su uniforme. Giró el rostro para observar al niño que la acompañaba, acaba de cumplir 10 años y parecía ser feliz, aun y cuando no tuvo a unos padres que lo cuidaran, cuando apenas tenía 2 años fallecieron durante un viaje de negocios que requería viajar en barco, nunca encontraron sus cuerpos. Ella apenas era una niña de 8 años, aunque no tuvo que soportar todo el peso sola, su hermano Taichi siete años mayor se encargó de toda la documentación junto con sus tíos que siempre los han cuidado.
-¿En qué piensas Mimi?- preguntó el pequeño al notar su mirada-
-En nada- le sonrió despeinándolo- si no apretamos el paso llegaremos tarde-
Se despidió de él con la mano pasando de largo la primaria, siguió caminando cuatro cuadras hasta divisar el edificio de su preparatoria y casi al instante el timbre la obligó a salir disparada hasta el salón. Atravesó la puerta del aula aliviada de que aún no apareciera el maestro y se sentó sobre la mesa junto a sus amigos Miyako Inoue, Ken Ichijouji, Sora Takenouchi, Meiko Mochizuki y Koushiro Izumi, acomodándose la falda del uniforme; platicaban animadamente sobre los extraños ataques que se habían estado dando en la ciudad, algo relacionado con animales salvajes y drogadictos agresivos con tendencias caníbales.
-Por poco y no llegas- Interrumpió la plática Koushiro dirigiéndose a la recién llegada.- ¿Takeru volvió a quedarse dormido?-
-Levantar a ese niño es como mover una pared, igual que su hermano- rezongó mientras sacaba una manzana de la mochila- ¿De que hablaban?- cuestionó mordiéndola.
-Ken cree que algo muy raro está pasando- respondió Sora con incredulidad- solo porque han desaparecido algunas personas y otras han sido encontradas con mordidas, como si les hubieran arrancado la carne-
Ken negó con la cabeza ante su comentario y lanzó un periódico sobre la mesa en el cual se podía leer "Muere indigente, posible ataque animal". Observó la imagen detenidamente por unos momentos, el cuerpo estaba destrozado como si un oso hubiera decidido usarlo como saco de box pero las mordidas en algunas partes parecían ser de una dentadura humana, la forma de media luna y las marcas la hacían dudar de que tuvieran la razón, ¿Cómo había llegado un animal hasta ahí? ¿Cómo es que nadie lo vio? Le regresó el pedazo de papel.
-Ese periódico está mal- aseguró mirando a sus amigos- fíjense bien, esas marcas son de dientes humanos, la simetría de la mordida y la forma de media luna, un animal no deja esas marcas-
Todos guardaron silencio asimilando la información hasta que Meiko comenzó a reírse diciendo que tenía una imaginación muy grande. Simplemente se encogió de hombros y siguió comiendo, podían creer lo que se les diera la gana, para ella eso no había sido un ataque animal.
Poco después entró el maestro poniendo orden y se vio obligada a prestar atención. Durante el transcurso del día ninguno hizo referencia a las noticias que circulaban y los jóvenes preferían ignorar los asuntos que no les concernían directamente, todos entraban y salían sin decir nada hasta que la clase de biológica impartida por el señor Ferres, la última de ese día, terminó y antes de que pudieran recoger sus cosas dio un pequeño discurso sobre el tema.
-Jóvenes, sé que muchos de ustedes estarán enterados de las noticias que están rondando últimamente, aun no se sabe nada sobre el asunto por lo que se les pide sean cuidadosos en las calles, no lleguen tarde a casa y procuren no estar solos.-
Terminaron de recoger sus cosas agradeciéndole antes de salir rápidamente, apenas era las 1 de la tarde, su hermano salía en 15 minutos así que debía ir por él y después preparar la comida para los 3, desde que sus padres ya no estaban ella era la encargada de las compras y preparar la comida. Los demás caminaban a su lado, Meiko opinaba que deberían ir al cine mientras Ken y Koushiro optaban por el Gotcha, el campo de Gotcha era su lugar favorito para pasar el rato desde que entraron a la preparatoria, aunque a las chicas les molestaba que siempre terminara en el equipo contrario, Ken siempre procuraba tenerla en su equipo al ser buena en eso. Continuaron discutiendo hasta llegar a la primaria.
