¡Hola! Recién acabo de ver este increíble anime y pese a que escribir no es mi fuerte he querido hacer este pequeño drabble para agradecerle por dejarme llorando a mares frente al ordenador.
Como dije, escribir no es lo mío así que agradecería sus reviews diciendome si hay algo en lo que pueda mejorar.
Aunque el disclaimer es una redundancia igual lo pongo:
Death Parade ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de Yuzuru Tachikawa y los estudios Madhouse.
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"Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidarse es difícil para quien tiene corazón."
Gabriel García Márquez
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La extrañaba tanto.
Después de verla irse por el elevador, Decim se dirigió a la barra en automático como era su rutina, pero su mente estaba en otra parte. Se había dado cuenta de lo vacía que era la "vida" de los Árbitros, ver los recuerdos de las personas a las que juzgaban, y cómo éstas se aferraban a ellos con tanta fuerza, todos tenían a alguien en alguna parte esperandoles, que llorarían si desaparecían.
Pero los Árbitros eran simples herramientas, no podían experimentar emociones como el amor o la tristeza, sólo muñecos sin corazón.
¿Puede un muñeco sin corazón llorar?
La extrañaba tanto.
Pronto la purga de memorias se llevaría a cabo, todos los recuerdos de la vida de ella desaparecerán, pero no importaba mucho, él aún tendría sus propias memorias, recuerdos propios en los Chiyuki seguiría existiendo.
De pronto el teléfono de la barra empezó a sonar.
–Quindecim, ¿Sucede algo? –respondió mecánicamente.
–¿Qué pasa con ese tono tan deprimente? Tu encargo ya esta en camino, espera a Clavis –le informó Nona al otro lado.
–Entendido, gracias –él no se dio cuenta pero en su pecho un sentimiento cálido nació.
Después de unos momentos frente al elevador, éste se abrió y Clavis salió con un maniquí en brazos como si de una mujer durmiente se tratase, Decim lo tomó de igual forma y sin decir palabras le agradeció con una reverencia.
De inmediato la llevó a su taller y la vistió con un conjunto negro de chaqueta y falda, una peluca de hermosos cabellos negros a la que con cuidado le tiñó una línea blanca igual a la que tenía ella. Unos zapatos de tacón y un brazalete fueron el toque final.
Era tan hermosa, sólo lamentaba que ya jamás podría escucharla ni ver sus intensos ojos vino. Mientras sonreía al recordarla unas pocas lágrimas se asomaron, cerró los ojos un momento y prosiguió a llevarla de vuelta a Quindecim.
De todos los maniquíes, él sólo podría recordar a uno. Aquella que le enseñó lo que era el dolor, el miedo, la tristeza y, lo más importante, el amor.
Él ya jamás podría amar a nadie porque la recordaba a ella.
Chiyuki viviría siempre en su memoria.
