N. de la T.:

¡Importante! CN quiere decir "castellano neutro", hay también una versión en castellano rioplatense (CR). Antes, yo llamaba a estas versiones "versión en tú" y "versión en vos", pero después decidí cambiar la terminología porque no era del todo correcta, ya que no cambio los pronombres personales nada más.

El título original de este fic es "Crimson Door" y así como fue el primer fic "serio" que escribió Blackened Wing, también será mi primer intento de traducir algo seriamente. Todo lo que aparezca de acá en adelante, salvo las "notas de la traductora" va a ser una copia al castellano de la versión en inglés (es decir, no sólo voy a intentar ser lo más fiel posible a la historia, sino que también voy a traducir textuales las advertencias, la calificación, parejas, spoilers, etc., etc.). Reitero que este fanfiction es pura y únicamente de Blackened Wing, yo sólo lo pasé al castellano para el entretenimiento de la comunidad de habla hispana. ¡Ojalá que lo disfruten!


La puerta carmesí (por Blackened Wing)

Traducción: Imaginary Fushia

Título original en inglés: Crimson Door

Calificación: M

Resumen: Los enemigos de Kaname traman un malicioso plan para llegar al purasangre por medio de Yuki y Zero, poniendo a los tres en grave peligro. Zero es abandonado a pasos de la muerte y Kaname queda en las manos de unos sádicos captores. Sólo el purasangre puede darle al ex humano lo que necesita para sobrevivir, y tal vez sólo el ex humano pueda salvar al purasangre de un destino peor que la muerte… siempre y cuando eviten matarse el uno al otro primero.

Advertencias: Una razonable cantidad de golpes / torturas. Toma de sangre no consensuada. Yaoi – Slash. Momentos lemon y lime.

Spoilers: Sí, de todas las series de Vampire Knight, pero especialmente de los capítulos 30 a 32

Parejas: Kaname x Yuki x Zero, el orden no importa, mézclenlos como más les guste ;) Sin embargo, tengo que admitir que prefiero escribir basándome en Kaname y Zero, lo cual probablemente se va a notar.

N. de la A.: Esta historia comienza con una pequeña expansión de los eventos ocurridos en los capítulos 30 a 32 de las series de Vampire Knight. Como en este momento el capítulo 32 fue el último en ser publicado, de ahí en adelante es todo producto de mi retorcida imaginación, y como tal, será AU una vez que se publiquen los demás capítulos del manga. Hay momentos en que escribo desde el punto de vista de un personaje en particular, lo cual significa que todo lo que está pasando va a terminar teñido con su propia perspectiva, no necesariamente la mía. Me pareció pertinente mencionar eso. Las reseñas son muy, muy bienvenidas, aunque tengan en cuenta que éste es uno de mis primeros intentos de escribir un fanfic serio… así que, por favor, tengan misericordia. Gota de transpiración

Nota acerca de los nombres: Éste es mi primer intento de escribir un fanfiction basado en un manga, por lo tanto, agonicé durante largo tiempo ante la duda de si debería mantener la convención de los nombres honoríficos japoneses (Kaname-sama, Zero-kun, etc.). Al final, sin embargo, temí que probablemente terminaría mezclándolos en algún punto, así que decidí seguir con el método usado en las versiones del manga VIZ y llamar a los personajes por su nombre o apellido. También, me encontré con algunas confusiones al tratar de hablar de Takuma Ichijo y de su abuelo, Asato Ichijo. En el manga, a Takuma a veces se lo llama Ichijo, pero como Asato juega un papel bastante extenso en esta historia, yo me estaba metiendo en toda clase de problemas, especialmente al hablar de los dos al mismo tiempo. Así que, finalmente me decidí por llamar a Asato "Ichijo"y referirme a Takuma como "Takuma", por lo menos en la mayor parte. Por esta misma razón, casi siempre me refiero a Rido Kuran usando su nombre.

Descargo de responsabilidad: Vampire Knight y sus personajes no me pertenecen a mí, sino que son de su inspirada creadora, Matsuri Hino. Yo los tomé prestados sin permiso, pero con gran afecto. Esta historia es sólo para fines de entretenimiento; no se está lucrando con ella en ninguna forma.


