HOLA A TODOS!

Tanto tiempo. La inspiración toma formas siniestras y lentas de aproximación hacia mi. Pero me las e arreglado para no soltar el teclado.

Mis otros fics están siendo seguidos, pero es mas complicado de lo que parece cuando la musa no te llega. Sin embargo, no pienso abandonar mis historias, así que queden sintonizados, que continuaré publicando aunque tenga que arrancarme las pestañas frente al ordenador.

Sin embargo, mientras esperan, este es un fic (TERMINADO!) Que tenía echo hace un tiempito :D. Sin embargo, los iré subiendo uno por uno a medida que me digan si les gustó o no XD

Aquí trato de aproximarme a una situación un tanto (Pero no demasiado) Mas realista a algo que, en realidad, si hubiera podido suceder. Sin embargo, el estilo en esta obra es mas bien rápido, describiendo acciones muy vagamente, pero con certezas completas. La idea es que de eso salgan Oneshots :D. Los iré haciendo en un futuro, llenando algunos huecos de la historia, que mas que huecos argumentales, son simplemente cosas que no describo para no arruinar el ambiente de la lectura ;)

Ademas, quería tratar de hacer un Jaune mas creíble, y menos OC (Seamos sinceros, un Jaune potente que llega de la nada es un OC con el nombre "Jaune" en el) Y hacer un crecimiento mas "real" con respecto a su camino a ser "GENIAL"! :p

Bueno, no les entretengo mas. Quédense sintonizados a mis otros fics que los actualizaré tan pronto como pueda, y no olviden dejar reviews, que eso siempre ayuda a mejorar :D.

SALTEMOS A LA HISTORIA!

Expulsión. Eso era lo que habían echo con el.

¿Como culparlos? Había falsificado su entrada en la academia. Por ello, la despedida de sus amigos estuvo llena de sentimientos en conflicto.

Pyrrha, Ren y Nora fueron quienes demostraros dolor al saber de su partida. Eran sus compañeros de grupo y las personas mas cercanas a el.

Yang, Blake y Weiss mostraros lastima, melancolía y enojo hace el por falsificar su examen de admisión. Eran sus amigas, gente querida cuya opinión le importaba mucho.

Pero era la despedida de cierto persona la que le llenó de confusión y tristeza mas allá de todas las demás.

Ruby, la primera chica que había conocido en la academia, le miraba con su ojos plateados, llenos estos de decepción... pero también de lagrimas incontenibles.

La única capaz de llorar ante la partida de alguien como el.

La vuelta a su hogar fue aun peor.

Su familia era de una larga tradición de cazadores, militares y héroes de guerra. No permitían a quien regresaba pasar así como así.

Fracaso, decepción... error.

Eran las palabras mas bellas que escuchaba en su tortuoso día a día.

Le ignoraban frente al mundo y desconocían su vínculo familiar.

Así fue que un día no lo soportó mas. Tomó sus cosas y declaró que se iría por su cuenta.

Esperaba cualquier cosa. Una réplica, una reprimenda, un insulto...

-Lárgate. Perteneces a un bote de basura.

Palabras escupidas con veneno, que le seguirían hasta el fin de sus días.

Solo le permitieron llevar su armadura ligera, la cual cubría con placas de metal el pecho y los hombros, pero nada mas que eso.

Poco dinero tenía ahorrado, y aun menos le dieron en su casa.

Así fue como lo echaron al mundo.

Esa noche quiso llorar. Quiso desarmarse en el suelo y sentir lástima por su situación...

Pero no tenía donde dormir. Y la ciudad estaba lejos.

¿Donde dormiría? ¿Que haría? Preguntas y dilemas que no sabía como solucionar.

Tendría que pasar una noche en las afueras. Cualquier banco de la plaza le serviría como cama por ese día.

Capítulo 1: El filo del mundo.


El club.

Reconstruir su local iba a ser difícil.

Ya había sido puesto patas para arriba por otra persona en el pasado, y esa reparaciones habían sido caras, pero no incunables. Sus empleados, aunque golpeados, se habían mantenido vivos. Tanto los mas genéricos, como los mas importantes.

Pero la vida de un empleado, si bien podía ser un sujeto inútil y poco fiable, era la perdida de un profesional a su cargo. Y en el club, todos eran profesionales, así fueran inútiles para la labor.

