"Tu propia felicidad depende de tus acciones, cuando la realidad misma te consuma, las leyes te opriman y finalmente la soledad te derrumbe. En ese momento, el amor sera todo lo que te quede, tu única escapatoria y tu principal salvación del abismo, pero… ¿Qué mejor amor que uno prohibido?"

Issei Hyoudou x Serafall Sitri


High School DxD no es mio y hago esto solo por hobby.

N / A: ¡Esto es un avance muy futuro de lo que es la historia, los próximos capítulos son lo que es el enamoramiento y los sucesos que aquí dicen! Esto ya abarca el segundo arco de la historia, el primero empezara en el próximo.

Disfruten y apoye.


La realidad y el amor.

Ensoñaciones


Papeles y folios se juntaban, bolígrafos y plumas adornaban el escritorio. Una blanca mano firmaba sin cesar papeles con una velocidad asombrosa.

Suspirando pesadamente, ahí estaba Serafall Sitri o como se le conoce mundialmente; Serafall Leviathan, su hermana mayor y un Maou del inframundo.

El porqué de estar aquí era simple, necesitaba su permiso.

Necesitaba la firma de su hermana, una firma que ayudaría a cierta persona que ella admiraba.

– Onee-sama, necesito una ayuda de ti – llamando la atención de su hermana, la cual subió un poco la vista para mirarla.

– Oh Sona-chan, estoy un tanto ocupada ahora mismo, pero con gusto te escuchare, eres mi preciada hermanita después de todo…– viendo a su hermana mayor mover su rostro con una sonrisa que claramente era falsa, pero conservaba su temple animado, alzando una ceja por no agregar el "tan" con su nombre, era extraño.

– Necesito tu permiso para poder traer a una persona a trabajar en tu departamento de lingüística – algo que tomo con la guardia baja a su hermana.

– ¿Quién es? – con genuino interés, un rostro cauteloso apareció en ella.

– Velo por ti misma…- un sonido hueco se escuchó, era el bolígrafo que aterrizo de golpe en la madera del escritorio extendiendo su mano ahora por algo que Sona le daba.

– Veamos. – murmuro Serafall, recibiendo una carpeta roja que contenía varias hojas en su interior y una foto.

Su mirada era interés total, pero al abrir la carpeta, ese interés pasaba a una mirada seria, tan seria que pocas veces la veía asi, no paso por alto esa mirada despectiva y de desagrado que sobresalía sobre su seriedad mientras pasaba hoja tras hoja.

Cerrando la carpeta sin aun mirar a Sona, suspiro pesadamente, frotante sus sienes con las yemas de sus dedos.

– ¿Qué aportaría en mi departamento? – el tono seco utilizado en sus palabras golpeó en el psique de Sona, pero rápidamente volvió a la normalidad.

– Es una persona que maneja perfectamente varios idiomas y desea trabajar como lingüista auxiliar en tu departamento de asuntos exteriores. – Serafall aún no sacaba la mirada que tenía en ese momento, pensando que con eso Sona convencería a su hermana mayor, la cual estaba equivocada.

Pasándole la carpeta a Sona con un rostro cansado, la misma la tomo con una mirada sorprendida, rompiendo su póker face unos segundos.

– No me interesa, llévatelo. – ese rostro, esa mirada, esas palabras y ese tono saco de lugar a Sona, estando apunto de protestar la misma la interrumpió.

– Sona… ¿por favor podrías…? – con un gesto de la mano señalo la salida, volviendo a mirar sus papeles frente a ella con el ceño fruncido realmente notable en su rostro.

Retomando su labor donde lo dejo, no presto atención en la cara incrédula de su hermana menor, la cual solamente murmuraba cosas a lo bajo.

– Entiendo…– dando una leve reverencia, dirigiéndose a la salida, pudo escuchar un portazo leve dando señal que ya había salido.

Tratando inútilmente de enfocarse en su trabajo, lo que había ocurrido recientemente acaparaba toda su atención, todos sus pensamientos.

Notando que sus firmas eran irregulares y diferentes a los habituales se dio cuenta que estaba tan enfrascada en el hecho que dejo que sus sentimientos la controlaran.

¿Pero qué sentimientos?, apenas había conocido al chico y ya empezó a sacar desde el fondo de su ser algo que pocas personas lograban.

Desprecio…

Desagrado, esa clase de desagrado por alguien que no había sentido en mucho tiempo, por unas simples palabras de un humano, capaz unas palabras afectaron de mas…pero.

¿Eran tan duras esas palabras?

Dejando de firmar papeles, coloco su bolígrafo en su lugar y miro de nuevo el lugar por donde su hermana había salido recientemente.

Realmente no sabía, no entendía por qué reaccionaba asi.

¿Con solo ver su foto pudo cambiar tanto mi actitud?

¿Con solo saber que vendría aquí y lo volvería a ver negó su petición?

¿Realmente lo detestaba por lo que había dicho?

Eres una niñita mimada dentro de un cuerpo de un adulto.

Muchas personas ya me insultaron por este hecho…¿Porque justo esta me afecto tanto…?

¿No tienes vergüenza al comportarte asi?

No entendía y tampoco quería prestar demasiada atención a eso.

Seguro al pasar el tiempo ya lo olvidaría.

– Supongo que tendré que resolver esto para estar tranquila…pero antes…– suspirando pesadamente y frotando sus sienes con sus dedos con una cara de pocos amigos, volvió a retomar su arduo trabajo ya con la calma y serenidad de siempre.

O eso creía.

Ciudad de Kuoh – Casa de Issei

Los rayos del sol iluminaban la tierna y húmeda mañana en Kuoh. Entrando pequeños espectros de luz por una gruesa, pero delicada capa de cristal de una ventana en cierta habitación.

Aquellos espectros quisieron entrar furtivamente en unos ojos cerrados.

Reaccionando a aquella señal, Hyoudou Issei separo los ojos lenta y pesadamente.

Observando primeramente el techo de mi habitación, madera finamente colocada y pintada.

Marrón suavemente oscurecido, casi tanto como mi cabello, pero más oscuro que mi iris.

Percibiendo dos fuerzas que me aplicaban un peso que estaba impidiendo que pudiera moverme más de lo que mi cabeza podía.

Volteando la mirada a la derecha pude ver un color amarillo rebosante de energía, una piel blanca que se veía completamente hermosa, con unos leves pero rítmicos movimientos en su cuerpo.

Usando mi hombro y una parte de mi brazo como almohada, dormía plácidamente Asia Argento.

Ella es la nueva incorporación en la nobleza de Buchou, con un Sacred Gear bastante rara para no decir única.

Tenía ese complejo de hermano mayor de ella, la protegería a pesar de todo.

Pero luego, volteando a su izquierda estaba la mujer a quien debía todo, la que lo salvo del abismo, de la oscuridad y de la muerte misma.

Rias Gremory.

Una infartante pelirroja que haría babear a cualquiera con solo mirarla como lo hago ahora mismo.

La que había estado presente siempre en sus pensamientos.

Bueno, había estado…

Ahora mi cabeza daba saltos y golpes en todos lados.

Mirando como de la misma forma que Asia, ella apoyaba su cabeza sobre mi hombro derecho usando un poco de mi pecho. Sintiendo su respiración tibia en mi piel, así como de Asia.

Mirando de nuevo el techo, hace unos días fue el evento de puertas abiertas en la academia.

Estaba esa chica, con la que pase bastante tiempo del día hasta que llegó el momento donde lo arruine.

Realmente me pasé con lo que dije…

Para serte sincero socio, tantas veces haz hecho cosas realmente estúpidas y esta no es la excepción. Esa persona quedo muy mal luego de las cosas que le dijiste.

Lo se Draig…

Estoy frustrado, ese mismo día no pude más encontrarla ni en el lugar donde siempre iba.

