Notas iniciales: Antes que todo, la imagen no es mía, no sé quien es su autor porque la guardé de un grupo de YOI en face, si el autor se aparece por aquí por favor pronúnciese y le daré todos los créditos.

Bueno, Yuri on Ice tampoco es mío. Los personajes corresponden a Mitsurō Kubo, al estudio MAPPA bajo la dirección de Sayo Yamamoto. Yo tomo los personajes para mera diversión, sin ningún fin comercial.


Capítulo 1: Adiós Makacchin.

Carta n° 1 Hasetsu, Japón

He decidido llevar un registro de mis ideas y emociones para poder digerirlas. Todo ha pasado demasiado rápido. Hace un año estaba preparando todo para regresar a Hasetsu luego de terminar la universidad, buscando escapar de la realidad del fracaso. Hace 10 meses nunca me imaginaría que conseguiría la medalla de plata en el GPF, menos con el apoyo y entrenamiento de mi máximo ídolo, Viktor Nikiforov… qué idílico, ¿no?

Menos aún pensaría hace 8 meses atrás que lo conocería en mi propia casa, ofreciéndose a ser mi entrenador… y menos la relación que se formó entre nosotros. Siempre lo admiré, quería patinar como él, llegar a ser tan perfecto como él… pero también lo amaba y nunca nadie me parecía tan perfecto como él para interesarme. Ahora estamos juntos, aunque a la distancia. Viktor decidió regresar a Rusia para entrenar y me ofreció ser mi entrenador a la vez, yo estoy en Japón disfrutando de las fiestas, quería ver a mi familia antes de partir. Me voy a Rusia, para estar con él.

Dejaría todo lo que tengo para estar 1 segundo con él.

Me iré a dormir, mañana sale mi vuelo a San Petersburgo. Espero no tener problemas con el idioma, pues Viktor no podrá ir a buscarme al aeropuerto. Todavía todo me parece un sueño del que no quiero despertar nunca.

...


Estación de trenes de Hasetsu

–Mamá, papá, gracias por todo su apoyo –murmuró Yuuri mientras hacia una reverencia a sus padres. Llevaba consigo su clásico abrigo café, a sus costados una maleta y una mochila de camping. Su madre, rompiendo el protocolo, lo abrazó con fuerza, sorprendiéndolo–. ¿Mamá?

–Queremos que seas feliz Yuuri, aun cuando tu felicidad esté en otro país –Hiroko se separó de su hijo y le brindó una cálida sonrisa.

–Gracias mamá –soltó un susurro contenido, mientras sus ojos brillaban de emoción.

–¡Esfuérzate al máximo por Hasetsu! –exclamó Toshio con gran entusiasmo.

–Papá –susurró con nostalgia el joven patinador.

–Y también tráenos clientes –el rostro de Yuuri cambió a aturdimiento–. ¡Recomienda Yutopia a todos tus amigos!

–Aja, claro, jeje….

–Cuídate hijo, te amamos.

–Volveré para los nacionales –mencionó con energía el joven patinador, para luego cruzar el torniquete. Volteó hacia la estación y vio que sus padres seguían ahí, haciendo señas con sus manos. Levantó su mano en señal de despedida y se dirigió al andén. Una pequeña lágrima escapó por su mejilla, la corrió inmediatamente de su mejilla. De pronto sintió un escalofrío, la idea de regresar a su casa pasó fugazmente por sus circuitos neuronales. ¿Por qué? Qué curioso, si tenía tantas ganas de ver a Viktor.

–Debe ser el miedo al cambio, me pasó lo mismo cuando me mudé a Detroit.

–"Esta vez no es lo mismo" creyó escuchar dentro de su cabeza.

Sacudió su mano cerca de su rostro, como espantando esas extrañas ideas. Pero la incomodidad permaneció durante el recorrido, haciéndose un poco más fuerte al llegar al aeropuerto. Incluso sintió como su estómago se encogía.

Sin embargo no pudo prestarle más atención debido a que un conjunto de personas se acercaron a pedirle fotografías, distrayéndolo completamente.