-Si vamos al Gotcha exijo tener a Mimi de mi lado- Intervino Miyako- estoy cansada de perder siempre-
-Lo decidiremos justamente- Aseguró Ken-
-Piedra, Papel o tijera- los seis expresaron en voz alta conteniendo la risa-
-Ustedes chicos son muy tontos- aseguró Takeru provocando que Koushiro le revolviera el cabello
-Vale, lo resolveremos allá-Mimi miró su reloj- tenemos que irnos, nos vemos a las 3.
Manejaba su Jeep Wrangler 2015 rumbo a la ciudad que se le había asignado para ingresar al regimiento, desde que había cumplido los 17 años había estado en una academia militar con el propósito de convertirse en parte del ejercito del país, al igual que su padre, claro que le había costado mucho trabajo dejar a su hermana por dos años a cargo de la única tía que tenían, que además era muy vieja. Pero ella era inteligente y logró arreglárselas durante ese tiempo, ahora estaba en el asiento del copiloto cambiando la estación de radio hasta encontrar una canción que le agradase y observando la naturaleza, y él, con tan solo 19 años, estaba en camino de su nuevo trabajo. Desde el momento que recibió una carta donde lo aceptaron dentro del ejército, sin pensarlo dos veces, hizo maletas y salieron a su nuevo hogar.
Observó de reojo a la pequeña, apenas tenía 9 años pero ya se comportaba como una mini adulta.
-¿Vas a extrañar a la tía, Hikari?- preguntó revolviéndole el cabello-
-No- respondió feliz- La tía no me hacía mucho caso, no jugaba conmigo como tú, solo comía y dormía. Como un oso-
-Bueno, jugaremos mucho en nuestra nueva casa- aseguró conteniendo la risa- y tendrás muchos amigos.
-¡Sí!- exclamó emocionada.-
Llegaron hasta una de las colonias del lugar. Odaiba, según recordaba se llamaba la pequeña ciudad, era un lugar muy tranquilo, las personas paseaban por las calles saludándose e incluso a ellos, que eran unos completos desconocidos, los recibían con una sonrisa, la base militar se encontraba en las afueras, pero no se preocupó mucho por presentarse ya que su ingreso oficial ocurriría dentro de unas semanas, por el momento se dedicaría a recorrer la ciudad y llevar a su hermana a pasear.
Al día siguiente, cuando todas las cajas estuvieron dentro de la casa, y la mayoría de los objetos en su lugar los dos hermanos se tumbaron en el sillón observando la pared con la fotografía enmarcada de sus padres.
-Yamato- Hikari llamó su atención- Los extraño-
La miró por unos momentos con el corazón comprimido, sus padres habían fallecido hace 4 años, cuando apenas tenía 15 años, y ella cinco, desde entonces solo se tenían el uno al otro. La abrazó por los hombros y besó la cabeza.
-Yo también- murmuró- pero sé que ellos estarían felices de vernos llegar hasta aquí, y estoy seguro que en este momento estaríamos yendo a algún lugar para conocer mejor la ciudad-
-¡Vayamos al parque!- exclamó levantándose de golpe y estirándolo hacia la puerta- vamos, vamos, vamos-
Entraron al auto y recorrieron hasta el centro de la ciudad donde observaron el gran campo de Gotcha, miró a su hermana con los ojos brillantes, no podía perderse la oportunidad de entrar a uno cada que podía, se estacionó y le prometió llevarla después de una pequeña sesión de entrenamiento. Al final Hikari aceptó con un pequeño mohín.
Escuchó al pequeño contarle lo que había pasado en su escuela ese día, todos hablaban de los ataques de animales pero nadie estaba preocupado ya que según contaban los chismes se había identificado y asesinado al animal.
Preparó rápidamente la comida dejando 3 platos en la mesa y esperó ayudando a Takeru con su tarea a que llegara Taichi. Veinte minutos después apareció dejando un maletín en el sillón y besando la frente de Ambos. Le sonrió con ternura al sentarse a la mesa.
