Una idea que me ha rondado desde hace rato en la cabeza y la escribo hasta hoy. Espero les guste.

Se aceptan críticas construsctivas más no insultos.

Y por cierto, que los comentarios sean creativos.

Aclaraciones:

Narración.

— Diálogo —

Pensamientos —

Advertencias:

OoC en los personajes.

OC's.

Situaciones sexuales implícitas-explícitas, lenguaje inapropiado.

Personajes: Sasuke | Sakura | Itachi.

Género: Romance | Drama | Angst.

Clasificación: T | M.


Infamias.

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"Señal de tener gastada la fama propia es cuidar de la infamia ajena."

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Baltasar Gracián.


Era la una de la mañana, él llegaría nuevamente tarde, habían sido tantas veces esa semana que ya hasta había olvidado cuantas veces se había quedado dormida esperándolo con la esperanza de que llegara y la acompañara a cenar. Con frecuencia fingía dormir, para así no enojarse y reprocharle sus llegadas tardes, sus excusas para no acompañarla a cenar, o salir algún lugar.

Para no reprocharle el olor a alcohol, a tabaco y perfume de mujer barato. O la marca de lápiz labial en el cuello de su camisa, las arrugas de su saco y su mal cinturón abrochado. Todo para no hacer un estúpido berrinche, para no hacer real aquello que venía sospechando desde hacía meses y no quería aceptar, aquello que solamente evadía y que sus amigas querían hacerle ver.

Date cuenta, Sakura. Esas no son salidas normales o de trabajo. — le había dicho con el mayor de los tactos Ino.

Eres una terca. Porque no aceptas que Sasuke te pinta el cuerno, ¿si quieres lo seguimos y así te convences? — esa había sido Karin la prima de Naruto, que fue la que menos paciencia tuvo de todas ante sus negativas y falsas defensas en cuanto a su marido.

Suspiró con pesar, no quería flaquear, no quería demostrar que todo lo que le habían dicho era verdad. Que para Sasuke solamente era un trofeo más que coleccionar, que había sido una simple competencia con Naruto para saber qué más podía obtener. Que fue un simple capricho y que lo llevó demasiado lejos.

No, Sakura no quería creer eso, quería creer que él se enamoró de ella, de su personalidad. De ella, porque no tenía dinero, era una simple enfermera que ganaba apenas el sueldo mínimo, pues fue lo único que pudo estudiar relacionado con la medicina. Aun cuando Naruto se ofreció a ayudarle para estudiar aquel doctorado en medicina que tanto deseó, pero su orgullo se interpuso ante su deseo egoísta de ser médico y dijo no.

Aun cuando Mikoto también se lo ofreció, Itachi el hermano mayor de Sasuke e incluso sorpresivamente Fugaku lo hizo, pero su orgullo fue más grande y declinó. Y ahora caía en cuenta de su error… Sin embargo, aunque estudió enfermería nunca pudo ejercerla, ya que en cuanto se casó con Sasuke, éste prácticamente la mantuvo recluida en la casa sin hacer otra cosa más que las tareas del hogar y atenderlo a él.

Tenía suerte si salían a cenar o el cine, por lo general se la pasaba ahí metida recibiendo las visitas de sus amigas y de vez en cuando, (cuando Sasuke no estaba) salía con ellas. A ella no le molestaba, lo amaba y lo que más añoraba era atenderlo, lo que se desvivía haciendo.

Soltó otro suspiro, que se vio opacado por las pisadas lentas y pesadas que se oían en dirección a la habitación, el rechinar de la madera de las escaleras y la torpeza de las pisadas le indicaba que esta vez iba un poco tomado. Sin contar que lo escuchó tropezar un par de veces al entrar a la habitación y soltar otras semejantes maldiciones.

Con pereza escuchó como él se acostaba a su lado y el fuerte olor a vodka le llegó inmediatamente, mezclado con olor a cigarrillo y ese perfume barato de mujer. Que se hizo mucho más fuerte en cuanto la abrazó para disimular la distancia que hacía unas semanas se había hecho más notorio.

