Vacaciones de Verano
Por Fox McCloude y MajinLu
Disclaimer: Pokémon es propiedad de Satoshi Tajiri y Nintendo.
Parte 1: Nos vamos de vacaciones.
Gimnasio de Ciudad Cerulean…
Para Misty, estar ella sola en el gimnasio podía ser bastante aburrido. Sus hermanas mayores salían frecuentemente, y la dejaban a ella encargada de las labores, y por supuesto de tener las batallas con los retadores. El lado positivo era que, al terminar, siempre podía tener la enorme piscina para ella sola, lo cual no era tan malo considerando lo mucho que amaba nadar con sus Pokémon, pero eso no hacía que fuese mucho más llevadero. Era duro estar tan sola en ese lugar tan enorme. Afortunadamente, desde hacía unos meses, ya no tenía que hacerlo todo ella sola. No desde aquel día, que Ash se ofreció a pasar una temporada en el gimnasio para ayudarla con las tareas y hacerle compañía.
El cumpleaños número 18 de Ash representó un cambio total en la vida de ambos. Hasta entonces, Ash y Misty solo habían sido los mejores amigos, pero Misty decidió jugárselo todo aquel día para confesarle a Ash lo que realmente sentía por él desde hacía tantos años. Había sido un gran riesgo, pero había valido la pena, y todo gracias a aquella canción. Ahora eran pareja oficialmente, y se sentían muy felices los dos. Misty pensaba que no podría haber pedido un mejor novio. Claro, Ash tenía sus cosas, pero haciéndolas a un lado, él era más que suficiente para ella, y ella lo amaba solo por ser… bueno, por ser Ash. No querría pasar el resto de su vida con nadie más excepto él.
En este momento, Misty se encontraba trapeando el suelo alrededor de la piscina. Siempre se levantaba temprano para hacerlo, a fuerza de costumbre, y con toda certeza Ash todavía seguía en el cuarto de huéspedes durmiendo como un tronco. Seguro cuando se levantara, se molestaría con ella por empezar sin él, pero ella no quería dejar de parecer hospitalaria. Aparte, de ese modo, tendrían más tiempo para ellos cuando hubieran terminado.
- ¿Empezando sin mí otra vez? – dijo una voz detrás de ella, mientras unas manos cubrían sus ojos.
- Creí que estarías durmiendo. – respondió ella, no necesitaba verlo para saber de quién se trataba. Ash quitó sus manos de los ojos de Misty, quien se dio la vuelta para encararlo.
- Se supone que vine para ayudarte con las tareas y tú casi no me dejas. – dijo él sonriendo, y sujetándola de la cintura para atraerla hacia sí.
- Ash, tú eres mi invitado aquí. – dijo ella. – Y estoy acostumbrada, no te preocupes. -
- También yo debo poner mi parte. Has sido una buena anfitriona, sería muy ingrato si no hiciera algo para ayudarte. A Tracey nunca le importó hacerlo por Daisy, ¿por qué no puedo hacerlo yo por ti? -
- Yo no soy como Daisy. Eres mi novio, no mi criado personal. – aseguró Misty. Era cierto, Daisy siempre lograba que Tracey hiciera todo el trabajo para no ensuciarse ella. Pero eso no significaba que ella debiera hacer lo mismo con Ash.
- Vamos, un poco de ayuda no te vendrá mal, y así terminamos más rápido. Y aún si me canso, he escuchado por ahí que los masajes de cierta pelirroja que conozco hacen milagros. – insistió él, apretándola y acercándose peligrosamente a sus labios. Apenas se rozaron un poquito, Misty soltó el trapeador, y sujetando a Ash por detrás de la cabeza, cedió al impulso y tomando la iniciativa lo besó primero.
Así estaban las cosas desde hacía unos 5 meses, desde el décimo octavo cumpleaños de Ash. El entrenador de Pueblo Paleta dijo que sería "solo por una temporada", pero prácticamente se había mudado al Gimnasio Cerulean, para poder pasar más "tiempo de calidad" con su encantadora novia. Ash incluso había decidido llevarse a sus Pokémon de agua para prestárselos a Misty para las batallas, cosa que ella aceptó encantada, se habían convertido en aliados valiosos. Misty estaba sorprendida de lo bien que Ash había entrenado a sus Pokémon en los últimos años. Si no lo supiera mejor, le parecería casi imposible creer que fuese ese mismo niño torpe y despistado a quien ella pescó por accidente aquel día. Más aún por el hecho de que, a pesar de que cuando eran niños Ash tenía muy poco o nada de tacto para tratar con las mujeres, en esos meses que habían estado de novios él había sabido tratarla con mucho amor y afecto. Aunque quizás eso se debiera en gran parte a los consejos que ocasionalmente le daban la Señora Ketchum y Brock sobre como llevar una relación.
Entre las "tareas" que a Ash le tocaba hacer en el gimnasio, según Misty la más importante era el de hacer el papel del Príncipe en su obra de "La Sirena Mágica", que se había convertido en toda una atracción en Cerulean. Daisy siempre se mostraba encantada con lo bien que lo hacían, mientras que Violeta y Lily comentaban que ni siquiera estaban actuando. Y quizás hasta cierto punto tenían razón, porque no tenían que fingir mucho realmente su papel de enamorados.
Había, sin embargo, dos cosas que a Ash le incomodaban: la primera, era el hecho de tener que besar a Misty en frente de tanta gente (habían decidido agregar un beso al final del acto cuando Ash se incorporó, para hacerlo más "apasionante"). Para él eso era algo privado. A Misty no parecía importarle, de hecho, más bien parecía gustarle mucho que todos supieran lo mucho que se amaban, dentro y fuera de la obra. Por supuesto, era mucho más agradable cuando estaban a solas, y Misty siempre se reservaba lo mejor de sí solo para Ash. Y la segunda, eran, por supuesto, los fans de sexo masculino de Misty, que no paraban de atosigarla, y a él no le quedaba de otra que defenderla de ellos… Pero bueno, volviendo a lo importante…
Entre tanto tiempo de calidad, por supuesto, no faltó que tuvieran uno o dos pequeños infortunios. En una ocasión, Ash y Misty estaban compartiendo un momento muy tierno en el Cabo Cerulean al norte de la ciudad. Como muchos sabían, el Cabo Cerulean era un sitio muy popular entre las parejas para las citas, sobre todo al atardecer, cuando se podía ver una hermosa puesta de sol sobre el mar. Ambos observaban el ocaso, ajenos a toda preocupación, hasta que fueron interrumpidos por un entrenador que dijo venir a desafiar el Gimnasio por una medalla, y que se notaba muy molesto de que la líder no estuviese ahí cuando pasó a ver. Furiosa por que le interrumpieran su cita, Misty le preguntó si vio el cartel de "Cerrado" en la entrada, y el chico le dijo que sí lo vio, pero que no había viajado desde tan lejos para encontrarse la puerta cerrada, y demandó el desafío. Misty aceptó a regañadientes, haciendo prometer a su retador de que si perdía no volvería a mostrar su cara en su gimnasio. Realmente no hace falta describir la batalla, lo mejor que se podría decir es que no duró mucho, y al final del día el entrenador se fue con el rabo entre las patas. Moraleja: nunca interrumpas a Misty Waterflower cuando está en una cita.
