Esto no habría pasado, pero tuve que abrir la puerta del cuarto de baño aquella mañana. Existen tantas posibilidades cuando se abre una puerta; lo bueno o lo malo, depende como se vea, es que cuando se ha abierto una puerta, aunque la cierres, aunque no la cruces, aunque quieras tapiarla para que lo que esta del otro lado no te afecte; nada vuelve a ser igual.
Alta o eso pude apreciar, al menos unos diez centímetros por encima de mí y eso que estaba descalza; sí, ¡una mujer descalza y en ropa interior en mi cuarto de baño!. Tengo que admitir que envidié esa perfecta combinación de lencería roja, su gusto en ropa interior era casi comparable al mío; se peinaba el largo cabello oscuro frente al espejo y tenía la piel más blanca que hubiera visto, parecía un ángel de Victoria's Secreat.
- ¿Disculpa? – la mujer estaba demasiado embebida en su arreglo personal como para percatarse de mi presencia.
Apenas y se giró para mirarme con un deje de suficiencia que hizo que mi sorpresa se convirtiera en enojo, sus ojos eran de un azul acero que fácilmente hubiera podido congelar a cualquiera.
-¿Quién eres y qué haces en mi cuarto de baño?
Me dedicó una sonrisa que a mí se me antojó sarcástica y sus ojos brillaron antes de finalmente responderme – Pregúntale a tu amiga – fueron las únicas palabras que le escuché antes de que se perdiera en mi habitación con su ropa en la mano. Las desventajas de compartir el cuarto de baño. ¡Que descaro!, ahora hasta se paseaba por mi casa; ¿quién se creía que era?, ya Dorota se encargaría de sacarla.
Pero a ver, a ver, ¿cómo qué pregúntale a tu amiga?, ¿qué podía hacer saliendo una mujer en ropa interior a las seis de la mañana de la habitación de Serena?; sí ahora sé que esa fue una pregunta realmente estúpida, pero no me percaté de ello hasta que me deslicé dentro de su habitación y la vi tendida en la cama con el cabello revuelto sobre la almohada, tapando su desnudez apenas con la sábana y completamente dormida. Tengo que admitir que me congelé, miles de pensamientos recorrieron mi mente y la conclusión me llegó como un latigazo, que me aseguró que no estaba soñando; Serena, sí Serena mi mejor amiga prácticamente desde que nacimos, había… había… no, no podía ni siquiera formular aquella oración. Regresé a mi habitación y me metí en la cama, toda la situación parecía estar fuera de lugar, tal vez sólo era una amiga que había pasado la noche ahí; ¡por dios Blair!, sí, yo misma me recriminé, había que ser imbécil para pensar aquello; yo tenía la culpa, le había arrebatado a Dan, pero ya habíamos hablado de aquello y Serena estaba de acuerdo con nuestra relación; no podía ir a preguntarle directamente, no, no podía en medio del desayuno soltarle: he conocido a tu… ¡ah! ¿amiga?, sí amiga, la que pasó la noche en tu cama; ¿y sí me lo tomaba a mal?, las cosas no estaban muy bien entre nosotras con todo lo de Dan; pero Serena era mi mejor amiga después de todo y si había decidido llevar "amiguitas" a la casa debía habérmelo dicho ¿no?, sería lo correcto.
No era la primera vez que se me presentaba una escena así, estaba más que acostumbrada a ver a mi padre con su pareja; pero esto era diferente, era Serena y vamos que nadie en verdad podría creerse que en algún momento pudiera tener preferencia por las mujeres; ¿sería que tal vez después de tantos fracasos en sus relaciones sentimentales con hombres, se hubiera decidido por experimentar algo nuevo?; eso sonaba más lógico, Serena siempre se ha caracterizado por buscar nuevos horizontes, experimentar, ir contra la corriente, llevar la contraria, ser inestable y sobre todo testaruda; ¿pero esto?, esto ya era demasiado, mira que traer a mi casa a una mujer y sin consultármelo primero; además ¿qué le había visto a ese intento de top model?, guapa no era y mucho menos tenía clase, además era mal educada y grosera. Si Serena quería empezar a experimentar con mujeres, al menos hubiera buscado algo mejor; no sé, que fuera guapa, inteligente, culta, educada, alguien así como… pues sí como yo por ejemplo. No, no es que yo pensará que Serena experimentara conmigo, pero sí que al menos buscara algo más a su nivel.
Pero es que todo esto era ilógico, ni siquiera en la adolescencia Serena había pasado por esa etapa de autodescubrimiento, hasta yo había besado a Penélope un par de veces; pero bueno no es mi sexualidad la que estaba en duda. ¿Cómo le iba a preguntar a Serena algo tan delicado?, además de que me sentía responsable por las nuevas preferencias de mi mejor amiga. Bueno tal vez no era tan descabellado el asunto, al final de cuentas Eric su hermano, era gay; quizá lo traían en los genes y todo había sido cuestión de tiempo y de las circunstancias. Yo tenía que descubrir que estaba pasando con Serena, definitivamente no podía soportar otra escenita de esas en mi casa; eso de tener que ver acicalándose a intentos de top models en mi cuarto de baño, hacia que el estomago se me revolviera. Y para eso iba a tener que abrir muchas puertas, que nunca podría volver a cerrar.
