Don llegó a casa destrozado, después de un día frustrante, la mayor parte del cual lo había pasado en la sala de interrogatorios, con un sospechoso de asesinato, al que casi no había conseguido hacer hablar.

Así había pasado más de cinco horas y lo único que deseaba, ahora que volvía a su apartamento, era sentarse frente al televisor, con una cerveza en la mano y poder el partido de esa noche, no pensar en nada que estuviera relacionado con el trabajo y mucho menos con aquellos pensamientos que le asaltaban desde hacía unos días y que no sabía de donde venían. Tan sólo deseaba poder dormir tranquilamente.

Por mucho que lo intentaba, por mucho que centraba cada minuto del día en su trabajo, en el caso que llevara entre manos, siempre acababa pensando en lo mismo y se había dicho demasiadas veces, que aquello no estaba bien, que no era correcto pensar de esa manera. Pero por más que se lo repetía una y otra vez, la imagen de Charlie aparecía continuamente en su cabeza.

No sabía cuando había comenzado a pensar de aquella forma, cuando había sido la primera vez en la que no había visto a su hermano como tal, si no que se había parado a pensar en lo atractivo que podía llegar a ser. Desde luego no lo sabía y prefería no tener que pensarlo.

Alejarse de Charlie, siendo que trabajaban tantas horas juntos, no estaba resultando lo más fácil de hacer del mundo, pero al menos estaba consiguiendo, que nadie notara cuales eran los sentimientos que estaba descubriendo.

- o -

Aquella noche, nada más comenzar a abrir la puerta, Don supo perfectamente que algo no andaba bien, una extraña sensación se estaba adueñando de él, diciéndole que algo no estaba del todo bien en su casa.

Por ello, entró con cuidado en el apartamento, con el arma preparada, frente a lo que pudiera esperarle. Había aprendido a escuchar aquella voz de alarma que solía asaltarle cuando tenía que estar más alerta.

El apartamento estaba en completo silencio y todas las luces apagadas, con lo que no pudo saber si había alguien allí escondido esperándole o no. Caminó despacio, intentando no hacer ningún ruido. Por fin encendió la luz del cuarto de estar y lo que se encontró delante de él, apunto estuvo de sacarle el corazón de su sitio.

Sin saber como había llegado allí, Charlie estaba en el suelo. A simple vista parecía inconsciente y la causa la encontró rápidamente en la herida que, aunque débilmente, no dejaba de sangrar, en su frente.

Don dejó su chaqueta tirada en el suelo y fue hasta su hermano, le comprobó el pulso, que era lento y normal, intentó descubrir alguna herida más y sólo pudo encontrar, afortunadamente para él, que el tobillo derecho de su hermano estaba dislocado. Fue hasta el cuarto de baño y con una toalla húmeda limpió la sangre de la cara, con lo que la herida pareció mucho menos importante.

Entonces Charlie, abrió los ojos por fin, aunque por su mirada, se encontraba extremadamente confuso. "Don." Dijo al ver a su hermano a su lado. Volvió a cerrar los ojos, la cabeza iba a estallarle de un momento a otro, incluso la simple luz de la lámpara del techo, era demasiado para él.

Don suspiró al escuchar la voz de su hermano por fin, había imaginado tantas cosas en apenas dos segundos y ninguna de ellas buena. Le ayudó a incorporarse y Charlie, al menos consiguió quedarse sentado, mientras intentaba aclarar sus pensamientos.

"Voy a llevarte al hospital." Dijo por fin Don, mientras conseguía que su hermano se pusiera en pie y le ayudaba sostenerse sin apoyar el pie derecho en el suelo.

"No, por favor, prefiero quedarme aquí contigo." Justo lo que le hacía falta esos días pasar unas cuantas horas, sólo con su hermano en su apartamento, cuidando de él y velando por que se encontrara bien. Don suspiró, sabía perfectamente que a Charlie no le gustaban nada los hospitales y que haría cualquier cosa por no ir a uno. "Estoy bien, de verdad. Si me acuesto un rato, estaré mejor, ya lo verás."

Don conocía demasiado bien a Charlie, como para saber que con aquella forma de hablar y aquella mirada de cachorrillo abandonado, su hermano conseguiría cualquier cosa de él y esa no iba ser una excepción.