(NDA: Quizás lo hayan notado, pero para eso me basé en cuando encuentras a Misty en Gold/Silver/Crystal y en HeartGold/SoulSilver, solo que aquí cambié un poco el desenlace)
- Ya te dije que no. Nada de masajes por ahora – dijo ella sonriendo, luego se separaron. – Además, ya casi termino. Aún es temprano, vuelve a dormir un rato. Hoy el gimnasio está cerrado, y mis hermanas van a salir. Tendremos la piscina para los dos toda la tarde, si quieres. -
- De acuerdo, como quieras. – dijo Ash resignado. – Pero para la próxima, me vas a dejar que te ayude, ¿sí? Sin excusas. -
- Lo voy a pensar. – dijo ella, sonriéndole.
Ash regresó a la habitación a dormir otro poco. Misty entretanto continuó con la limpieza ella sola, y en realidad no le tomó demasiado tiempo terminar. Decidió ir a la cocina a preparar el desayuno para ella y Ash. Cierto que Misty no era lo que se dice muy buena cocinando, pero había aprendido algunas recetas sencillas con un libro que Delia le regaló. "Para sus tiempos futuros", fue lo que le dijo. Y en efecto, Misty sabía que en un futuro no muy lejano era más que probable tener que prepararle a Ash sus tres comidas todos los días, y no quería terminar matándolo en el proceso.
Estaba preparando unos huevos revueltos con queso y tocino, cuando sonó el timbre. Preguntándose quién podría ser, después de todo, por ser sábado el gimnasio estaba cerrado a los retadores ese día, Misty sirvió en un par de platos y los tapó para ir a la puerta a ver de quién se trataba. Mientras iba recorriendo el camino hacia la entrada del gimnasio, sonaron dos veces más al timbre.
- ¡Ya voy, cielos! – decía mientras corría hacia la puerta. – Ay, Dios, más vale que sea algo importante. -
Un poco fastidiada, Misty abrió la puerta, pero su expresión de fastidio desapareció cuando vio quién estaba tocando. Era nada más y nada menos que Lorelei, la gran maestra de Pokémon de Agua y Hielo, y miembro de la Elite 4 de Kanto, a quien Misty admiraba como una gran heroína. Lorelei era una mujer bastante atractiva para estar en sus 30 y tantos, alta y de muy buena figura. Tenía cabello largo color rojo oscuro amarrado en una cola con un broche en forma de Pokébola, con dos mechones cayéndole por las sienes y un flequillo que le daba estilo, tenía ojos azul oscuro y usaba lentes alargados al aire. En ese momento llevaba puesta una blusa negra sin mangas, una minifalda púrpura y zapatos negros de tacón bajo, con un brazalete dorado en la muñeca derecha (NDA: si la descripción no basta, piensen en el traje que usa en los juegos de FireRed y LeafGreen).
- Hola, Misty, cuanto tiempo sin vernos. – la saludó, con ese tono relajado que la caracterizaba, como el agua fluyendo.
- ¿L-Lorelei? H-hola. – Misty parecía incrédula. - ¿Qué te trae por aquí? Pasa, por favor, esta es tu casa. -
Lorelei entró al gimnasio, Misty la llevó hacia el recibidor para que se sentara.
- Ponte cómoda. – dijo, señalándole un sillón. - ¿Quieres algo de tomar, no sé, un café, un té? -
- Agua con hielo estaría bien. – respondió Lorelei. Misty corrió a la cocina y retornó con un vaso lleno de agua con hielo. Lorelei tomó un sorbo, mientras Misty se sentaba en el sillón frente a ella.
- Y bien, ¿qué te trae de visita a mi gimnasio, Lorelei? Acababa de preparar el desayuno, pero si quieres… -
- No te molestes, no voy a estar mucho rato. Vengo por asuntos oficiales. – explicó Lorelei. – Por cierto, últimamente he estado oyendo rumores muy interesantes. –
- ¿Rumores? – preguntó Misty. - ¿Sobre qué? -
- Sobre ti, y tu amigo Ash. Aunque, tengo entendido que últimamente ustedes dos son "más que amigos", ¿no es cierto? – dijo la última parte guiñándole el ojo.
Misty no dijo nada, pero sonrió. Juzgando por su gesto, Lorelei pareció interpretarlo como una afirmación.
- Y dime, ¿cómo se llevan? ¿Mantienen bien su relación? Porque, si ya están viviendo juntos… -
- ¡No seas malpensada! – Misty se sonrojó ante la aparente insinuación de Lorelei, quien solo se rió. – Él no está viviendo aquí, solo… quiso venir a hacerme compañía un tiempo, nada más. Pero bueno, yendo al grano, ¿en qué puedo ayudarte? -
- Bueno, quizás recordarás que el año pasado, Ash fue a la Meseta Indigo para hacer la prueba para entrar a la Elite de Kanto. – explicó Lorelei. – Especialmente ya que algunos de nosotros estamos pensando en retirarnos. -
Misty asintió. Recordaba que por esas fechas, Ash iba a ir a la Meseta Indigo, sin embargo, lo pospuso un poco para poder asistir al cumpleaños de ella.
- Y… ¿qué ocurre con eso? – preguntó Misty.
- ¡Misty! ¿Ya está listo el desayuno, que me muero de hambre? – escuchó la voz de Ash, al parecer ya se había despertado de nuevo. Un rato después apareció en el recibidor, y se sorprendió de ver a la visitante. – Ah, Lorelei, eres tú. Qué bueno verte, cuanto tiempo. -
- Hola, Ash. – dijo Lorelei sonriendo. – Como te iba diciendo, ya estoy pensando en elegir a mi sucesor en mi puesto en la Elite… y ahí es donde entras tú. -
- ¿Y-yo? – Misty no podía creer lo que escuchaba.
