Título: Navidades muggles, misión imposible
Autora: Shirokyandi
Beta: FanFiker_FanFinal
Pareja: Harry/Draco
Rating: M
Género: humor/romance
Advertencias: slash
Resumen: Draco Malfoy se va a enfrentar al mayor desafío de toda su vida: preparar unas navidades al estilo muggle. Pero está tranquilo, contará con la inestimable ayuda de Ron Weasley.
Disclaimer: El mundo de Harry Potter pertenece a J.K. Rowling y demás señores. Aquí la autora solo es una mera fan que se divierte, sin ningún ánimo de lucro, con sus personajes.
Notas de la autora: ¡Hola!Después de un pequeño escarceo con mis adorables ninjas del juego Shall we date: Destiny Ninja, al que os recomiendo muy mucho jugar y pasaros por el fic que he escrito de ellos (Fin de la publicidad xD), me vuelvo a mi querido fandom Potteriano.
Este es un fic que surgió a raíz de pasarme una tarde entera decorando el árbol de navidad, poniendo lucecitas, coronas de flores, regalitos y demás chuminadas navideñas. Vale, que las navidades ya se han acabado hace un buen tiempo, pero por eso este fic tiene mucho más que cosas navideñas :D
No creo que pase de los cinco o seis capítulos, pero bueno, nunca se sabe qué puede pasar con mi fantasiosa mente...
¡Actualizaciones semanales! ¡Salvo causas de gravedad!
Capítulo 1: Empezando con buen pie
Son tiempos de amor y paz, una época en la que todos se reúnen alrededor del fuego, disfrutando de la compañía de sus seres queridos. Durante estos días solo se escuchan villancicos y risas en el interior de los hogares.
Excepto, claro está, que estemos hablando de la casa de una pareja muy especial. Dos personas opuestas que saben compenetrarse, pero que son conscientes de las diferencias inexpugnables entre ellos. Aunque durante la mayoría del año esas diferencias solo sirven para incitar revolcones agresivos en el suelo.
¿Que Harry deja los calcetines tirados por la casa? Pues se le ata con ellos al cabecero de la cama.
¿Que Draco ha vuelto a hacer un uso excesivo de la gomina? Pues ya tienen un nuevo lubricante que probar.
¿Harry habla con la boca llena? Se le llena de otra manera.
¿El rubio lleva dos horas admirándose en el espejo? Pues nada como hechizar el techo de la alcoba para que se vea reflejado en trescientos sesenta grados.
¡Qué delicia estar en esa fase en la que todas y cada una de las peleas pueden acabar en dulces torturas sensuales!
Pero justo en este momento tan armonioso del año donde los sentimientos están a flor de piel, aquellas cosas que el resto del año nos guardamos explotan, y las soltamos a la cara del prójimo, sin pararnos a pensar en las consecuencias de nuestros actos.
Todas esas pequeñeces adquieren dimensiones enormes y se convierten en autenticas maldiciones. Y es bien conocido que uno puede correr peligro si se acerca a esa casa en tales fechas señaladas.
El primer año de convivencia el desafío de turno consistió en ver quién conocía mejor a quién a la hora de escoger los presentes navideños. El año siguiente el tema central de la pelea residió en el concepto de la cena de Nochebuena. Se enfrentaron el paladar refinado contra el ambiente hogareño de una comida casera. Es obvio que el estómago de Potter pudo con todo, y Draco se limitó a picotear de todo sin comer de nada como buen hijo de alta alcurnia, mientras que Ron devoraba usando el amplio fondo de su estómago a la par que Hermione lanzaba una plegaria por las tuberías de su casa.
Y este año Potter llevaba arrastrando demasiado tiempo un trauma de infancia que le impedía celebrar con el máximo fervor estas fechas: una decoración navideña al estilo muggle, un fiel reflejo de cómo tendría que ser un hogar lleno de cariño y felicidad.
Y así es como da comienzo este cuento navideño, con un Draco Malfoy abrigado desde las puntas de los pies hasta las orejas, timbrando en la puerta de una casa a la que jamás iría si no fuese por una situación de emergencia.
Después de unos minutos de dubitación y maldiciones por lo bajo, Draco se atrevió a llamar al timbre para ver a un alto, desgarbado y pelirrojo joven abrir la puerta de la casa.