Busque desesperadamente alguna señal de ella, pero…nada.

Se esfumo.

Paso un día, pero no aparecía, el siguiente, pero nada.

Era el tercer día ya desde aquel momento, fue solo un tiempo, una tarde, unas horas que pasaron hablando, pero hasta a él le dolían las palabras que dijo.

Eres una niñita mimada dentro de un cuerpo de un adulto.

¿Cómo una persona puede ser tan insensible?

Suspirando se libró con cuidado del agarre de ambas chicas.

Colocándose una remera volvió a mirar a ambas chicas durmiendo en el lugar donde anteriormente estaba.

Buscando su ser que no estaba más en la cama, ambas trataban de abrazar algo, a pesar de ser invisible e intangible en sus sueños era más real que la vida misma.

Una sonrisa petulante salió del rostro de Issei, no podía decirlo, pero ambas ya no acaparaban tanto su mente.

O tal vez si…

Realmente ni él no sabía que pasaba.

Tanto se esforzó en hablar con la mujer para arruinarlo de esa manera.

Mirando el pomo de la puerta, se dispuso a salir del lugar no sin antes hacer una última mirada hacia atrás viendo a sus dos inquilinas dormir plácidamente.

– Lo siento…– susurro tan levemente que el sonido fue diluido por el viento mismo que azotaba lentamente la ventana semi-abierta.

Cerrando tras de sí la puerta, fue caminando para llegar al comedor, viendo ahí ya a su madre y padre desayunando tranquilamente.

Acercándose al umbral de la cocina y la sala de estar, pudo ver a ambos pasando el rato hablando y desayunando como cualquier persona normal.

Realmente se preguntaba cosas de ambos.

Sus padres lo "casi" obligaron a estudiar idiomas, varios además. Su padre era un lingüístico profesional.

Casi porque al final le gusto.

Su madre en cambio era profesora de lenguas en la universidad de Kuoh.

Se supone que se casaron luego de una relación Maestro-Alumna.

Eran tal para cual, eran buenos en lo que hacían y lo llevaban a tal punto que cuando discutían lo hacían en diferentes idiomas al mismo tiempo, tratando de decir algo en un idioma que el otro no conocía.

Pero siempre ambos se reconciliaban.

Era imposible no ver a una pareja perfecta en ellos.

Pero no era todo color de rosas en la vida de mi familia.

No estaban tan bien económicamente. A pesar de que Buchou era de alta cuna, no aceptaban apoyo económico.

Y yo respetaba su decisión, pedí a Buchou que no haga algo loco.

– Buenas…– pasando el umbral pudo entrar en la cocina y ver a ambos sentados desayunando.

– Ah, Buenos días Ise – la primera voz que escucho fue la de su madre, sonriéndole y señalando con su mano un asiento donde posaba una tasa humeante de brebaje pardo oscuro.

– Buenos días Issei, ¿Qué tal dormiste? – la segunda voz fue de su padre que estaba leyendo una tableta que ahora descansaba en la mesa.

Acercándose a la mesa, sacando la silla del fondo para sentarse.

Colocándose en posición y viendo ya su tasa humeante, pudiendo olfatear el interior supo que era café con leche, el café que le encantaba con un poco de más añadido del néctar supremo.

– Gracias mama – llevando la taza a sus labios, tomando un sorbo rápido volvió a mirar a su madre.

Era tan delicioso como siempre.

– Ya mandé mi solicitud para un trabajo de lingüística – mordiendo su aperitivo acompañado con el café, esperando que su madre o padre respondieran a lo que había dicho.

– Ise, te dijimos que no era necesario hacerlo…pero espero que te acepten – su madre dejo su desayuno y dirigió una mirada a Issei con un rostro preocupado, pero con clara felicidad.

– Si Issei, no era necesario, pero de todas formas estamos orgullosos de ti – su padre que había estado tomando su café comenzó a hablar con Issei.

– No era necesario que buscaras trabajo, pero como tu madre espero que puedan aceptarte, eres tan buen lingüista como nosotros, en unos meses más serás muchísimo mejor hijo – con una sonrisa adornando las facciones del padre de Issei, dio otro bocado a su desayuno con un sorbo de su café.

– Muchas gracias papa, pero tenía que hacerlo, no debo dejar que ustedes lleven toda la carga de mí. – después de todo también quería sus gastos en cosas que el quería, mantenerse y llevar una vida con su propio esfuerzo es algo que deseaba.

Entendemos tu preocupación hijo, por eso te ayudaremos en todo lo que podamos- su madre con una sonrisa en su rostro, un rostro de felicidad y orgullo brillaba en todo su esplendor en la habitación.

– Gracias mama, cuando necesite de su ayuda no dudare en pedírselos. – un sorbo más y un mordisco a su desayuno fue lo único que sonaba en la habitación en ese momento.

Pasando los minutos pudo notar como era gratificante tener una familia que se apoyara mutuamente no esperando que uno haga todo.

Realmente era maravilloso.

Pero una pregunta siempre pasaba por su mente al estar en una situación similar.

¿Sería tan buen padre como lo son ellos?

Sabía que no era el mismo que su padre, no podía usar la típica frase de que sería igual a su padre. Tenía rasgos que trajo de otras personas que duraran más que los que trajo de sus padres.

Su madre le enseño todo sobre cómo ser una buena persona. Su padre el cómo ser un hombre, como realmente ser una inspiración para los demás.

¿Funciono?

Nunca pudo confirmarlo, pero gracias a que desde que pudo aprender a retener información en su cerebro, ellos empezaron a enseñarlo.

Como cuando un bebe escucha a sus padres hablar en un idioma aprende escuchando ese mismo idioma. Utilizando ese concepto ambos hablaban algunos idiomas en ese transcurso de tiempo.

Cuando pudo empezar a hablar se le hacía fácil entender algunas frases de otros idiomas y en raras ocasiones pronunciar no tan correctamente una palabra o hasta una frase en otro lenguaje.

Ahora con sus diecisiete años ya era tan inteligente como sus padres, dominaba varios idiomas por la estricta manera de enseñar de ellos que lo impusieron a las lenguas extranjeras desde que era tan solo un niño indefenso y tímido. Con eso vino los demás conocimientos, fortaleciendo su capacidad cerebral que en un determinado tiempo…se volvió frio y calculador.

Pero al pasar el tiempo, aprendiendo más cosas con sus padres y sus propias investigaciones, pudo naturalmente desenvolverse en el mundo que lo rodeaba de una manera crítica y directa sin dudar de sus acciones tomadas.

Con el paso del tiempo pudo ver que detestaba a las personas infantiles o que solo están para hacer el ridículo sin importar las veces que le digas "para".

Peor aun cuando esa misma persona es la misma persona que llamo su atención durante tanto tiempo.

Dando uno de los últimos tragos a su café, terminando casi su desayuno seguía pensando en lo que ahora mismo su mente y alma pedía a gritos.

Día tras día iba a un mismo lugar para verla, no para coquetear, no para hablar amistosamente…sino para verla y verla solamente.

Suena estúpido la verdad, pero no podía hacer mucho. No tenía esas ganas y fuerzas de hacerlo ahí.

No diría vergüenza, pero era algo que realmente lo atajaba.

Quería ver, observar y confirmar el porqué.

¿Por qué con solo verla tenia cosquilleos en su espalda?

Realmente no lo sabía y mínimamente le importaba.

Bufando ligeramente visualizo su tasa, ya menguante de vapor y llegando casi al final de la tasa, su néctar sutilmente adornado con crema blanquecina que daba ese sabor exquisito al café tan perfecto de su madre.

– Buenos días Okaa-san, Otou-san e Ise-san…– una suave voz retumbo levemente mis tímpanos, mirando la salida de la voz pude ver a Asia con su uniforme de la academia puesto.