- Tu nivel como entrenadora ha aumentado formidablemente. – dijo Lorelei. – Creo que, con un poco de mi entrenamiento especial, podrías obtener el puesto. –
- ¿Estás eligiendo a Misty como tu sucesora en la Elite? -
- Lance ya eligió al suyo, que eres tú. – dijo Lorelei, dirigiéndose a Ash. – Así que pensé que debía ir buscando al mío. -
- Oye, eso es grandioso. – dijo Ash. – Ahora también estarás en la Elite, Misty. -
- Así que… bueno, quería preguntarte si te gustaría irte conmigo a las Islas Sevii para entrenarte. -
- ¿Cuándo sería? – preguntó Misty, que no parecía tan emocionada como debería estarlo con una oportunidad así.
- Planeo irme a las Islas Sevii el próximo mes. – dijo Lorelei. – Si aceptas, el entrenamiento duraría unos seis meses más o menos. ¿Qué me dices, vienes conmigo? -
Misty miró fijamente a Lorelei, en silencio. Luego miró a Ash con expresión interrogante, como si le preguntase qué pensaba él de eso. Ash, por su parte, se preguntaba por qué Misty no había aceptado de inmediato.
- Misty, ¿qué esperas? Dile que sí, sabes que lo quieres. – dijo Ash.
- Yo… - Sin que Ash ni Lorelei lo supieran, una lucha interna se libraba en la cabeza de Misty. La mitad de ella quería gritar que sí quería ir y hacer ese entrenamiento especial con Lorelei. La otra mitad, sin embargo, pensaba en que tendría que dejar el gimnasio, a sus hermanas… y a Ash, durante seis largos meses. Lorelei pareció percibir la duda en Misty, ya que luego dijo:
- Bien… no hace falta que lo digas ahora. – Se puso de pie, dejando su vaso con hielo sobre la mesa. – Si no quieres, lo entenderé, pero si decides venir, llámame, ¿de acuerdo? Gusto en saludarlos, con permiso. -
Sin más, Lorelei se dio la vuelta y caminó hacia la entrada del gimnasio. Misty seguía estática sentada en el sofá. Ash no habló hasta que Lorelei desapareció tras la puerta.
- ¿Perdiste la razón? ¿Cómo es posible que la hayas dejado irse? -
- ¿Eh? – Misty salió de su trance por el repentino grito de Ash.
- ¡Es Lorelei, Misty! ¡Lorelei! No es posible, viene para decirte que te ha elegido como su sucesora, ¿y te quedas tiesa como un ladrillo? -
- Oye, eso no es tan sencillo como crees. – replicó Misty.
- Hmm… - Ash la miró con suspicacia. – De acuerdo, ¿quién eres y qué hiciste con Misty Waterflower? -
- ¡Ash! – Misty se irritó por ese comentario, pero Ash se mantuvo firme.
- No me creo que la Misty que conozco haya dejado pasar una oportunidad como esta. – dijo Ash, cruzando los brazos.
- Quizás sea porque hay otras cosas que también son importantes. – dijo Misty en su defensa.
- ¿Ah sí? ¿Cómo qué, por ejemplo? -
- Tú deberías saberlo ya, ¿o no? – dijo Misty, parándose de su sillón y viéndolo a los ojos muy de cerca de manera amenazadora. Ash se estremeció un momento, si las miradas mataran, Misty casi podría ser una asesina en masa en ese momento. Por un momento creyó que iba a pegarle o algo, pero luego se alejó de él y se fue a la cocina.
- El desayuno está listo, mejor vamos a comer antes que se enfríe. – dijo ella simplemente.
Misty desapareció en el corredor que iba hacia la cocina. Ash se quedó estático un momento, y se rascó detrás de la cabeza como preguntándose "¿Cuál es su problema?"
En la habitación de Misty, más tarde…
Eran las 8:40 pm, y Misty estaba tumbada en su cama, vestida con su ropa de dormir, la cuál consistía en una blusa amarilla de tirantes delgados con un Staryu en el pecho, y pantalones holgados blancos con estrellitas amarillas, pero no dormía, estaba despierta, con los ojos bien abiertos, ambos fijos en el techo. Ella y Ash no se habían dirigido la palabra en toda la tarde. Después de que Lorelei se fue, a la hora del almuerzo Ash volvió a tocar el tema de por qué no había aceptado su propuesta, algo de lo que ella no quería hablar. Pero a causa de su insistencia, y por no entender por qué lo había hecho, ambos terminaron desembocando en un intercambio de gritos, que se saldó cuando Misty bramó indignada "¡Ya déjame en paz!" y fue a encerrarse en su habitación, cerrándole a Ash la puerta en las narices. Ahora se sentía mal por haberlo hecho, pero no podía quitarse de encima que él fuese tan testarudo. De todos modos, le daba vergüenza admitir abiertamente la verdadera razón de por qué no le había podido dar a Lorelei una respuesta inmediata.
Misty desde siempre había admirado a Lorelei, era su heroína, su mayor inspiración, y el hecho de que ella quisiera entrenarla para convertirla en su sucesora en la Elite 4 era el mayor honor que podría imaginarse. En otro momento, habría aceptado esa oferta sin vacilar un segundo. Pero ahora, era diferente. El Gimnasio Cerulean había sido su hogar desde que nació, y no le era del todo agradable la idea de abandonarlo. Y nunca se había sentido tanto como un hogar hasta hacía cinco meses atrás, desde que Ash vino a quedarse con ella.
Admitiendo para sí misma, Misty reconoció que en parte la razón de haberse molestado con Ash fue que él aún siguiera siendo tan poco perceptivo en lo que a sentimientos se refería. Pero, Misty pensaba, eso no era culpa suya del todo. ¿Cómo iba a saber Ash que su mente estaba batallando en ese momento? El precio a pagar por ese entrenamiento significaría seis meses lejos de su hogar, lejos de él. A pesar de que antes habían estado separados por períodos similares, inclusive algunos más largos, en aquel entonces solo eran amigos. Pero ahora, ambos estaban compartiendo mucho más el uno con el otro, como pareja. Ella se sentía muy feliz estando cerca de él, más feliz de lo que recordaba haberlo estado en toda su vida. Y eso era algo que no quería dejar. Pero desde luego, Ash no lo entendería si ella no se lo explicaba directamente. La pregunta era, ¿cómo hacerlo?