No tenía a nadie tan idiota a su cargo tampoco, pero lo importante era el echo de que ya sus empleados habían tenido bajas.

Y perder profesionales no era una opción para alguien como él.

Junior, le llamaba, había dirigido bien su negocio, pese a los problemas que se le presentaban. Y, como todo emprendimiento en esos días, para crecer hacía falta jugar sucio, así fuera levemente.

Entonces comenzó a hacer tratos y encargos un tanto "Cuestionables" para conseguir dinero extra.

Robar algo por aquí, intimar a alguien por hallá, ser mensajero o delivery de cargas muy cuestionables desde el punto de vista legal.

Pero, dentro de todo, siempre con las manos limpias. No había sangre, no había químicos, ni drogas, ni ningún tipo de violencia "Real" en sus negocios de tras telón.

Eso fue hasta que subestimó a uno de sus clientes.

Cuando empezó a trabajar con ellos, no le parecieron muy importantes. Eran simplemente sujetos de traje, con ansias de crecer en un negocio propio. Como empresario, Junior no podía si no simpatizar con ellos, así que ¿Por que no ayudarse mutuamente a hacer negocios?

Grave error.

Cuando el cachorro es alimentado, vive para convertirse en un lobo. Y el lobo es un animal peligroso.

Un día, el encargo fue algo que no estaban dispuestos a aceptar. Tráfico de drogas.

Y, como era de esperarse, para ese entonces eran lo suficientemente fuertes para ser lo que se denomina una "Familia".

La reprimenda fue catastrófica. Deberían de usar todo e fondo disponible para reponer daños, y quedarse con las manos vacías durante varios días.

Por suerte, no muchas eventualidades pasaron en esos momentos. Pero la situación no daba muestras de mejoría cuando las familias comenzaron a pedir mas y mas encargos. Y muchos de ellos no estaban dispuestos a llevarlos a cabo.

Eran solo un club. Un negocio que quería crecer...

Junior lo llamaban. Y como jefe del negocio, debía dar la cara por su emprendimiento.

Debía dar la cara por su sueño.

Y así comenzaron las golpizas. Las intimaciones violentas.

Su cuerpo estaba bien adiestrado, y podía soportalas. Mas si eran sobre el, en vez de sobre su negocio.

Las negociaciones eran simples. Ellos pedían, el aceptaba o se negaba, según el pedido, y era golpeado durante un buen rato para que "aprendiera" la lección.

Así, lo dejaban tirado en el suelo, pero ahí acababa su violencia. No llegaba hasta su negocio.

Sin mas, ajustó su corbata, y abotonó su chaleco normal sobre su atuendo bien limpio. Peinó su barba corta y sus cabellos, y se preparó para otra noche de golpes.

Era un precio que estaba dispuesto a pagar. Y sus empleados lo sabían.

Sabían, incluso, que su jefe era capaz de deshacerse de sus atacantes con facilidad. Era muy buen peleador.

Pero el hacerlo sería declarar guerra a las familias, y eso pondría sus vidas en jaque.

-Buena suerte, jefe.

Despedidas y buenas intenciones coronaron su salida del club esa fatídica noche. Junior sonreía, mintiendo a sus empleados un animo que, tras su cara bonachona, no tenía.


La ciudad

Las luces inundaban todo el asfalto, como si fuera un una pintura en un museo.

Mas las luces no eran suficientes para alumbrar al muchacho.

Siempre con la capucha encima, hacía dos días que erraba vagando por las calles de la ciudad, abandonado.

Encontrar que comer, caminar y decidir como pasar el resto del día.

¿Irse afuera de la ciudad? ¿A quien quería engañar? Fuera de las ciudades, se encontraba la intemperie. Y en ella, los seres del Grim. Monstruos sin alma, muy hostiles con los viajeros que se cruzaban.

Y el era torpe. Torpe como pocos a la hora de defenderse. Iba a morir de una forma humillante e inútil.

Pero pensándolo bien... no estaba trabajando. No estaba ganando dinero, y no hacía nada por nadie. Iba a morir de hambre, enfermedad, u otra causa tonta en poco tiempo si su situación seguía así. Y no parecía que fuera a cambiar.

