Capítulo 1. Los hermanos Withingale
Mi hermana me vuelve loco, pensaba Bryce Withingale, el antiguo delantero y capitán de Diamond, al que casi todo el mundo había conocido como Gazelle. El chico caminaba tranquilo, inmerso en sus pensamientos, mientras su preciosa hermana pequeña, Caitlin, le agarraba la mano, entrelazando los dedos entre los del chico.
Ambos eran prácticamente iguales, Podían pasar perfectamente por un par de gemelos, sino fuera porque Bryce tenía diecisiete años y ella quince. La chica idolatraba a su hermano, y lo quería con locura. Él también la adoraba, tal vez más que ella a él, pero intentaba no mostrarlo en público. Al menos voluntariamente, pues su hermana le obligaba a decirle que la quería muchísimas veces al día, y no se separaba nunca de él, sólo cuando tenían que ir a clase.
La chica tenía los mismos rasgos que su hermano. Tenía un largo y desordenado pelo blanco como la nieve que ataba en dos largas y gruesas trenzas, con unos mechones cayendo a ambos lados del rostro y un flequillo desigual que caía por el lado izquierdo, y unos ojos de un azul tan glacial que quien la miraba parecía perderse en el océano. Por suerte para muchos, los dos hermanos no compartían el mismo carácter, ya que Bryce era frío como el hielo, mientras que Caitlin era suave y tierna como un copo de nieve, pese a que muchas veces era amable por simple compostura solía tratar muy bien a los demás. Claro que también tenía sus momentos de mal humor, aunque eso le pasaba sólo con unos pocos privilegiados.
- Caitlin, suéltame la mano -Dijo el albino en voz baja.
- No quiero.
- Ya estamos llegando al instituto. La gente nos mira raro por ir siempre tan pegados.
- ¿Desde cuando te preocupa lo que piense la gente? ¿Qué importa lo que digan de nosotros?
- Ya sabes que no me importa. Pero si te sigues pegando a mí todo el tiempo, no vas a encontrar amigos. Siempre estas conmigo.
La chica se puso en frente de el, aun sin soltarle la mano. Su mirada azul se había vuelto seria, aunque seguía mirando a su hermano con la misma dulzura que siempre.
- Los hermanos no deben estar separados. Nunca. No pasa nada porque tengamos los mismos amigos, no necesito más.
Bryce la miro fijamente, atendiendo a sus palabras. No le gustaba que pensara de esa manera. Pero bueno, era cosa de familia. Vio como su hermana pequeña se sonrojaba un poco por mirarla tan fijamente, y apartó un poco la mirada. A veces Caitlin era incomprensible.
- Bryce...
- ¿Sí?
- Dime que me quieres -Susurró con voz melosa, mirando hacia arriba para encontrar sus ojos.
- Caitlin, llegaremos tarde -Dijo Bryce exasperado, poniendo los ojos en blanco.
- No es justo, quiero saber que me quieres.
- Ya lo sabes de sobra, no hace falta que te lo esté diciendo todo el rato.
- Si me quisieras no serías tan frío conmigo... -La chica bajó la cabeza, fingiendo estar indignada.
Sabía que ese truco siempre le funcionaba. En cuanto la veía un poco decaída, el chico cambiaba de repente. Aunque estaba algo avergonzado por tener que hacerlo en la calle, se inclinó sobre su hermana para abrazarla, mientras la besaba tiernamente en la frente. Menos mal que ya no había nadie en la calle.
- Claro que te quiero, boba.
Caitlin sonrió satisfecha y se pegó a su hermano, como si este le diera la vida.
- Yo también te quiero, Bryce.
El chico se limitó a suspirar. Siempre estaban igual. Y aun era por la mañana, quedaba mucho día por delante.
- Vámonos a clase, ¿vale?
- Sí -La chica volvió a agarrarle la mano y caminaron juntos.
Al instituto Alien.
Los antiguos promotores, tras dejar sus malvados planes hacia ya tres años, no querían tener que dejar a todos los niños que habían pertenecido al Alien, así que con la ayuda de Lina Schiller, la hija del fundador del instituto, habían construido varias instalaciones, que se componían por cinco residencias y un instituto. Las cinco residencias respondían a los nombres originales de los equipos de fútbol: Tormenta de Géminis, Epsilon, Diamond, Prominence y Gaia. Los uniformes del alumno dependían del grupo en el que había estado, así que el de Bryce y Caitlin era de color blanco y azul hielo.