La puerta de la habitación se entreabrió con un crujido. Misty no se movió de la cama, solo volteó a ver mientras se asomaba por la puerta una joven de cabello rubio y ojos verdes, que sonreía algo nerviosa.
- Hola. ¿Se puede? – Era Daisy, su hermana mayor.
- ¿Volvieron tan temprano? – preguntó Misty.
- Violeta y Lily se fastidiaron, y me pidieron que las trajera de regreso. – dijo Daisy, mientras entraba. Aún llevaba su vestido de noche, de color rojo oscuro con guantes y zapatos de tacón a juego, que le daba todo el aspecto de una supermodelo. Misty no pudo evitar sentir un poco de envidia al verla, se veía hermosa y elegante.
- Hmm… - dijo Misty frunciendo la boca. – Y bien, ¿te puedo ayudar en algo? -
- Más bien, creo que tú eres la que necesita mi ayuda. – dijo Daisy mientras se sentaba en el borde de la cama.
- ¿De qué hablas? – Misty se hizo la tonta, aunque Daisy aparentemente sabía bien de lo que hablaba.
- Tú y Ash discutieron por algo, ¿no? – fue la respuesta de Daisy.
- ¿Te lo dijo? -
- No, pero lo noté algo alterado cuando llegamos. – dijo Daisy. - ¿Qué fue? -
- No quiero hablar de eso. – dijo Misty cortante.
- Misty, vamos, no seas así, anda. – insistió Daisy.
Misty quería hacerse la impenetrable, sin embargo, Daisy le hablaba con un tono casi maternal que la hizo derrumbarse eventualmente. En los últimos años, las dos se habían vuelto bastante cercanas. Quizás se debiera en parte a que Daisy, siendo la mayor, le tocaba ser la cabeza de la familia, y sentía que era su responsabilidad velar por el bienestar de sus otras hermanas, especialmente de Misty, quien era la menor de las cuatro, y a quien más le faltó una figura materna por la muerte temprana de su madre. Ese rol de alguna manera lo habían llenado Daisy y Delia Ketchum, pero como la segunda no vivía con ellas, Daisy hacía la mayor parte, y era a ella a quien Misty acudía cuando necesitaba consejo ya que era quien mejor la comprendía. Antes de darse cuenta, Misty ya le había contado todo sobre la visita de Lorelei, de cómo esta le había pedido que se fuese a entrenar con ella en las Islas Sevii, de cómo Ash se había molestado al verla tan indecisa, y en qué terminó todo.
- … y bueno, luego exploté, le dije que me dejara tranquila y le cerré la puerta en la cara. – Terminó de hablar.
- ¿Y vas a esperar hasta mañana para disculparte con él? – preguntó Daisy.
- ¿Por qué iba a hacerlo? Él fue quién empezó, no yo. – dijo Misty.
- Misty… sé sincera, ¿realmente es con Ash con quien estás molesta? – preguntó Daisy.
- Hmm… - Misty quiso gruñir algo, pero Daisy había dado en el clavo. – *Suspiro*, está bien, supongo que no. Sé que no debí gritarle ni mucho menos tirarle la puerta en la cara, pero… -
- Y sobre esa oferta que te hizo Lorelei. – interrumpió Daisy antes que terminara. – Debo decir que a mí también me sorprende que no la hayas aceptado de inmediato. -
- ¿Vas a empezar tú también? – Misty comenzaba a molestarse otra vez. ¿Por qué no podían dejarla en paz respecto a ese tema?
- Llevabas mucho tiempo esperando una oportunidad como esa. – dijo Daisy. – Dime, ¿realmente quieres desaprovecharla? -
Misty se quedó callada: Daisy acababa de golpear un nervio. Ciertamente no era como si quisiera dejarla pasar, era una oportunidad única en la vida. Pero en cuanto a lo que eso implicaba… también tenía que considerarlo.
- No quiero abandonar el gimnasio. – admitió a medias la razón.
- ¿El gimnasio? – preguntó Daisy, mirando inquisitivamente. - ¿O es a Ash al que no quieres abandonar? -
- "Rayos." – Misty no podía creerlo. ¿Es que la intuición femenina de Daisy nunca se equivocaba? – Supongo que a ambos. – admitió finalmente de mala gana.
- Te preocupa como podría afectar su relación estando tan lejos los dos, ¿no? – preguntó Daisy. Misty no dijo nada pero asintió. – Oye, no tienes de qué preocuparte. Míranos a mí y a Tracey, a veces no nos vemos en meses, y a pesar de todo ve lo felices que somos. -
- Yo no soy tú, y Ash no es Tracey. – declaró Misty como un hecho. – Con nosotros es diferente. -
- No, no lo es. – dijo Daisy. – Tú lo amas, y él te ama. Eso es todo lo que importa. Y el hecho de que mantengas una relación con él no implica que debas dejar de lado tus propios sueños. Siempre hay tiempo para todo. -
- Y bueno, según tú, ¿qué es lo que debo hacer? – preguntó Misty, sentándose contra la cabecera de la cama. - ¿Debería aceptar la propuesta de Lorelei e irme a las Islas Sevii con ella? -
- Yo lo haría, si fuera tú. – dijo Daisy simplemente.
- ¿Pero qué hay de Ash, entonces? ¿No se supone que…? -
- Con respecto a eso. – Daisy la interrumpió nuevamente. – ¿No dijiste que Lorelei dijo que se iría en un mes? Mientras tanto, puedes aprovechar de pasar tiempo de calidad a solas con Ash, antes que tengas que irte. -
- ¿De qué hablas? Si ambos hemos… ¿Qué es eso? – preguntó Misty mientras Daisy sacaba de su bolso lo que parecían ser un par de boletos premiados. Ambos tenían la silueta de una pareja abrazada con un atardecer en la playa como fondo.
- Mira nada más lo que conseguí. – dijo Daisy. – Dos boletos de primera clase en el nuevo crucero de lujo que sale desde Vermillion la próxima semana, el S.S. Aqua Gates. Y además, incluye estadía de dos semanas con todos los gastos pagos en el Hotel Landmark en Isla Cinnabar. – agregó pasándole un folleto con información sobre dicho hotel. - Estamos a mitad del verano, y es la época perfecta para vacacionar por allá. Playa, sol, y mar. ¿Qué más podrías pedir? -
- No hablarás en serio. – dijo Misty. ¿Realmente le estaba dando esos boletos a ella?