Ahora que lo pienso, pasé casi todo el rato desayunando que no me di cuenta que ya eran casi las siete de la mañana.

Fijándome alrededor, mi madre ya estaba fregando las cosas que usados anteriormente. Solo mi taza aun humeante estaba en la mesa.

Mi padre enfrascado a su tableta ya con su lente puesto y con un modelo de lápiz electrónico manejaba el aparato.

– Buenos días Asia-chan, siéntate y ponte cómoda que ya te servimos el desayuno – su madre al parecer la primera en reaccionar a su llegada, saludo con una sonrisa a Asia haciendo que ella asintiera con la cabeza adornada por una sonrisa genuina.

– Buenos días Asia, veo que ya estas lista y yo aún no me prepare. – por otro lado, viendo que se sentaba al lado derecho mío pude ver una risita escapar de ella al escucharme.

– Realmente Ise-san, tienes que prepararte rápido antes de que sea tarde, Buchou está arriba también preparándose, ya no tarda en bajar. – finalizando con un rostro sonriente, como siempre la tenía ella, recibió una taza humeante de parte de mi madre.

Escuchando un agradecimiento de la misma, ella se alejó para continuar limpiando algunas cosas que faltaban aun, pocas ya.

– Tienes razón Asia, mejor iré a prepararme – ofreciéndole una sonrisa, levantándome fui a mi habitación.

No podía decir que no quería hablar con nadie.

Porque asi era. Era como mi hermana, pero realmente mis ánimos estaban por el suelo.

¿Por solo esa razón?

¿Todos estos años teniendo fijo mi camino, viene alguien para cambiarlo?

Sea de mala o buena manera, no dejaría que esos sentimientos confusos y distantes arrojaran al tacho su vida en general.

¿Realmente era cierto eso?

– Estos días serán fantásticos, espero que me acepten en el trabajo para concentrarme en otra cosa que no sea esto, es frustrante – mientras se arreglaba para ir a la academia, prendiéndose la camisa, atando los cordones de su calzado, colocándose el cinto, peinándose. En menos de cinco minutos ya estaba completamente arreglado.

Abriendo la puerta de su habitación, con un gemido de sorpresa vio a su ama apunto de golpear la puerta ahora abierta.

– ¿Buchou? – siendo el primero en hablar, cerrando tras de sí la puerta y viendo a su ama totalmente arreglada con un rostro claramente divertido.

– Asi que te levantaste primero, cuando te fuiste toda la habitación se enfrió…– un leve puchero esbozaba la presidenta en ese momento, realmente si era estúpido no notaria los claros sentimientos de ella.

¿Podía corresponderlos?

Era la gran pregunta.

– Me desperté antes y no podía mas dormir, asi que me levanté para desayunar con mis padres y hablar con ellos, francamente hace tiempo no lo hacía tan privadamente asi como antes de que me convirtiera en un demonio – odiaba mentir, pero parte de lo dicho era verdad, su cabeza daba vueltas y casi todas las vueltas eran alrededor de una sola cosa, persona.

– Me alegra por ti Ise, si ese es el caso te perdono…– esbozando una sonrisa juguetona y jugando con su cabello carmesí. – Pero…– golpeando su dedo índice sobre su pecho, con una mirada seriamente divertida – Tendrás que avisarnos la próxima ves para que todos desayunemos con tus padres – mirándolo con la misma mirada, viendo su rostro con esa sonrisa nerviosa y preocupado.

– Lo considerare…– sonriendo burlonamente, se separó de su ama con un gesto de su mano incitándole para seguirle.

– Vamos buchou, Asia deberá estar esperándonos desde hace rato para que desayunes, ven. – con su ama atrás de él riendo por lo bajo y su peón guiándola bajaron las escaleras viendo a Asia desayunando inocentemente junto a los padres de Issei.

Al llegar, su ama pudo desayunar bastante rápido para que ambas mujeres puedan salir con Issei al mismo tiempo sin tener que esperar nada más.

Caminando entre las calles, autos venían y peatones iban. Las tres personas con sus uniformes correspondientes iban un poco apresuradas, ya casi llegando tarde.

No era exageradamente lejos la academia de su casa.

Pero eran unos diez minutos más pesados de su vida.

Realmente no esperaba disfrutar tanto el día de hoy, siempre al salir iba al mismo lugar para ver a la misma persona, pero hoy sería la última vez que lo intentaría.

Si iba y no estaba no buscaría más. Si estaba hablaría con ella, si nunca más podrá considerarlo como una amistad por lo menos se iría con la conciencia limpia.

No lo quería aceptar, pero en el fondo del alma lo carcomía lentamente.

Ya visualizando la entrada de la academia caminaron más lentamente.

Issei esbozaba una tenue sonrisa, tan tenue que los ojos más buenos del mundo no podrían visualizar.

Un recuerdo abrazador lo invadía.


Ingresando en una gran sala a oscuras, observando apenas unas luces tenues que emitían las pequeñas bombillas de colores en el suelo.

Con un gran barullo llamando su atención, mirando hacia arriba venia absorto como la sala estaba abarrotada de gente, niños, adolescentes y hasta adultos reunidos para un solo propósito.

Una sonrisa cansada fue lo único que pudo hacer, subiendo unos escalones pudo encontrar un lugar vacío, en el medio de una fila llena, había un lugar.

Pidiendo permiso, haciendo uso de sus habilidades ninjas pudo ingresar al pequeño lugar que podía.

Sentándose de golpe. Acomodándose, colocándose su lente, se preparó.

Aun no empezaba, había tardado más de la cuenta en reproducir lo que todos querían.

De un momento a otro, escucho un gruñido fuerte al lado de él.

Girando levemente su cabeza, bajando un poco sus gafas con su dedo, observo a una silueta de una mujer.

No podía observar correctamente su vestimenta, pero por lo poco que vio fue una chaqueta blanca que se notaba en la oscuridad aparente.

Una camisa azul claro casi celeste con una corbata del mismo color que su chaqueta.

Más abajo no vio absolutamente, la luz no llegaba a tal extremo.

– ¡¿Aun no empiezan la película?!, ¡ya tardan! – gritando a la nada al parecer, gruñendo por lo bajo, la mujer tenía dos coletas que amarraban y separaban agraciadamente su cabello. Una furtiva estaba en su brazo, por la morena que su estatura no ayudaba mucho por eso una de las coletas tocaba su piel.

Mirando divertido a la mujer, la cual pudo darse cuenta que la estaba mirando, volteando rápidamente con vergüenza.

– ¿Qué?, ¿Acaso miento? – la misma mujer pregunto aparentemente hacia Issei, retomando la postura volvió a mirarla.

Sonriendo nerviosamente, puedo ver que su mirada esta duramente dirigida hacia él.

– Por supuesto, realmente se están tardando lo suyo… – respondiendo un tanto nervioso, luego al ver la sonrisa leve de la mujer también sonrió, pero nervioso.

No podía negarlo, era una chica linda y que le dirigía la voz, eso a él lo hacía sentir mejor.

– ¡Ves!, sí que tengo razón…– levantando los brazos hacia arriba en señal de victoria.

Sonriendo un tanto apenado, Issei volvió a mirar al frente con una ceja levantada ya que vio un trabajador hablando con el guardia.

– ¿Quieres?, veo que no tienes nada y al parecer no empezara aún. – sacándolo de su mirada hacia abajo, pudo ver como la misma mujer ofrecía un poco de sus aperitivos hacia él.

Era cierto, no tenia nada. Llego apresurado pensando que ya había empezado la película y el lugar donde comprarían los aperitivos estaba sumamente lleno.

– Muchas gracias, no me había dado tiempo para comprar ya que llegue tarde. – con un gesto y una risa nerviosa agarraba una de las dichosas palomitas. – Pero ahora que lo pienso hubiera comprado ya que no ponen la película. – una risa escapo de la mujer, al escucharla se dispuso a disfrutar también las palomitas ahora con una sonrisa real, meneando con su mano una pobre palomita que acabaría su larga vida en su boca.

