3:30 de la mañana. Mansión Fowl
Solo la luz de la luna acompañaba a la oscuridad de la habitación del joven Artemis Fowl, quien se encontraba dormido enredado en las dunas de sus pulcras sabanas blancas. Solo la brisa húmeda que entraba por la ventana, hacia bailar a las cortinas en una sonata de tranquilidad solo para él
De pronto toda aquella paz fue interrumpida por una sombra negra que entraba por aquella ventana, su silueta fina, recorrió con la mirada cada rincón de la habitación, y el fulgor de sus ojos rojos se poso sobre la blanca piel de Artemis.
Huele a magia… -dijo la sombra, bajando sutilmente de la ventana- no pareces tan malo cuando duermes –susurro la sombra, acercándose a la cama; estaba justo al lado de Artemis, mirándolo. Su rostro apenas era iluminado por la luz de la luna, la sombra levanto su mano y quito un mechón de cabello negro azabache de la cara del joven, despejándola
Entonces Artemis en un movimiento veloz, tomo la mano que paseaba cerca de su rostro, y de un tirón se coloco sobre la sombra, atrapándole los dos brazos, para que no se arrancara, era una técnica que le había enseñado Mayordomo, hacia algún tiempo y ahora recién a los 16 años el podía emplearla por primera vez. Sus caras estaban a menos de 10 centímetros de distancia.
Tus ojos son… rojos –dijo Artemis, sorprendido, no existían humanos con ese tono rojo sangre en el iris
¡Y los tuyos son azules! –dijo la sombra, que había pasado las piernas por debajo del estomago de Artemis, empujándolo a los pies de la cama. Artemis cayó de espaldas al suelo, y desde ahí grito
¡Mayordomo! –dijo, mientras se incorporaba, acercándose a la puerta
En menos de 10 segundos, apareció otra sombra, pero esta vez era conocida y medía 2 metros de alto, tapando la única hasta ahora fuente de luz en la pieza. Mayordomo hacía su aparición.
¡Ten cuidado, Mayordomo, no es humano! –dijo Artemis, pero antes de que pudiese llegar más cerca de su gran amigo, la sombra ya se había adelantado y se movía con agilidad gatuna hacía Artemis
Pero Mayordomo era igual de rápido, y de un golpe empujo de vuelta a aquella sombra, destrozando la cama de su joven amo, esperaron un momento, no podría volver a levantarse, sea lo fuese esa sombra, pensó Artemis
¿De dónde salió? –pregunto Mayordomo
Seguramente de la ventana –respondió
¿Te hizo daño?
No, no parecía que quisiese hacerme daño – Mayordomo asintió, acercándose a la cama, ya que mientras ellos hablaban la sombra no se había movido en todo ese rato.
Desconfiado, Mayordomo se acerco paso a paso, ni un solo crujido pudo escuchar, ¿Estará inconsciente? Se pregunto, pero si era un ser mágico no podía haber caído tan rápido, en cambio si era un simple ladrón, un humano, el golpe lo hubiese dejado quieto por varias horas. Estaba más cerca y aún no podía ver nada, levanto un par de tablas que estaban sobre el bulto, y noto que era una chica de cabello tan negro como el de Artemis
Creo que esta… -pero Mayordomo no pudo terminar su frase, la chica había abiertos sus grandes ojos rojos, que lo impactaron, y saltó; Mayordomo se cubrió, pero en fracción de segundo entendió lo que la chica había planeado - ¡ARTEMIS CORRE!
La chica no salto para atacarlo a él, lo que hizo fue esquivarlo tan rápido como pudo y corrió en dirección a Artemis, Mayordomo hizo lo posible por llegar a ella antes de que llegase a su amo, pero era tan veloz, que era casi inhumano. Artemis no pudo reaccionar a tiempo, aunque no se puede negar que lo intento, pero la impresión de ser atacado en su propio cuarto no lo espabilo lo suficiente, como para evitar aquel contacto, la chica había alcanzado a tomar la muñeca de él, y en un pestañeo desaparecieron. Lo último que se pudo escuchar fue la voz de Mayordomo gritando por su joven amo.
Artemis sintió como se le revolvía el estomago, aquella era una sensación aun mas incomoda que la vez que viajo en la lanzadera con Holly, como si las partículas de su cuerpo por un momento hubiesen decidido separarse más de la cuenta y haberse tomado la libertad de jugar con el aire. Cuando Artemis volvió a tomar noción de su cuerpo por completo, perdió nuevamente el aire, ya que iban en caída libre por los altos edificios de Dubái. Su captora aun no reaccionaba, parecía dormida, aunque afirmaba fuertemente de su muñeca, con un esfuerzo sobre humano Artemis tomo la otra mano de la chica y como pudo trato de despertarla
¡Despierta, vamos DESPIERTA! –grito el chico, perdiendo lo que le quedaba de aire en los pulmones - ¡Has algo! –la chica abrió los ojos, parecía mareada, pero al ver lo que sucedía, se aferro a la mano de Artemis- ¡RAPIDO!
¡Cállate, no puedo concentrarme! –reclamo la chica
¡QUE ESPERAS!