- Planeaba invitar a Tracey a que viniera conmigo, pero… - Sin más Daisy puso los boletos en la mano de Misty. - … me parece que tú los necesitas más que yo en este momento. -
- Daisy… -
- Vamos, les vendrá bien, créeme. – dijo Daisy.
Misty parecía dudar. Sin embargo, la idea de viajar en un crucero de lujo, y de pasar unas vacaciones en la playa con Ash era demasiado tentadora. Habían querido alejarse de todo, y de todos, poder ser solo ellos dos. Y ahora, tenía la oportunidad en su mano.
- Me parece que Ash aún está despierto. ¿Por qué no hablas con él al respecto? – dijo Daisy mientras se paraba. – Bueno, yo me voy a dormir. Buenas noches. -
- Oye, Daisy, espera. – Misty la detuvo cuando estaba por cruzar la puerta.
- ¿Sí? -
- Yo… gracias. No sé como voy a pagarte esto. -
- Bueno, solo no digas que nunca hago nada por ti, hermanita. – respondió Daisy sonriendo, mientras le guiñaba el ojo antes de salir y cerrar la puerta.
Misty miró los boletos y el folleto nuevamente. Después de pensárselo un rato, decidió ir a hablar con Ash al respecto. Si podía aprovechar su tiempo antes de irse a entrenar con Lorelei, quizás sería mucho más llevadero. Y era mejor disculparse con él, ya que entre más esperara, sería peor, y realmente no quería estar peleada con él, menos por una tontería como esa. Se paró de la cama, se puso sus pantuflas y salió de su cuarto, dirigiéndose hacia la habitación para los huéspedes que Ash ocupaba. Dudando un momento, abrió la puerta con cuidado, y se asomó.
Ash estaba sentado en la cabecera de la cama, leyendo revistas Pokémon a la luz de la lámpara. Pikachu yacía hecho un ovillo en el otro extremo, y si Misty no lo hubiera visto respirar, fácilmente pudiera haber pasado por un peluche. Ash tardó un momento en darse cuenta de que ella estaba ahí.
- Hola. – saludó ella sonriendo tímidamente mientras entraba.
- ¿Ya se te pasó el mal humor? – preguntó Ash, mientras ella se sentaba frente a él en la cama.
- Sí, ya me calmé. – dijo Misty. – Ash, yo… siento mucho haberme puesto así. Me molesté tanto que grité cosas que no quería. –
- Ah, no te preocupes. – dijo él, dejando de lado la revista. No estaba molesto con Misty, lo cuál fue un gran alivio para ella. – Tampoco yo debí insistir tanto, si no querías hablar de eso. -
- Respecto a eso, Ash. – Misty decidió finalmente ser sincera. – Me puse a pensarlo, y decidí aceptar la propuesta de Lorelei. Tenías razón, esta es una oportunidad que no puedo dejar pasar. -
- ¿Y por qué tardaste tanto en decidirte? – preguntó Ash, por dentro feliz de que, para variar, Misty admitiera que era él quien tenía la razón.
- Hmm… - A Misty le daba mucha vergüenza reconocerlo. Sin embargo, recordando lo que había pasado en el cumpleaños de Ash, cuando se decidió a no darle importancia a lo que pensaran de ella, se armó de valor y admitió. – Es que… seis meses lejos de aquí… lejos de ti... – Se sonrojó al decir la última parte. Ash sin embargo pareció entender lo que quería decir, aún sin que lo completara. Le preocupaba qué podría pasar en ese tiempo. – Pero bueno, a veces hay que hacer sacrificios, ¿no? – le dijo, dándole su mejor sonrisa forzada.
Ash se inclinó hacia ella, con mucho cuidado, la rodeó con sus brazos y la sujetó. Misty cerró los ojos y permaneció en silencio, abrazándolo también, mientras él le acariciaba su cabello. Así que eso era, a ella le preocupaba tener que estar lejos de él tanto tiempo, y no podía culparla. Ese tiempo que llevaban juntos había sido el más feliz de sus vidas, y ella no quería dejar eso.
- ¿Qué te hizo cambiar de parecer? – preguntó Ash, rompiendo de pronto el silencio.
- Daisy. – dijo Misty. – Ella fue la que me dijo que debería aceptar. Es un paso importante para realizar mi sueño. Pero además… -
- ¿Además qué? – preguntó Ash.
- Aún tenemos algo de tiempo antes de que tenga que irme. – dijo Misty sonriendo. – Y para aprovecharlo, Daisy me dio esto. – Misty le mostró los boletos para el crucero.
- ¿Y eso qué es? -
- Boletos para un crucero de lujo que sale de Vermillion. – explicó ella. – Pensó que tal vez… lo que nos hacen falta son unas pequeñas vacaciones. Mencionó también un hotel cinco estrellas en Isla Cinnabar, con todos los gastos pagos. – dijo mostrándole el folleto. – Míralo bien, ¿tú qué opinas? -
- Esto se ve muy bien. – sonrió Ash. – Desde hacía tiempo pensé que necesitábamos darnos una pequeña escapada, solo nosotros dos. ¿Cuándo nos vamos? -
- Daisy dijo que el crucero sale la próxima semana del puerto de Vermillion. – dijo Misty. – Yo diría, que será mejor ir empacando para irnos mañana a primera hora. -
- ¿Y qué hay con Lorelei? -
- La llamaré en cuanto pueda. Le diré que sí quiero irme con ella a entrenar. -
- Entonces no hay nada qué discutir. – dijo Ash. – Iré haciendo las maletas ya mismo. –
- También yo. Bien, buenas noches. – dijo Misty dándole un besito rápido en los labios y saliendo del cuarto.
Ash no podía creerlo. ¡Unas vacaciones de verano, a solas con Misty! No podía pedir nada mejor. Sin más, se paró de un salto, despertando sin querer a Pikachu.
- ¿Pi? ¿Pikapi pikachu? – preguntó el roedor viendo a Ash empacando sus cosas a toda prisa.
- Hay que empacar, Pikachu. – dijo Ash. – Mañana nos vamos. -
- ¿Pika? – El roedor lo vio con cara de confusión.
