Konichiwa mina-san ;3, aquí Yuki Knightwalker estrenándose en Fanfiction. Ayer terminé de ver el anime de Fairy Tail (TOT) y tenía en mente este fanfic desde hace ya 2 semanas así que decidí colgarlo.

Es un AU así que a lo mejor las personalidades de los personajes están algo cambiadas, pero intentaré lo menos posible que eso ocurra.

Fairy Tail ni sus personajes me pertenecen. De ser así, el episodio 154 del anime sería diferente.


Jellal agitaba levemente su habitual taza de café que minutos antes había sido entregada por su secretaria. Sonrió levemente, luego le agradecería con creces a Ultear el detalle. Dio un pequeño sorbo al recipiente todavía caliente y entrecerró los ojos, relajándose sobre su silla giratoria de cuero negro. Esos momentos sin duda ayudaban a pensar con claridad cuál sería su próximo objetivo.

Eso era un tanto extraño ¿verdad?, más las diferentes pilas de papeles, fotos y archivos daban a entender que él estaba investigando sobre los robos que recibía la ciudad habitualmente. Recientemente era bastante común, más normalmente eran niños nacidos en los suburbios de la ciudad que no tenían nada que llevarse a la boca o jóvenes que necesitaban dinero para sobrevivir y pagar los impuestos a los que eran sometidos. Como, normalmente, era el peliazul quién debía interrogarlos, muchas veces hacía la vista gorda y ni siquiera les interrogaba en la comisaría porque, él, Jellal Fernandes, profesionalmente conocido como Mystogan, comprendía perfectamente el infortunio que sufrían las gentes de los suburbios ya que él, en su momento, había hecho lo mismo.

Dejó la taza de café sobre el posa vasos y suspiró, no debía relajarse durante tanto tiempo si no quería retrasarse en su trabajo, además de que le estaban viniendo recuerdos que creía enterrados en lo más profundo de su corazón. Solo uno de ellos pudo llegar sin ser alterado o mostrarse tan nubloso como para no comprender cuando y en qué momento de su infancia había ocurrido.

-Una brillante melena escarlata, mientras el tono rojizo del atardecer entraba por la ventana…- murmuró mientras apoyaba su mejilla sobre su mano- ¿Por qué no consigo recordar a quién pertenece?

El peliazul fijo la vista hacia un archivo que hasta ahora había pasado inadvertido de su exhaustiva investigación. Leyó con atención el título que tenía la carpeta de tamaño mediano que tenía en sus manos.

"Titania"

Había que reconocer que solo el nombre que tenía escrito llamaba la atención, pero en semejante bosque de documentos había logrado pasar desapercibido. ¿Quién pensaría encontrar a alguien con el apodo de la "Reina de las Hadas" entre ladronzuelos de tres al cuarto?

El hombre del extraño tatuaje en la cara abrió con curiosidad la carpeta que sostenía en sus manos. En su interior se encontraban unos pocos papeles grapados entre sí relatando los sucesos en los que había estado involucrada "Titania". Robos, como era de esperarse, principalmente de comida y cosas necesarias para el día a día, como ropa y objetos para asearse pero, Jellal encontró también unos informes en los cuales se la acusaba de robos en bancos y museos.

Eso le sorprendió, había que reconocer que Magnolia no era una ciudad muy tranquila. Robos, asesinatos y peleas eran habituales en cada esquina, pero normalmente era por necesidad. En esa ciudad era regida por la ley del más fuerte. Más los robos a museos no eran para nada habituales.

Era la primera vez desde que el peliazul había llegado a ser el jefe del departamento que veía un caso de robo serio y no relacionado con el dinero.

Una pequeña sonrisa se le escapó de los labios. Estaba entusiasmado, por fin acababa de encontrar un caso a su altura.

Sin esperar más, decidió echar un vistazo a los datos a los datos personales que se habían descubierto acerca de la "ladrona". No había nada concreto ni relevante, sólo que era una mujer, alta, de aproximadamente 20 años de edad y…

-…de cabellos escarlata.-musitó mientras cerraba la carpeta. Debía ser una coincidencia, había estado tanto tiempo relajándose que ya confundía el trabajo con su pasado. Se incorporó de su silla, salió apresurado de su despacho. Varios de sus trabajadores le observaron unos instantes para después volver al trabajo. Él comenzó a buscar con la mirada a su fiel amigo, Natsu Dragneel.

Natsu era un muchacho de 18 años que acababa de ingresar en el departamento, ya que Jellal había ingresado ahí y él había sido su Kouhai en la escuela de preparación para ser policía. Tenía el cabello despeinado y puntiagudo de color rosa y ojos negros picudos. Una de las maneras de reconocerle a simple vista era por su gran sonrisa, que animaba a más de uno la mañana, mientras que a otros, verle la cara, solo le entraban ganas de borrársela. Era uno de esos tipos que o lo quieres con locura o lo odias con todas tus fuerzas.