Un sonido de satisfacción salió de su boca, pero fue el último ya que de repente todo se oscureció frente a él. Un leve "Si" de la mujer frente a él fue escuchado para luego concentrar su atención en frente.

La palomita difícil era verse, la chaqueta de la mujer era indistinguible.

– Por fin empieza – murmurando, colocándose en posición para disfrutar la película con su extraño acompañante. – Antes de empezar la película…¿Cómo te llamas? – con intriga, volteo a la dirección de la mujer, no viendo nada, pero para escuchar.

Pasaron unos segundos para que pudiera escuchar la palabra que quería escuchar, entre tantas.

– Serafall…–


– Me dirijo al salón del club ahora, nos vemos después Ise y Asia – una despedida saco de su ensueño a Issei, observando como su ama iba en camino a su destino.

A su lado estaba Asia, iba en su mismo salón por eso siempre estaban juntos.

– Vamos Asia. – recibiendo un asentimiento de la misma, guio a su compañera a su salón.

Llegando al parecer justo a tiempo ya que su maestro estaba colocándose recién en su lugar, pudo ver un asentimiento del mismo para ingresar, fueron directos a sus asientos.

Con Asia sentada más hacia atrás que él, podía pensar claramente en todo.

Mirando en la ventana, su salón daba directo al lado del consejo estudiantil y no paso por alto la mirada penetrante que una mujer le estaba dando.

Sona Sitri hacia presencia, notaba las miradas que le dirigía siempre.

Sonriéndole lánguidamente a la mujer, un golpe invisible en su pecho lo hacía inquietarse.

No era físico, era más bien una reacción a algo.

Reorganizando sus ideas, vino a su mente el porqué. Ahí lo vio.

Esa mirada es idéntica a la de ella...

Volviendo su mirada al mismo lugar ya no había nadie, pero esa mirada gélida, penetrante y pulverizante que observo era una vil copia de la que recibió unos días atrás.

¿Cuál era el problema de que otra persona hiciera lo mismo?

¿Porque lo afectaba?

Si venían entre miles a darle esa mirada no titubearía.

¿Por qué en ella sí?

– Hyoudou Issei... – su llamado lo volvió a la realidad, viendo y escuchando a su maestro pedir su asistencia en algo.

– ¿Si? – levantando ligeramente el brazo, vio como el maestro lo miraba fijamente con el rostro serio.

– Dime, ¿Qué es el amor trágico? – señalando con una regla una parte de la pizarra que decía en escrito lo que había preguntado.

Un poco contraído por la pregunta, se encogió los hombros de todas formas antes de responder.

– El amor trágico se caracteriza por la fatalidad de un amor irreprimible o prohibido, un amor, una relación que no debe aparecer, surgir y existir. Ambos se entregan a fuerzas superiores a las cuales no pueden resistirse. La pareja es presa de los juegos del destino y no pueden ir en contra de él. - con una pausa observo a todos en su salón observándolo en silencio. – Pero…si lograron pasar todo, superar todo y aguantar de todo…tendrán una felicidad que pocas personas pueden privilegiarse, el amor trágico conlleva consigo varias cosas, angustia, dolor, amor, felicidad. – recibiendo un asentimiento del maestro, sus compañeros dieron un par de aplausos para él, tímidamente sonriendo ante tal reconocimiento.

Supongamos que no sera tan malo…

Pasando los minutos, las preguntas iban y venían en dirección de cualquiera, compañeros de ambos sexos respondían correctamente o incorrectamente, no le importaba mucho, pero en el tiempo que paso pudo realmente cambiar significativamente.

Ya no era la "Bestia Pervertida" que el colegio decía y que el mismo construyo.

Los días pasaban y menos amigos poseía, a pesar de ser inteligente tenía una debilidad aparente en su grande perversión.

Gracias a su queridísimo abuelo ahora fallecido saco tanto de eso.

Era calculador y serio, pero a pesar de todo no dejaba que esos sentimientos lo dominaran.

Pero toda esa seriedad y frialdad estaba en su mente, pero poco a poco fue enterrándolas.

Su perversión saco lo bajo de él, llegando al punto de ser lo que el detestaba de los demás.

Ser alguien que solo hacia estupideces.

La primera vez que conoció a esa mujer fue por culpa de sus dos amigos.

Lo citaron en un lugar, pero nunca llegaron. Solo el llego, pero al ya estar ahí solo lo disfruto.

Pero en el fondo agradecía el descuido de sus amigos, porque sin eso no había conocido a esa chica.

¿Realmente asi eres en realidad?

Escuchando algo sobre una tarea hecha por el profesor, puso atención a lo que pasaba en el mundo real.

Copiando tranquilamente lo que el profesor anotaba en el pizarrón con un lápiz.

La escritura continuaba, las palabras se plasmaban con tanta delicadeza que era casi una impresión de una computadora.

¿Eso es lo que piensas de mi pedazo de imbécil?

No era difícil lo que encomendaba el profesor, unos minutos frente al cuaderno y listo.

Borrando con suma pulcritud un error que había escrito, soplo y limpio cualquier suciedad en su cuaderno, quedando impecable.

Pensé que eras igual a mí.

La escritura iba con más prisa, un rastro de carbón esparcido era lo único que dejaba.

El tono iba oscureciéndose, las perfectas letras iban cada vez más oscuras.

Un tenue color blanco salía de los dedos rojos claros que sujetaban el lápiz.

Me decepcionaste.

Unos dientes rechinando se escuchaban, el rastro leve de carbón paso a uno más llamativo.

Una respiración irracional pero profunda era una llamada de calor para todos.

¿No tienes vergüenza al comportarte asi?

¡Crack!

Un sonido no tan fuerte para llamar la atención se escuchó del lugar de alguien en específico, un gruñido molesto lo siguió.

Un pedazo de carbón había sido roto del lápiz con cual estaba escribiendo el joven.

Sacando un sacapuntas de un estuche pudo sacar la dicha punta a su lápiz ahora roto.

Con ese rostro que reflejaba molestia y decepción.

Sacando bruscamente la punta a su lápiz, un tacto en su hombro llamo su atención.

– Ise-san…– era Asia, con un rostro preocupado apareció cerca de él.

– ¿Qué quieres? – sorprendiendo a la joven por el tono utilizado, frio y desolado.

– ¿Estas bien? – hablando de nuevo, la misma con ya un rostro lastimado, pero igual preocupado encaro al joven.

Observando a su alrededor, pudo ver que todos lo miraban con diferentes tipos de expresiones.

Indiferencia, molestia, preocupación e incertidumbre.

– ¿Qué miran? – una mirada penetrante salió del joven dirigido a todos.

¡No vuelvas a buscarme!

– ¡¿QUE MIRAN?! – un sonoro grito retumbo la sala, llamando la atención de todos los presentes y el profesor mismo.

Todos los que habían recibido el sonoro grito lo miraban con miedo y los que no con miradas sorprendidas ante tal hecho.

La joven rubia fue la que recibió peor parte, lagrimas salían de su rostro y era incapaz de moverse de su lugar.

Temblando y tratando de articular una palabra la joven seguía en su lugar,

Siguió ahí unos segundos más en el total silencio de la habitación hasta cuando una mujer castaña la agarro y la retiro de ahí sin antes tirarle una mirada penetrante totalmente dirigida a Issei.

Retirándose del lugar, para llegar a su respectivo lugar, con la cabeza gacha y derramando lagrimas que no se veían que iban a parar pronto.

Con su amiga ahí tratando de calmarla con todo lo que podía en ese momento.

Respirando hondamente, mirando de nuevo su cuaderno ahora con rayones y su lápiz roto.

