Los personajes no me pertenecen pero eso ya es de demonio publico, así que sólo pongo este pequeño enunciado a modo de cola de paja, sin más, aquí comienza...
La entropía de Haruhi Suzumiya
Prólogo:
Al parecer, a una persona en particular, parece agradarle más el calor que el frío. Puesto que este último sólo aparece en su mayor momento de gloria, y tan rápidamente como si hubiese sufrido pánico escénico y lo empujarán al escenario. Si, esa persona; aunque es cierto que su personalidad encaja mejor en un día soleado, que en un cielo cubierto de nubarrones invernales. Ella, cuya mirada puede ser más aterradora que la de la misma Medusa, pero en lugar de convertirte en piedra, tu estima se desvanece sin dejar rastro; y claro, ante tan cortante gesto…
Pero últimamente sus expresiones se habían relajado un poco, aunque eso sólo lo sabíamos nosotros. Nunca podías ver esa misma sonrisa en el aula, al menos no como la que le generaba la Brigada. Y como si tuviera una reputación que proteger, su ceño fruncido parecía pintado con tinta indeleble. ¿Faltará mucho aún para que se resigne a tener una vida normal? Si, claro… Como si eso fuera posible… Pero soñar es gratis, sino pregúntenle a ella.
En cualquier caso, ya me encontraba en movimiento hacía el salón del club, más por pura inercia que por otra cosa. Sin mencionar que no tuve una buena noche de sueño, puesto que no encontraba una posición que fuese cómoda. Hasta intenté darme una ducha fría para relajarme, pero no surtió efecto alguno. ¡Que fastidio este calor!
Y así de desganado entré al salón. ¿Tengo que describir esto todas las veces? De acuerdo. Pues Nagato estaba en su esquina, al igual que siempre leyendo un libro grueso de tapa dura, el cual parecía estar en latín. Por otro lado, Asahina preparando té en ese traje de sirvienta que le sienta tan bien. Koizumi delante de mí con el tablero preparado, listo para empezar una partida de damas, del cual pasé amablemente. Sencillamente no estaba de humor. Y finalmente, Haruhi ocupando su trono frente al ordenador. Parecía ya una plantilla de la cual no podríamos salirnos. Detalles más, detalles menos, era la misma escena con la que me topaba todos los días. Pero había algo distinto, aunque no sabía que.
Si tuviera que repetir todas aquellas tonterías que Haruhi dijo aquel día, me tomaría al menos unas diez páginas, considerando que al mismo tiempo tendría que tomarme las molestias de explicar todo lo que ella da por sabido. Aún así me es relajante el verla tan animada. No me malinterpreten, siempre será mejor esto, a la alternativa.
Podía sentir que todo estaba demasiado calmado. Como cuando en las películas te hacen notar que el silencio es absoluto, y por tanto no es normal. Podría decirse que algo así era la sensación que estaba experimentando.
La regla general de las reuniones de la Brigada, parecía ser que su duración estaba determinada a la paciencia/aburrimiento de los miembros. Es decir, usualmente esperábamos al primero que se decidiera para irnos todos a casa poco después. Pero salvo que tengamos algo realmente importante que hacer, por lo general aguardábamos a que fuera Haruhi quien dé las sesiones por terminadas. Pero aún lejos de pensar en marcharnos, debíamos esperar a que alguien llegase. Que por cierto ya lleva bastante retraso…
— Perdón por la tardanza Haru-nyan. — Saludó nuestra invitada haciendo un estrambótico gesto con su mano derecha. ¿Eso era algún síntoma? ¿Cómo los que sufren las personas que van a las pruebas de nuevas drogas? No sabría decir si es o no más hiperactiva que Haruhi, pero si puedo afirmar que su carisma le sobrepasa en gran medida. Como la diferencia entre el Sol y Aldebarán.