-¿Qué tal el trabajo?- cuestionó Mimi-
-Nada fuera de lo normal- respondió mordisqueando un pan- ¿Y ustedes?-
-Lo de siempre- respondió Takeru- la única novedad es que todo mundo anda vuelto loco por lo de los ataques de animales-
-En la preparatoria pasa lo mismo- intervino su hermana sin darle mucha importancia- Aunque insisto en que no son animales-
-Pienso lo mismo- Taichi asintió señalando el periódico en la mesa de la sala- y es poco creíble la nota-
-La pregunta es ¿Quién estaría tan loco como para atacar a mordidas a alguien?- la chica estaba pensativa- me gustaría poder investigarlo.
-Creo que para eso te falta 1 año de preparatoria y 5 de licenciatura en criminología-
-No te burles- le saca la lengua- algún día seré una gran criminóloga-
Continuaron charlando hasta que casi se dieron las 2:30. Mimi subió a su habitación para cambiarse su feo uniforme por unos vaqueros entubados, una blusa de tirantes negra, sobre ella, una blusa azul de vestir sin abotonar, una chamarra verde con negro, sus botas de cuero café de tubo alto y una bufanda blanca. Bajó las escaleras a saltos mientras su hermano mayor la observaba.
-¿A dónde vas?- tenía un montón de papeles regados en la pequeña mesa entre los sillones y dividía su atención entre ellos y su hermano.
-Al Gotcha- respondió tomando una bolsa de correa larga- y de ahí iré a practicar un poco tiro con arco- se acercó para besar la cabeza del pequeño y la mejilla del mayor- volveré para la cena, asegúrate que Takeru haga sus deberes-
-Oye, no soy un niño- se quejó el menor con un mohín-
-Seguro campeón- le guiñó el ojo-
-No te preocupes, sal y diviértete- le tendió un billete- y ten cuidado, no te fíes de nadie que no conozcas y mantente alejada de los problemas-
Asintió mientras salía de la casa pensativa, sus hermanos era la única familia que tenía aparte de sus tíos, y a decir verdad no era que fueran precisamente hermanos, Taichi era hijo biológico de los señores Yagami, mientras ella fue adoptada después de que sus padres murieran en un accidente de auto cuando era muy pequeña, ni siquiera los recordaba y lo mismo pasó con Takeru, su madre había fallecido al dar a luz por lo que los señores Yagami decidieron adoptarlo, de modo que cada uno era diferente de los otros, no solo en los apellidos. Taichi Yagami era un chico muy alto, con su cabello marrón oscuro alborotado, ojos como el chocolate y de cuerpo bien torneado a pesar de no parecer muy musculoso, cuando lo veía era como si estuviera frente al señor Yagami pero más joven, conocía diferentes tipos de artes marciales y manejo de armas, su padre, lo había entrenado bien; Takeru Takaishi, heredó la rubia cabellera y los ojos azules de su madre, era apenas un poco más bajo que el mayor, posiblemente en algunos años su altura alcanzaría a la de su hermano, era un chico dulce e inocente, de vez en cuando Taichi lo llevaba a campos de tiro al blanco pero su conocimiento sobre el tema era limitado.
Por ultimo Mimi Tachikawa, la única mujer y a quien más cuidaban sus hermanos, su parecido con su madre era sorprendente, las mismas facciones finas, el cuerpo delgado y pequeño como si fuera una muñeca con la que no se puede jugar brusco, y por supuesto el largo y sedoso cabello color chocolate y sus ojos como el color del topacio. Taichi se había encargado, como lo hizo su padre con él alguna vez, de pagar todo tipo de clases especiales para aprender defensa personal, artes marciales, etc. Viendo su aspecto nadie podría creer que alguien tan menuda podría romperle el cuello en dos segundos a su atacante. De todas las clases a las que asistió el tiro con arco y tiro al blanco fueron sus favoritas.
