La Reforma Inusual de Kurt Hummel:
Prologo: Día del Silencio
Quinn no era una persona de las películas de terror. Nunca realmente había disfrutado verlas, y nunca lo haría. Pero Kurt Hummel, el chico que una vez había habitado esta larga y vacía casa delante de ella, lo hacía. Quinn no lo sabía en un primer momento, pero solo le tomo una fatídica fiesta de pijamas a Quinn para aprender esta aparentemente no tan importante pieza de información. Una fiesta de pijamas fatídico para Quinn, para darse cuenta que algo estaba mal con Kurt Hummel. A primera vista, cualquiera diría que era el mismo soprano extravagante, con ojos para la moda y productos para el cabello y las rabietas de diva que eran más que irritantes para cualquiera que se encontrara a menos de cinco pies del chico. Pero si alguien mirara un poco más profundo, ellos encontrarían que había algo extraño en él. Quinn debería haber pensado mejor antes de tomar cualquier cosa que él dijera a la ligera, esa noche. Quinn debería haber recibido ayuda cuando tuvo la oportunidad. Pero… Era solo eso. A medida que el viento frio se recogía en el suave y rubio cabello de Quinn, ella se daba cuenta de que no podría haber conseguido ayuda. No había manera de ayudar a Kurt Hummel… porque Kurt nunca había necesitado ayuda. Él nunca la había pedido, y esa era su única petición… Su único deseo, que no lo ayudaran. Pero Quinn había insistido, hizo todo lo que podía para saber lo que estaba pasando con Kurt y alguna forma en la que lo pudiera ayudar. Sin embargo, descubrir lo que estaba mal… lo que estaba pasando… no era lo que se puede llamar una victoria. A veces Quinn pensaba que tal vez, solo tal vez, si ella hubiera ignorado el extraño comportamiento, los extraños comentarios y la frialdad anormal en el cuerpo de Kurt, ella podría haber sido mucho más feliz, hasta el día en que él finalmente se fuera.
Tal vez hubiera sido mejor no saber… Ser ignorante. Eso parecía dar resultado para muchos de los miembros de New Directions. Habían pasado dos años, y ya todos se habían olvidado del chico que había bailado una vez en el coro, adornando con su personalidad superior y sus comentarios. Nadie pronunciaba su nombre. Nadie cantaba sus canciones. Pero Quinn sabía, en el fondo, que todos pensaban en él. Sabía que todo el mundo sentía su presencia. Algunos no podían evitar sonreír cuando alguien hacia un comentario que todos sabían que sería respondido con un comentario sarcástico del pequeño diva. Quinn casi podía escuchar su voz resonando en sus oídos cuando Rachel comenzaba sus diatribas sobre la baja moral y la unidad del club. Quinn casi podía verlo caminando al lado de Mercedes, agarrados del brazo, en la sala del coro, chismeando sobre algún escándalo de la escuela, cada vez que ella entraba. Quinn casi olía su madreselva enviada en el vestuario de las Cheerios, cada vez que se preparaba para hacer una rutina sin él.
Por encima de todo, Quinn sabía que la ausencia de Kurt había tenido efecto en todos lo que conocía y amaba. El padre de Kurt rara vez hablaba de su hijo, pero, por lo que Finn le había dicho, Burt Hummel lloraba todos los días, sin importarle que alguien lo viera. Mantuvo fotos y álbumes del chico, y dejo cualquier cosa que Kurt hubiera dejado atrás, sin tocar. El sótano de la casa estaba completamente intacto, como si Kurt nunca se hubiera ido de ahí. Carole Hudson nunca había tenido realmente un vínculo con el chico, pero ella sentía el dolor de su perdida, ya que abiertamente lo sentía como un hijo. Y Finn, bendiga su alma, no estaba dispuesto a admitir cuanto extrañaba a Kurt. Quinn sabía que estaba herido, sin embargo, porque Finn no volvió a ser igual desde el día que Kurt se fue de sus vidas… Mercedes era, probablemente, una de las personas más tristes a la cual mirar. Siguió su vida como si nada hubiera pasado, porque le había prometido a Kurt que así lo haría. Ella seguía siendo la chica arrasadora que siempre había sido, pero la mirada en sus ojos decía que extrañaba al chico a su lado.