Y no era como si alguien fuera a llorar su muerte.

Pyrrha era una talentosa cazadora que adelante con el liderazgo de su equipo.

Ren era un excelente guerrero que lograría grandes cosas.

Nora era una tormenta de talento combativo. Su futuro era brillante como el sol.

El otro grupo, conformado por Yang, la despampanante guerrera cuerpo a cuerpo, Blake, la enigmática combatiente táctica, Weiss, la fría usuaria de magia (Según lo que el interpretaba al verla combatir) y Ruby, su talentosa líder y cabeza del grupo, también tenían el futuro por delante.

Todos para ese día, debían haberlo olvidado. Debían haberse desecho del recuerdo de un fracasado como el...

Entonces, como una imagen súbita, el recuerdo lo golpeó.

Ruby, mirándolo con decepción en los ojos... y con gruesas lágrimas en sus mejillas.

¿Por que lloraba? ¿Por que tenía que llorar? ¿Por que...?

No. No iba a dejar que ella volviera a llorar por su culpa. Ni ella ni nadie.

Quizá no volviera a verla. Pero esa mirada, ese rostro consumido por la tristeza... era uno que podía volver si el muriera.

No podía dejarse estar. Tenía mucho que hacer. Mucho que ser...

O era lo que pensó por unos segundos, antes de que la realidad volviera a tomarlo. ¿Que podría hacer alguien como el?

Era torpe con la espada, mediocre en la estrategia y perezoso con el estudio.

Dudaba que pudiera hacer trabajos caseros correctamente incluso.

Y sin embargo, pese a todo el odio sobre si mismo en ese momento, algo estaba prendido en su pecho.

Una luz, pequeña cual chispa, en el mar de la incertidumbre.

Esa iluminación lo mantenía al filo del mundo. Y aunque no pudiera verla, la sentía...

Un deseo utópico.

Eso fue lo que le llevó a correr hacia donde provenía ese sonido de sufrimiento, seguido por el de golpes impiadosos, en el fondo de un oscuro callejón.

¿Tenía miedo? Si. Se estaba metiendo en un lugar que no conocía. En una situación que le era ajena...

Pero alguien estaba sufriendo ¿Y podía dejar de sufrir si el intervenía?

Quizá si, quizá no. Pero no iba a arriesgarse. Nadie volvería a llorar si podía evitarlo.

Eso que sentía en el pecho. Si... eso era.

No importaba lo mucho que cayera en el abismo, su deseo de ser un héroe lo sacaría adelante.


El callejón

Una guerra con una familia mafiosa era lo ultimo que necesitaba en su negocio, y el lo sabía muy bien.

Su estrategia era simple. Juntarse con sus contactos en las familias, escuchar su propuesta de trabajo, negarse si era demasiado oscura, y aguantar otra golpisa.

La esperanza era que, con el tiempo, ellos dejaran de pedir esas cosas a su club, considerándolo un recurso de menor importancia.

Recibir los golpes, y volver al club.

Ese era su plan, antes de notar que los ataques sobre su cuerpo iban muy lejos esa noche en particular. Los golpes no tenían intención de provocar dolor. Tenían la intención de provocar daños duraderos... totales.

Romper huesos y músculos. Por suerte Junior era lo suficientemente resistente para no sufrir de ninguna de estas cosas...

Pero estaba seguro de no poder soportar los disparos que vendrían de esa pistola que el tercero de los visitantes llevaba en la vaina.

Cuando un derechazo lo elevó, haciendo caer espalda contra el suelo, mientras sus ojos miraban por ultima vez el cielo, el dueño del club reflexionó rápidamente y con amargura.

Pensó en las personas.

Las buenas, las malas y las profesionales. Y concluyó una cosa.

Las primera ya no existían.

Esos cuentos que su hermano le contaba de pequeño antes de irse a dormir no eran si no fantasías. Quien quería progresar, mejorar, estaba obligado a caer en la desgraciada vida del criminal. A perder toda moral, o perderlo todo.

Ya no había nadie que lo hiciera por el altruismo. Nadie que lo hiciera por el gusto de hacerlo bien.

El corazón de las personas era negro, como el cañón del arma que apuntaba a su frente.