–¡Yuuri! ¡Am…! –de pronto apareció el castaño caniche del patinador ruso–…. ¡Ma…k…in …n…! ah-ho… no… –se escuchaba realmente mal la señal. De pronto Makacchin empujó la computadora de la mesa, botándola al suelo.

–¡Viktor! ¡Viktor! –Yuri vio como la computadora era levantada, viendo difusamente el rostro preocupado de su entrenador– ¿me escuchas?

–...ri… ¿m-me o…?

–Viktor espera, levanta tu pulgar si me oyes bien.

–¿Q-qué?

–¡Si me escuchas levanta la mano!

–Esp….ra v-voy a v…r … i…rnet…

–¿Qué? –y de pronto se cortó la señal–. ¡Viktor! Aghh –musitó molesto–. ¿Por qué siempre tengo problemas con Skype cuando hablo con Viktor? Con Phichit-kun no tengo ningún problema, y eso que él está en Tailan… –el sonido de llamada de Skype lo interrumpió, Yuri aceptó la llamada.

–¿Ah-hora s-sí? –se escuchaba más fluido que antes, pero aun entrecortado.

–¡Sí! ¿Tú me escuchas?

–¿Qué?

–¡¿Me escuchas?!

–Yuuri, ¿es necesario gritar? –de pronto apareció Mari, la hermana de Yuuri, con el entrecejo ligeramente fruncido.

–Ah, perdón… no fue mi intención –Mari miró la pantalla y vio que Viktor la saludaba animosamente con la mano.

–¡Konichiwa Mari-chan! –saludó en un acentuado japonés, Mari levantó su ceja derecha, devolvió el saludo con la mano.

–Parece que la señal en Rusia no es muy buena –comentó por lo entrecortado que se escuchaba, aunque era entendible–. Trata de no gritar tanto, tenemos huéspedes.

–Sí, lo siento –dicho esto se retiró.

-¡Yuuri!

–Viktor, ¿me escuchas?

–¡Sí! –dicho esto empezó a reír.

–¿Qué pasa?

–Siempre tenemos problemas con Skype.

–Jaja, sí. Skype no está de nuestro lado.

–Tuve que reiniciar mi internet, eso parece que arregló todo. Cuéntame, ¿cómo estás?

–Yo bien, ¿y tú?

–Extrañándote mucho.

–Yo también te extraño mucho.

–Yuuuri –el japonés sonrió al escuchar al ruso susurrar su nombre con ese tono cantarín que tanta ternura le generaba–. Quiero verte, necesito tenerte cerca. Quiero abrazarte, besarte, tocarte y mimarte, ¿cuándo vendrás?

–Dentro de poco.

–¿Cuándooo? –exclamó tortuosamente, el japonés rio al ver su rostro de desesperación fingida.

Jjajaja, Viktor, eres un tonto.

–Pero soy TU tonto –le mostró el anillo de compromiso, alias "amuleto", el cual brilló intensamente.

–Jajjaja –Yuuri rio con ganas, mostrándole su anillo también.

–Para siempre –mencionó el ruso para luego mandarle un beso. Yuuri se lo devolvió.

–Ok, no quería decirte ahora, pero ya compré el boleto.

–¡¿Ya lo tienes?! –el pobre ruso casi se cae de la silla al oír esa declaración.

–Sí, Viktor sí. Llego el 12 de enero –de solo pensar de volver a ver a su querido ruso platinado, unas lágrimas de emoción escaparon de sus ojos.

–Ohh Yuuri –Viktor se llevó una mano a su rostro, se veía que sonreía emocionado.

Se quedaron hablando un largo rato, hasta que al pelinegro empezó a afectarle el sueño. Se despidieron, aunque Viktor no se veía muy feliz con la decisión. Él quería seguir hablando con su prometido. Cuando cortaron la señal, Yuri soltó un suspiro.

–Viktor puede ser muy demandante a veces –suspiró mientras se quitaba los lentes. Se colocó su pijama y se tiró a su cama. Conocía a Viktor, él no era muy expresivo con el enojo, más bien se colocaba muy serio. Nunca lo había visto alterado, ni siquiera cuando no le salían los saltos o se le olvidaban los pasos y tenían que repetirlos una y otra vez.