Superada la primera impresión de sorpresa por encontrarse a semejante invitado, Ron salió de su estupor para adentrarse en lo que sería una aventura única e irrepetible para él.
—¿Sabes una cosa, Malfoy? Jamás pensé que ibas a timbrar en mi puerta en estas fechas, ¿vienes a felicitarme las navidades? —preguntó, jocoso, Ron.
—Weasley, para empezar tú no piensas… ¿Está Granger en casa? —preguntó Draco, mientras cruzaba los brazos para tratar de no maldecir al pelirrojo.
—Oh, ¡cuánto lo siento! Pues no está, le tocaba guardia esta tarde, me temo que tendrás que conformarte conmigo —dijo, mostrando una sonrisa como si acabase de volver a tener once años el día de Navidad.
—Hago esto por Harry, solo por el puñetero Potter… —murmuró entre dientes.
—¿Ahora hablas solo, Malfoy?
—Cállate, maldito pecoso…
—¡Uy! ¡Cómo estamos! Pensé que Harry te había ordenado tratarme con respeto…
—Y yo solo estoy confirmando un hecho, tienes la cara pecosa. Y una mancha en la nariz, ahora que me fijo —dijo Draco, con toda la inocencia del mundo.
—Malfoy… te voy a…
—Vale, vale —le interrumpió el rubio. Y tras coger y soltar aire un par de veces se echó a la piscina—. Mira, acabemos cuanto antes… yo no quiero estar aquí y tú no quieres que tu…artesano felpudo se manche con mis zapatos de piel de comadreja —y señaló un trapo zarrapastroso que daba la bienvenida al hogar de Weasley y Granger.
Ron puso los ojos en blanco.
—De acuerdo, Malfoy. Tú dirás, soy todo oídos.
No me extraña nada con semejantes orejotas, pensó para sí mismo Draco.
—¿No vas a dejarme pasar al interior? Empiezo a coger frío de estar aquí en la puerta —protestó mientras frotaba sus delicadas manos, que estaban adquiriendo un tono rosado
—Claro, claro, perdón por mis modales. Ya sabes que en mi familia no sabemos nada de protocolos…—respondió, mordaz—. Pasa, siéntete como en tu casa…
Y tras cederle el paso con reverencia incluida, el rubio y el pelirrojo pasaron a un pequeño pero hogareño salón repleto de muebles y elementos decorativos. Un montón de cuadros dibujados por la primogénita Weasley llenaban por completo la pared de enfrente, alrededor de una pequeña chimenea encendida. Y Draco, desde un sofá que debió ser rojo en sus buenos años, tuvo que tragarse todos los comentarios hirientes que pugnaban por salir de su boca.
—Qué acogedora estancia, Weasley, permíteme felicitar al decorador.
—Vaya, ¡ahora hasta me halagas! Merlín, debe de ser muy importante el motivo por el que estás aquí como para morderte tanto la lengua y no morir al instante…
—Sí, sí —dijo Draco poniendo los ojos en blanco—. Me alegra que tu ingenio haya mejorado en estos últimos años.
—¿Y bien? ¿Cuál es la razón por la cual el gran Draco Malfoy está sentado en mi humilde salón? —preguntó con aire solemne.
—Como sabrás, los Malfoy tenemos un gran sentido del gusto y refinamiento, sabemos escoger siempre con el mejor estilo y nunca defraudamos a nadie con nuestras fiestas y celebraciones.
—Malfoy, ya conozco a tu ego, ¿cuál es el problema? ¿A qué te ha retado esta vez Harry? —preguntó, cortando al rubio en la mitad de lo que habría sido el monólogo de la perfección de los Malfoy.
Draco, que empezaba a adquirir un tono rojo a juego con el tejido de algodón del sofá, se arrepintió por cuarta vez de estar en esa casa.
—Harry quiere unas navidades tradicionales, al estilo muggle. —dijo, tras soltar un gran suspiro.
—¿Y vienes a mi casa para...?
—Merlín, Weasley, ¿es que no tienes nada de sentido común? —preguntó Draco, impacientándose.
—Te recuerdo que estás en mi casa, Malfoy —Y si las miradas matasen, habrían tenido que llamar a San Mungo.
—Es por eso que he preguntado por Granger, he pensado que ella podría ayudarme, por ser hija de muggles.
Y Ron, que empezaba a darse cuenta de lo mucho que podría divertirse con todo esto, dejó a un lado todos sus prejuicios en contra del rubio y se dispuso a organizar lo que muy pronto sería "La mejor navidad muggle de los magos".