— No hay problema, de todos modos aún estábamos de reunión. — ¿Llamas a esto reunión? No me sorprendería que el significado de la palabra "reunión" cambie de un día para otro en todos los diccionarios del mundo. "Dícese de un grupo de tontos sin nada que hacer", si, sería eso…
— Esto… Gracias nuevamente por la invitación. — Escuché decir tras de mí a una criada que si de buenas a primeras me hubieran dicho que venía del futuro, no hubiera sido tan creíble como decir que tal vez venga del pasado.
El sonido proveniente del pasar de las hojas en el libro de Nagato, que hasta hace poco era el único que se paseaba en nuestros oídos, fue reemplazado por un tifón de cánticos y gritos de ambas. Tsuruya y Haruhi, por supuesto; no podría haber sido de otra manera.
Bueno, creo que ya es hora de ponerlos en contexto ¿no?
Al parecer la mansión de los Tsuruya se pintará de fiesta con el casamiento de una de las primas de nuestra cuasi miembro, y ha tenido la amabilidad de invitarnos a la celebración. A todos nos vendría bien el disfrutar de algunos momentos de descanso. Creo que nos lo hemos ganado ¿no es así? Al fin y al cabo era viernes.
Minutos después nos encontrábamos caminando hacía nuestro destino. Koizumi y yo, cargando nuestros trajes, íbamos al frente junto a Tsuruya, quien lideraba la expedición. Detrás nuestros de derecha a izquierda; Asahina, Nagato y Haruhi. Taniguchi y Kunikida detrás de todos. Me sorprende que Tsuruya se haya siquiera acordado de esos dos energúmenos. Ellos van atrás porque sólo quieren ir en una posición donde puedan ver a todas las chicas. Vaya par de idiotas…
— Mikuru, déjame ver el vestido que trajiste. —Prácticamente gritaba Haruhi a mis espaldas… y procuré no voltear. Pensé que sería mejor si todo aquello fuera una agradable sorpresa, y reservé mi curiosidad para la fiesta. — ¡OH! Es perfecto. — No voltees… No voltees… Sé fuerte…
— ¿Yuki? — Prosiguió Haruhi en su afán de metiche. No escuché respuesta, y si mal no recuerdo no llevaba más consigo que el morral del colegio… — ¿Eh? Te dije que trajeras algo para la fiesta. ¿O acaso no tienes algún vestido como el de Mikuru? — Se quejó en un tono de frustración. Es a Nagato a quien le hablas, ya deberías haberlo previsto… Imaginó que habrá movido su cabeza de derecha a izquierda, o quizás de izquierda a derecha. Una o la otra, porque Nagato nunca hace un movimiento o dice palabra más de lo estrictamente necesario.
En ese momento una maratonista en uniforme de marinera me alcanzó y se paró frente a mí, arrastrando a Nagato por la muñeca. Y después estiro su mano frente a mi nariz…
— ¿Qué quieres? — le pregunté con cierta incertidumbre, aunque ya podía hacerme una idea de lo que quería…
— Dinero — ordenó. Lo sabía…
— ¿Por qué debería? — dije entrecerrando mis ojos, intentando poner mi mejor cara de "no me molestes".
— Un vestido para Yuki, tonto, debes contribuir. No esperarás que vaya así. — soltó señalando el uniforme de marinera de nuestra Alien. Sé que no tiene nada que ver este comentario pero si te fijas, podría decirse que ese uniforme le sienta muy bien.
— La retrasada eres tú si crees que tengo semejante dinero encima. Y aunque lo tuviera lo consideraría sólo si ella me lo pidiera, no porque tú me lo ordenes. — Las probabilidades de que eso ocurra son prácticamente nulas…
— Esto… Haru-nyan, no te preocupes por eso, tengo muchos vestidos en casa. Es más, ya hay algunas personas a quien les prestaré algunos también, de seguro encontraremos algo para Yuki-ni. — Dicho esto Haruhi pareció conforme, mientras Nagato miraba algún punto perdido en el infinito.