Fueron unidos por una pareja maravillosa, si no fuera por ellos habrían sufrido demasiado, fue por eso que le dolió demasiado su muerte, como si su destino fuera que todas las personas a las que amaba murieran. Suspiró hasta que divisó a sus amigos frente al letrero "Campo de Gotcha" jugando piedra, papel o tijeras para decidir quién se iba con ella.
-¿En serio?- cuestionó divertida- Chicos tenemos 16 años, hay formas más maduras de resolver esto-
-¡Uy! pues perdón miss madura- gruñó Miyako concentrada en el juego.
-¡Que comience el duelo!- gritó Koushiro entusiasmado-
-Alguien tiene que dejar de ver Yu-Gi-Oh- Canturreó Meiko arreglándose el cabello, de todos ella era la más preocupada por su imagen.
Después de 15 minutos de "duelo" resultó, como siempre, ser la seleccionada para ir al equipo de chicos, se colocaron el uniforme verde militar, el chaleco, guantes y demás protecciones para el cuerpo, los hombres llevaban puesto su máscara protectora mientras las chicas las sujetaban en la mano al caminar. El campo, era enorme, casi del tamaño de un estadio y había otras pocas personas jugando.
-¡Rayos!- Exclamó Mimi sujetando su bolsa que había olvidado guardar en el locker-
Dejó la careta en manos de Sora y regresó sus pasos, volvió el rostro para decirle algo a sus amigos chocando con uno de los jugadores y perdiendo el equilibrio. Antes de que cayera la sujetó del brazo equilibrándola. Lo miró unos momentos, sin poder reconocer nada más que sus peculiares ojos bicolor, el derecho dorado, como la miel y el izquierdo de un azul tan intenso como el del mar. En cuanto notó que no caería soltó su brazo.
-Hermano ¿Ya vas a entrar?- la dulce voz de una niña la regresó a la realidad
-Gracias- Murmuró antes de seguir su camino.
El chico la observó con curiosidad, especialmente porque iba preparada para entrar al campo, se veía tan menudo y delicada que era imposible imaginarla empuñando un arma o con habilidades de lucha, parecía muñeca en la tienda equivocada. Llevaba su larga cabellera castaña recogida en dos coletas bajas, como una niña. Se alejó hasta colocarse en una parte donde no hubiera personas pero pudiera observarlos a todos. Poco después regresó corriendo y una de las chicas del grupo, sus amigos probablemente, le lanzó la careta que atrapó al vuelo poniéndosela, se colocó en un lado de los dos hombres que las acompañaban y dieron comienzo al juego. Se detuvo unos segundos a verlos, las chicas del equipo contrario se movían por instinto al no querer que las golpearan con las capsulas de pintura, solo una de ellas parecía mantener un leve control de lo que hacía. En cambio los otros tres se veían más seguros y decididos, especialmente la castaña que les daba indicaciones para separarse, se movía como un leopardo al acecho, se percató de que sujetaba el arma como un profesional, lo que demostraba su conocimiento sobre el tema. Los dejó momentáneamente para centrarse en su propio entrenamiento, que tuviera unas semanas libre no era motivo para descuidarse.
Hizo ejercicios básicos durante 15 minutos hasta que un grito de júbilo lo distrajo. Se volvió justo a tiempo de ver como uno de los chicos levantaba en el aire a la castaña y esta reía abiertamente, aunque no podía ver su rostro. En cuanto la bajó esta dijo algo y los demás se pusieron en guardia. El equipo perdedor contó hasta 3 y los ganadores salieron en diferentes direcciones. Los chicos eran buenos pero nada comparado con la rubia que se barría en el piso, saltaba toneles volcados y se balanceaba entre los tubos para ocultarse tras otro pedazo de metal, sabía cuándo cubrirse y cuando atacar, los chicos decidieron una alianza contra ella y ni así lograron tocarla. Rápida y certera salió de su escondite disparando a ambos sin cometer un error, en cuanto vio el juego ganado se quitó la careta con una sonrisa y sus ojos brillando como el topacio líquido.