¡CALLATE! – y nuevamente desaparecieron en la mitad de la noche, a 35 pisos de tocar el suelo
Aparecieron en una habitación, a la altura del techo cayendo sobre la cama y rebotando al suelo. Los dos estaban a salvo. Artemis estaba a punto de besar el piso, gracias a aquella experiencia extrema, cuando lo pensó dos veces y trato de recuperar compostura; jadeando se giro para mirarla, estaba muy pálida, casi verdosa y parecía agotada, tal vez si él se viera a un espejo en ese momento se vería igual.
¿Quién eres? –pregunto Artemis. La chica intento levantarse rápido, pero sus piernas no la dejaron y cayó de rodillas, el chico se acerco a ayudarla, pero ella lo intento quitar, sin nada de fuerzas así que no lo logro- ¿Estás bien?
No… me toques… -e intento quitárselo, pero la chica perdió el conocimiento por un instante, cayendo sobre el pecho de Artemis. El pobre chico no sabía qué hacer, era su captora, y no tenía idea de donde se encontraba, pero la chica estaba mal, se notaba. Artemis la tomo en brazos y la llevo al sillón. Y mientras la colocaba ahí, la chica despertó, dándole un empujón y saltando a una ventana- ¡te dije que no me tocaras!
Estabas inconsciente –respondió Artemis enojado, la única vez que desidia ser amable con alguien y lo trataban mal- eres un desastre como secuestradora
Intenta aparecer a alguien y luego conversamos –respondió la chica con las manos tapando su cara, ya estaba recuperando un poco el color
¿Qué quieres de mí? –pregunto el chico, tomando asiento en la mesa con las manos entrelazadas sobre esta- Mayordomo ya debe estar en camino
No me interesa… -respondió la chica
¿Eres humana?
Algo así
¿Entonces eres una criatura mágica?
Podría ser
Todo lo respondes con evasivas
Tal vez –la chica se levantó del sillón, y aunque intento parecer que estaba bien, se tambaleo un poco- sobre la mesa hay unas bolsas, dentro de ellas hay ropa para ti
¿En qué momento sacaste ropa de mi mansión? –pregunto sorprendido
Crees que es la primera vez que entro en tu mansión –sonrió la chica- que iluso
¿No era la primera vez? Eso significa, que ella lo espiaba desde hace tiempo, puede ser que más de una noche ella lo observo dormir, ¿pero cómo? Mayordomo era muy cuidadoso con elegir los sistema de seguridad de la casa, no había mosca que volara en su habitación sin que él se enterara. Eso solo significaría que ella es un ser mágico, pero si fuese así, ¿No se supone que según el libro de las criaturas, no puede entrar a menos que allá una invitación de por medio?
Artemis no entendía nada, solo sabía que tenía que salir de ahí. La chica estaba en la habitación continua, y no parecía que las puertas y las ventanas estuvieran cerradas, de todas formas si ese fuera el caso, abrirlas no sería gran problema. Se acerco a la puerta principal y observo la manilla, todo se veía normal. Tomo el picaporte y lo giro para comprobar si estaba cerrada pero un golpe de corriente recorrió su brazo, luego su cuerpo y lo expulso lejos, cruzando la habitación
Por cierto, las puertas y las ventanas hacen eso… -dijo la chica apareciendo en el marco de la puerta
Artemis acostumbraba llevar ternos Armani, y mocasines caros, pero esta vez solo debía conformarse con un pantalón de jeans y un polerón con capucha negro, a su medida. Pidió a su captora una ducha caliente, después de todo lo que había pasado, la necesitaba y ella se la preparo.
Para ser una secuestradora, eres demasiado gentil –dijo Artemis, desconfiado
Me gusta tener a mis invitados cómodos –la chica siguiéndolo al baño
Un momento, ¿vas a entrar? –dijo Artemis parándose en medio de la puerta, para no dejarla pasar
¿Cuál es el problema? –dijo la chica
Pues… -dijo confundido. Siendo que Artemis sabe sobre muchas cosas, y puede dar respuesta a casi todo, ese era un protocolo que él no conocía
No voy a mirar, pero no me arriesgare a que trames otra salida directa como la de recién –se miraron a los ojos por un instante, sosteniendo fijo la mirada. Ella no cedería.
Artemis tuvo que dejar la puerta abierta del baño, "Que humillación" pensaba, mientras la chica se acomodaba en la silla que había puesto junto a la puerta. Si bien Artemis tenía 16 años, ya no tenía el cuerpo flacucho de hace algunos años, era un cuerpo atlético, pálido pero atlético. Decidió quitarse la ropa dentro de la ducha.
Mayordomo debía estar en camino a donde quisiera que estuvieran en ese momento, pero como lograría encontrarlo, no había alcanzado a sacar nada de su casa, como un celular o su laptop o algo lo que fuese. Sin embargo lo estaban tratando mejor de lo que esperaba.