Se tragó el nudo en la garganta y las lágrimas que se agolparon en sus ojos, no tenía caso. Ella era su esposa y él estaba con ella, eso por ahora estaba bien.

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— ¿Es que acaso eres tonta, o te quieres demasiado poco? — escuchó a Ino llena de molestia por lo que le acababa de contar.

— Sabes que es muy importante, tiene reuniones y bueno…, también está cerca de mujeres. Tú conoces de ese ambiente, Ino. — intentó justificar en un murmullo.

Oyó la risa bronca e irónica de su mejor amiga de la infancia, era obvio que no se tragaba ese cuento.

— ¿Qué pensarías tú si Shikamaru llegará en ese estado? — se atrevió a preguntar con algo de desafío la pelirosa.

— Que me está pintando el cuerno, por más excusas y justificaciones que le busque. — expresó su amiga —. No se necesita ser un genio para saberlo. — ouch, eso dolió.

Un minuto de silencio.

— Sakura, debes cortar con esto ya, ¡deja de torturarte, por el amor de Dios!

— Oh…, debo irme Ino, tocan a la puerta. — se aligeró a decir, una mentira, nadie tocó a la puerta.

— Oh no, no Sakura, tú no vas a evadirme. — advirtió Ino al saber que no había escuchado el timbre de la casa.

— Lo siento, no puedo hablar de eso. Nos vemos, Ino. — enseguida colgó, aun a pesar de que sintió una terrible sensación de culpabilidad por colgarle a su mejor amiga que únicamente trataba de ayudarla. Sin embargo, ella seguía esperanzada y engañada a sí misma que Sasuke no tenía ninguna aventura, solo negocios.

Renovó esa idea, sonrió ampliamente infundiéndose alegría, Sasuke no podía engañarla. Él la amaba, se lo había demostrado antes y no dudaría de él, no lo haría.

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Aquel martes por la mañana se levantó de lo más animada, ese día, ellos cumplían cuatro años de matrimonio y esperaba que ese día no tuviera excusa, ya que ella se había esmerado preparando la cena y montando aquella elegante mesa. Con candelabros, velas y disminuyendo las luces para hacerlo más romántico.

Se sintió satisfecha con su trabajo, muy feliz, a él le gustaría el detalle. Y aunque no podría darle aquella noticia que tanto ansiaban desde hacía un tiempo, por lo menos le daría una hermosa velada que al final los llevaría a la cama a hacer el amor.

Desgraciadamente, su marido tenía otros planes, que después se confirmaron en un mensaje de texto.

"Cariño, lo siento, la junta se ha alargado y tendré que quedarme. Llegaré tarde a casa. Te amo."

Miró con desilusión el mensaje, luego la mesa y sus ojos se entristecieron. No supo porque ese 'te amo' le sonó vacío, como algo que se había acostumbrado a decir por mucho tiempo y ahora no era nada más que una simple frase que ayudaba a alivianar su pesar. Como si pretendiera engañarla con algo tan desierto.

Se sintió estúpida, tanto trabajo, tanto esmero para nada. Entonces una inusitada rabia la invadió y se llenó de ira, quería una explicación, merecía una explicación. Era injusto que ella se quedara en casa como si fuera la sirvienta, la que mantenía ese hogar y él como si nada pisoteara su esfuerzo.

Así que invadida por la creciente furia, tomó las llaves de su Porsche rosa y salió de la casa con rumbo a las oficinas de las empresas Uchiha, donde Sasuke fungía como Vicepresidente de esta. Al entrar en las grandes instalaciones nadie le negó la entrada, ya sabían quién era y de quien se trataba, aunque no por eso se ganaba el respeto de todos. Por ser de tan baja categoría, todos en ese edificio, la tomaban como el caso de caridad de los Uchiha.