Pero aun con todas sus tristezas, la historia de Kurt Hummel seguía siendo vista como algo así como... bueno… una broma. Hacia a Quinn arder de la furia cada vez que alguien hablaba sobre eso de una forma tan a la ligera o cómica, pero no pudo hacer mucho para detenerlo. La gente cree lo que cree. La historia de Kurt era dicha una y otra vez por los nuevos estudiantes, y era usada como la conducción al miedo en casas abandonadas o fiestas de Halloween. Y cada vez que Quinn escuchaba la historia, siempre era algo diferente. Los hechos casi siempre eran rectos, pero el final nunca era el mismo.
"Algunos dicen que se convirtió en un fantasma, un espíritu santo por así decirlo. Otros, además, dicen que era un demonio, enviado desde las puertas de la quema del infierno"
"¡Estaba poseído! Ahora vaga por el mundo en busca de su próximo cuerpo"
"Él simplemente… desapareció. Nadie vio ni oyó nada más de él. Algunos creen que es solo un fantasma… que esta condenado a caminar por la tierra para siempre"
"Independientemente por lo que todos dicen, el chico estaba loco. Era un monstruo. Amaba tanto la muerte que no podía esperar a morirse. Se mató, por lo menos eso es lo que creo"
No importa cual historia era dicha, todos estaban equivocados. Nadie sabía, nadie entendía de la forma que Quinn lo hacía. Kurt no era ninguna de esas cosas. Kurt solo era un chico que fue víctima del destino. Él podía haber sido perturbado al principio, pero Kurt había llegado a aceptar lo que sería de él. Eso es todo lo que él era. Él no era un esclavo del demonio, ni era un adolecente con problema y tendencias suicidas. Él era mucho más. Era algo que Quinn no podía explicar con palabras. Y, la parte más triste de todo esto, es que Quinn sabía que Kurt se iba a convertir en un mito, un objetivo para el folclore. Nunca iba a ser recordado como Kurt Hummel, el chico con un sueño. Iba a ser conocido como Kurt Hummel, el chico de la historia. Tal vez alguien podría descubrir su historia y convertirla en una película de terror de algún tipo. A Kurt no le hubiera gustado eso. Ella sabía que donde quiera que Kurt se encontrara en el mundo vacío, él vería la película y haría comentarios sarcásticos acerca de cómo el actor que lo interpreta no tiene el toque justo o insolencia.
Asi que, como Quinn Fabray se paró en frente de la silenciosa casa, sintió sus ojos cosquillear, pero el agua no podía arreglárselas para filtrarse por ahí. No había lágrimas, porque Kurt no las quería. Kurt Hummel le dijo una y otra vez que lo único que deseaba era que ella no se preocupe. Que ella no llorara por él. Asi que no lo hizo. Ella observo en silencio a Burt pasar por la ventana con una expresión sombría. Hoy era el segundo aniversario de ese día doloroso. Fue el día en que nadie podía decidirse a revivir o… entender, para el caso. Nadie sabía realmente lo que paso. Pero Quinn lo recordaba. Ella recordaba muy bien. Por supuesto, un poco nadie le creyó, pero ella sabía que no estaba loca. Ella sabía lo que decía, ella sabía lo que había visto, y era algo que nunca iba a ser borrado de su mente sin importar lo mucho que le recordar a una extraña historia de oscura ficción. Quinn suspiro para sus adentros, no era una gran fan de relatar hechos. No, en absoluto. Pero era todo lo que podía hacer mientras veía a la familia solemne recordando al chico que estuvo alguna vez en su casa, tan lleno de vida. Ella cerró los ojos y volvió al día donde empezó todo. Todo había comenzado… Con una película de terror.