– Hyoudou Issei, ahora mismo al consejo estudiantil – su profesor dijo con una carpeta en sus manos mirándolo sobre sus lentes con una mirada neutra.

La vida lo mandaba a la mierda cada vez que podía.

Levantándose y dando un vistazo en todo el lugar, realmente se sentía mal, pero todo se cargó y exploto, lastimosamente ellos tuvieron que verlo en primera mano.

Cerrando la puerta levemente, se recostó en la pared, mirando hacia el techo.

Unas lágrimas furtivas se escapaban de sus ojos, con el rostro aun neutro, pero claramente afectado por todo.

Suspirando cansadamente seco sus lágrimas, era agobiante tener que fingir.

Fingir que todo está bien, que tu vida es perfecta, que no tienes problemas.

Es feliz en los sueños donde nada es real y solo ves lo que más anhelas ver.

Que era lo que hacia tan mal para llegar hasta este punto.

Lastimo a Asia.

Ella no tenía nada que ver, fue una víctima más de todo lo que me pasa.

Mirando directamente hacia el frente, con una dura mirada saliendo de su rostro.

Se puso en camino para llegar al Consejo Estudiantil.

No quería, pero debía, escucharía todo y hablaría.

Capaz se desahogará todo o destruyera todo.

Nadie lo sabe.

Absolutamente nadie…


Un sonoro golpe resonó en la habitación, una gran pila de papeles y carpetas estaban uno encima de otro colocados perfectamente.

– Con eso bastara por el día de hoy, creo – tras toda esa pila de documentos estaba una mujer, bastante hermosa pero ese rostro cansado y perturbado que presentaba.

Con todo lo que paso no debería sorprender que la gran Maou Serafall Leviathan lo olvidara rápido, pero ese no era el caso ahora.

– ¿Por qué me metí en esto? – frotando su cabeza tratando de buscar una información en su cabeza del porque todo esto.

– Bueno, sé que fue por el maldito maratón, pero… – levantándose y dirigiéndose a la salida fija en destino al baño.

Abriendo la puerta y cerrándola tras de sí, entro en un pasillo bastante largo y lujoso.

Visualizando una puerta entre todas que era de color blanco a comparación de la mayoría que era de color negro o Marrón oscuro.

Caminando lentamente a dirección de la misma, la joven empezó a desvestirse.

De arriba, empezando por su corbata y camisa, siguiendo a su falda.

Para cuando llego a la puerta que estaba casi al fondo de todas, estaba en ropa interior.

Encaje de color azul puro con diseños de nubes en cada prenda.

Con una mirada tranquila entro al baño, buscando el interruptor para dar luz al baño.

Encontrándolo y encendiéndolo, viendo el baño en todo su esplendor.

Una gran bañera que por lo visto podías nadar y practicar para los juegos olímpicos sin problemas cada día.

Con la zona de limpieza individual y duchas para estar a punto, luego para entrar limpiamente a la bañera.

Abriendo el grifo para empezar a llenar la bañera, con el tiempo para limpiarse completamente y entrar justo a tiempo a la bañera.

Dirigiéndose a unas de las butacas situadas en una esquina con todos los elementos de limpieza cerca de ella.

Mientras llegaba al lugar, empezó a desvestirse a la carrera. Desabrochándose cuidadosamente el sostén para quitarlo, con ese hecho sus agraciados y generosos pechos salían a flote, dando un respingo al hecho, haciendo desaparecer el dichoso sostén con un círculo mágico. Colocando su dedo índice en el medio de su pecho, con la mirada complicada, deteniéndose un momento de caminar.

Mordiéndose los labios, empezando a bajar su dedo por todo su pecho, bajando en su abdomen escultural hasta llegar al fin de su estómago. Tocando levemente la tela pura que contenía su flor, ante todo.

Con la otra mano, mordiéndose los labios bajo lentamente la prenda, notando como un líquido blanquecino era el resultado de tal acción, llegando a los tobillos lo saco completamente, dejándola totalmente desnuda ante la vista del agua en la bañera, en su intimidad nadie la había visto.

Volviendo a sus cabales, acercándose a la butaca colocada a unos pies de ella. Logrando sentarse con pesar.

Frotando lentamente con el jabón por su cuerpo blanco como la nieve más fría.

Disfrutaba sus momentos de libertad que tenía raras veces, cuando el papeleo era poco y nada la atajaba para poder pasar un tiempo con su adorable hermanita.

Bueno, básicamente eso era su vida ahora mismo. Firmar y firmar papeles, reuniones aburridas que daba toda su voluntad para no dormirse y luego volver a casa, bañarse, hablar con su hermana lo poco que podían y acostarse. Día tras día, mes tras mes y año tras año.

Al principio de todo, la seriedad en ella dominaba todo, hace unos siglos atrás. Pero esa rutina casi la vuelve loca, por esa razón se convirtió en la persona que es ahora.

Una forma de escapar de la rutina que la carcomía lentamente, luego esa actitud infantil fue ganando porte y cuando nació su hermana la domino completamente.

Ahora era la chica mágica que tanto fingió ser, la actitud que ella creo ahora la dominaba.

Le gustaba ser asi, más que dominar fue un acuerdo mutuo.

Había momentos donde se arrepentía de aceptar el cargo, si eso sería lo mejor para decir ya que la obligaron a tomar el puesto. No lo odiaba, podía hacer lo que quisiera a comparación de ser un demonio cualquiera o su antiguo puesto de Heredera, pero todo eso a cambio de su vida, sus sueños y su libertad.

Llegando el momento de donde froto todo el jabón por su cuerpo, abrió el grifo para que toda la espuma jabonosa que contenía cada centímetro de su tersa piel pueda diluirse con el agua.

Cerrando los ojos y disfrutando el dulce tacto que daba el agua, se relajó completamente.

Todo lo que tenía ahora mismo era su pequeña hermana, era su única cosa que deseaba cuidar y alejarla de todo este mundo que lo rodeaba. Ser Maou.

Tener un poder por los demás tan grande que lo idolatraban. Lo glorificaban y lo adoraban.

Eso lo odiaba. Ella quería ser solo "Serafall", no la Maou Leviathan.

Todo era perfecto hasta que vino él.

Carajo, lo mando todo a la mierda. Con su forma de ser, tratándolo como deseaba, a sabiendas que él era un demonio, no le importo ser tratada como su igual por aquella persona. Pero lo arruino de una forma impresionante, si en ese momento no era un demonio reencarnado por la mejor amiga de su hermana, ni rastros no quedaría de él.

Una mueca de desagrado salió de su rostro. ¿Quién carajos se creía para opinar de su forma de ser?

Planeo usar ese día libre para ella misma, quitando de lado sus acciones, se dirigió al mundo humano por una maratón de películas de sus animes favoritos, contando una semana entera de "La chica mágica" que tanto ella deseo ser.

Solo era ese día, solamente un día libre para esa película y luego volver a su rutina cansina por años más.

Pero quien iba a imaginar que fue toda la maratón. El segundo día observo como llegaba solo al cine, mirando por todos lados como buscando a alguien o suponiendo que era vigilado. Entro tras de él y observo que se sentó en el mismo lugar que el día anterior. Con dos potes de palomitas uno en cada mano mirando a todos lados.

Se sorprendio en ese momento por eso, pero se acordó de que había compartido sus aperitivos con él.

Una sonrisa triste adorno su rostro húmedo por el agua tibia que salía de aquella ducha.

Ella era tratada como siempre quiso, sin disculpas de por medio, sin nerviosidad, sin nada. En ese momento solo era Serafall, ni Sitri, ni Leviathan, ni demonio. Solamente una persona más que disfrutaba una película.

Esbozando una sonrisa melancólica, pensando en todo lo que paso en esos pocos días.

Se sintió bien.

Se sentía feliz.