Cierto era que Jellal no aguantaba a muchos miembros del departamento o incluso superiores de la comisaría y, el pelirrosa, era uno de los pocos que le llegaban a caer bien, junto con su secretaria. La mayoría solo eran perros arrogantes que no habían tenido que hacer mucho para encontrar un puesto de trabajo y un sueldo estable.

Y es que en Magnolia, las clases sociales estaban extremadamente divididas. Mientras que unos vivían sin peligros ni preocupaciones, ya que eran capaces de llenar una piscina con fajos de dinero y al instante llenar otra, otros podían pasarse días sin llevarse nada decente a la boca por ser incapaces ni siquiera de comprar una barra de pan. Por supuesto que había gente humilde sin problemas económicos, pero poca gente era capaz de llevar esa vida. La gente de clase media en esta ciudad estaba en peligro de extinción. Los habitantes de los suburbios crecían a ritmo alarmante y los de la alta sociedad no se preocupaban de nada excepto por su apariencia exterior.

De ahí que Jellal no se llevara muy bien con muchos de sus compañeros y subordinados, ya que actuaban con altanería y soberbia, creyéndose superiores a los demás solo por sus bienes materiales. Pero Natsu, a pesar de venir de una familia destacada económicamente, no era como la mayoría de los policías, debido a la desaparición de su padre varios años atrás…

Si Jellal tuviera que describir a Natsu sería: alegre y humilde, tratando a todo el mundo por igual, aunque bastante alocado y un maniático de la comida picante y las peleas.

-Hey Natsu, ¿tienes algo qué hacer hoy?- le preguntó el peliazul.

-No, acabo de terminar todo lo que tenía que hacer ¿por qué lo preguntas?- Le respondió el pelirrosa extrañado. Jellal no solía llamarle a no ser que fuera estrictamente necesario o importante.

-Necesito tu ayuda para mi próximo caso- le dijo sin rodeos, tampoco es que fuera estrictamente necesario llevar a alguien para acompañarle, pero el Dragneel podría serle de ayuda a la hora de buscar información.

-¡Por supuesto! ¡Si tiene que ver con algo fuera de los robos habituales será divertido, e incluso puede que nos encontremos con alguna pelea! ¡Estoy encendido!- exclamó alegremente Natsu casi saltando de alegría- Pero, ¿Qué habrá sido lo que le ha llamado la atención al gran Mystogan?- interrogó, en tono bromista.

-Te sorprendería si supieras que Titania-sama ha aparecido entre mis archivos esta mañana- respondió el peliazul encogiéndose de hombros.

-Titania, ¿La reina de las hadas?- preguntó con cara de incredulidad.

-La misma, ¿sabes algo sobre el tema?

-¿No la conocías o es que acaso no ves la tele? Últimamente interrumpen mis animes por los robos de esa ladrona, ¡Incluso Lucy estuvo al cargo de hacer un reportaje sobre ella!- dijo enfadado, juntando los puños en pose de batalla.- ¡Como la vea, voy a pegarla una paliza que nunca olvidará!

Jellal suspiró cansadamente, pero una pequeña sonrisa apareció en su cara.

-¿Alguna idea sobre donde comenzar a buscar?, es obvio que deberíamos empezar por los barrios exteriores, pero aparte de eso no hay mucha información.-dijo Jellal en tono pensativo, mientras se llevaba una mano al rostro.

-Tengo varias, pero si lo que quieres es buscar información conozco el lugar perfecto para ello… ¡vamos a Fairy Tail!- decía entusiasmado el pelirrosa. Después de la desaparición de su padre, Igneel Dragneel, el dueño de aquel humilde local había cuidado de él como si fuera su hijo, no por el dinero, ni por los bienes que podía ganar, sino porque el anciano decía que cualquier mocoso que pisara Fairy Tail era miembro de la misma familia que formaban la gente que siempre estaba en aquel local. Estaba situado a las afueras de la ciudad, en uno de los barrios más pobres y conflictivos, pero además de eso, fue el barrio en el que Jellal se crio de niño. Este recordaba años antes, cuando era niño, un pequeño edificio donde un dibujo de un hada con una cola muy larga, suponía que ese sería el lugar al que se dirigirían.

Por supuesto que tendría que ser andando, porque Jellal no estaba dispuesto a aguantar los constantes vómitos de Natsu si tenían que ir de un vehículo.

-Démonos prisa, que como sigamos hablando, no llegaremos hasta mañana- dijo Jellal mientras comenzaba a dirigirse hacia la salida, mientras Natsu se apresuraba para seguirle el paso.


Merezco: ¿Reviews? ¿tomatazos? ¿una espada? (?)