Se durmió pensando en su prometido, en su sonrisa, en sus hermosos ojos, en sus adictivos labios y sedosa piel…

-Mmmhh V-Viktor ...


...

San Petersburgo. Después del Nacional Ruso.

–¡Yuuri! ¿Cuántas veces tengo que decirte que no salgas de casa si no vas conmigo?

Fue lo primero que escuchó el joven patinador japonés Yuuri Katsuki al volver a la casa que compartía con la leyenda viviente Viktor Nikifovor. Viktor estaba molesto, tenía una mano en la cintura y la otra levantaba el teléfono de Yuuri

–Más encima te vas sin teléfono, ¿cómo te ubico si te pasa algo?

–¡Déjame ya! –le gritó hastiado, corriéndolo de encima. Sin embargo, el patinador ruso lo arrimó contra una pared, haciendo presión sobre sus muñecas.

–¿Cómo no entiendes que necesito saber dónde estás?

–¿Por qué me tratas como tu propiedad? ¡No quiero vivir enjaulado! –un sonido sordo retumbó en toda la habitación.

Yuuri miró a Viktor anonadado, sentía la mejilla ardiendo luego de la fuerte abofetada que le propinó su prometido. Se llevó la mano a la zona para apaciguar el dolor, pero había calado más profundo… le quebró el alma.

–¡No me grites! Rusia no es seguro como Japón, ¿acaso quieres perderte o algo así?

–M-me prometiste… que nunca más… –le temblaba el labio inferior, un nudo en la garganta le impedía hablar correctamente, a la vez que las odiosas lágrimas querían aparecer una vez más.

La mirada de Viktor cambió a una de sorpresa y pasó rápidamente al arrepentimiento.

–Yuuri lo siento. No quería, no fue mi intención…

–¡Me prometiste que nunca más me levantarías la mano!

–Lo siento, me enojé, pero no quería hacerte daño –el japonés lo apartó de un tirón y se fue corriendo al baño–. ¡Yuuri! –Viktor corrió detrás de él pero no pudo alcanzo, el japonés le cerró la puerta en la cara.

–¡Déjame!

El ruso podía escucharlo llorar, cada lágrima que su amado derramaba era un cuchillo afilado que apuñalaba su alma, haciéndolo sentir miserable. Le ardía la mano, pero sabía que lo que él sentía no era nada en comparación a lo que el extranjero sentía.

–Perdón, Yuuri perdón. Nunca más, nunca, nunca más –se apoyó en la puerta, intentando no llorar.

Pasaron largos y tortuosos minutos donde el eco del llanto los acompañaba.

–M-me voy –susurró entrecortadamente el japonés.

–¿Qué?

–Me regresaré a Japón, no quiero nada más contigo.

...


Carta N° 2 Hasetsu, Japón

Desde mi exitosa presentación en el GPF, decidí mantenerme en forma para poder seguir patinando competitivamente por un año más, ¿seguiría? Quizás, no lo tenía muy claro, pero no había aventura más emocionante que la que no sabes cuándo terminará. Es… como la vida en sí.

Todos los días a las 8 am me levantaba para salir a trotar y hacer el entrenamiento, no quería que las generosas porciones de katsudon de mi madre hicieran estragos en mi cuerpo como a principio de año. Recorría el borde costero trotando, subía las enormes escaleras del castillo de la ciudad, entrenaba en el mirador del castillo, sin poder evitar recordar cuando Viktor estaba aquí. Ahora estoy escribiendo esto como un descanso luego de terminar la serie de 100 estocadas sobre el banco donde tantas veces había hablado con él. Recuerdo ahora cuando me preguntó si tenía novia o si había tenido, ahora entendía que era para saber si "podía tantear terreno". Qué vergüenza notar lo ingenuo que era en esos ámbitos, ¿cómo no me di cuenta hasta después del nacional? Menos mal que Viktor no desistió en su misión. A mí me habría dado vergüenza robarle un beso...

...