La chica sonrió a sus amigos mientras salían del campo de Gotcha, desde pequeña le había gustado todo lo relacionado con armas y las clases de tiro al blanco en las que había estado le fueron de mucha utilidad, hasta el punto de considerar inscribirse en la licenciatura en criminología o algo relacionado a eso, su sueño era ingresar a la SWAT pero lo que más le gustaba era el arco, tensar la cuerda, soltar la flecha y verla volar hasta el objetivo. Se cambió siguiendo a sus compañeros y se despidió de ellos antes de salir, esperaría un poco para ir al campo de tiro con arco.
Mientras descansaba observó al chico que la había ayudado, parecía un experto en lo que estaba haciendo, sujetaba el arma con seguridad y no dudaba al apuntar a sus blancos, mientras rodaba en el piso, sus tiros eran limpios, certeros y se movía con la agilidad de alguien que hacía eso seguido, trepaba sogas sin dificultad y dejaba caer desde alturas considerables. No podía apartar la mirada por más que quería.
Después de un tiempo sus miradas hicieron contacto, o eso creyó al no poder ver detrás del plástico de la careta a esa distancia. Sintiéndose un poco incomoda se dio la vuelta y se dirigió al siguiente campo. Asistía más por gusto que por deber, desde hace un año que el maestro le había dicho que no era necesario ir más, ya había aprendido todo lo necesario pero le gustaba tanto que cada que tenía oportunidad pasaba por ahí. Tomó su arco del locker, el cual amaba al ser un regalo especial de su padre, arco de Howkeye de colección, debería estar en una caja, guardado y protegido, pero prefería usarlo, para ella era como tener a su padre cerca. Se colocó el carcaj a la espalda junto con el protector de brazo, dragonera y dactilera.
Dentro del campo solo se encontraba su maestro y un chico de unos 13 años, los saludo con la mano dirigiéndose hasta la diana y posicionándose para tirar. Abrió sus piernas colocándolas de forma perpendicular al blanco, bajó el arco sacando una flecha de su carcaj y fijándola en la cuerda con el culatín, su dedo índice sobre la flecha, el anular y medio debajo. Respiró profundamente una vez antes de levantar el brazo sacando el arco de forma vertical apuntando al blanco, acercó la mano con la cuerda y la flecha hasta su rostro, cerca de la esquina de su boca, apuntó y la soltó relajando los dedos de la mano, salió volando a toda velocidad ensartándose en el blanco. Tiro limpio y perfecto.
-Excelente- felicitó su maestro, el señor Genai- si quisieras podrías quitarme el trabajo en un segundo- bromeó-
-No me tiente- respondió con una pequeña risa, desde que entró a su escuela la había visto como una hija-
El resto de la tarde el señor Genai mantuvo su atención dividida entre el chico y ella, que pasó todo el tiempo lanzando flechas a la diana desde diferentes distancias, 4, 8, 15 metros, cuando ya no quedaba distancia que abarcar su maestro decidió que sería bueno intentarlo con "objetos en movimiento", que en su lenguaje significaba "Patos de goma" lanzados al aire por él. El ejercicio no supuso mucho problema y al final se sentaron los tres a descansar antes de irse, eran las 9 de la noche y la ciudad se encontraba ya a oscuras.
-Mimi, insisto, pronto podrás robarme el trabajo así que antes de que eso pase déjame hacerte una oferta…-
-Señor, jamás le robaría su trabajo- aseguró apenada-
-Lo sé, es broma, salvo lo de la oferta, quiero que trabajes aquí y ayudes a los novatos- dijo con una sonrisa-
-Lo pensaré- se puso de pie de un salto y se dirigió a los locker para dejar el arco-
-Será mejor que se lo lleven- el maestro también se puso de pie- han estado pasando cosas extrañas y el cielo ya está oscuro, lo mejor será que lo lleven con ustedes-
-pero no podemos usarlo, sería ilegal.- miró dudosa el arco negro que tenía en sus manos.
-No si es en defensa propia- les sonrió guiándolos a la puerta de salida.
