Por fin he terminado el prólogo para esta historia! Empecé con una idea totalmente diferente, y la borré, así que tuve que empezar de nuevo. Espero que la idea guste :)

Disclaimer: Los personajes no me pertenecen.

Aviso: Este fic participa en el reto anual "The New Long Story" del foro "The Vampire Diaries: Dangerous Liaisons".

#palabras: 1657

Palabras utilizadas: primavera, absurdo.


LA CAZA


PRÓLOGO

MATANZA

Llovía. A pesar de que la primavera estuviera ya por acabar, el tiempo no parecía estar de parte de Bonnie Bennett, que corría desde su casa hasta el Refugio. La joven de diecinueve años se maldijo a sí misma por no haber cogido un paraguas. En un día cualquiera, adoraba la lluvia, la hacía sentirse limpia y relajada. Pero no aquel día. Aquel sábado, por fin, después de varios meses, Richard Lockwood la había vuelto a llamar.

El almacén abandonado en el que se encontraba la base principal de las Cazadoras resultaba todavía más feo durante la lluvia. Varios de los cristales de las ventanas estaban rotos, las puertas de metal estaban oxidadas, y las paredes habían tomado con el paso de los años un soso tono grisáceo. Y la lluvia sólo lograba hacerlo parecer todavía más deprimente.

Bonnie entró sin llamar, y se encontró cara a cara con la única persona a la que no quería ver aquella mañana: Malchai Parker. El único miembro masculino en activo de las Cazadoras, que por su actitud indiferente hacia la violencia y su rabia poco habitual nunca participaba en las misiones de Richard. Además de eso, era la única persona a la que Bonnie odiaba, y no sólo por su inhumanidad, sino también por su insistente actitud burlona y seductora.

- Bonnie Bennett-saludó el chico, dejando lo que estaba haciendo. Hasta que la chica llegó, había estado corriendo sin parar, entrenando con las pesas y practicando tiro-. ¿Qué te trae por mi humilde morada?

- Este sitio no te pertenece, Kai. Déjame pasar, tengo que hablar con tu jefe-Bonnie remarcó la palabra jefe, sabiendo que al chico le molestaría.

Era otro de los aspectos de la personalidad de Kai que Bonnie detestaba. Se creía rey de aquel lugar, sólo por ser hombre. Pero no era así. Sí, era más fuerte físicamente que ninguna de ellas, pero eso no lo hacía más importante, sólo más engreído.

Bonnie lo esquivó, y se dirigió a las escaleras que llevaban al piso superior, en el que se encontraba el despacho de Richard. Ya había perdido suficiente tiempo con Kai.

Richard Lockwood se encontraba de un sorprendente buen humor, teniendo en cuenta la gran matanza que había ocurrido la noche anterior en el pueblo. Pero que hubiera habido una matanza también suponía que él tendría trabajo, y consecuentemente, también ganaría dinero. Porque él era un hombre avaricioso. Él no era como los jóvenes de los que se encargaba. Él era ya lo suficientemente mayor como para haber olvidado la excitación que producía la batalla, la adrenalina del entrenamiento, la satisfacción de la victoria. Él quería una compensación. Al igual que la mayoría de los líderes.

Richard ocupaba una respetable posición en la jerarquía de las Cazadoras, y no sólo por ser un hombre, sino también por el gran número de victorias en su "curriculum"; no sólo como entrenador, sino también como cazador. Al fin y al cabo, a sus cuarenta y cuatro años, Richard llevaba ya veintinueve años como miembro de las Cazadoras.

Alguien llamó a la puerta. El hombre murmuró un adelante, y Bonnie Bennett, la mejor bruja que tenían disponible, entró en su despacho. Si es que aquello podía considerarse un despacho. Era una sala de apenas cinco metros cuadrados, con una mesa y dos sillas. Había una pila de libros antiguos a un lado de la mesa, y una foto de todas las cazadoras (y Kai, el único cazador) colgando de la pared.

Bonnie se sentó en la silla frente al escritorio, y sin decir absolutamente nada, esperó instrucciones. Richard terminó de consultar algo en su tablet antes de mirar a la recién llegada con una sonrisa exultante.

- Tenemos trabajo, señorita Bennett. Una gran oportunidad para usted.

- No debería sonar tan emocionado, señor Lockwood. Gente ha muerto, ¿verdad?

- Sí, Bonnie-comentó el hombre-. Pero eso significa que, después de un periodo de tiempo absurdo sin trabajo, por fin vas a poder volver a cazar.

Bonnie sonrió. Sí, llevaba meses deseando volver a las andadas. Estaba cansada de estar en casa, aburrida de estudiar historia y hacer ejercicios de matemáticas. Bonnie quería luchar. Quería matar.

Y, por fin, podría acabar con algún híbrido.


Niklaus Mikaelson estaba furioso. No podía creer que su hermano, su propio hermano, hubiera sido tan estúpido. Pero lo había sido, y los había condenado a todos. Después de meses ocultos, de disfrutar de las matanzas sin llamar la atención, uno sólo de ellos había acabado con lo que su líder había estado construyendo. Y no podía haber sido cualquiera de los jóvenes. Tuvo que ser Kol Mikaelson, que no sólo era su hermano, sino que también tenía mil años de experiencia en contención.