"Muy bien, pero en cuanto sientas cualquier dolor fuera de lo normal, tienes que decírmelo y nos iremos al hospital." Charlie asintió, mientras se dirigía con la ayuda de Don hasta el dormitorio de su hermano, con la cabeza apoyada sobre su hombro.

Teniéndolo tan cerca, Don podía escuchar perfectamente la respiración de Charlie junto a su oído. Sin querer hacerlo, rodeó su cintura con su mano y lo sujetó con fuerza. Charlie le sonrió pues agradecía el cuidado con el que le estaba tratando, pues para él no significaba otra cosa que no fuera el enorme cariño que su hermano mayor sentía por él.

Al tumbarse en la cama, Charlie sintió el mayor de los alivio y no suspirar, fue algo imposible para él, lo cual casi hizo que Don se sonrojara, como no lo había hecho en mucho tiempo.

Charlie ni siquiera se preocupó por la ropa que llevaba, tan sólo notó que su hermano le quitaba las deportivas y volvía a colocarle una toalla húmeda sobre la frente. Al notar el contacto, la herida de la cabeza se resintió ligeramente, pero de todos modos se sintió al mejor.

Don le acercó un vaso de agua y le entregó una pastilla, que aceptó sin rechistar, pues supuso que se trataría de algo para el dolor.

"¿Se puede saber que hacías en el suelo de mi apartamento?" Don se sentó en la cama, mientras iba comprobando cual era el estado del tobillo dislocado. "Me has dado un susto de muerte." Escuchó las protestas de Charlie mientras manipulaba su tobillo y lamentó tener que hacerle daño, pero si quería ayudarle tenía que hacerlo.

"No lo se." La voz de Charlie era mucho más débil ahora, pues una mezcla de cansancio y dolor se apoderaban de él.

"¿Qué es lo último que recuerdas?" Don continuó hablando, intentando mantener la concentración de Charlie fuera del dolor. Un nuevo gemido le partió el alma. Él estaba relativamente acostumbrado a los golpes, pero sabía que Charlie no y no era capaz de imaginar que le podía haber ocurrido para llegar a eso.

"Haber salido esta mañana de casa y marcharme a la universidad. Ni siquiera se si llegué a la facultad." Don se volvió su hermano. No podía negar que Charlie era una de las personas más despistadas que hubiera conocido nunca, pero desde luego tenía muy buena memoria y no olvidaría con tanta facilidad lo que había hecho ese día. Desde luego le tenía que haber pasado algo más. "¿Don que me ha pasado?"

Don no le quitó los ojos de encima a Charlie. Tenía que averiguar como había llegado a ocurrir aquello y si había sido alguien el que le hubiera hecho algo a su hermano… prefirió no pensar en eso, si no que su mayor prioridad ahora era cuidar de Charlie y asegurarse de que estuviera bien, intentando al mismo tiempo, que su cabeza estuviera centrada donde debía.

- o -

Su móvil sonó en ese momento y al mirarlo, Don vio que se trataba de su padre, estaba seguro de que le iba a decir. Salió un momento de la habitación mientras dejaba a Charlie descansando y fue al salón.

"Don, tu hermano ha desaparecido, nadie le ha visto en la universidad hoy y Larry no sabe nada de él."

"Lo se, papá, Charlie está aquí." Aunque le resultaba algo sumamente complicado Don trató de hablar con la mayor tranquilidad posible, aunque pensar en lo que habría pasado su padre todo el día, sin tener noticias de su hijo pequeño, no le estaba ayudando mucho.

"¿Cómo que está allí?, ¿Por qué no ha llamado y no me ha dicho nada?, Espero que sepa lo preocupado que me ha tenido todo el día."

"Papá, cálmate un momento ¿quieres?" Don se volvió hacia el dormitorio. Charlie estaba muy quieto probablemente se había quedado dormido, la pastilla ya debía de haber hecho efecto y ya podía hablar tranquilamente con su padre. "Me he encontrado con Charlie aquí cuando he llegado."

"¿Quería hablar contigo?"

"No, el caso es que, lo he encontrado inconsciente en el suelo." Guardó silencio esperando la respuesta de su padre, pero esta no llegó, sino que tan sólo hubo silencio al otro lado del teléfono. "No sabe como ha llegado aquí, sólo recuerda haber salido esta mañana de casa para ir a la universidad."