-¿Usted también cree que es un animal?- preguntó la chica curiosa- ¿Qué clase de animal haría eso?-
-Dudo mucho que haya sido un animal, no tengo la menor idea de que sea pero por precaución siempre carguen con que defenderse-
-Por supuesto un arco es lo bastante discreto para que nadie lo note- bromeó-
-Será mejor que se marchen ya, no quiero que se les haga más tarde- bajaron los escalones- tengan cuidado-
Después de ese pequeño entrenamiento en el gotcha cumplió su promesa a su hermana y la llevó primero a un pequeño tour en las instalaciones del campo y después abordaron el Jeep nuevamente para dirigirse al parque, que según la mujer que atendía ahí, era el mejor para los niños con sus juegos y áreas verdes.
-Unas carreras- gritó Hikari corriendo del Jeep hasta el parque-
-¡Es trampa, no contaste!- gritó siguiéndole los pasos a la niña
Corrió dándole un margen de ventaja y la alcanzó momentos después levantándola del suelo y dándole vueltas en el aire hasta que se dejaron caer en el pasto entre risas.
-Bien ¿Qué quieres hacer?- cuestionó el mayor
-Primero quiero un helado-
Durante el día se dedicaron a pasear por el parque y montar todos los juegos y resbaladeros como si fuera un niño más, las personas los observaron con curiosidad, seguramente parecía un padre con su hija y estarían pensando que era muy joven para tener una hija tan mayor. Continuó sin darle importancia, mientras su hermana estuviera feliz el haría el ridículo. Se dieron las 8 de la tarde y el cielo comenzó a oscurecerse.
-Será mejor que volvamos a casa- tomó su mano y caminó hasta el aparcadero-
El lugar estaba casi vacío, nada que ver con la tarde, el aire soplaba un poco helado provocándole una sensación desagradable, acercó un poco más a su hermana justo en el momento que el aire atrajo el olor a podrido de la basura.
-Qué asco- murmuró la pequeña tapándose la nariz-
Siguieron caminando hasta que el auto estuvo cerca. Cuando abrieron la puerta y abordaron divisó a dos personas que se tambaleaban entre los arbustos. Suspiró, al parecer estar fuera de servicio no le impedía a su conciencia intervenir.
-Espera aquí- dijo a su hermana saliendo del auto.
Caminó hasta acercarse a las personas y no pudo evitar taparse la nariz con la mano, el repugnante olor provenía de ellos. Habló gritando un poco para que la mano no amortiguara la voz pero parecía que no lo escuchaban.
-Este lugar no es para que estén bebiendo ni haciendo sus estupideces, será mejor que se alejen- ordenó con su tono militar-
Los dos hombres se detuvieron momentáneamente emitiendo gruñidos antes de continuar avanzando, arrastraban los pies y su estabilidad le preocupaba. Se acercó más hasta que la luz le permitió verlos con claridad. Su garganta se resecó y sintió que el estómago se le revolvía hasta querer vomitar. Decidió que lo mejor era no meterse en problemas llevando consigo a su hermana y les dio una advertencia más antes de regresar al Jeep dudando de lo que veía.
-¿Están ebrios?- cuestionó Hikari mirándolos- creo que no pueden ni caminar-
-Sí están ebrios- mintió- a pesar de ser un lugar tranquilo hay que tener cuidado- arrancó mirándolos por el retrovisor-
Hasta el momento no se había detenido a pensar en lo peligroso que podría ser salir en la noche con todos esos eventos raros, el chico con el que salió parecía bastante nervioso, volteaba a todos lados como si esperase un asalto, le sonrió con ternura y le ofreció llevarlo a su casa, tranquilizándolo notoriamente. Durante el trayecto de ida todo estuvo tranquilo, el niño parecía ser bastante dulce, aunque claro que no entendía nada sobre un juego de cartas o algo así del que hablaba, cuando giraron en una esquina sus padres ya lo estaban esperando, le agradecieron y se retiraron a su casa. El aire comenzaba a soplar frío, presagio de que pronto entraría el invierno.
El trayecto de regreso fue otra historia, supongo que el chiquillo le contagió su nerviosismo porque no paraba de mirar en todas direcciones, instintivamente sujetó el arco y sacó una flecha del carcaj, respiró profundamente para tranquilizarse, solo faltaban 3 cuadras para llegar a su casa, 3 eternas cuadras… intentó mantener la calma.