Yutopia, Hasetsu. Luego del campeonato nacional

–¡Felicitaciones por tu primer lugar, Yuuri! –cantaron al unísono sus familiares y algunos amigos de la familia en japonés, Viktor intentó sumarse en japonés pero terminó hablando en japanglish, a la vez que lanzaron confites de colores.

–Gracias –agradeció un poco avergonzado. Viktor se colocó a su lado, aumentando su vergüenza. El ruso le dio una suave caricia en la espalda alta, generándole un escalofrío en todo su cuerpo. Su familia vio esta situación de manera extrañada, asumieron que eran "cosas de extranjeros".

–Tengo champán para celebrar –Toshio levantó la botella que había comprado y se dispuso a abrirla.

Todos exclamaron y rieron cuando el corcho salió volando, dejando un rastro de vino espumoso. Toshiyo sirvió a todos los invitados y cuando terminó Hiroko le sirvió. Todos alzaron sus copas y brindaron, aunque sin tocar las copas… bueno, uno si lo hizo.

–No, Viktor, sin chocar las copas –le comentó Yuuri al ruso, quién rio despreocupado por su pequeño error.

–Jjjajaja, gomenasai –se disculpó a la vez que inclinaba su cabeza hacia adelante un poco brusco. Todos sonrieron.

Estuvieron bebiendo un rato, pasando un momento muy agradable. Toshiyo contaba historias muy divertidas de Yuuri cuando recién patinaba, causándole mucha vergüenza. Miró de reojo a Viktor, quién miraba fijamente su propia copa.

–¿Cómo será estar en un país donde no hablan ningún idioma que conozcas? Pobre, no entiende nada. Debo hacer algo….

–Yuuri –el japonés se sorprendió al escucharlo, sintiéndose descubierto–. ¿Si me retiro será de mala educación? –le susurró mientras Toshiyo seguía contando historias divertidas de la familia, pero ahora de su propio padre.

–No, tendrías que….

–¿En serio? Muy bien.

Sin esperar, Viktor dejó la copa en la mesa, hizo una pequeña reverencia juntando las manos, exclamó "arigato" y se retiró. Todos quedaron estupefactos.

–Todo tan literal –pensó acomplejado el japonés, quién rápidamente excusó al extranjero. Aprovechó de disculparse por retirarse, diciendo que iría a ver que le sucedió. Todos aceptaron.

Yuuri se dirigió al cuarto improvisado de Viktor, encontrándolo cambiándose de ropa a una deportiva. Su torso desnudo impactó al pobre japonés.

–¿Y esa cara? –rio el extranjero sin cubrirse.

–Vi-Viktor –susurró completamente atónito, luego reaccionó–. P-perdón, te espero afuera.

–Yuuri –le tomó del brazo, a la vez que susurraba seductoramente. Lo acercó a su cuerpo, reduciendo la distancia entre sus rostros. Lo miraba fijamente a los ojos con una mirada seductora. Yuuri temblaba, tanto por dentro como por fuera, sentía sus mejillas arder y sus manos humedecerse. Viktor levantó una de sus manos y la llevó al rostro de su pupilo, recorriendo con lentitud su labio inferior.

–V-Viktor… –musitó apenas, tenía un apretado nudo en el estómago, los nervios se lo estaban comiendo vivo.

–¿Ves lo fácil que es hacer Eros? –afirmó con una sonrisa, apartándose del chico, dejándolo más confundido todavía.

–¿Qué?

–Eso te faltó en el campeonato nacional –mencionó mientras se colocaba la playera deportiva–. Si quieres clasificar al Gran Prix Final necesitas exteriorizarlo y no ponerte a pensar.

–Viktor, ¿en serio te las darás de entrenador ideal ahora? –lo miró con molestia, sintiendo que el ruso estaba jugando con él.

–¿Eh? –miró a Yuuri confundido, sin entender porque se había enojado. Era una simple broma, después de todo. El japonés lo miraba arrugando ligeramente su nariz. Viktor sonrió–. ¿Vamos a la playa?

–¿Ahora? ¿Con el frío que hace?

–Te abrigas –sugirió con una amplia sonrisa–. ¿O acaso no quieres salir conmigo? –extendió su labio inferior a la vez que colocaba "ojitos de pena" para chantajearlo.