Capítulo uno: "Deudas de sangre"

Kaname inclinó la cabeza a un costado. El cabello oscuro rozaba silenciosamente su piel color crema y cálidas gotas de sangre caían por su clavícula mientras dejaba que el ex humano succionara de su cuello. Sabía muy bien lo que el olor le estaría haciendo al resto de los alumnos del dormitorio, pero no se podía evitar. Ésta era la única forma, la única manera de asegurarse de que Yuki estuviera a salvo… y de apaciguar su consciencia por lo menos en lo concerniente a este muchacho, aunque el purasangre nunca admitiría tal cosa.

Los dedos largos de Kaname se enhebraron con soltura en los cabellos cenicientos de Zero mientras el joven se adentraba en su carne casi con desesperación, bebiendo profunda y salvajemente, presionando la Bloody Rose contra el grácil mentón del otro vampiro. El dolor palpitante que cruzaba la sien de Kaname y la sangre que goteaba lentamente por su rostro eran la clara indicación de que sabía con exactitud cuán peligrosa era el arma, aunque ciertamente no lo era tanto como pensaba quien la sostenía. No para un purasangre, de cualquier manera. Sin embargo, casi le causaba gracia lo vulnerable que lo hacía sentir la forma en que Zero bebía de él, dado que de todos modos estaba en pleno control de la situación. Si así lo deseara, podría matar al ex humano como si fuera un mero insecto. Pero, por su puesto, ése no era el caso. Estaba tratando de salvar a Zero, no de matarlo y prácticamente había tenido que forzar al muchacho aborrecedor de vampiros para que clavara sus colmillos.

Kaname hizo una ligera mueca de dolor, contento de que el otro joven estuviera demasiado absorto en su cuello como para notarlo. Zero no tenía fineza. Estaba tomando con total brutalidad el regalo que el purasangre le había ofrecido, casi arrancando los pedazos de su cuello. Zero no tenía porqué derramar tanta sangre… Kaname lo pudo haber mordido hasta dejarlo seco sin desperdiciar ni una gota. Pero claro, Zero había sido criado como un humano y nunca había aprendido las delicadezas de su nueva raza. Ni siquiera había bebido sangre sino hasta hace un año. El purasangre no lo culpaba por su inexperiencia, aunque tenía la terrible sospecha de que tal vez estaba siendo particularmente agresivo debido a su odio por el mismísimo hombre de quien se estaba alimentando. A decir verdad, esperaba que no hubiera sido así de despiadado cuando Yuki se le ofreció tan desinteresadamente. Ese pensamiento hizo nacer una ira punzante que se expandió por todo el cuerpo de Kaname y sus dedos se tensaron entre los pálidos cabellos plateados que sostenían.

El purasangre se calmó casi instantáneamente. No. Zero nunca lastimaría a Yuki a propósito, y por más mal que le cayera el otro muchacho, por lo menos de eso estaba seguro. Zero amaba a Yuki, incluso tanto como la amaba Kaname, y aunque dicha situación los convirtiera en rivales, el purasangre sabía que era una de las cosas que mantendrían a Yuki a salvo. Kaname no podía estar con la muchacha todo el tiempo, pero el ex humano sí podía y daría la vida por ella sin pensarlo dos veces. Ésa era la razón por la queKaname estaba dejando que el joven destrozara su cuello y se atracara con la embriagadora fuerza de la sangre pura que corría por sus venas.

Los ojos de Kaname se cerraron; un leve mareo había comenzado a florecer. Zero necesitaba mucha sangre… más de la que Kaname daría en circunstancias normales. Sólo la fuerza de voluntad le permitió controlar el ligero temblor que pasó por su espalda mientras los colmillos de Zero se abrían camino por su cuello, acariciando sin querer la piel destrozada y sensible con labios y lengua al intentar atrapar la sangre errante. Tal brutalidad era dolorosa, pero Kaname había sufrido en su vida dolores mucho, mucho peores. Lo más desconcertante era la sensualidad natural del acto, las olas de placer que corrían por su columna ante las suaves y húmedas caricias de la boca del joven. Succionar sangre de humanos era meramente una fuente de comida, por lo menos en la mayoría de los casos, pero compartir sangre entre vampiros era un acto íntimo, mucho más íntimo que los besos. Kaname sabía esto muy bien, pero aun así no había estado completamente preparado para cuán intensas podían ser las sensaciones.