Gracias Tsuruya… En serio… Gracias…
Una vez allí, saludamos cordialmente a algunas de las personas que ya habían llegado, mientras Tsuruya nos presentaba y rápidamente nos dirigimos a los dormitorios, donde nos cambiaríamos. ¿Por qué será eso que las mujeres tardan tanto en estarse listas? Ya llevamos rato esperando aquí con Koizumi y los demás a que terminen, y aún no han dado señal de vida… Que fastidio de espera, sobre todo porque este tipo parece que necesita de hablar, como si de respirar se tratara…
¡Retiro lo dicho! Ciertamente esperar por lo bueno da sus frutos… ¡Esto es un deleite para mis pupilas!
Nosotros llevábamos una suerte de traje de gala y nos veíamos bastante bien, debo admitir. Pero al lado de ellas parecíamos poco más que vagabundos.
Tsuruya, en un traje de noche de un color verde brillante, que resaltaba su permanente sonrisa.
Asahina, en un vestido con brillantes en una tonalidad rojo carmesí, que dejaba al descubierto sus frágiles hombros y su cabello recogido.
Nagato, en un encaje blanco como el de una princesa, que permitía la vista de la sutil pero sensual curva de su espalda.
Por último y no por eso menos importante, Haruhi. En un atuendo negro ajustado, acorde a su personalidad algo desvergonzada; que exponía sus piernas muy elegantemente. Además también había cambiado su diadema por un moño de tela, también negro; el cual tomaba su cabello, ya algo más crecido, en forma de cola de caballo… Eso es un golpe bajo sabes…
Y después en la mesa pensé que así lo que tiene Haruhi de encanto, le falta en moderación –cualquier tipo de moderación- … Aún no acabo de entender como puede mantener ese cuerpo, con la manera en que come. Pásame el secreto.
Ninguna fiesta estaría completa sin al menos una sesión de baile ¿cierto? Pues no se hizo esperar mucho. De buenas a primeras realmente no pensaba pisar esa pista, ya que prefería reírme de los rechazos sufridos por Taniguchi.
Tanto Asahina como Koizumi fueron asediados con invitaciones. Me importa un comino lo que él haga, pero como alguien se propase con Asahina acabará con la cara en el ponche. Nagato también tenía su éxito, pero no le daba importancia a nadie; así que fui y le propuse el bailar una pieza para romper el hielo.
Ella parecía algo perdida al principio, pero después de ver a las demás personas aparentemente entendió lo que debía hacer.
No me jacto de ser un gran bailarín, aún así sé defenderme un poco en el área. Pero mis esfuerzos fueron miserables ante lo opacado que me vi por la elegancia de Nagato. Con movimientos suaves, pero con paso firme. Se supone que en este tipo de bailes el hombre guía y la mujer le acompaña. Por lo que estaba algo inquieto, por mis torpes movimientos en comparación a nuestra alienígena, quien sumaba el título de bailarina profesional a su ya basta currícula.
— Sabes Nagato, ¿Por qué no continuas un poco más? Ya hay varios interesados en invitarte un baile y seguro te ayudará a relajarte.
Silencio… Demonios, pareciera que hablara con la pared.
— Es un consejo. — dije después, para asegurarme que me había escuchado. La interfaz humanoide con propósito de observación parpadeo unas cuantas veces antes de decir nada.
— De acuerdo.
En este punto podía sentir la mirada de Haruhi atravesando mi nuca. Así que fui a buscarla. ¿La muy miserable se estará aburriendo? Cuando regresé a las mesas me encontré con Taniguchi que parecía ya algo molesto, porque hasta Kunikida se había hecho de una pareja.
— ¿Yuki Nagato eh? ¿Dije A-? Acaba de subir a A+… — Tus tonterías me tienen sin cuidado.
Cuando giré la cabeza vi a Haruhi mandando al diablo a algún pobre idiota que intentó invitarla. No pude evitar sentir pena por él, pero al mismo tiempo envidiar su suerte.
— Nadie vale la pena aquí. — dejó escapar en un suspiro. — Preferiría que dejen de molestarme.
— Bueno… no puedes culparlos por intentarlo. — Dije con bastante soltura, mientras la escrutaba.