¿Amor?

No, lo dudo. Más bien, lo que ocasionaba su felicidad era el haber encontrado a alguien que la tratara de una forma completamente normal.

Levantándose de la butaca, dirigiéndose a la bañera disponiéndose a tomar una largasiesta.

Pero aún estaba todo lo que le había dicho aquel día, lo cual por supuesto no quedaría asi nada más.

Primero lo primero.


Rompiendo los pasillos con su fuerte pisado, iba Hyoudou Issei, el demonio más fuerte de Kuoh con dirección al Consejo Estudiantil.

Un rostro que demostraba molestia, suma molestia. Llegando al límite de lastimar a las personas que no tenían nada que ver en su vida privada, una de ella era Asia Argento, su hermana de otra madre.

Carajo, era un problema más que resolver. Ahora mismo en vez de resolver los putos problemas que causo él, le venían más y más.

Ahora la famosa Sona Sitri la llamaba al consejo, le pidió el favor de tratar de conseguir un lugar de trabajo en el departamento de asuntos exteriores del inframundo, para aprovechar sus dotes en lingüística, ya que era sumamente bueno, pero en el mundo humano lo que le pagarían en un mes era una miseria en comparación con lo que sería completar solo un trabajo de un día en el inframundo, lo cual le ayudaría a cubrir sus gastos completos durante un mes.

Le tenía respeto y estima a la mujer mano de hierro, pero ahora mismo sus cabales estaban un poco descarriados para estar al total de capacidad analítica.

Estando a punto de llegar a la puerta, apresuro el paso.

Sin pedir permiso o tocar, abrió de golpe la puerta, con una mirada dura y desafiante analizo cada centímetro de la habitación, cada milímetro de las personas que estaban dentro y cada nanómetro de los ojos de los demás.

Estaban asustados.

Y no era para menos, cada miembro del sequito de Sona Sitri estaban ahí, todos con la mirada asustada, temerosa y sorprendida. El Rey mantenía su estado sin moverse mucho, pero se sorprendio de sobremanera al sentir el aura que expelía, su reina de igual forma sudaba, no pudo mantener su semblante de misma forma que su Rey, se notaba muy abiertamente los labios vibrando y su lente casi cayendo de su cara.

Ahí estaba, frente a todos. La razón por la cual están aún vivas, su admiración y ahora, su más terrible temor.

Cerrando la puerta, aun con el silencio apoderando la sala, se acercó a uno de los asientos que estaba frente al escritorio del Rey Sitri, sentándose y cruzando los brazos con la pierna encima de la otra, los ojos cerrados.

Respirando hondo, calmándose de todo.

O eso creyó.

– ¿Me llamo…Kaichou? –al decir la última palabra, abrió los ojos de repente. Sorprendio a todos que en vez de los típicos ojos color pardo que lo distinguían de la mayoría, ahora eran de color rojo sangre, su iris se pasó a ser como de un Dragón se tratase, brillando intensamente.

Se detuvo la respiración de todos los que lo presenciaron.

Unos segundos después los cerros nuevamente, abriéndolos para dar paso a los típicos ojos marrones que lo caracterizaban. Ya con las facciones un poco más relajadas, pudo mirar como todas dieron un suspiro profundo y tratando de acomodarse en sus lugares de una forma un tanto errática.

El Rey Sitri viendo ya como la sala se relajó un poco más, procedió a hacer lo que debía.

– Estas en lo correcto Hyoudou-kun, es más algo sobrenatural la razón que el evento que ocasionaste en tu salón – una mueca salió del rostro del joven accionante.

Todos los demás ya se pusieron a realizar sus trabajos correspondientes, pero aun con la leve turbulencia que sintieron anteriormente.

– No mencionare eso ya que debe haber sido algo personal que realmente no me incumbe e interesa – colocando sus palmas abiertas en el escritorio mirando al joven sentado en el sofá. – Si me interesa lo que vamos a hablar ahora mismo.

– Claro, continúe. –

– Como sabrá, usted me pidió que pudiera conseguirte un trabajo en el departamento de asuntos exteriores en el inframundo. – viéndolo asentir continuo.

– Lastimosamente rechazaron inesperadamente su solicitud que yo misma presente en persona. – sacando una carpeta de su cajón, se lo entrego. – Me volvieron a entregar la carpeta sin alguna explicación aparente del porqué.

Agarrando la carpeta, abriéndola y viendo que era lo que le dio anteriormente al Sitri.

– Entonces supone que yo tengo que ver con eso, ¿No? – viendo a la mujer asentir, una mueca salió del mismo.

– Déjame analizarlo, tu ibas a hablar directamente con el Maou encargado de dicho departamento. – señalándola con un dedo. – Que en este caso es tu familia.

– Esta en lo correcto, es mi hermana la encargada de ocupar el puesto de Leviathan y dicho puesto se encarga de los asuntos exteriores.

Asintiendo, tratando de organizar las ideas en su cabeza para sacar una posible solución, la cual no tardó en llegar.

– ¿Cómo se llama su hermana? – la receptora, un poco contrariara miro al joven.

En el momento de que intento abrir la boca para responder, un círculo mágico de color azul con el símbolo Sitri en el apareció al lado del oído de la mujer.

Su rostro pasando de un rostro serio a uno sorprendido pudo terminar la conversación, todos miraban fijamente a su Rey dejando a un lado sus actividades para escuchar lo que iba a decir.

– Tienes buenas noticias Hyoudou-kun. – un rostro sorprendido e incognito salió del joven. – Lo aceptaron para una entrevista en el departamento.

Tratando de procesar lo dicho por la mujer, hace unos minutos estaba fuera y ahora misteriosamente pero agradecido estaba adentro.

– E-eso suena bien… – con los ojos un tanto abiertos y la boca también, todavía procesando rápidamente sus próximas acciones.

Levantándose lentamente del lugar, se dispuso a salir del lugar.

– ¿Adónde se supone que vas?, no hemos terminado.

– Si me aceptaron para una entrevista debería prepararme para ello.

Frunciendo el ceño, señalo de nuevo el asiento.

– Por supuesto, pero en este caso la entrevista sera ahora mismo con el Maou responsable.

Dicho eso, el castaño estaba sorprendido y nervioso, no dudaba de sus habilidades, sino que sería el mismo Maou quien tomara la entrevista.

– ¿E-enserio?, ¿no sería prudente esperar más? – tratando de escapar del nerviosismo que lo dominaba, no pudiéndose sentar.

– Absolutamente no. – levantados y dirigiéndose hacia un costado que estaba libre, lo llamo con un gesto en la mano. – Ven, nos teletransportaremos hasta allí.

Controlando su nerviosismo, ahora era momento de brillar su parte perfecta.

Asintiendo un tanto torpe, logro caminar correctamente hacia el lugar con las miradas directas que cada uno del sequito Sitri le dirigía. Logrando llegar y colocándose al lado de la joven, viendo como el circulo característico de la Familia Sitri estaba bajo suyo.

Unos segundos pasaron y el círculo mágico brillo para luego desaparecer, abriendo los ojos en un lugar totalmente distinto.


Una oleada de vapor salió de una puerta recién abierta, dejando ver algo luego de unos segundos a una mujer en su perfección desnuda, una morena con una figura no exagerada pero realmente formada.

Con una toalla envolviendo su cabello hacia arriba, salía Serafall Leviathan de su caluroso y delicioso baño. Caminando cuidadosamente, empapando el suelo con el residuo de agua que aún tenía en su cuerpo.

Estando a unos pasos de la puerta elegida con el dedo recorrió figurativamente desde sus labios bajando lentamente sobre su tersa piel dirigiéndose hacia abajo, pasando el medio de ambos montículos perfectossiguió su abdomen hasta su ombligo rodeándolo para bajar por la cadera hasta detenerse a unos pocos centímetros de su maravilla.