Caminó como si nada pasara pero sus instintos le decían que corriera lo más rápido posible, no sabía si era producto de su imaginación o de los extraños sonidos que provenían del parque por el que estaba pasando, además de eso habría que agregar el olor a podrido, como si nadie hubiera recogido la basura por 2 meses, miró de reojo hacia los árboles del parque y descubrió a un hombre, posiblemente indigente, que arrastraba los pies y se movía como si estuviera ebrio.
-¿Hola?- saludó dudosa- ¿Necesita ayuda?-
El hombre no respondió, solamente siguió su lento avance hacia donde se encontraba y mientras más avanzaba el olor a podrido aumentaba. Colocó la flecha en la cuerda y fijó el culatín, sin pensarlo dos veces lo elevó apuntando hacia él.
-¿Se encuentra bien?- cuestionó con la voz temblorosa-
La luz permitió verlo brevemente, estaba pálido y sus ojos estaban blancos, como si estuvieran velados, y una gran marca de mordida asomaba de su hombro. Destensó el arco algo aturdida, el hombre seguía avanzando, el olor aumentaba… antes siquiera de saber que estaba haciendo salió corriendo. Entró a su casa agitada.
Subió a su habitación para ponerse la pijama y se sentó en la cama observando el arco ¿Qué rayos había sido eso? Era prácticamente imposible que lo que acababa de ver fuera real, posiblemente su imaginación o algo relacionado con la luz, ese hombre no podía… pero parecía… muerto. El sonido de alguien tocando la puerta la sacó de sus pensamientos. Retrajo el arco guardándolo dentro de la mochila y colocó algunas flechas antes de que su hermano mayor entrara.
-¿Por qué no avisaste que habías llegado?- cuestionó sentándose en la cama-
-Se me pasó, lo siento- mantuvo la mirada en la colcha-
-¿Pasa algo?- la conocía perfectamente, cuando rehuía su mirada quería decir que algo andaba mal-
-Nada solo… estoy cansada- mintió-
-Bien-
Antes de que se pusiera de pie sujetó su brazo obligándolo a sentarse otra vez, no le gustaba ocultarle nada a su hermano.
-Yo… creo que me volví loca- dijo en voz baja
-Cuéntame-
Narró su travesía para dejar al niño en su casa, los ruidos extraños de la persona y como parecía más muerto que vivo. Todo el tiempo la escuchó atentamente sin interrumpir o mandarla por un tubo. Asentía como si comprendiera
-Quizá estaba borracho- respondió serio- y si era indigente es lógico que el olor fuera porque no había tenido ocasión de asearse, sabes que ellos no tienen lo que tu- colocó su mano sobre su cabeza y la despeinó- descansa hermanita. Recuerda que Odaiba siempre ha sido muy tranquilo.-
Suspiró al verlo salir del cuarto, sabía que nadie le creería, incluso ella dudaba de que fuera cierto, Taichi debía tener razón, solo fue producto de su imaginación y el pobre hombre no era culpable de no poder asearse. Un escalofrío recorrió su espalda.
Fin del primer capítulo.
¿Qué les pareció? Estoy segura que más de uno ya sabe de qué va esta historia, quiero aclarar que no va a ser, por el momento, una novela romántica, estará centrada en la acción, pero espero que sea de su agrado, denle una oportunidad, sé que no es lo que muchos buscan pero me parece interesante hacer algo más… ¿Rudo?... la verdad es que tengo planeado publicarla en otro lugar con nombres de mi propia creación pero aunque ustedes no lo crean mi cerebro no coopera si no utilizo a los personajes de Digimon :p
Si les gustó dejen su comentario, espero leernos pronto ya que tengo 8 capítulos de los 10 posibles (aún está en veremos que se extienda). Tengo planeado subir un capitulo cada 2 semanas si es posible, si quieren saber más de esta historia háganmelo saber n.n/
Frase de la semana: Las cosas buenas pasan a quienes las esperan, las mejores a quienes luchan y van por ellas.
Nos leemos luego.
By: Ella Tsukino (: x