- Misty tiene boletos para un crucero de lujo. – explicó Ash. – Nos vamos de vacaciones a Isla Cinnabar, ¿qué te parece? -
- ¿Pi? - El ratón eléctrico tardó un momento en asimilarlo, pero luego se mostró muy contento. - ¡Pikachu! -
- Lo sé, será fantástico. –
Ash estaba emocionado, de solo pensar que podría pasar unas vacaciones en la playa con Misty. El entrenador casi babea al imaginarse a Misty en bikini con la playa como fondo. Cierto que ella tenía una gran colección de trajes de baño en casa, pero muy rara vez tenía la oportunidad de verla en ellos. La muy bribona por lo general solo se los ponía cuando hacía sus 6000 metros diarios en la piscina para mantenerse en forma, y eso o lo hacía temprano, antes que Ash se despertara, o cuando él salía por ahí. Ash pensaba que Misty era un poco egoísta con eso, especialmente porque con los años ella había desarrollado una muy hermosa y esbelta figura, y le molestaba que no lo dejara admirarla a menudo (y todavía había fallado en hacerlo ese día a pesar de habérselo sugerido esa misma mañana). Solía pensar que quizás ella lo hacía a propósito, y tenía que admitir que aunque se veía muy hermosa con el traje de sirena, aún así todavía dejaba algo a la imaginación (sin mencionar que ahora solo interpretaban esa obra una vez al mes). Bueno, ¿qué se le iba a hacer cuando sus hormonas estaban en pleno apogeo?
Días más tarde, en el Puerto de Vermillion…
Dicho y hecho, Ash y Misty habían emprendido viaje hacia Vermillion, para abordar el crucero. Mientras esperaban en el puerto a que llegara su barco, Ash se mostraba un poco aprehensivo. Recordaba bien que la última vez que habían abordado un crucero de lujo en Vermillion, fueron atacados por agentes del Equipo Rocket que estaban encubiertos en el barco, con la intención de robarles a todos los pasajeros los Pokémon que llevaban, y hubo un enorme alboroto en medio de batallas en ese lugar, que terminó con el barco siguiendo el mismo destino que el Titanic: hundiéndose en su primer viaje sin llegar a su destino. Ash pensó en aquel momento que lograron escapar por muy poco. De nuevo, si algo llegaba a suceder, con todas las cosas por las que había pasado desde que se volvió entrenador Pokémon, ya estaba bastante acostumbrado a correr riesgos, y sobrevivirlos. No era un completo inútil, no señor.
- ¿Qué hora es? – preguntó Misty. La chica se había puesto ropa veraniega, sandalias, unos shorts como los que solía usar en sus primeros viajes, sujetos con tirantes, un top rojo y una blusa amarilla abierta, aparte de unos lentes de sol que le prestó Daisy, aunque en ese momento los llevaba colgados del top. Esta vez no traía su mochila Spheal, sino un bolso más grande para llevar más artículos playeros, y con espacio para comprar recuerdos una vez que estuvieran allá.
- Las 11:40. – dijo Ash, revisando su Pokétch edición Platino, el mismo que le habían regalado Max y May en su último cumpleaños. Ash también se había vestido apropiadamente para el verano, usaba pantalones hasta la rodilla azul oscuro, tenis blancos y una camisa azul cielo con una raya blanca en el medio, sin mangas. - ¿A qué horas llega el barco? -
- Al mediodía en punto, y zarpará a la 1:00. – dijo Misty, revisando sus boletos. – Tenemos tiempo de ir a almorzar algo mientras esperamos, ¿qué dices? -
- Suena bien. – concordó Ash. – Allá hay un buen lugar, apártanos una mesa y mientras yo iré a recoger a nuestros Pokémon. -
- De acuerdo. -
Misty se dirigió hacia un café, mientras que Ash fue al Centro Pokémon. Misty escogió una mesa vacía en la parte exterior, que les daba una vista increíble del inmenso mar ante ellos. Con el sol en su punto más alto, el agua resplandecía como estrellas, era realmente hermoso. Misty se quedó mirándolo un rato, con expresión soñadora. Se acordó que cuando estaban empezando su viaje, en una ocasión trató (inútilmente) de tentar a Ash de ir a Ciudad Vermillion en vez de a Cerulean (estaba peleada con sus hermanas en aquel entonces), mencionándole "Pokémon lindos, los yates anclando en el puerto, y un lugar en la cima de la colina donde se puede observar un atardecer muy romántico". Si bien en aquel entonces solo lo hacía para no tener que ver a sus hermanas, quizás en el fondo la idea de observar un atardecer romántico con él no le pareciera desagradable. ¿Quién hubiera pensado que podría hacerlo después de tantos años?
- Buenos días, ¿desea ordenar algo? – se le acercó una mesera.
- Eh, sí, pero… estoy esperando a alguien. Quisiera ver el menú, mientras tanto. -
La mesera dejó dos menús sobre la mesa y fue a atender otros clientes. Misty cogió uno, y comenzó a ver la lista. Algunos platillos estaban bastante caros, y aunque llevaba bastante dinero no quería gastar de más antes de llegar a su destino. Tenía planes de llevarse bastantes recuerdos de ese viaje, y más aún aprovechando que Ash podría ayudarla a cargarlos. Misty se rió con la idea, ya empezaba a sonar como Daisy.
- Vaya, vaya, miren a quién tenemos aquí. – dijo una voz masculina luego de unos minutos de estar ahí sentada. Misty se asomó por encima del menú, para encontrarse con un joven de pelo castaño corto y ojos oscuros que la miraba con mucho interés. Tardó un momento en reconocerlo: era Rudy, el Líder de Gimnasio de Isla Trovita. – Cuanto tiempo sin vernos, Misty. -
- Rudy… hola. – saludó sin muchas ganas Misty.
- ¿Está ocupada? – preguntó señalando la silla frente a ella.
- De hecho sí. – dijo Misty.
- ¿Te molesta si me siento un rato mientras viene tu acompañante? – preguntó Rudy, pero sin esperar respuesta se sentó. Misty solo se encogió de hombros. – Como pasa el tiempo. Estás más linda que la última vez que te vi. -
- Gracias… - Misty se sonrojó, y volteó un poco la cara.
- ¿Qué haces por estos lugares? – preguntó Rudy.
- Estoy de vacaciones. – respondió Misty simplemente. – Necesitaba alejarme un poco de todo. -
- Ya veo. ¿Quieres comer algo a mi cuenta? – ofreció Rudy. – Solo ando de paso, pero si quieres… -
- Gracias, pero no gracias. – dijo Misty. – Yo también solo estoy de paso, cogeré el barco que sale a la una después de comer. Y ya te dije, que estoy esperando a alguien. -
- Esa es la excusa más común. – dijo Rudy, aparentemente no le creía.