Mordiendo levemente su labio inferior con los ojos cerrados recordando cada sensación anterior. Deteniéndose frente a la puerta de su habitación personal, dándole la espalda a la madera de puerta. Bajando esos escasos centímetros que separaban su cordura del pecado.

Aunque, pecar era su naturaleza después de todo.

Rodeando el punto sensible con cuidado, mordiendo más fuerte su labio, llevando la mano libre a las montañas frontales rodeando también el epicentro con su dedo índice, en ese momento no había nadie en ese lugar. Un gemido reprimido salió de la mujer, con los dedos experimentados rodeando ambas sensibilidades, se dejó llevar.

Deslizándose por la puerta para caer sentada recostada por la madera, ahora ambas manos se movían libremente en cada lugar sin ceder a ningún motivo para no aullar de placer en ese momento, ella no se reprimió ningún sonido acalorado.

El placer de hacerlo era incalculable, sus ojos llenos de lujuria reprimida a pesar de tratar de liberarse de eso anteriormente, era tanta que solo al salir no pudo evitarlo.

La mariposa lloraba, lagrimas acuosas salían del lugar empapando la mano acosadora y el mismo piso, ahora siendo acallada por unos dedos que ingresaban en su boca acallando su grito, pero las lágrimas se intensificaron, logrando sacar un gemido sonoro que pudiera haber sido escuchado a larga distancia, pero eso no importaba.

Tan solo pensar que cualquiera pudiera verla en tal estado la excitaba mas, mordiendo su labio vigorosamente para evitar gritar la inundaba de placer, el dolor que sentía en sus labios era un estimulante muy efectivo para la situación.

– ¡Ahh…~! – curvando su espalda, deteniendo su ataque unos segundos para luego continuar su asedio en la mariposa suplicante.

Dejándose ceder al pecado, en ese momento se llenó de mil agujas que la picaban desde adentro, la mano que manejaba las hermanas ahora llego a su punto de apertura, girando en ella acaloradamente que se subió de placer instantáneamente. Manos profesionales sin duda haciendo el trabajo de años, décadas o siglos, tomando la razón de la mujer y tirarla a la borda, ambos ojos suplicaban más placer, las piernas se agitaban nerviosamente en ese estado, ambas abiertas para dar el espacio necesario, se contraían y soltaban cada momento, eran gelatina en ese momento.

Los ojos suplicantes seguían aumentando, una lengua sumisa colgaba de su lugar, la saliva goteaba en los pechos de ella misma. El piso empapado por las lágrimas que soltaba la amiga inquebrantable, con ambas manos trabajando ahora más rápidamente que antes, un pulso de energía paso por cada musculo que poseía su cuerpo, llenando cada batería de placer que necesitaba para descargar toda su fuerza.

Arqueando su espalda, con los ojos intensamente perdidos en el fuerte goce que sentía en ese momento, rompió toda su cordura restante de un segundo a otro.

– ¡AHHHH…~! – dejando salir toda formalidad, un muy sonoro gemido lleno cada rincón del lugar, escuchándose en un eco por el lugar hasta desvanecerse, asi como la mujer misma. Empapando todo el piso con su liquido dulce, dejándose caer en peso muerto por cada espasmo que contenía ahora mismo su cuerpo, cada milímetro de su ser era llenada de placer, con la boca abierta respirando intensamente mirando hacia arriba con su cabeza recostada por la madera.

Disfrutando su tiempo libre de esa manera, tirando a la borda su cordura asi como su fuerza en un instante.

Ahí se encontraba Serafall Leviathan en todo su esplendor, en la penumbra del pecado y en la cima del placer.

La mano valiente que pudo moverse hasta abajo, con el dedo índice arrastrar el resultante de tal acto, llevándolo suavemente a la boca de la mujer, succionando el dedo como si fuera un dulce, con el rostro completamente excitado y sediento.

Una sonrisa maliciosa fue lo único que hizo la mujer en ese momento, cada parte de su cuerpo pedía mas, a gritos sin parar.

Olvidando sus actos anteriores sobre un joven castaño.


Apareciendo luego de un destello de luz en una habitación en otra dimensión, se encontraban Sona Sitri con la infame Bestia pervertida de la academia de Kuoh.

Observando toda la habitación por algún atisbo de familiaridad, se encontraba nuestro amado protagonista Goku Uzumaki, aun un tanto conmocionado por los sucesos anteriores.

Un escritorio repleto de papeles estaba en el medio mismo de la habitación, con una chimenea casi apagada a un lado del escritorio.

¿Estaba preparado?, no dudaba de sus capacidades, pero el problema recaía que sería el mismo Maou quien lo entrevistaría. En estos tiempos que paso siendo demonio nunca pudo ver a otro Maou además de Lucifer, dudaba que todos sean tan amables como el, o solo lo era por ser siervo de su hermana.

Nervios de acero con miembro de diamante, completamente listo para afrontar las consecuencias de su pedido.

– Sígueme Hyoudou-kun. – la voz dura de su acompañante lo saco de sus ensoñaciones, asintiendo a su llamado, la siguió por la habitación hasta un sofá que aparentemente poseía piel de un animal que en ese momento desconocía.

– Siéntate aquí y espera, iré a buscar a mi hermana. Volveré en un momento. – haciendo caso a su cometido, sentado en el lugar, sintiendo la mirada penetrante de su acompañante sobre él.

– ¿Qué pasa? – ya siendo mirado asi desde hace un tiempo ya lo estaba cansando, más si era de ella.

Lo único que recibió de ella fue una sonrisa indiferente para luego darse la vuelta y dirigirse a la puerta.

Mirando fijamente por donde iba, viendo como abría la puerta e ingresaba a donde dirigía la misma.

– ¿Qué le pasa a esa bruja? – escucho un portazo muy fuerte que lo sobresalto suficiente para casi caerse del sofá, helando su cuerpo por la posibilidad de haber sido escuchado.

– ¡Onee-sama! – un llamado fue hecho por una joven con gafas, había recientemente entrado a un gran pasillo que contenía bastantes puertas hasta un punto donde aparentemente doblaba a ambos lados.

¿Dónde se abra metido ahora? – con un solo grito llamando a su hermana era suficiente para que un alboroto se hiciera presente y luego apareciera de una de las puertas su querida hermana. Más si era su día libre.

Dirigiéndose hacia donde supuestamente terminaba la hilera de puertas, no era lejos pero bastante para una simple oficina de Maou.

No noto el charco de algún tipo de líquido viscoso en el suelo al lado de la puerta donde salió, con una toalla sobresaliendo un poco, impidiendo que la misma pueda cerrarse de forma correcta.

Minutos antes

Una mujer abatida estaba tendida en el suelo, las piernas temblando acaloradamente con la respiración casi visible saliendo una y otra vez de una boca visiblemente abierta.

Estaba exhausta, sumamente exhausta, siguió con su actividad extracurricular un tiempo más, sacando cada mililitro que su cuerpo podía producir de su esencia, sintiéndose totalmente satisfecha por eso.

Estaba allí tirada, no podría levantarse en un buen tiempo, con nadie en el edificio y con la posibilidad de que nadie pudiera aparecerse de improvisto en ese lugar, se dispuso a tomar una pequeña siesta en ese mismo lugar con el propósito de recuperar algún tipo de fuerza que pueda hacer que se levante de tan penosa situación.

Sí, eso sería perfecto – cerrando lentamente los ojos, se dejó que Morfeo reclamara su sueño sin problemas en ese momento.

– Es…perfecto… – ya respirando lentamente, su sueño empezó casi de inmediato.

Pero un sentimiento la hizo seguir despierta.

"Siéntate aquí y espera, iré a buscar a mi hermana. Volveré en un momento."

Abriendo los ojos de forma que casi salen de sus cuencas, su cuerpo empezó a ponerse totalmente de gelatina.