A ella nunca le importó lo que se decía de su persona, lo dejaba pasar, ella estaba con Sasuke y eso era lo único que importaba. Ella lo amaba y él a ella.

Idea que se le cayó al piso cuando al poner el pie fuera del elevador escuchó unos ruidos extraños, se percató de que en ese lugar ya no había nadie y que el puesto de la secretaria de su esposo estaba vacío, no obstante; su bolso aun estaba sobre la mesa junto a unos desordenados papeles. Cerró los ojos con desesperación y angustia, la misma que sentía a cada paso que daba hacia la oficina de su marido de donde provenían aquellos ruidos extraños que catalogó como gemidos, gemidos de una mujer que gozaba.

No había que ser un genio para saber lo que pasaba ahí dentro, la puerta entre abierta le dejó ver una mediana cabellera chocolate. Se llevó la mano a la boca para apagar aquel lamentable gimoteo que salió de su garganta, se trataba de Tenten, la secretaria de su marido. Su amiga, a la que ella recomendó para el puesto porque lo necesitaba para pagar sus estudios de diseño, la novia del primo de Hinata otra de sus amigas. En la que ella depositó su confianza, que le pidió que hiciera bien su trabajo y que con eso daría por saldada su cuenta.

¡Y claro que lo hizo bien! Ahí estaba sentada en el escritorio con las piernas abiertas, la falda hasta la cintura y las bragas colgando de su pie izquierdo mientras su marido estaba muy bien acomodado entre las piernas morenas de Tenten, penetrándola sin reparo y ésta gemía y gritaba dichosa por las embestidas y los besos que le daba.

Sintió asco, luego náuseas para al final sentir un tremendo dolor en el pecho que hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas y los sollozos comenzaron a escapar. Tuvo que hacer grandes esfuerzos para no salir corriendo de ahí y que ellos la escucharan, histérica presionó los botones del ascensor para poder irse de ahí. Temía que si se quedaba más tiempo terminaría cometiendo una estupidez, cuando por fin el elevador llegó ella entró y al cerrarse las puertas soltó un horrible gemido de desesperación y dolor.

Apuñó los ojos y su rostro se deformó en una mueca de dolor incontenible, sollozó hasta el punto de casi ahogarse, se atragantó con el aire y llevó las manos a su pecho, como si eso pudiese detener el horror que sentía en esos momentos.

Salió casi corriendo, atravesó las puertas y no miró a nadie, pero sabía que estos la miraban. Por primera vez con lástima y compasión.

Subió a su auto y se dirigió a su casa, a recoger sus maletas.

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Todo el camino se le vio nublado por lágrimas e hipidos, creyó que eso la haría perder el control y chocar contra un poste. Pero no fue así, ni la policía la paró cuando se pasó un alto. Llegó a su casa, su hogar…. No, ese nunca fue un hogar, solo un lugar donde dos personas convivían porque ya no podían hacer nada más, o por lo menos, él no. Porque ella lo intentó.

Subió con pesar las escaleras hacia el dormitorio, sacó dos maletas y comenzó a llenarlas de ropa, de su ropa. Porque era lo único que podía llevarse de ahí, nada era suyo, todo se lo había dado él. Incluso esos trapos costosos, pero ni modo que por su orgullo se quedara sin que vestirse.

Aunque estaba segura de que Ino, Karin o Hinata le prestarían ropa gustosas, no las molestaría. Ni siquiera tenía a donde ir.

No tenía padres, no tenía familia, no tenía a nadie. Ahora solo estaba ella.

Pese a todo, si recordó a alguien… Cerró la maleta, apuñó los ojos, crispó un poco los puños, suspiró y dejó caer su cabeza hacia adelante con gran cansancio. Cuando se recuperó y dio la vuelta casi suelta un grito del susto, no supo cuanto tiempo perdió empacando y divagando, pero la figura de su esposo ya se encontraba ahí, recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados, el ceño fruncido y el rostro serio.