¿Acaso creíais que esa obsesión por las cosas muggles solo las tenía el patriarca de los Weasley?
—Oh, vale, ahora ya lo entiendo. Pues no hay ningún problema, Malfoy —dijo sonriendo, ahora sí, con una sonrisa verdadera.
—¿Cómo que no hay ningún problema? Me has dicho que Granger no estaba, claro que hay un problema.
—¡Yo te puedo ayudar! —exclamó Ron, orgulloso de sí mismo.
—Weasley, navidades muggles, tú no sabes de eso.
—Estoy casado con una bruja nacida de muggles, claro que sé cómo son sus navidades —dijo el pelirrojo indignado, cruzándose de brazos.
—¿De verdad? Pues demuéstramelo —y olvidándose de donde se encontraba, Draco se recostó cómodamente en el sofá cruzando las piernas, como hubiera hecho en su salón de muebles de diseño y alfombras tejidas a mano.
—Pues… ponen muchos adornos —empezó a titubear—. Y hacen cosas a mano, se dan regalos, comen muchas cosas ricas…
—Entiendo, no tienes ni remota idea, Weasley, ya veo que era todo palabrería.
—¡Cállate, Malfoy! —gritó Weasley—. Tú no sabes más que yo, ¡así que no vayas de listo!
—Claro, claro, comadreja. Pero no voy por ahí fingiendo que sé cosas cuando no tengo ni idea —sonriendo con superioridad, sabiéndose el líder de la conversación—. Por eso quería hablar con Granger, no contigo.
—¡Largo de mi casa! ¡No pienso aguantar que te rías de mí en mi propio hogar! —y poniéndose de pie dio por finiquitada esa conversación tan pacífica.
Y Draco, después de tantos años de mutua observación, sabía que cuando las orejas de Ron adquirían la tonalidad de su pelo era el momento oportuno de planificar una ruta de escape. Convivir con un gryffindor te cambia, pero no te convierte en un aguerrido mago sin miedo a nada. Y a un Weasley cabreado no había que tomárselo en broma. Y aunque Draco jamás lo reconocería lo sabía de sobra.
—Vale, vale, no hay por qué enfadarse. Volveré otro día a preguntarle a Granger —resolvió Draco, de manera diplomática.
—Claro, ¡para que puedas ponerme en ridículo delante de mi mujer! De eso nada, Malfoy. Ya te mandaré una lechuza con todo lo que descubra, y ahora ya estás tardando en marcharte —y acto seguido señaló la puerta de entrada, con su largirucho y pecoso dedo.
Y así se terminó este agradable encuentro, con Draco Malfoy saliendo de esa casa con aires altivos y un Ronald Weasley de orejas coloradas murmurando en contra de magos sangre puras estirados y presuntuosos.
Rinconcito de la autora: ¡y esto ha sido todo por hoy! Como siempre cualquier comentario, cositas interesantes o peticiones para que me vaya a mi camita a esconderme debajo de las mantas soy toda oídos :D.
¡Espero que os haya gustado! ¡Nos vemos!
¡Abrazotes!
Mensaje para Windday
Espero que leas este mensaje en algún momento, que no te pude contestar a los rw que me dejaste en el fic "Todo mago tiene su pequeño secreto" y no tienes cuenta para que pueda mandarte un privado :S
Muchísimas gracias por tus palabras, ¡y me alegra que os haya tenido tan enganchados! Es verdad que al principio la historia parecía algo previsible, pero le di un par de vueltas de tuerca, para sorprenderos más xD. Es cierto que pensaba hacerla más simple, pero viendo que muchos lectores me comentaban que se veía venir todo, fue en plan: ¿ah, sí? Pues os vais a enterar… xD De ahí todos los enredos del fic xD
En cuanto a Pansy… no sabría qué decirte, depravada y pervertida lo es, y mucho, pero también tiene su corazoncito (muy en el fondo xD). Pues sí que me ha sorprendido que os haya gustado a los 3, ¡siendo tan dispares!. Las gracias a vosotros por leerlo, ¡incluso estando resacosos! jajaja. Me he reído mucho con tus (vuestras) palabras xD. ¡Espero volver a saber algo de vosotros en mis otros fics!, ¡en los poquitos que tengo y en los otros que vendrán!
¡Un abrazo!