Y encima, tras haber acordado encontrarse a las cinco en punto en su casa, Kol llegaba más de media hora tarde. Klaus se sentía capaz de matar a su propio hermano en aquel momento, por mucho que lo quisiera.

Kol entró sin llamar. Típico de él. Era el más joven de los hermanos Mikaelson, y demostraba su juventud e inmadurez en cada paso que daba. Sin embargo, nunca había hecho algo tan estúpido como provocar a las Cazadoras, pues además de inmaduro, Kol también era precavido. Y no pondría en peligro a toda su familia por su propia estupidez. O al menos, eso había pensado Klaus.

El hermano menor sonreía cuando encontró a Klaus en el salón de su casa. Este, sin medir sus acciones, se levantó del sillón en el que había estado esperando y le dio un puñetazo a Kol. El chico comenzó a sangrar, pero su hermano no se detuvo, y volvió a golpearlo, haciendo que Kol cayera al suelo. Klaus se lanzó sobre él, pero su hermano ya había desaparecido, y se encontraba tras él. Lo agarró del cuello, impidiéndole respirar, y logrando que se tranquilizara.

Cuando se separaron, se sentaron en sillones separados, y se miraron fijamente. Kol no dijo nada, y prefirió esperar a que su hermano mayor hablara.

- Más te vale tener una buena razón para haber hecho la estupidez que has hecho-fue lo único que Klaus dijo-. Porque si no la hay, te juro que…

- La he encontrado-lo interrumpió Kol. Klaus se quedó boquiabierto, no totalmente seguro de haber entendido a lo que su hermano se refería-. La he encontrado, hermano. Y si hemos llamado la atención de las cazadoras, ella no tardará mucho en llegar tampoco.

- Kol, Kol, Kol-dijo su hermano rato después, con una sonrisa asomándole en los labios-. Sabía que no serías tan estúpido.


La patada le dio de lleno en el estómago, deteniendo por completo el hechizo. Elena no parecía estar de muy buen humor aquella mañana.

- ¿De qué vas, Elena?-Bonnie se quedó tirada en el suelo, mirando a su supuesta mejor amiga-. Estamos entrenando, no hace falta que me mates.

- Lo siento, Bon-la chica tendió una mano, que la otra tomó sin dudar-. Hoy no me encuentro bien. Creo que será mejor que dejemos el entrenamiento por ahora.

Elena se giró y se marchó sin decir nada más, dejando a su amiga boquiabierta. Si había algo que caracterizaba a Elena, era su profesionalidad. Sin embargo, aquel día no parecía muy dispuesta a trabajar. Bonnie quiso seguirla y preguntarle qué le sucedía, pero Kai la estaba esperando al otro lado de la sala. Y el chico no era precisamente paciente.

Se acercó a él, mientras que preparaba otro hechizo en silencio. Normalmente prefería hacerlos en voz alta, puesto que así les daba una mayor fuerza; sin embargo, todo cambiaba cuando luchaba contra Kai. Contra el chico, todo valía. Aquello era una guerra.

Lamentablemente, él también había estado preparándose. Lanzó un hechizo lo suficientemente poderoso como para dejar fuera de juego a casi cualquiera antes siquiera de que Bonnie llegara hasta él. Ella no era débil, por lo que consiguió aguantar el ataque, mientras que se concentraba en terminar el hechizo. Lo lanzó antes de que Kai se diera cuenta de que lo estaba preparando, por lo que consiguió que él no pudiera preparar defensas, y salió volando hasta chocar contra la pared detrás de él.

Se desmayó al momento, y Bonnie no tuvo más remedio que acercarse a él y sanarlo. Era su deber. Podían entrenar siempre que quisieran, pero si se herían los unos a los otros, tendrían que curarse.

Cuando Kai por fin recuperó la consciencia, siguieron con el entrenamiento. Era lo mejor sobre el chico: no le asustaba herirse, y era muy persistente. Si se había propuesto ganar a Bonnie en una lucha, lo haría. Y lo hizo. Tardó menos de lo que la chica había esperado, sobre todo porque tendía a olvidar que Kai era el único en aquella fábrica al que se le daba mejor la magia que a ella.

Kai no sólo la curó, sino que luego la acompañó hasta la única habitación que había en la fábrica, y que todos, exceptuando a Richard, compartían. Hasta que Kai había llegado, no había habido problemas de privacidad. Sin embargo, cuando este llegó, pusieron una cortina que separaba su área de la de las demás. Pero, al parecer, Kai no apreciaba demasiado la privacidad, por lo que la cortina siempre estaba descorrida.

Conversaron mientras que caminaban hacia la habitación, y también luego, cuando ambos estaban descansando. La lucha era lo único que los unía, el único tema del que podían hablar sin querer matarse el uno al otro. Se notaba la excitación por la lucha en ambos. Bonnie llevaba mucho tiempo sin pasar a la acción, y Kai ni siquiera había luchado en una verdadera pelea todavía. Richard había decidido que el año anterior era muy inestable. Y tenía toda la razón. Aun ahora, seguía siendo impulsivo e inestable, pero era fuerte, y en aquella situación, necesario.

La pelea contra los Mikaelson, la familia de híbridos más mortífera jamás conocida, sería la primera incursión de Kai en el mundo real. Al fin.


Fin del prólogo. Espero que os haya gustado :)