— ¿Qué haces? — preguntó él en ese tono de indiferencia y frialdad que solía usar cuando algo no le gustaba, no encajaba o no se explicaba. Lo que era habitual, porque siempre lo usaba con todo el mundo.

Sakura hizo caso omiso a su pregunta y tomó sus maletas dispuesta a salir de ahí sin dar ninguna explicación, no tenía fuerzas y mucho menos ganas de discutir los por menores de todo el asunto.

Cuando pasó por su lado éste la detuvo halándola de un brazo, se tragó un quejido ante el fuerte agarre que estaba provocándole dolor.

— ¿Qué crees que haces?

— Me voy. — susurró, tan bajo que le pareció un ruego y una súplica para que la soltase y la dejara ir.

— Tú no puedes irte, eres mi esposa, me perteneces. — habló demandante el menor de los Uchiha, sintió temor y tembló levemente ante tal actitud agresiva y posesiva por parte del que hasta hace unos momentos consideraba su marido.

— Lo sé todo. — se armó de valor para mirarlo y tratar de encararlo, pero las lágrimas la delataban y su rostro contraído en una mueca patética de dolor le impidió tal labor —. Te vi esta noche con Tenten, ¡los vi! — profirió dolida en vez de fúrica.

Inmediatamente Sasuke la soltó, la miró entre sorprendido y molesto.

— Si te vas te juro que me suicidaré, Sakura. — amenazó el Uchiha mirándola fijamente, la pelirosa supo que algo en su mirada le indicaba que no mentía, que lo haría, pero ella tenía su orgullo y él acababa de pisotearlo.

No dijo nada, tomó nuevamente la maleta que se le había caído y emprendió la salida de esa casa. Aun cuando Sasuke le gritó que se detuviera, con amenazas y demás, pero no quería oírlo.

Subió a su auto con el corazón en un hilo y un mal presentimiento manejó lejos de ese hogar que jamás tuvo, al único lugar donde pudo ir fue a un hotel, ya era tarde y no quería despertarla. Sabía que ella la recibiría con los brazos abiertos, sus planes cambiaron, no había habitación disponible.

Así que con toda la vergüenza, cambió el rumbo hacia el norte, tardó casi dos horas en llegar y eran casi las dos de la mañana cuando se plantó frente a un edificio de apartamentos, el mejor de todo Konoha si cabía mencionar. Subió en el elevador hasta el piso número 15.

Se lo pensó, no sabía si tocar o mantenerse en el auto y hacerlo hasta la mañana siguiente. Sin embargo, ya estaba ahí lo mejor era armarse de valor y tocar la puerta. Con mano temblorosa por todo lo vivido presionó el botón del timbre del departamento, lo hizo dos veces y esperó a ver si alguien abría.

Pasados unos minutos nadie abrió, así que supuso que estaban dormidos o que no estaban en casa y habían salido a alguna reunión. Cuando se disponía tomar sus maletas, la puerta se abrió y mostró una delicada y curvilínea figura femenina, tenía cabellos largos cortados en capas desiguales de color rosáceo pálido, muy, muy pálido. Un color muy tierno de hecho. Sakura le miró el hermoso rostro a la mujer, era tan bella, tan parecida a su madre que quiso llorar. Sobre todo cuando esos ojos esmeralda profundo la miraron de forma extraña.

— ¿Sakura? ¿Qué haces aquí? — preguntó un tanto confundida al verla ahí.

— ¡Lian! — lloriqueó finalmente la pelirosada tirándose a sus brazos a llorar como niña pequeña.

Solo en ese momento se dio cuenta de las pesadas maletas cuando cayeron al suelo, entonces supo que algo malo había pasado.

— Rayos… — murmuró la mujer mientras abrazaba a una temblorosa Sakura. No había que preguntar para saber lo que había pasado, ella ya lo intuía, pero no quiso decir nada.

— ¿Lian, qué sucede? — inquirió una ronca y serena voz masculina, la pelirosa se separó un tanto de la mujer y sus ojos jade se toparon con unos oscuros.

