Naruto no es mío.

Esa mujer de ojos lavanda

Parte I de III

.

.

.

.

.

Había tenido un día de perros.

Desde que se fugó de casa para seguir su "sueño americano" no pudo hacer más que rentar un pequeño apartamento (que más parecía una cajita de fósforos) y trabajar por un sueldo paupérrimo. Una vida paupérrima.

Pero ahí estaba, en la barra de un bar de mala muerte, gastándose sus pocos billetes en algo de licor; una de sus pocas fuentes de alivio y desestrés.

―Un vaso de Whisky ―ordenó al viejo bartender mientras se aflojaba la corbata y se quitaba el saco. Miró a su alrededor; el bar apenas iluminado, un escenario ocupado por músicos que entonaban melodías tristes ante una escasa clientela de viejos y uno que otro joven al igual que él embriagándose, probablemente por un poco de sosiego.

Sacó un cigarrillo.

Él tenía que continuar, había venido a esta ciudad con un solo propósito en mente y tenía que lograrlo, tenía que hacerlo realidad.

Pero justo cuando las manos le picaban por escribir algo, la preocupación lo agobiaba a niveles insospechados, se sentía ofuscado, recordaba su asquerosa vida, y ahí estaba esa realidad (al igual que su jefe en ese miserable trabajo) respirándole en la nuca, haciéndose notar más que nunca.

― Puto viejo…―se quejó mientras buscaba su encendedor en los bolsillos.

Detuvo su búsqueda cuando a dos puestos lejos de él, en la barra, vio dos piernas largas y níveas acomodarse femeninamente, unos tacos negros contrastando mortalmente.

Sintió su encendedor y, alzando la mirada, pudo verla.

Una bella mujer de largos cabellos negros recogidos en un moño complicado y ojos claros, muy claros; lavanda… pensó. Una gruesa hilera de pestañas negras calculadamente arregladas contorneando esos singulares ojos, piel alabastrina y un rubor desgastado. La señorita tenía una expresión en su rostro que denotaba disgusto y frustración; sus ojos la delataban terriblemente.

La joven dejó su bolso en la barra y llamó al bartender.

―Un Martini, por favor.

No pudo evitar seguir recorriéndola con la mirada. Su vestido azul oscuro un poco más arriba de la rodilla, anchas caderas, pequeña cintura, grandes senos…

El momento en que de su bolso sacó una caja de cigarrillos y se colocó uno en sus carnosos labios rojos, su cuerpo actuó de inmediato.

Se acercó a ella con su encendedor y le prendió el cigarrillo; ella ni siquiera le dirigió la mirada.

―Hm ―inhaló profundamente, notó como su pecho se expandía― gracias ―soltó el humo.

El bartender llegó con el Martini y el Whisky, y el pelinegro aprovechó para sentarse a su lado. A pesar del intenso olor a humo de cigarrillo, podía notar levemente el perfume a violetas que debía de venir de la joven pelinegra.

Tal vez esta noche podría conseguir la segunda cosa que lo desestresaba.

La siguió mirando indiscretamente entre sorbos de alcohol que le quemaban de a poco la garganta y notó que hasta ahora, a pesar de que él haya encendido su cigarrillo, no le había dirigido la mirada ni una sola vez ni había intentado entablar conversación con él.

Pero podía cambiar eso.

Justo cuando iba a abrir la boca para decir algo, ella se volteó a verlo y sus ojos se toparon. Los ojos de ella eran únicos, como un vacío blanco sin retorno.

Le picaban las manos por escribir.

―¿Q-Qué?

Recién caía en cuenta que su peinado lucía gastado y un poco desarreglado.

―Nada… ―inhaló su cigarrillo― solo me preguntaba qué hacía una mujer como usted en un bar así.

¿Podría llevarla a la cama?

El cuerpo de ella era tentador y él quería tener sexo, así que debía mantener la fachada de "buen tipo" un rato. Ella le miró profundamente y casi sintió que ella ya sabía de sus intenciones lujuriosas (aunque a quién engañaba, en un bar así, estas cosas eran comunes), pero no dijo ni una palabra hasta que el bartender trajo su segundo Martini.

―¿Cómo te llamas? ―su voz era suave, aguda pero suave.

―Sasuke.

―Sasuke, ¿No crees que hace c-calor aquí? ―increíblemente, ella fue la que se acercó, le aflojó completamente la corbata y le desabrochó los dos primeros botones de su camisa, aprovechando que sus pequeñas y huesudas manos se paseaban por sus pectorales por encima de la ropa.

Él se acercó a ella un poco más.

La pelinegra se tomó el resto de su copa.

Sasuke puso una mano en el muslo femenino y ella se dejó hacer― ¿Cómo te llamas?―murmuró lentamente, con su voz más profunda.

―Hina, s-solo Hina ―el pelinegro se iba a cercar un poco más para continuar con el juego previo, pero repentinamente "Hina" sacó unos billetes de su bolso, se soltó del agarre que tenía en su muslo y se bajó de la silla.

―Gracias ―le sonrió levemente al viejo bartender y luego se dirigió a él. Se acercó contorneándose de una manera muy provocativa y con cuidado de no hacer contacto físico con él, se inclinó a su oído donde suspiró ardientemente y él se quedó paralizado por el olor a violetas y alcohol― Bueno, S-Sasuke-san, n-nos vemos en otra ocasión.

Se alejó de él y siguió con ese caminar provocativo hasta cruzar la puerta de la salida.

Mierda, estaba tan excitado y ella lo dejaba… mierda.

Disgustado y frustrado se dirigió al bartender y resopló―Otro Whisky.

Lo dejó colgando con ganas,

Y con un desesperante deseo de escribir.

.

.

.

.

.

Fin Parte I de III

Hola, ya tengo escrito todo el fic, solo tengo que pasarlo a la compu, como sea, no me demoraré en actualizar. Espero que Hinata haya salido bien aquí, quise hacerla un poco atrevida pero conservando un poco lo suyo, solo que con un tono más lúgubre, pero femenino.