-¿Tus ultimas palabras, Junior?- Ordenó el miembro armado, vistiendo de negro y con lentes de sol ocultando su mirada.

El dueño se lamento por muchas cosas en su ultimo segundo. Una de ellas era el siempre equivocarse al final de las cosas.

Y en efecto, se equivocaba.

No era su ultimo segundo.

Un grito, un golpe y una maldición le hicieron recobrar los sentidos.

El sujeto con el arma había caído contra un cesto de basura, mientras en frente del caído, un muchacho, sudado y mal oliente, jadeaba con miedo y los puños cerrados.

Sus ojos celestes abiertos como platos no traicionaban su miedo, mientras desesperado, entre un grito agudo que vanamente trató de subir su animo, el muchacho cargó contra el segundo de los atacantes, tacleandolo contra la pared.

Sin perder tiempo, y maldiciendo por lo alto, el atacado pateó el pecho del chico rubio, enviándolo contra el suelo.

Pero el rubio sabía mejor que nadie que quedarse en el suelo rodeado por cuatro mafiosos significaba la muerte. Y así fuera malo defendiéndose, aún había pelea en el.

A duras penas esquivando el fuerte puño de otro mafioso, el muchacho agarró otro cesto de basura, y gritando, enloquecido por la adrenalina y el miedo, azotó con este la cabeza de su enemigo, dejándolo inconsciente.

El muchacho sabía que había tenido suerte, pero que no le duraría mucho.

Y estaba tratando de salvar a alguien.

-!Tu¡ !Huye¡ !Te ganaré tiempo¡

Junior no podía creer lo que escuchaba.

Un perfecto extraño al que no debía nada, al que hubiera descartado como un vagabundo joven e idiota, estaba interponiéndose entre el y sus atacantes.

Y la mirada que el rubio sostenía mostraba la verdad. Que, probablemente, el muchacho iba a tomar su lugar entre los decesos de esa noche.

-Suficiente altruismo por un día- Susurró el dueño del club, mientras se ponía de pie y ajustaba sus guantes.

Al demonio con la discreción. Si ese muchacho iba a jugar sus cartas para defender a un extraño !El no se quedaría fuera de la apuesta¡

-!Estoy contigo¡- Exclamó mientras se le adelantaba, demostrando gran disciplina de combate contra los dos enemigos restantes.

El rubio trató de ayudar, claro. Pero era claramente inferior que su protegido, y por tratar de hacer su parte, se llevó una buena porción de golpes.

Cuando los dos mafiosos restantes cayeron inconscientes al suelo, el dueño del club de dio vuelta a su "intento" de salvador, levantando su pulgar con una dolorida sonrisa- !Gracias perfecto extraño¡

Pero claro, el estar ajeno a como Junior humillaba a sus atacantes, le permitió ver un detalle fatídico.

Detrás de recién incorporado emprendedor, mas mafiosos hacían aparición. Tres para ser exactos.

Y el cuarto, era el que llevaba la pistola en sus manos, que incorporándose, apuntó su cañón a Junior.

-!CUIDADO¡

Fue todo lo que alcanzó a decir, antes de interponerse por segunda vez.

Junior lo miró todo como si fuera cámara lenta. El muchacho cayendo suavemente, con un hilo fino de sangre ascendiendo desde su pecho, con un disparo potente habiendo traspasado su placa de metal y entrado en su carne.

Sus ojos celeste, abiertos en un espasmo de miedo y dolor, con una lágrimas naciendo de sus ojos.

No era un caballero en brillante armadura, ni un héroe mítico que había venido al rescate...

Pero era un héroe mal oliente y torpe que había venido al rescate. Quizá el único real que había visto en su vida.

Y se hallaba cayendo hacia su muerte.

!Al diablo con la guerra¡ !Al diablo con el maldito mundo¡

Si ese muchacho iba a caer !Esos bastardos caerían con el¡ !Así fuera lo ultimo que hiciera¡

Su rostro mostró una furia inigualable mientras comenzaba a cargar en contra de los enemigos...


"El filo del mundo"

Las estrellas eran infinitas, y las olas de frío eran tan erráticas como las mareas del mar.

Su espalda flotaba suavemente en el aire, cayendo hacia atrás, hacia la oscuridad infinita.