Nunca antes había dejado que alguien bebiera su sangre, ni siquiera sus amigos cercanos pese a que con algunos había ocurrido al revés. Que un purasangre tomara de una persona en particular era considerado uno de los honores más grandes de la sociedad vampírica. La gente se ofrecía ante él, como lo hizo la pobre Ruka aquella noche, durante los primeros días de la Academia. El joven sabía que la tendría que haber rechazado, ya que en caso contrario ella terminaría anhelándolo y sintiendo por él un afecto no correspondido. Pero al purasangre no le quedó otra opción. La pequeña Yuki dormía sobre la cama y sus instintos vampíricos amenazaban con devorarla. Le había hecho falta sangre, sangre real para evitar que su control flaqueara.

Una sonrisa débil pasó por sus labios elegantes y desapareció en cuestión de segundos ¿Zero se daba cuenta de que era el primero en tener esta clase de contacto con Kaname? ¿Sabía que el cuello que estaba mordiendo era uno virgen? Kaname pensó que si se lo dijera en esos mismos términos, el joven se pondría tan rojo como sus ojos sedientos de sangre. La idea no sólo era vengativa, sino también bastante divertida y placentera, pero el vampiro no tenía intenciones de decírselo. El ex humano no conocía las maneras de su nueva raza. Entre más viera este acto como una simple transacción de fuerza y alimento, mejor. Zero Kiriyu no había pedido convertirse en lo que era, sino que había nacido siendo un cazador de vampiros. Fue una mujer de esta raza quien violó su posibilidad de elegir y se la arrancó de las manos, la misma vampira que mató a su familia y lo hizo a la fuerza uno de ellos, crueldad que sólo los purasangre pueden infligir. En la mente de Kaname, quizás era justo que la sangre de otro vampiro puro fuera ofrecida para ayudar, atrasando el inevitable descenso a la locura. Aunque nadie más compartiría su punto de vista. Los purasangre eran seres sagrados, dioses que podían hacer lo que se les viniera en gana. Pero Kaname Kuran sabía que esto no era cierto. Él no era un dios y nadie tenía derecho a hacerse pasar por uno. Había bebido la sangre de quien le había hecho esto a Zero, robándole sus fuerzas y luego arrancándole el corazón. No. No eran dioses. Los dioses no perecían, e incluso a los purasangre los esperaba la muerte si eran asesinados.

Kaname se estaba mareando. Había dejado que su mente vagara, perdido en el revoltijo de pensamientos y sensaciones indecentes y excitantes nacidas del acto en el que estaban sumergidos. La sangre de Zero, desparramada por todo el cuerpo del muchacho a causa de su confrontación previa, emanaba un aroma embriagador y delicioso. Kaname deseaba con todas sus fuerzas morder el pálido cuello que se inclinaba enfrente suyo, pero se rehusaba a hacer tal cosa. Siempre y cuando Zero se alimentara de él, no se creaba ningún daño duradero. Si él devolvía la mordida, en cambio, los dos formarían un lazo de sangre de determinado nivel y Kaname no tenía intención de compartir uno con este joven demente. El purasangre se estremeció, ladeando su cabeza contra la pared con la pistola todavía apretada contra su mentón, aunque ahora con menos fuerza que antes dado que Zero estaba completamente perdido en las sensaciones producidas por el consumo de sangre. Demasiado. Zero estaba tomando demasiado y Kaname necesitaba que esto terminara ahora. Sinceramente, si Kiriyu le disparaba en este mismo momento, después de haberle sacado tanto… probablemente sería capaz de matar al purasangre. Pero definitivamente se llevaría al ex humano a la tumba si tal cosa ocurriera. Por fortuna, Kaname sabía que no eran enemigos tan ensañados, todavía no por lo menos y, a pesar de su naturaleza, Kiriyu no era una persona inclinada hacia el asesinato o la crueldad innecesaria. Kaname le pudo haber arrancado la cabeza de su cuello de un solo tirón, pero no lo hizo.