- Lo digo en serio, Rudy. La silla está ocupada. – insistió Misty, entreviendo las intenciones de Rudy. – Si Ash me ve aquí contigo no le va a hacer gracia. -
- ¿Ash? – La sonrisa de Rudy se desvaneció un poco. - ¿Qué quieres decir con…? -
- *Ejem*… - Se escuchó de pronto un carraspeo. Rudy miró atrás, y vio nada más y nada menos que a Ash Ketchum. El entrenador de Pueblo Paleta traía a su Pikachu montado en su hombro, y en brazos llevaba al Azumarrill de Misty. El conejo acuático saltó de los brazos de Ash para reunirse con su dueña, quien lo recibió gustosa. Ash parecía tener una sonrisa forzada en la cara. – Espero no estar interrumpiendo nada. Cuanto tiempo… Rudy. – Ash casi escupió el nombre del chico.
- Hola… Ash. - dijo Rudy, aún sin pararse del asiento. Parecía no haber asimilado del todo la situación.
- ¿Te importa? – preguntó Ash. – Misty y yo queremos comer juntos, así que, si eres tan amable… -
- ¿Eh? Claro, por supuesto, lo siento… - Rudy se paró, dejando el asiento libre para Ash. – Vaya, no sabía que ustedes dos… -
- Pues ya lo sabes. – interrumpió Ash. - ¿Nos podrías dar algo de privacía? Almuerzo de pareja, tú entiendes. -
- Claro… entiendo perfectamente. –
A Rudy no le cayó del todo bien que Ash lo corriera de esa manera, pero se alejó, y se sentó en otra mesa, que estaba bien apartada de la pareja. Pareció esperanzarse de más por haber visto a Misty sentada sola, pero por como se veía la cosa, Ash ya le había ganado hacía mucho. Ya había oído rumores por ahí, aunque realmente no se los había tomado muy en serio. Ash por su parte, pareció estar mucho más disgustado que él de verlo. Todavía se acordaba de las atenciones que le dio a Misty cuando fueron a Isla Trovita. Ash le echó una mirada fulminante antes de coger el menú.
- ¿Celoso? – preguntó Misty de repente, sonriéndole.
- Quizás un poco. – admitió Ash.
- ¿Y eso por qué? – preguntó Misty.
- Como si no lo supieras. -
- Intenté que se fuera antes que llegaras. – dijo ella. – Es apuesto y todo, pero… Rudy no es mi tipo. Aunque, tal vez si lo hubiera conocido antes que a ti… -
- Hmph, nunca me cayó bien. – interrumpió Ash, no quería saber como terminaría eso. – Lo irónico es que, en retrospectiva… creo que él fue quien me hizo darme cuenta. –
- ¿De qué? – preguntó Misty.
- De que era muy afortunado. – respondió Ash, retornando a su humor habitual. – Lo que quiso decir fue, que yo era muy afortunado de tenerte conmigo. Y tenía razón. -
- Pues te tardaste varios años. – replicó Misty con ligera aversión.
- Más vale tarde que nunca, ¿no? – fue la respuesta de Ash.
Misty sonrió, echando un vistazo hacia el mar. Ash también lo hizo a su vez.
- ¿Sabes algo? Nunca me había dado cuenta de lo hermoso que es este lugar. – dijo él.
- Lo sé. – dijo ella.
- Bueno, vamos a ver el menú. ¿Quieres algo tú también, Pikachu? – preguntó Ash al roedor en su hombro.
- Pikachu. – El roedor eléctrico se posó en la mesa, y señaló con la pata en el menú lo que quería.
- Bien, lo tienes. – dijo Ash. - ¡Mesera! -
La mesera respondió a la llamada en el acto, tomó sus pedidos y al cabo de unos minutos les trajo su almuerzo. La pareja comió muy a gusto, aunque a cada tanto Ash echaba un ojo hacia donde estaba Rudy, como si le advirtiera "que ni se te ocurra" o algo similar. Rudy también miraba de reojo a Misty, no podía evitarlo, pero volteaba la mirada cada vez que Ash veía en dirección a él. Se podía notar que Ash estaba muy defensivo con Misty. Bueno, eso no era algo nuevo, viendo que anteriormente ya se había puesto así cuando algún chico la rondaba. Claro que por aquel entonces, era muy pequeño e inmaduro como para entenderlo.
La pareja terminó su almuerzo tranquilamente, y luego de pagar la cuenta se dirigieron a abordar su barco. Rudy no pudo evitar seguirlos de lejos una vez que salieron del café hacia el puerto. Se notaba que eran una pareja feliz, y no pudo evitar sentir algo de envidia. Claro que él ya sabía desde hacía mucho que el corazón de Misty había hecho su elección, y él no era quién para oponerse a eso. De todos modos, cuando notó que Misty subió primero al barco ella sola, algo dentro de él lo impulsó a acercarse a Ash, que quiso quedarse a observar un rato más el puerto antes de salir.
- Hey, Ash. -
- ¿Eh? – El aludido volteó al oír su nombre. – Ah, eres tú. – La voz y la expresión de Ash no descartaban por completo la hostilidad, y Rudy aparentemente lo notó.
- Oye, sé que no te caigo bien, pero no tenemos por qué ser enemigos. – dijo Rudy, haciendo un gesto defensivo. – Yo sé cuando pierdo, y por lo que veo, aquí ya me ganaste hace mucho. -
- Hmm, supongo. – respondió Ash, sus facciones se suavizaron un poco.
- ¿Desde hace cuanto están juntos? – preguntó Rudy.
- Unos cinco meses, desde mi último cumpleaños, para ser exactos. – dijo Ash, haciendo énfasis en la parte donde mencionaba su cumpleaños.
- Vaya, ¿se te ofreció ella misma como regalo? – volvió a preguntar Rudy, en tono que sonaba, medio bromista, medio malicioso.
- Algo así. – respondió Ash. – Me cantó una canción que ella misma escribió. -
- ¿Así que Misty también sabe cantar? – dijo Rudy con interés. – Vaya, eres muy afortunado, te envidio. -
- No me di cuenta en ese momento, hace tantos años. – respondió Ash. – Pero ahora entiendo a lo que te referías. -
- Más te vale tener cuidado, Ash. Ya sabes, no querrás que de un momento a otro, alguien más atractivo que tú te la quite y te quedes solo. – le comentó Rudy como sugerencia.