–Ok, iré a buscar una chaqueta –murmuró para salir de la habitación.

–¡Gracias Yuuri! –lo abrazó por atrás, sorprendiéndolo. Todavía no se acostumbraba a ese estilo tan "de piel" de su entrenador".

–Ah, sí.

–Gracias –susurró ahora con un tono más sensual, dándole un beso cerca de la comisura de sus labios. Yuuri se apartó bruscamente de su lado, mirándolo con la cara completamente roja. Viktor le devolvió la mirada con una sonrisa inocente–. Abrígate luego, antes de que haga demasiado frío para ti.

Yuuri salió de la habitación rumbo a la suya completamente anonadado, ¿era una prueba de su entrenador? ¿Acaso así piensa interiorizar su Eros? ¿Por qué es así?

–Yuuri, ¿qué te gusta hacer cuando tienes muchas cosas en la cabeza?

-¿Eh?

–A mí me gusta salir a caminar.

–Ah, a mí también.

–¡Hey! ¡Mira! –sin previo aviso, Viktor tomó la mano de su pupilo y sin darle tiempo para pensar salió corriendo camino a la playa.

–Hey, Viktor, ¿qué pasa? –le cuestionaba aun corriendo.

–¡Mira, mira!

Se internaron en la arena de la playa hasta llegar frente al mar, Viktor había visto movimiento en el agua. No soltó la mano del asiático.

–Hay peces muy cerca de la orilla –mencionó entusiasmado.

–Sí, la gente pesca aquí –en eso se dio cuenta que Viktor aún le tenía tomada la mano. La miró aturdido, ¿qué debería hacer? ¿soltarla? ¿quedarse así como si nada? Viktor se quedó quieto, mirando fijamente el océano, ¿qué estará pensando? ¿se sentirá incómodo?

–¿Alguna vez has ido de pesca? –le preguntó mirándolo directo a los ojos.

–N-no, mi padre sí. A mí nunca me llamó la atención. ¿Tú sí?

–Tal vez si has ido a pescar –se le acercó un poco, colocándolo más nervioso.

-¿Eh?

–Tú pescaste mi corazón –y antes de que Yuuri dijera o hiciese algo, Viktor se acercó a los labios de su pupilo para darle una suave caricia con los suyos. De la impresión, Yuuri no cerró los ojos, su cuerpo se quedó estático, incluso no respondió cuando Viktor intentó seguir el beso ni cuando entrelazó sus dedos con la mano de él. El contacto fue breve, no duró más de 5 segundos.

Viktor se separó de su pupilo, quien no podía creer lo que estaba sucediendo. Su rostro inexpresivo asustó a su entrenador. Viktor tomó mayor distancia, e incluso le soltó la mano.

–¿Yuuri?… Yuuri lo siento si te incomodé –se apresuró en disculparse al ver su nula reacción–. Lo siento, yo creí que… verás… me gustas… y pensé qué… perdona, perdona si te hice sentir mal.

–¿Yo qué?

–Me gustas Yuuri, y mucho. Tus ojos, tu manera de patinar, su personalidad adorable, tu perseverancia. Me gustas –el ruso se quedó en silencio para ver la reacción del japonés, quien poco a poco iba procesando lo que había ocurrido.

-V-Viktor ...

–Yo… entenderé si no me correspondes… podremos seguir trabajando igual, ¿cier…? –no pudo continuar por el abrazo inesperado del japonés. Sonrió, recordó que los japoneses son diferentes a los europeos, suavemente le acariciaba su cabellera pelinegra.

–Viktor… tú también me gustas –susurró muy avergonzado, sin saber realmente si quería que su entrenador supiera.

–¿Eh? –lo apartó de su cuerpo para verlo bien, pero el japonés había apartado la mirada. Con delicadeza, guió su rostro hasta poder ver sus ojos, comprobando lo avergonzado que se sentía el pelinegro. Lentamente bajó sus labios para besarlo nuevamente, solo que esta vez, Yuuri correspondió el beso.