−¿Me quieres matar, Kiriyu? −murmuró suave e impasiblemente, con los labios muy cerca del oído del otro joven−. Porque lo vas a hacer pronto. Necesitas aprender a controlarte. Es de mala educación desangrar con tanta brutalidad a un donante voluntario −su voz era calma, sosegada como de costumbre, y tenía ese tono casi de burla que volvía loco al ex humano. Aturdido por las ansias de sangre y colmado del líquido intoxicante de Kuran, los instintos vampíricos de Zero estaban funcionando a todo motor. El muchacho rezongó por lo bajo, arrojando sus dientes contra la herida abierta y desgarrando vengativamente la piel pálida.

Esto era algo que el purasangre no había esperado, y el joven sofocó un pequeño gemido de dolor y sorpresa, inclinando su cabeza hacia atrás y enredando los dedos tensamente en el pelo de Zero.

El borrar la vanidad de la cara de Kuran, aunque fuera sólo por un momento, envió un estremecimiento oscuro a lo largo del ex humano y éste apenas sintió el tirón que le dio el otro vampiro a su cabello. No tenía intención de matar a Kuran, por mucho que le gustara la idea. En realidad, le tenía un rencoroso respeto y normalmente nunca lo habría tratado con tanta crueldad, pero estaba ebrio de sangre y el poder que había acabado de absorber lo desbordaba. Zero tomó un último y profundo sorbo antes de alejar su cabeza. La sangre de Kaname cubría sus labios y boca, goteando de sus colmillos todavía extendidos. Tenía los ojos vidriosos de un éxtasis similar al proporcionado por las drogas y sus pulmones subían y bajaban con esfuerzo mientras miraba a Kaname con pupilas dilatadas en iris rojos y enormes.

La imagen era perturbadoramente atractiva para un vampiro y, por un segundo, Kaname se quedó hipnotizado viendo cómo la sangre caía del mentón de Zero. Su cabeza daba vueltas por la pérdida de esa misma sangre y su cuello ardía con un dolor extraño, semejante al placer. Tal vez eso fue lo único que calmó su rabia lo suficiente como para darle la oportunidad de apaciguarse y así no tener que destrozar al insignificante ex humano por lo que había acabado de hacer. Porque, esta vez, no cabía duda de que había sido intencional.

Kaname dibujó una ligera sonrisa en su rostro y la arrogancia tranquila le volvió a la mirada.

–Realmente eres más vampiro que cualquier otro vampiro… −dijo, repitiendo sus palabras anteriores mientras deslizaba una mano hasta su cuello para estancar la sangre que todavía goteaba de la herida abierta. Se tendría que estar cerrando y el dolor debería terminar con el contacto, pero eso no ocurría. Su cuerpo seguía sangrando, el asunto era así de simple.

Zero se arrojó de espaldas contra la otra pared. Todavía parecía aturdido y se abrazaba como si creyera estar a punto de romperse… o quizás de explotar. Su pecho se movía con cada respiración y miraba a Kaname de reojo y en silencio, como si el vampiro lo hubiera obligado a hacer algo aberrante. Claramente, el nivel de su intoxicación igualaba al de su disgusto.

Debe ser duro… odiar lo que eres…

−El lugar donde me dio la bala todavía duele −remarcó Kaname con la tranquila irritación en su voz tan controlada como siempre. No había esperado que Zero le diera las gracias. No había esperado ninguna otra reacción más que la que estaba obteniendo. Después de todo, esto no se trataba de Kiriyu, se trataba de Yuki. Pero aun así, y teniendo en cuenta lo que Zero había acabado de tomar, la mirada en sus ojos era un poco mortificante. Por supuesto, Kiriyu en realidad no sabía lo que había tomado, y Kaname se iba a asegurar de que nunca lo averiguara.

