"Tu me das placer, felicidad, amor y dolor, siempre, el dolor ha sido cubierto por tu amor, cuando me rompías el corazón, lo hacías en pedazos, pero tu amor lo conseguía volver a unir. Pero esta vez te has pasado has destrozado, fulminado y aplastado esos pedazos.
¿Porque?
Porque me pediste que no te acosara a menos que tú me lo pidieras, que no te besara ni te abrazara a menos que tú me dijeras lo contrario, acepté, porque te amaba, y confiaba en ti.
Pero al día siguiente, otro hombre te acosó, pero no fue eso lo que me dolió, no, fue el hecho de que no te importara, de que no te resistieras delante suyo, y encima, tienes el valor de decirme a mí, a la persona que se supone que amas, que no te acose, cuando estas dejando que el resto si lo haga, y encima, delante de mis propias narices.
Para eso no te quiero a mi lado, no quiero tu amor, ya no te amo, no quiero estar a tu lado.
Encontraré a otra persona que no me haga sufrir tanto, que me quiera tal y como soy, que me acepte, y yo la aceptaré a ella.
No me intentes convencer de lo contrario, no conseguirás nada, ya es muy tarde, ya me has destrozado el corazón, y no permitiré que lo vuelvas a hacer.
Te he dado millones de oportunidades, en todas, o al menos la mayoría me has fallado, te pedí que me dieras un simple beso, te negaste, aunque yo te di muchísimos, tu no me lo quisiste dar, te perdoné, y siempre lo he hecho, pero ya no lo pienso hacer.
Siempre que me sentaba en el sofá, tú te ponías en la otra punta, ¿desde cuando hacen eso una pareja? me acercaba a ti, pero me ignorabas, y las pocas veces que yo te he ignorado a ti, tú te enfadabas como nadie.
Podrías haber tenido un poco mas de consideración con tu novio, ¿no?
Pero ya es muy tarde, y no hay marcha atrás, no quiero volverte a oír "Jeg elsker dig", al menos dirigido a mí.
Y aunque lo digas, no te lo pienso escuchar, no te lo pienso decir, nunca más.
Esto es un adiós, hasta nunca, Norge
Firmado: Den"
Cuando Dinamarca acabó de escribir esta nota, vio como una pequeña figura lo estaba observando desde atrás, leyendo lo que había escrito en ese papel:
¡ISLANDIA! ¡QUE HAZES!
Es la primera vez que te veo escribiendo algo... tenía curiosidad. Además, estabas tan concentrado, que me ha extrañado mucho, y ya veo lo que pasa... lo siento.
¿Porque te disculpas?
Por lo que ha hecho mi hermano mayor
Tú no tienes la culpa Is.
Pero a lo mejor te puedo compensar
No tienes porque hacerlo, ya estoy bien
Dibujó una sonrisa en su rostro, pero Islandia, comprendió que era falsa, se notaba mucho, el danés no acostumbraba a estar enojado o triste, así que se notaba mucho cuando lo estaba, por mucho que lo evitara.
-Ya sabes que mi hermano te saltará con alguna excusa para que le perdones, ¿no?
-sí, me lo imagino.
-seguramente te dirá algo como: "es que cuando me tocas, me pongo nervioso, mi cuerpo se excita, y si estoy cerca de ti, me duele mucho el pecho…" o algo por el estilo
- lo tendré presente.
Dijo bajando la vista, ocultando la sonrisa tras unos llorosos ojos. Islandia, que llevaba años esperando esa oportunidad, se dirigió a la puerta, echando el pestillo sin que el danés se diera cuenta; se acercó a él, abrazándolo cuidadosamente, rodeándole el cuello con sus brazos, ya que estaba sentado en una silla, Islandia lo tuvo más fácil para llegar. Unas lágrimas empezaron a recorrer las mejillas del rubio, y seguidamente también unas recorrieron las del albino de ojos lilas.
-¿Por qué lloras, Is?
- Porque no te quiero ver triste, quiero verte contento, saltando y bromeando como haces siempre, me gusta más ese Anko, y además, es del que estoy enamorado.
En ese momento, Anko dejó de llorar, aunque unas lágrimas yacían en sus ojos tan azules, no se movió, casi ni respiraba, Islandia, viendo la reacción, lo abrazó aún más fuerte para que pudiera sentir sus latidos. El danés, algo nervioso, se giró para poder hablar mejor con el menor, pero, al intentar alejarlo de su cuerpo, se aferró aún más, casi sin dejarlo respirar.
-Is…me estas ahogando.