Viktor sonrió en medio del beso, comprobando efectivamente que Yuuri nunca había tenido una pareja antes. Ese detalle aumentó su visión de lo adorable que era su pupilo.

Debido a la formalidad excesiva de los japoneses, Yuuri no le comentó nada a su familia y le pidió a Viktor que no fuera demostrativo por educación. El ruso entendió que Asia no era bien vistas las demostraciones públicas de amor, así que prefirió contenerse a estar en privado con él. Además, entendía que Yuuri tenía que asimilar lo que ocurría.

...

...

Aun me pregunto… ¿cómo Viktor se interesó en mí? Será mejor que vuelva a las estocadas. Hasta aquí dejo esto.

...


San Petersburgo. Después del campeonato ruso

El ambiente se había vuelto muy denso. Yuuri simplemente no quería salir del baño. Makacchin estaba acompañando a su dueño, pero Viktor no miraba nada, solo buscaba una forma de emendar el daño. Él no estaba loco, tenía sus razones para dudar.

–Yuuri, de verdad lo lamento, ¿podemos conversarlo? No quiero perderte.

El japonés no respondió. Soltó un suspiro y golpeó la puerta, pero no se escuchó ningún sonido.

–Yuuri, por favor. Conversemos esto como adultos, de verdad me arrepiento. Quisiera invitarte a cenar, sé que te he descuidado por el campeonato ruso, pero ahora que ya terminó puedo dedicarme totalmente a ti… –seguía sin noticias–. Yuuri, yo… yo te amo, de verdad te amo. Por favor, no te vayas. Me equivoqué, prometo controlar mi enojo…

–No quiero nada tuyo.

–Ok Yuuri, ¿quieres libertad? Sale, anda a hacer cualquier cosa afuera. No me enojaré, si quieres no lleves celular.

La puerta se abrió de golpe. El joven patinador tenía los ojos rojos e hinchados.

–¿Acaso crees que así se soluciona? ¿Así de simple?

–¿No es acaso lo que quieres?

–¡Me prometiste que nunca más me golpearías de nuevo!

–¡Lo siento! De verdad lo siento, Yuuri. Me dejé llevar y no quería hacerlo.

–Estoy cansado de tus excusas –empujó al ruso a un costado, caminó hacia la salida del departamento y se retiró.

Viktor miró con preocupación que Yuuri saliera tan tarde y sin la ropa adecuada al invierno ruso, pero decidió no intervenir. Sin dejar de preocuparse se dispuso a preparar la cena y a esperar lo mejor.

Eran las 8 de la tarde-noche, había pasado una hora desde que se había ido y aun no regresaba. Viktor estaba lavando los platos, preguntándose si estará bien, cuando su celular sonó. Dejó todo lo que estaba haciendo y corrió a buscarlo. Era un mensaje de Yuri.

Yuuri está conmigo, me dijo que no te dijera pero te aviso para que después no me llenes de mensajes como la otra vez. Se va a quedar acá está noche.

Apretó el teléfono con fuerza, ¿por qué se había ido a la casa del vándalo malcriado? Nacieron unas ganas de ir a buscarlo inmediatamente, pero se contuvo. Si aparecía allá, además de odiarlo, tendría problemas con Yuri y con Yakov. No, no quería más problemas. Al menos no estaría en la calle, que era lo que realmente le preocupaba.

A las 9 de la mañana del día siguiente, Viktor escuchó el sonido de la puerta principal abrirse. Estaba preparando el desayuno cuando Yuuri regresó. El japonés se sacó el abrigo y lo colgó en el ropero, se veía muy serio.

–¿Vas a tomar desayuno conmigo?

–No quiero nada tuyo –masculló sin mirarlo, caminando directo al dormitorio. Viktor soltó un largo suspiro.

Cuando terminó de cocinar se dirigió al dormitorio, donde se encontró con la escena de que el japonés estaba ordenando su ropa en la maleta. Estaba de pie a la cama matrimonial, donde tenía la maleta abierta y la ropa que estaba guardando.

–¿En serio te irás?

–Sí, ya tomé la decisión –respondió sin mirarlo.

–Yuuri, ¿no podemos conversarlo?