Sin embargo, reconoció su cabellera grisácea y dejó pasar el hecho de que no llevaba aquella máscara de siempre, pero hacía tanto tiempo que no lo veía que ya no recordaba si aun la usaba o ya no. Solo llevaba un pantalón de pijama, su rostro no se veía tan adormilado como el de Lian; aunque se notaba que acababa de despertar.

— Cariño, ¿podrías ayudar con las maletas de Sakura? — no tuvo que decírselo dos veces, en cuestión de segundos la mujer se llevó a la pelirosa a la sala y la dejó en el sofá. Mientras Kakashi llevaba las maletas a la habitación de huéspedes.

Lian regresó de la cocina con una taza de té con miel, le ayudaría a calmar los nervios. Se lo tendió y finalmente le preguntó qué había sucedido.

Sakura guardó silencio y miró largamente a su prima, porque Lian Haruno era el único familiar que tenía y que aun quedaba en pie después de aquel inesperado y fatídico accidente. Ella admiraba grandemente a Lian, porque a pesar de que fue la menos beneficiada, ya que sus padres no le otorgaron nada, ni siquiera figuró en aquel pequeño testamento. Luchó por alcanzar sus sueños, y consiguió lo que ella no, era una médico cirujana muy exitosa.

Pero su prima había luchado con garras y dientes para conseguirlo, se desveló y quemó las pestañas estudiando y trabajando. Lian no se amedrentó, no se acomodó a lo que le proporcionaban y no se dio por vencida. Continúo y ahora sus esfuerzos rendían frutos, era una cirujana de talla mundial. Un gran reconocimiento para cualquier médico de esta rama.

Y haber conocido a Kakashi fue solo su complemento, lo conoció en el hospital mientras atendía a la madre de éste en el último año de residencia. La relación se consolidó y fundamentó con el tiempo, y llevaban años juntos, aun no habían formalizado un matrimonio pero no lo necesitaban. Ya lo harían cuando quisieran.

Admiraba a Lian por su determinación, porque no se conformó como ella, que tuvo las oportunidades y no las aprovechó. Ahora debía cargar con las consecuencias.

Pasados unos minutos decidió hablar, y entre lágrimas e hipidos contó a su prima lo que había sucedido con Sasuke. No le sorprendía ver la actitud serena de su prima, sabía que ya se lo esperaba, jamás le agradó Sasuke y se lo hacía saber cada que tenía oportunidad. Ninguno perdía la oportunidad para lanzarse indirectas, a veces hasta insultos que a ella le tocaba que detener por estar en medio.

Por esa razón decidió alejarse, para no tener más conflictos y llevar su matrimonio en paz. Valiente decisión, de nada le sirvió porque terminó igual o peor.

Le sorprendió que Lian no la reprendiera, únicamente le dijo que debía tranquilizarse y descansar, que ya mañana podría pensar que hacer. Pero mientras tanto, debía dormir y la envío al cuarto de huéspedes.

Ella no se opuso, lo hizo, se sentía cansada. Aunque aquella angustia no se iba de su pecho y tenía un mal presentimiento, ese que se instaló en su pecho cuando salió de la casa.

Agotada y ya de madrugada, decidió no pensar más, aunque sabía que no podría, seguramente tendría pesadillas.

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Eran las cinco de la mañana cuando su teléfono celular sonó, acababa de comenzar a dormirse cuando la melodía de su móvil la despertó.

— Diga… — contestó cansada y áspera, una voz sumamente excitada y alocada le respondió al otro lado de la línea, se apoyó en su codo derecho y medio abrió los ojos adormitados —. Espera, espera Naruto, ¿Qué dices? Cálmate. — le dijo sin comprender el porqué de la alteración — ¿Cómo dices…? ¿Qué…? — musitó sin aliento.

El corazón le palpitó con fuerza, el pecho dolió y la angustia le invadió.

Su mal presentimiento, se hizo presente…

Continuará…