— Pervertido. — exclamó cubriéndose el pecho… Vamos, no puedes ponerte eso, y después hacer ese tipo de reclamos…
— Yo creo que más bien, honesto. ¿No crees? — Quizás fue mi imaginación, pero me pareció que este último comentario le agradó. Aún a pesar de haberme golpeado en el brazo. Fue más bien una caricia que un golpe, hablando al nivel de energía de Haruhi claro esta; aún así sentí ese impacto que me hizo soltar un ligero quejido.
Hubo un momento de silencio en el que ella parecía un poco perdida. Y en eso escuche un débil susurro.
—…la misma mirada…
No entendí el significado de dichas palabras en ese momento, o mejor dicho preferí creer que no lo entendía. Haruhi había pensado eso y ni siquiera notó que realmente lo había dicho. Te escuche sabes…
Pensé que si la invitaba a bailar podría indagar un poco más acerca de aquello que acababa de oír. Le tendí mi mano ante las miradas llenas de incredulidad de aquellos que fueron rechazados por ella… Vamos, no creo que sea tan feo.
Ella aceptó, pero no me miró en ningún momento, incluso mientras bailábamos apartó su vista de mí lo más que pudo. ¿Qué es lo que te preocupa? Y cuando terminó la pieza sucedió lo impensable.
Tal vez fue el efecto del champaña que bebí a lo largo de la velada, pero me pareció que sus rasgos eran más delicados de lo que recordaba; más aún con esa pequeña pero adorable cola de caballo que ostentaba y su mirada algo perdida. Y terminé por abrazarla fuertemente, y sólo un abrazo por que retomé parcialmente el control de mi cuerpo; logrando que mi cabeza pasara su hombro, en lugar de encontrarme con la suya. Podría decir que fui poseso por algún espíritu que sólo quería fastidiarme, pero habría mentido descaradamente. Me invadió un deseo irrefrenable de hacerlo y punto. Bueno, después de todo, soy un joven como cualquier otro; y no creo que necesite explicar que sencillamente pasé por un momento de debilidad.
Por la posición en que estaba no pude ver su expresión, pero el movimiento de su cuerpo me demostró cierta duda. Estaba temblando, pero luego de unos segundos se compuso y me empujó con todas sus fuerzas. Tal es así que tropecé con uno de los mayordomos de la familia Tsuruya, derramando sobre mi persona, al menos unas seis copas de vino. Un gran silencio se apoderó de la pista, y al cabo de unos segundos más fue que Haruhi reparó en lo que había pasado, mientras escuchaba su respiración entrecortada.
No pensé que lo que había hecho ameritaba semejante desplante, aún así… No olvidaré esa escena, que quedó grabada a fuego en mi memoria. Haruhi Suzumiya hizo y dijo algo que me dejó perplejo…
— L… Lo siento. — cuando una pequeña pero filosa lágrima recorrió sus enrojecidas mejillas. Y después de eso se fue, sin más.
— Haru-nyan es una chica muy especial… Kyon, deberías tener especial cuidado con ella. A estas alturas pensé que ya lo sabías… — me expresó Tsuruya a modo de condolencias mientras palmeaba mi espalda enérgicamente.
Intenté llamarla pero no respondió, y después de dos mensajes y unas diez llamadas perdidas desistí. Ya sin ánimos de festejar, acabé por irme a casa en estado de confusión. Pero como imaginarán, ante tan ridículo escenario mis dudas pudieron más que Morfeo y conciliar el sueño parecía una tarea imposible. No llevaba más de diez minutos acostado cuando mi móvil empezó a sonar… ¿Quién puede llamar de madrugada? Mejor dicho ¿Acaso creen que soy tienda 24hs? Esperaba que fuera Haruhi…
— ¿Si? — Del otro lado de la línea sólo escuchaba una tenue respiración, ningún sonido más del necesario. No hubiera necesitado ver la pantalla para saber de quien se trataba. — ¿Nagato?
Tal vez esto ha sido algo largo para ser un prólogo, pero les puedo asegurar que es sólo eso… El prólogo, porque esto no hacía más que empezar.
Fin del Prólogo