–¿Conversar qué? –lo miró desafiante, sosteniendo una playera entre sus manos–. ¿Qué quieres hablar? ¿Acaso crees que hablar remendará lo que hiciste?

Viktor se acercó a Yuuri dominantemente y le arrebató la polera de sus manos.

–No le contestes a tu entrenador.

–No quiero que lo seas –Viktor tomó las muñecas de su prometido y usando el peso de su cuerpo lo recostó sobre la cama con fuerza, el joven japonés empezó a forcejear.

–¡Suéltame! ¡Por esto no quiero estar más contigo!

-Shhhh.

–¡Déjame ya!

–Yuuri, yo soy tu tonto para siempre –le susurró al oído y, aprovechando que tenía más fuerza, aprisionó en una mano las dos muñecas del pelinegro, mientras que con la mano libre le sujetó el rostro e imposibilitó el movimiento de sus piernas aprisionándolo con sus propias piernas.

–¡Déjame! ¡No quiero! –Viktor comenzó a acercarse a su rostro y lo besó a la fuerza. Yuuri intentó apartarlo pero no tenía la fuerza para correrlo, de la impotencia soltó varias lágrimas. Lágrimas que Viktor limpiaba con la mano que le tenía sujeto el rostro. La resistencia que Yuuri le generaba le lastimaba el alma. Decidió separarse de él, y al verlo enojado comenzó a llorar.

–Yuuri… si tú te vas… yo me muero –le confesó sin poder contener las lágrimas–. No puedo estar lejos de ti.

–Yo quiero a mi Viktor de vuelta –le confesó el japonés sin poder contenerse las lágrimas–. No este Viktor agresivo que ni me deja salir con Yurio.

–No quiero que salgan solos, Yurio no es de confiar.

–¡Tiene 16 años maldita sea! ¿Qué me puede hacer un niño?

–A él le gustas.

–Viktor, a mí no me interesa nadie más que tú. Deja estos celos enfermizos, deja de crear cuentas falsas de stalkers, deja de perseguirme, deja de controlarme –en ese momento el ruso lo abrazó desesperadamente.

–Corres peligro Yuuri, no quiero que te hagan nada.

–¿Pero qué hablas? ¡Basta de manipularme!

–No te manipulo, te digo la verdad. Te estoy cuidado, no quiero que te pase nada. Yo me moriría si te pasa algo.

–No te creo, ¿sabes? No te creo nada. Si fuera verdad no me tratarías como me tratas.

–Solo busco tu bien.

–Yurio tenía razón, me manipulas.

–¿Le contaste a Yurio?

–Sí, Yurio sabe todo… todo.

La cara de Viktor se deformó al oír eso. Yuuri estaba con los brazos cruzados, mostrando seriedad pero por dentro temblaba como gelatina.

–¿Qué tu qué?

–Él me compró el boleto a Japón, me voy mañana. Vengo a llevarme mis cosas y me voy donde Yurio.

El ruso se quedó estático mientras veía a su pareja ordenando su ropa. Apretó sus labios y se retiró de la habitación. Yuuri miró la puerta sorprendido, ¿de verdad lo dejará tranquilo? Decidió seguir con su misión, sintiendo una amarga sensación en su interior. De pronto escuchó la puerta cerrarse, dedujo así que salió. Siguió ordenando, ignorando las gruesas gotas de agua que mojaban su ropa.

Cuando terminó de ordenar, vio que Makacchin le traía su pelota favorita.

–Vicchan… –susurró, tratando de ahogar sus lágrimas. Se agachó para quedar a la altura de la mascota–. Cuida a Viktor por mí, ¿ok? Si pudieras hablar, te pediría que le digas que lo amo… q-que lo amo mucho –rompió en llanto, cayendo de rodillas al piso.

Makacchin se colocó a su lado y le lamía la cara, buscando consolarlo. Se levantó, buscó su maleta y la mochila.

–Adiós, Makacchin.

Cruzó la puerta y se dirigió a la casa de Yurio sin mirar hacia atrás.

...


Notas finales: Espero que les guste! Es mi primer fic de YOI ^^

Gracias por leer