- fyrirgefa.
Seguidamente, el albino se sentó sobre la falda de Dinamarca, poniendo sus piernas alrededor de las del rubio, sin soltar sus brazos que seguían rodeando el cuello de Anko, sin que pudiera decir nada al respecto, Islandia le besó, acariciándole los rojos labios con su lengua, mientras con una mano le acariciaba el pelo lentamente, el otro brazo seguía alrededor de su cuello. Después, le abrió la boca con los labios, metiendo su lengua, acariciándole cada rincón de la mandíbula danesa. Cuando se separó, Den no podía dar crédito a lo que el menor había hecho, pero cuando reaccionó, giró su cabeza apartando la mirada de aquellos ojos lilas.
-¿Por… porque lo has hecho?
- Porque te quiero, te amo, siempre te he amado, pero tú elegiste a mi hermano, y ahora que no lo amas, me gustaría que me amaras a mí, te prometo, te juro, que yo nunca te haré sufrir, nunca te decepcionaré, nunca te dejaré, te lo prometo, te amo, y te lo quiero demostrar…
Dijo mientras le bajaba poco a poco la corbata, sin dejar de mirarle a la cara, con la otra mano, le fue desabrochando la camisa, el danés, se giró, algo rojo, y cogió ambas manos del albino por la muñeca, apartándolo de su cuerpo, se levantó, y sin decir nada, se dirigió a la puerta, quitando el pestillo, se dirigió a su habitación, donde se encerró, se tumbó en la cama, boca arriba, reflexionando sobre lo que había hecho el pequeño, mientras abrazaba un cojín con su bandera, y unas pequeñas lagrimas que se habían acumulado bajaban por su rostro. El islandés, por su parte, se puso de rodillas en el suelo, con las manos tapándole la cara, mientras mojaba el suelo con sus lágrimas.
A la hora de cenar, los tres se sentaron en la mesa, ninguno de los dos se miraba ni decía nada, Norge, sin sospechar nada, siguió comiendo, hasta que de repente, el danés se alzó, sin siquiera acabarse su cena, se dirigió a su habitación, cerró la puerta, pero sin pestillo, se estiró en la cama, con una pierna doblada, y un brazo detrás de su cabeza, observando las estrellas por la ventana, se quedó dormido. Mientras, los dos hermanos se acababan su cena, recogían todos los platos y se fueron a la cama. Sus habitaciones estaban la una al lado de la otra, antes, Norge dormía con Den, pero por alguna razón, que él no sabía, el danés se había ido a otra tras el regreso de la casa de los germanos, donde había pasado varios meses.
Islandia se levantó, cuidadosamente y si hacer ruido, se dirigió a la habitación de su hermano, tras comprobar que ya estaba profundamente dormido, cerró la puerta, y se dirigió a la habitación de Anko, vio que la puerta estaba abierta, así que entró, cerró el pestillo por si acaso, y se acercó a su cama, sentándose al borde, observando el rostro de Dinamarca tan tranquilo y lindo, no pudo evitar agacharse para darle un tímido beso en la mejilla, se estiró al lado del rubio, agarrándolo por la cintura con sus pequeños brazos y apoyando su cabeza sobre el pecho del danés, estuvo varias horas observando y escuchando su respiración, hasta que no pudo aguantar más, se levantó, y se colocó sobre el cuerpo de Anko rodeándolo con sus piernas, y apoyándose con los brazos alrededor de su torso, se agachó, besándole dulcemente la boca, aunque solamente un piquito, en ese momento, el danés se despertó, a punto estuvo de pegar un grito, pero el menor lo interrumpió metiéndole su lengua en la boca, acariciándole la lengua lentamente, el danés, se levantó, más tranquilo tras el susto.
-¿Pero que haces? –dijo susurrando, para no despertar al otro.
- Quería estar a tu lado, quería sentirte cerca de mí.
- Vuelve a tu habitación, venligst.
-ekki, quiero estar a tu lado, quiero que me ames como yo te amo a ti, como tú has amado a mi hermano, vinsamlegast, te amo…
Dijo antes de agacharse para darle otro beso, pero el danés lo rechazó, girando su cabeza, y de un movimiento, se levantó de la cama, dejando caer al islandés sobre las sabanas.
-Pero… ¿Por qué? ¿Por qué no me amas? ¿Por qué no me puedes amar como yo te amo a ti?