Te demoras demasiado en la ducha, que esperas –reclamo la chica del otro lado de la puerta
No es para nada agradable tu actitud –dijo Artemis. Eran casi las 8 de la mañana, y el estomago del chico reclamaba comida
Para ser un chico tan protocolar, tienes las mismas necesidades de cualquier otro -¿Acaso lo estaba llamando común? Artemis cerró la ducha y tomo la toalla. El no era un chico común, el CI más alto de toda Europa, los mejores planes, sus investigaciones, todo lo hacía diferente y especial - Termina de una vez, que tengo hambre
La chica de ojos rojos se levanto y fue a preparar el desayuno. Artemis se vistió con las prendas que la chica había elegido para él, le quedaban a la perfección, excepto por el detalle que no era su traje de terno y sus mocasines
Porque me vistes de mendigo –reclamo, saliendo del baño
¿Mendigo? –dijo la chica, revolviendo unos huevos- es cierto, el chico rico solo viste con la mejor ropa, que le prepara su Mayordomo…
Mis trajes son mucho más cómodos –reclamo Artemis- están hechos a medida, y…
Si, si como sea. Ten, seguro no es caviar y creme brulle, pero es comida y sabe bien –sirviéndole en la mesa
En una paila había huevos revueltos con ciboulette, la especialidad de la casa, junto con una taza de té de hojas. Artemis miro todo con desdén, no era lo que Mayordomo le servía normalmente de desayuno, pero el hambre superaba todo.
Si no te lo vas a comer, dámelo a mi -¿Compartir comida?- te daré un tiempo a solas para que te hagas la idea
Era un prisionero, sino no lo obligarían a comer esas porquerías, aunque no olía tan mal; desganado tomo el tenedor que tenía cerca, saco un poco y se lo acercó, reacio lo metió a su boca.
Ya te lo... –pero la chica no alcanzo a terminar su frase
¡Dame más! – Artemis se había morfado toda la paila con huevo, y con la boca llena le pidió más a la chica
Ella preparo más y se lo sirvió a Artemis, que pese a sus 16 años, parecía un niño de 10. Artemis comenzó a comer, mientras le hacía preguntas a la chica
¿Cuál es tu nombre?
Creo haber dicho que eso no te importaba
¿Y qué quieres de mí?
Tú inteligencia
Todos quieren mi inteligencia –dijo Artemis, con su mejor sonrisa vampiresa.
De pronto, la nada hicieron explotar la puerta de entrada de la casa, entrando 4 tipos vestidos de negro, con unas armas que Artemis pudo reconocer.
La chica tomo del brazo a Artemis y lo llevo lo más rápido que pudo a una ventana, la cual desencanto para poder salir de ella, bajaron por las escaleras de emergencia, y cuando tocaron suelo la chica se dio vuelta y las hizo explotar, volviendo a tomar la muñeca de Artemis y llevándoselo de ahí.
¡La PES te persigue! –le dijo Artemis, dando saltos detrás de ella, pero esos seres no parecían elfos ni duendecillos, o enanos
¡No tengo idea de lo que es eso! –le respondió la chica
Corrieron hasta doblar una esquina, siguieron corriendo por varias cuadras hasta llegar a un parque, lleno de gente, y se escondieron cerca de unos arboles
¿Qué está ocurriendo? –dijo Artemis- ¡aparécenos!
¡No puedo hacerlo!-dijo la chica
¿Cómo es eso?
No me queda energía, esta era la primera vez que aparezco con otra persona, gaste toda la magia que tenia –reclamo la chica
En menos de dos segundos Artemis ya había ideado un plan; se puso su capucha y la abrazó, acercándose lo suficiente a su rostro. La chica quedo paralizada, no entendía cual era la idea del ojiazul
¿Qué haces, suéltame? –dijo la chica exaltada
Quédate quieta, pensara que somos una pareja
¡Te estás aprovechando de la situación! –Artemis la tenía agarrada de la cintura, y le sujetaba fuertemente una mano, que iba directo a golpearlo. Se acerco lo suficiente a su rostro, para simular un beso, estaban a menos de un centímetro de distancia, la chica no podía separarse de él
Los de tipos que los seguían, rebuscaron por todo el parque, por un momento se quedaron mirando a los chicos, pero siguieron su camino, tenían que disimular frente a tanto fangoso
Ya se fueron… -dijo Artemis, sin soltarla
S-si –dijo la chica
Estas muy nerviosa, ¿Qué sucede? –dijo el chico, aun sosteniéndola. La chica tenía las mejillas tan rojas como sus ojos en ese momento
¿Qui-quieres soltarme de una vez? –Artemis sonrió satisfecho
Luego de ver que los tipos se habían ido, ellos tomaron el camino contrario y corrieron hasta un lugar seguro, puesto que la casa ya no lo era.
Mayordomo estaba furioso; Había perdido a su cliente, en una fracción de segundo, solo por confiarse de una chica. Busco entre sus contactos, quien podría ayudarlo en esta situación, pero el problema era que no tenía idea que quien era ese enemigo, y que es lo que quería de Artemis.
Si era un ser mágico, quizás buscaba venganza, pero… ¿de qué? Y si solo era un humano en busca de dinero de rescate; no, ya habría llamado para concertar una cita o algo. El pobre Mayordomo estaba demasiado confundido en ese momento.
No había pista del paradero de su amo.