Hacia el fin de todo.

Ese era el lugar. El filo del mundo. El ultimo paso antes del olvido.

Sus ojos celestes reflejaron las estrellas una última vez... y sus oídos, así fuera como un espasmo instintivo, recordaron...

Un llanto, unos ojos plateados, y una conclusión.

¿Por que Ruby lloraba en su partida? ¿Por que la habían engañado? ¿Por que la dejaba sola?

No. Era mucho mas simple...

Por que no lo vería mas. Por que ya no podría saludarlo, ayudarlo, reírse de el, animarlo, ni sentirse completa como antes...

Le hacía falta.

La gente sabe decir que el aura es la forma que tiene el alma de expresarse en el mundo físico. Otros dicen que es poder. Otros dicen que es capacidad...

Pero entonces, la respuesta fue clara para el rubio.

Era deseo. Deseo de alcanzar su meta.

¿Y cual era?

Su pie pisó con fuerza el suelo negro, que dejó de ser infinito. Era ahora el asfalto.

Era muy simple.

El aura comenzó a recorrer su cuerpo, brillando este de forma blanquecina para luego tornarse celestina.

El sería un héroe. No tenía tiempo de estar muerto.

El poder, entonces, encontró un huevo en su pecho. Un hueco pequeño, pero suficientemente letal.

Sin embargo, su corazón no dejó de latir. Por el contrario. Latió con mas fuerza aun.


El callejón

Desarmar al hombre con el arma fue el primer paso, muy fácil de hacer con buena velocidad.

El resto era golpear a sus atacantes hasta que vieran las estrellas... fue entonces que Junior, pese a no detenerse, quedó estupefacto al ver al muchacho rubio, con sus ojos unidos en una brillante luz celeste total y completa, corriendo en un frenético grito a su lado.

Y del hueco en su corazón, salió disparada una chispa celeste, como si un cable hubiera echo cortocircuito.

El combate se desarrolló como era de esperarse. El muchacho era torpe y poco ingenioso a la hora de combatir, por lo que no fue de mucha ayuda, pero tampoco estorbó.

El dueño del club, en cambio, tomó a todos los atacantes y los dejó dolorosamente inconscientes.

Una vez hubieron terminado, Junior se dio vuelta hacia el muchacho, sin creer lo que había presenciado.

Lo que encontró fue un chico cayendo inconsciente al suelo.


Una habitación

Despertó de una forma que no esperaba despertar.

En una cama. Cómoda... limpia.

Hacía solo dos días que vagaba, pero le parecían una eternidad desde la ultima vez que había estado en una de esas.

Miró con temor hacia los costados.

No había nadie ni nada que le mostrara que hubiera sido secuestrado. Solo una prenda de ropa en frente de él, en una silla, con una nota encima.

La ropa parecía formal.

Con algo de temor, tomó la nota y la leyó.

El baño está en frente. Limpiate, vístete y encuentrame en la barra.

Sin encontrar otra opción, el muchacho simplemente procedió a la puerta en frente. Si, era un baño.


El club

Atendía la barra con los ánimos por la nubes. Al parecer, había recibido buenas noticias, por que su actitud era radiante y bonachona con los clientes, mientras limpiaba los vasos con un trapo blanco.

Fue entonces que lo notó, tímido y algo incomodo, caminando por la sala

-!Miren quien llegó¡ !¿Si no es el "Perfecto Extraño"?¡- Bromeó, avanzando hacia el con los brazos abiertos- !Y yo que pensé que no despertarías hasta la noche¡

El muchacho se fregó el brazo izquierdo, confundido e incomodo. Estaba mostrando ahora un traje violeta y una corbata negra.

No eran colores que fueran muy bien con su apariencia.

-Chicos, vengan. Este es el cabeza dura del que les hablé- Invitó Junior, llamando al resto de sus empleados- Entonces, muchacho. Dinos como te llamas.

El chico rubio no sabía que decir ni que hacer. Así que, tragando saliva, se limitó a obedecer, mientras una amistosa mano se posaba sobre su hombro.

-Jaune. Mi nombre es Jaune Arc.


Fin del capítulo.

Así cerramos hoy. Espero que les haya gustado :D. Hasta la próxima!