"¿No creerás que alguien ha querido hacerlo esto a propósito?" Desde que Charlie había comenzado a trabajar con su hermano, todos sabían muy bien que esa era una posibilidad, que alguien fuera por él.

"No lo se papá, no lo se y eso es lo que más miedo me da, que sea por mi culpa."

"Don." Llamó Charlie a su hermano desde el dormitorio. Don se despidió de su padre y fue al encuentro de su hermano pequeño, se sentó en la cama y esperó a que este dijera algo. "Tengo frío." Don sonrió. Aunque no lo reconociera, le encantaba cuidar de Charlie y más en los momentos que de verdad lo necesitaba como entonces. De todas formas, Don estaría dispuesto a estar con su hermano en todo momento, dispuesto a hacer todo lo que Charlie le pidiera.

Cogió la manta que siempre tenía a los pies de su cama y cubrió a Charlie con ella. Una vez que le hubo curado la herida de la cabeza, llegaba el momento de colocar en su sitio el tobillo dislocado y por más que había intentado retrasar el momento, sabía que tenía que hacerlo cuanto antes.

"Charlie, se que esto va a doler, pero tengo que colocarte el tobillo." Charlie asintió mientras lo miraba. "Lo siento hermanito."

Sin pensarlo dos veces y con un rápido movimiento, escuchó como el hueso se colocaba en su sitio, pero lo que apenas puso soportar fue el grito proveniente de su hermano. Al volverse hacia él, vio que unas pocas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, aunque Charlie se mantenía en silencio. Le acarició la mejilla con un movimiento totalmente involuntario y le secó las lágrimas que se deslizaban por ella. Algo parecido a una corriente le golpeó la mano y tuvo que apartarla del rostro de su hermano. Hasta ese momento nunca le había ocurrido nada parecido, pero la verdad era que hasta ese momento nunca había tocado a su hermano teniendo en la cabeza algo que un fuera simple cariño fraternal.

Don se levantó, iba a ir a la cocina para coger algo de agua fresca para él, pero no llegó a hacerlo. "No te vayas." Charlie alargó la mano hasta él y Don no pudo hacer otra cosa más que agarrarla y sentarse de nuevo en la cama. "Quédate conmigo."

- o -

Decir que hubiera preferido que eso no hubiera ocurrido, que Charlie no le hubiera dicho eso, no hubiera estado del todo bien, teniendo en cuenta las circunstancias de su hermano, pero era verdad. No es que hubiera intentado mantenerse alejado de su hermano durante los últimos días, pero si había mantenido cierta distancia.

Ya le costaba suficiente trabajo comportarse con naturalidad con él, no demostrar que sentía algo que nadie iba a entender, como para encima pasar por el mal trago de que Charlie se enterara y pesara que estaba mal de la cabeza.

Por ello cuando tuvo que sentarse en la cama, tumbarse al lado de su hermano y dejar que este, dolorido, agotado y necesitado de todo su cariño y apoyo, pegara su cuerpo al suyo, se abrazara a su cintura, cerrara por fin los ojos apoyado sobre su hombro y se durmiera como si fuera la única forma en que podía descansar tranquilo, fue mucho más de lo que Don podía soportar.

Sin embargo, tuvo que hacerlo, tenía que aguantar al menos esa noche, con el atrayente aroma de Charlie tan cerca de él, con su cuerpo tan sumamente frágil en esos momentos contra el suyo, pudiendo tocarle, acariciarle para hacer que se sintiera mejor, pero sin llevar a todo aquello que había estado negándose por todos los medios.

Suspiró con fuerza y cerró los ojos, pensó que lo mejor sería dormir todo lo tranquilo que pudiera hasta el día siguiente pues Charlie, con la pastilla encima y con el agotamiento, seguramente dormiría hasta la mañana siguiente sin despertarse. Dejar pasar la noche, era lo mejor que podía hacer, mientras pensaba en lo que podía haberle sucedido a su hermano y si había podido tratarse de alguien.

Todo lo demás que circulaba por su mente, intentó apartarlo, al menos hasta que su hermano dejara de estar tan cerca de su cuerpo.