−Por esto mismo no me gustan las armas anti-vampíricas. Gracias a una de ellas, esta herida no se está curando −continuó Kaname, corriendo los dedos de su cuello para mirar su propia sangre con imparcialidad. Sabía que, para otros, su esencia era irresistible, pero para él era solamente plasma y hemoglobina. Su propio olor no le atraía ni en lo más mínimo−. Estoy un poco molesto de que me hayas mordido sin ninguna moderación.

Los dedos de Zero se encorvaron hasta formar puños mientras se inclinaba contra la pared. Estoy un poco molesto… Kaname lo decía con tanto sentimiento como si se estuviera quejando de la picadura de un bicho. Sí, porque exactamente así era cómo veía a Zero y a todos los humanos. Como bichos. Maldito sea este chupasangre infeliz y presumido. Y maldita sea su sangre increíble e intoxicante y lo bien que se sentía al correr por su cuerpo, dándole tanta fuerza como para hacerlo creerse capaz de conquistar el mundo. Zero no quería que se sintiera bien. No quería que le gustara la sangre. Era asqueroso. Él era asqueroso… una abominación.

Antes de percatarse de lo que estaba haciendo, Zero golpeó la pared con el brazo en un gesto de pura frustración. Sin embargo, no fue su brazo el que cedió, sino la pared, quedando con un agujero profundo en el cemento y el ladrillo. Estaba atónito, pero al mismo tiempo… no lo estaba. Era la sangre. El poder que había absorbido de Kaname. Un monstruo. No era más que un monstruo. Y Kaname únicamente lo había ayudado a convertirse en uno más completo, distanciándolo un poco más de su humanidad. Maldición.

−Yo soy el que debería estar molesto −dijo Zero con voz ronca y baja, mirando con ojos implacables.


Aido no tendría que haber entrado en la habitación sin permiso. Incluso Seiren, la guardaespaldas no oficial de Kaname, hubiera esperado hasta recibir el visto bueno. Pero él había llegado primero al cuarto después de oler el aroma de su sangre e, impulsivo como de costumbre, entró sin mayores ceremonias. Su amigo podría estar lastimado y él tenía una promesa que cumplir en lo que respectaba a la seguridad del otro vampiro.

Se congeló al ver las dos figuras sobre le piso. Ninguno se percató de su presencia y el hecho de que Kaname no lo hubiera notado era altamente perturbador. Pero claro, era evidente que el purasangre estaba algo ocupado en estos momentos. Por unos segundos, la furia nubló la vista de Aido, haciéndolo ver rojo. El olor de la sangre de Kaname era muy inflamatorio, pero no se debía a eso, sino al sucio ex humano que, inclinado contra el cuello de su amo, bebía la sangre pura salvajemente, sin ningún tipo de control… y para colmo de males, con la pistola apretada contra el mentón de Kaname.

Aido lo pudo haber matado en ese mismo instante.

Lo único que lo detuvo fue que Kaname tampoco lo había hecho. Kiriyu nunca se hubiera podido acercar al purasangre sin el consentimiento de Kuran; ningún vampiro de clase baja podía tomar de Kaname, y menos que menos un ex humano.

Aido se retiró rápidamente, cerrando la puerta detrás de sí y posicionándose afuera para asegurarse de que nadie se atreviera a repetir sus pasos. Probablemente, nadie lo haría pero… Kaname era muy permisivo. Muchos en la clase nocturna se tomaban libertades con él que no osarían tomar con ningún otro purasangre, aunque tampoco había demasiados en el mundo que digamos.

Aido era bueno para mantener los secretos del otro vampiro, incluso cuando Kaname ignoraba que lo estaba haciendo. No le había dicho a nadie que Zero era también uno de ellos y moriría antes de confesar que había sido Kaname quien mató a Shizuka Hioh.

−Kaname va estará bien −les dijo a los demás, emanando una calma de la que el purasangre hubiera estado orgulloso y escondiendo su profunda preocupación de los alumnos que se había congregado frente a la puerta cerrada, incapaces de alejarse del lugar.

Takuma fijó sobre él una mirada inquisitiva y, pese a que Aido tuvo la incómoda sensación de que sospechaba que algo andaba mal, el vicepresidente del dormitorio no dijo nada.