Como las residencias estaban dentro del gran recinto del instituto, todos iban caminando. Bryce acompañó a su hermana pequeña hasta su clase, donde tardó por lo menos diez minutos en despedirse de ella. No parecía dispuesta a alejarse de su hermano, aunque fuera por unas horas hasta el descanso. Pero finalmente consiguió que la chica entrara en el aula, y entonces fue a la suya.
- ¿Otra vez Caitlin haciendo de las suyas? -Preguntó Xavier con una suave sonrisa cuando lo vio entrar.
- Ya ves, siempre la misma historia... -Suspiró el albino, sentándose en el pupitre de al lado.
Xavier Foster no había cambiado para nada, únicamente estaba más alto. Seguía teniendo esa piel blanquecina y los mismos ojos verdes, contrastando con su pelo rojo. Le dedicó una amigable sonrisa a Bryce, aunque este ni se esforzó en devolvérsela. Eran amigos, pero siempre era así con el. Se les acercaron otros dos chicos, uno con un aire de lo más amigable y despreocupado, con el pelo verdoso atado en una coleta alta y la piel algo morena, mientras que el otro parecía malhumorado, como siempre, con sus ojos ámbar brillando como dos antorchas, mientras se colocaba el pelo rojo, con una pequeña cresta en forma de llama.
- Oye, Gazelle, tendrías que aprender a manejar un poco mejor a esa mocosa -Masculló Claude Beacons, el chico pelirrojo, apoyándose sobre una mesa y cruzando los brazos.
- ¿Tienes algún problema con Caitlin, Torch? -Dijo Bryce, enfriando su mirada.
- Pues sí, estoy cansado de verla pasearse con nosotros tan tranquilamente y presumiendo de su complejo de hermano. Es una pesada.
El chico de pelo blanco se levantó para quedar frente a él. Sus ojos relucían con un brillo helado que estremecería a cualquiera. Pero el chico de ojos amarillos no se doblegaba ante él, no en vano era su mayor rival. Claro que nunca podría tener la misma frialdad que él.
- No hables así de mi hermana, o tendrás problemas. Lo sabes de sobra.
- Chicos, recordad que en clase no debemos tener peleas... -Se apresuró a decir Jordan Greenway, el chico de pelo verde, intentando poner paz.
- Jordan tiene razón. Tranquilos, ¿vale? -Intervino Xavier-. Claude, se más respetuoso con Caitlin. No hay nada malo en que pase tiempo con nosotros, también es nuestra amiga.
El pelirrojo puso una cara malhumorada y volvió a su sitio ignorando la mirada de Bryce. El chico de ojos azules seguía algo irritado. Y pensar que ese bicho se podía considerar uno de sus mejores amigos...
La mañana transcurrió como todos los días. Caitlin corriendo en el descanso junto a su hermano para después abalanzarse sobre el, mientras los demás intentaban quedarse al margen y darles espacio. En realidad se suponía que debía estar con los de primer año, pero no le importaba demasiado saltarse esa especie de norma. Después de unos minutos hablando con su hermano, la chica se reunió con Jordan, que sin ninguna duda era su mejor amigo. Él estaba encantado de ponerla al día con lo que pasaba en la clase.
- ¿Hoy tendrás entrenamiento? -Preguntó Caitlin, sonriendo débilmente cuando el chico asintió-. Qué suerte... Seguro que lo harás genial, como siempre.
- Haré lo que pueda. Por cierto, antes Claude y tu hermano han estado a punto de pelearse.
- ¿Y eso?
- Se metió contigo.
La albina dirigió su mirada glacial al pelirrojo, mientras su amigo le contaba lo ocurrido en clase. Este había cambiado su expresión malhumorada por una cautelosa en cuanto la vio, comenzando a moverse nervioso.
- ¿Te he molestado, Claude? Siempre intento ser amable contigo.
- Yo no he hecho nada, ¿por qué dices eso? ¡Jordan, idiota! ¿Qué le has dicho?
- ¿Yo? Nada... -El chico de pelo verde sonreía amistoso, pero por dentro disfrutaba de lo que estaba a punto de pasar.
- ¡Te mataré, Janus! -Exclamó exasperado, hasta que vio cómo Caitlin se acercaba a él-. ¡En cuanto salga de esta te mataré!
La chica de pelo blanco comenzó a perseguirlo, y él a correr desesperado. Bryce dejó escapar una sonrisa maliciosa mientras se apoyaba en la pared junto a Xavier.
- Le dije que tendría problemas -Comentó sin más, con aire despreocupado, consiguiendo que el pelirrojo dejara escapar una risa divertida.
Continuará
Inazuma Eleven y sus personajes no me pertenecen a mí, sino a Level-5.
Caitlin Withingale es un personaje original creado por mí.