- ¿Cómo tú, por ejemplo? – respondió Ash cruzando los brazos, y mirándolo inquisitivamente. Rudy solo se encogió de hombros. – Ya quisieras. Será mejor que me vaya, Misty me está esperando. Ahí nos vemos. -
Sin más, Ash dio media vuelta y subió al barco para reunirse con Misty. Ya una vez sobre la cubierta, Misty le preguntó que qué tanto estaba hablando con Rudy allá abajo, a lo que Ash le respondió que "no era nada importante". Misty se rió, aunque, si no se había agarrado a golpes con él, supuso que no habría sido nada de lo que debiera preocuparse. Los dos fueron a ocupar su camarote, a la espera de que el barco zarpara.
Un poco más tarde, la chimenea del barco comenzó a echar humo, y sonó la sirena indicando que estaban levando anclas. El S.S. Aqua Gates partió rumbo hacia la Isla Cinnabar. Ash y Misty salieron a cubierta a disfrutar de la brisa del mar.
- Aahhh, que bien se siente. – dijo Misty.
- ¿Qué tal es ese hotel que mencionó Daisy? – preguntó Ash.
- Según dice en el folleto, debe ser bueno. – respondió Misty. – Espero que lo sea. La posada de Blaine no era tan mala, pero aún así, si se trata de ir de vacaciones, preferiría un lugar un poco más elegante. -
Ash estuvo de acuerdo. Recordaba bien la última vez que visitó la Isla Cinnabar, fue toda una odisea encontrar un lugar para quedarse, toda la isla estaba repleta de turistas, y encima de eso después haber tenido que resolver el rompecabezas de acertijos que le ponía Blaine para encontrar su gimnasio oculto dentro del volcán de la isla (y de hecho fue Misty quien logró descifrar sus acertijos). De cualquier manera, ahora no tendría que preocuparse por batallas de gimnasio o acertijos. Lo único en su mente, para variar, era pasársela bien con Misty. Eso era todo lo que importaba.
Misty por su parte, aún no se quitaba de encima el hecho de que, cuando esas vacaciones terminaran, ella y Ash tendrían que tomar caminos separados nuevamente. Aunque fuese solo temporal, y a pesar de que ya antes habían pasado largos períodos sin verse, ahora iba a ser mucho más difícil. Porque ya no era solo su mejor amigo. Él era su novio, su amor, una parte de ella, de su vida. A Misty en realidad no le preocupaba en lo absoluto que durante su ausencia Ash pudiese irse de aventuritas o algo así con otras chicas, no, ella lo conocía mejor que nadie (a veces incluso que él mismo), y sabía muy bien que él nunca sería capaz de traicionarla, confiaba en él, y él confiaba en ella. Más el alejamiento en sí que lo que pudiera ocurrir en ese período era lo que la hacía sentir tanta ansiedad.
- Oye, Ash… - preguntó rompiendo el silencio de pronto.
- Dime. – volteó Ash.
- Cuando me vaya a las Islas Sevii… -
- Olvídate de eso por ahora, ¿quieres? – dijo Ash.
- Pero Ash… -
- Shhh. Misty, deja de pensar en eso. – La calló Ash, posando su dedo en la boca de ella – Estamos de vacaciones. Vamos a pasarla bien, no lo echemos a perder con preocupaciones. -
- Sí, tienes razón… - dijo Misty. – Aún tenemos mucho tiempo. Cinco días en el crucero, y después, dos semanas en Isla Cinnabar. -
- ¿Y ya decidiste qué vamos a hacer? – preguntó Ash.
- Bueno… el Hotel Landmark tiene muchas actividades interesantes. – respondió Misty, echando otra ojeada al folleto. – Y hay muchas tiendas de recuerdos. Quizás sea una buena oportunidad de ampliar mi colección de trajes de baño. -
- Que casi nunca me dejas ver. – comentó Ash como sugerencia.
- ¿No te basta con verme de sirena? – preguntó Misty.
- Eso es solo una vez al mes, y además… - Ash se ruborizó un poco, pero lo dejó salir. - … sigues dejándome un poco a la imaginación. -
- Cuando viajábamos juntos nunca te mostraste muy interesado en mi cuerpo. – dijo Misty poniendo los brazos en jarras, y dirigiéndole una mirada desafiante. Ash, que viéndola posando de esa manera casi podría jurar que se veía sexy, se la devolvió de igual modo.
- Porque entonces eras solo una niña flacucha de pechos planos. – replicó Ash, con la evidente intención de provocarla, y lo consiguió.
- ¿Qué dijiste? – A Misty le dio un tic en el labio, y empezaba a brotarle una venita en la sien.
- Aunque… tenías un bonito trasero incluso entonces. – prosiguió Ash, dando unas palmaditas en la susodicha parte del cuerpo de Misty.
- ¡Oye! – Misty se apartó. - ¿Desde cuando andas tan atrevido, eh? -
- No sé, creo que desde que tu cuerpo se puso decente. – replicó Ash, riéndose.
- Ya sacaste boleto, ¡ahora vas a ver! -
- ¡Jajaja, primero tendrás que atraparme, pechos planos! -
Misty soltó a Azumarrill, y Pikachu se cayó del hombro de Ash en cuanto este salió corriendo, con la pelirroja detrás con los puños alzados. Los dos Pokémon vieron como sus entrenadores corrían como niños jugando, y pese a los gritos de Misty con las burlas que Ash le lanzaba sobre sus "pechos planos" (que de hecho en realidad ya no eran tan planos) se notaba que ella estaba gozando tanto como él con su jueguito, y se sonrieron entre sí. Algunas cosas nunca cambiaban, y la relación de Ash y Misty no era una excepción, fuese de amigos o de novios, los dos seguían siendo los mismos en el fondo.
No cabía duda, estas prometían ser unas vacaciones muy interesantes…
Esta historia continuará…
Notas del Autor:
¿Qué hay gente? Bien, me había estado planteando escribir una secuela de "El mejor regalo de cumpleaños" desde hacía tiempo. Así que, pedí colaboración a mi buena amiga y colega PokéShipper MajinLu, para que escribiéramos una historia en conjunto. Originalmente era otro oneshot, pero con el tiempo se nos fue alargando demasiado como para eso (hasta para mí), así que acordamos dividirla en tres pedazos (y también en parte porque me moría por subirla). Es divertido trabajar con ella, debo decir, se le ocurren muy buenas ideas (quienes hayan leído sus historias o visto sus fanarts en DeviantArt estarán de acuerdo conmigo). Ya llevamos algunos adelantos con las otras dos partes, pero aún nos faltan algunas escenas intercaladas. Ella acordó escribirlas, pero veré en qué puedo ayudarla para ganar tiempo, así que les pido que por favor nos tengan paciencia.
¡Nos vemos pronto!