Anko no contestó, solamente se quedó mirando al menor sin ninguna expresión en la cara, Islandia, observando el rostro de Dinamarca, se levantó, abrazándolo, agarrándose a su cuerpo, de rodillas en la cama, apoyando su rostro contra el pecho del mayor, empezó a tirar de Anko hacia él. Estiró del danés hasta que quedaron ambos sobre la cama, uno encima del otro. Islandia, estaba debajo, sujetando el rostro del confuso rubio, con ambas manos, acercándolo a su rostro, mientras cerraba sus ojos, hasta que los labios de ambos se juntaron, y el islandés empezó a mover libremente su lengua por toda la boca del ojiazul, acariciando cada rincón, mientras que con las manos le desabrochaba la camisa, ya que casi siempre dormía vestido o en calzoncillos; poco a poco le retiró la prenda, pero el mayor seguía quieto, sin responder a sus movimientos, así que, para espabilarlo un poco, Islandia, se deslizó su poco hacia abajo, desabrochando el pantalón de Anko, le fue acariciando el miembro, sin quitarle nada, al fin, el danés respondió a sus caricias, el islandés se levantó un poco, dejando que Dinamarca fuera el que tome las riendas, así que Anko, ya consciente, bajó su cabeza hasta besar a Islandia, contento, Is lo abrazó por el cuello, colgándose de él, mientras unas lagrimas empezaban a caer por sus mejillas, lagrimas que Anko le secó, lamiéndoselas, mientras le quietaba la camiseta del pijama. Cuando le quitó la parte de arriba, le fue besando el pecho y la tripa, mientras le retiraba el pantalón poco a poco, llevaba mucho tiempo sin hacerlo, y su cuerpo se estaba impacientando, además, viendo que Islandia no se resistía, comprendió que era lo que él quería.
- Anko… ég elska þig
Dijo el islandés esperado una respuesta del mayor.
-Jeg…elsker dig…
Islandia, tras oír esa respuesta, se agarró a la cabeza del danés, que estaba más abajo, y levantó las piernas, en forma de V, alrededor del cuerpo de Dinamarca. A este, le empezó a crecer la erección, e Islandia lo notó, porque empezó a mover las caderas lentamente hacia delante y hacia atrás repetidamente, haciendo crecer la erección del mayor.
-¿En serio quieres hacerlo?
-¡ef, ef, ef!
Justo decir eso, el danés, metió dos dedos en la boca del pequeño, acariciándole la lengua y el paladar, mientras, le lamia y besaba el cuello, dejándole unas marcas rojas en su blanca piel nórdica. El islandés, lamia los dedos de Anko, cerrando los ojos, acariciando el pelo del rubio, mientras lo apretaba contra su cuello. Cuando el danés separó los dedos de la boca de Islandia, un hilo quedo entre ellos, y Dinamarca lo cogió con la lengua, y la mantuvo fuera hasta meterla dentro de la boca del menor, acariciándose las lenguas, la una con la otra, Dinamarca metió uno de los dedos por la entrada del menor, que se estremeció por el contacto, subiendo un poco y agarrándose muy fuerte al cuello del mayor.
-Avísame si te hago daño, o si quieres que pare.
-vale
El islandés estaba muy excitado, era su primera vez, aunque estaba seguro de lo que quería hacer. Anko notó la impaciencia del menor, así que, entre besos y caricias, le fue acabando de lubricar, con ambos dedos, acariciándole las paredes de su entrada lentamente, causándole placenteros gemidos que agradaban al oído del mayor, y lo excitaban aún más.
Poco a poco, Anko fue retirando sus dedos, y justo en el momento que los sacó del todo, el pequeño Is se le vino encima, manchando todo su torso, bueno, ambos torsos, disculpándose como si hubiera hecho algo malo.
-No pasa nada, eso es lo que tiene que pasar, tranquilo
-Muy…bien…
Dijo sonrojándose un poco, al ver la roja cara del islandés, Dinamarca se acercó, besándole la frente cuidadosamente. Le rozó la entrada con la punta de su miembro, cosa que hizo que Islandia gimiera aún más fuerte, aunque aún no había hecho nada, Anko empezó a empujar un poco, no quería pasarse con el excitado primerizo que no paraba de gemir, nervioso, que se vino por segunda vez.
-¿En serio quieres hacerlo?
-Ef…
Dinamarca, al ver a Islandia tan cansado, decidió dejarlo para otro día, se tumbó a su lado, abrazándolo, apoyándolo en su pecho, y el menor ocultó su rostro lloroso entre el cuerpo del mayor, agarrándose a él, pero en pocos segundos, cayó dormido, y Den, unos minutos después, también, se durmió abrazando al pequeño albino.