Su hermana estaba en el edificio, a unos simples metros de su figura totalmente desnuda y acalorada.

Haciendo lo único que su cerebro e instinto pudo calcular, trato de levantarse resbalando levemente en el líquido producido por ella, gruñendo por lo bajo y por el esfuerzo producido para levantarse apresuradamente. Abriendo la puerta rápidamente y cerrándola de un portazo lo cual hizo que se congelara en su lugar, pero ningún sonido fue escuchado por ella, volteando a ver que su toalla había cubierto la puerta de su cierre completo hizo que respirara aliviada.

Pero esa tranquilidad duro poco al escuchar nuevamente una puerta abriéndose al lado mismo de ella, quedándose quieta en ese mismo lugar sin mover ningún musculo ni respirar mismo.

"¡Onee-sama!"

Sintiendo como una helada brisa pasaba entre sus huesos de su columna vertebral, congelándola más.

Pasando unos segundos en esa situación al final pudo escuchar unos pasos alejándose de su presencia. Respirando por fin muy profundo, pudo moverse un poco y sentarse en la cama.

Agarrando su rostro y colocando sus codos en las rodillas se puso a tranquilizar, primeramente, respirando hondo y dejando que sus piernas se recuperaran.

La adrenalina recorría cada parte de su cuerpo, las pupilas dilatadas completamente por lo mismo. Los espasmos sin cesar en las piernas eran una mala señal, ni levantarse o moverse podía en ese momento.

Pero…

¿Por qué?

Siempre quiso que alguna vez hicieran eso juntos con su hermana, que por lo menos al encontrarla en ese estado se animara. Siempre había gritado "yuri-yuri" sin parar a su hermana para que hicieran tijerasos ambos.

¿Por qué ahora no?

Era la gran pregunta, tenía miedo que la descubrieran y que la vieran en esa posición.

Ahora temblando como un perrito asustado, no podía explicarlo.

Realmente sí, pero en ese momento lo dudaba, no lo había impactado para que ella misma cambiara algo que desde años hacía.

Lentamente fue recuperándose de la situación para poder mirar en la habitación algo para vestirse. Seguía desnuda y totalmente empapada en las piernas por ella misma.

También seguía con ganas después de todo.


Sentado como todo un ángel puro se encontraba el Sekiryuutei mas pervertido de toda la historia. Mirando todo lo que podía, cada parte de la "oficina" principal de un Maou.

Como nunca pudo entrar en la oficina de la hermana de su ama, esto era algo nuevo para él.

No había ningún tipo de foto enorme de la misma en la pared. Solo grandes armaduras y espadas de adorno en cada parte de cada pared.

Suspirando por estar absurdamente aburrido de esperar, se levantó de su lugar para echar un vistazo al lugar, las armaduras y espadas llamaron su atención.

Acercándose a las mismas, trato de tocar una, pero con solo agarrarlas del mango pudo sentir que eran sumamente delicadas, se sentía como si al mas mínimo movimiento se desmoronaría en frente mismo.

Y él no quería eso. No señor.

– Guau sí que se ven filosas. – no quería probar su suerte y averiguarlo el mismo, pasando su atención a las armaduras que estaban al parecer por todo el lugar, de todas las formas y tamaños.

Lanzas y arcos sostenían las armaduras como si fueran personas vivas que estaban colgados de la pared.

Le daba escalofríos con solo pensar en eso.

Al darse cuenta de algo tuvo que reprimir su grito de niña al ver unas armaduras de colores que eran de tamaño humano.

Acercándose con cuidado de no tocar nada al hacerlo, vio unas armaduras muy llamativas, acercándose al de color rojo sus ojos ganaron un brillo inconcebible.

Para no decir mucho, Power Rangers era por lejos su programa favorito. Ver los trajes de cada uno en tamaño real lo hacía estremecerse de emoción.

Dirigiéndose ahora a su ultima vista antes de volver a sentarse, a la chimenea. Había visto unos marcos ahí y quería ver quien era la Maou actual.

La curiosidad mato al gato.

No pudo notar como la puerta estaba abriéndose lentamente y unos ojos violetas asomándose por el pequeño espacio para ver.

A veces el destino te da giros que cambian tu propia vida.


Pensando en todo, en cada situación que pudo haberse dado para que su querida Sou-tan este aquí, cada posibilidad era imposible sin su permiso anticipado.

Luego, algo vino a su lucida mente. No estaba sola.

"Siéntate aquí y espera"

No era para ella misma, era otra persona.

Una nueva revelación olvidada vino en su mente, ella había dado permiso a su hermana.

Había aceptado a cierto castaño.

Y él estaba a unos metros de ella.

Levantándose de golpe, su cuerpo a pesar de estar entumecido podía moverse con cuidado.

Dirigiéndose hacia un monitor relativamente grande, encendiéndolo y apareciendo lo que sería la vista a su edificio. Cambiando entre vista y vista, llego a lo que sería su oficina. Un golpe seco llego a su corazón, tratando de respirar correctamente, pero algo lo evitaba. Se quedaba sin aire.

Estaba caminando observando las decoraciones que poseía su lugar, de pared en pared.

Tomando un largo respiro, se tranquilizó lo suficiente para poder pensar en qué hacer.

Ella misma lo llamo, aunque indirectamente fue ella. La razón era por trabajo, su trabajo y no extracurricular. Por eso tenía que ir, poner frente y decir la verdad.

No era para menos, ella era la actual Maou Leviathan, la máxima autoridad en el ahora nuevo mundo de Hyoudou Issei.

El solamente un demonio de clase baja, sin títulos o gloria, sin importar las cosas que había hecho anteriormente solo era eso, un simple demonio clase baja.

Apagando el monitor, viendo como último como observaba los trajes con suma alegría en su rostro.

Dirigiéndose a la puerta, a pesar de todo eso, el nerviosismo que sentía no era normal. No se comparaba cuando luchaban contra los grandes Serafines o Elohin mismo.

Pudiendo ganar, cerró la puerta tras de sí, no viendo a nadie más en el pasillo se puso en camino para llegar a la puerta de su oficina.

Esquivando vergonzosamente sus líquidos esparcidos en el suelo, tendría que limpiar eso luego.

Estando ya frente a la puerta, tenía que entrar en modo Maou, modo líder y modo Leviathan.

Girando lentamente el pomo, empujando lo suficiente para que quede entreabierta para ver adentro.

Viendo cómo iba hacia la chimenea, logrando acercarse para alzar una fotografía.

Empujando la puerta para entrar, sin hacer ruido, ahora estaba dentro con él.

El castaño, totalmente congelado observaba la fotografía, solamente evitando que cayera la foto de sus manos.

– Esa es una foto con mi hermana de hecho. – la voz lo helo aún más, girando de forma lenta, pudo quedar frente a frente de la mujer.

Reabriendo la herida, cerrando los ojos y dominando los instintos.

– Hola…Ise. – estando estático y congelado observando a la persona que había llegado, su cerebro estaba suspendido, su corazón trabajando a mil por hora.

Sin esperar nada de respuesta, dirigiéndose a su lugar en su escritorio, con sus manos apoyadas en su mentón.

- Déjame presentarme correctamente. - revisando la carpeta que anteriormente rechazó, puso de nuevo sus ojos en su invitado. - Soy Serafall Leviathan, Dai Maou actual del inframundo y tu entrevistadora.

Cerrando el caso, más nerviosa que nunca pero nunca aceptándolo.

Tienes que morir para finalmente, saber lo que es vivir.


No hay mucho que ya esté todo hecho aquí, esto probablemente esto se vea luego de actualizar "El Dios de la muerte" pero me vale verga :v

Ya llevo mucho deseando escribir esto así que aquí está, seguramente no leerán esto, pero igual, este capítulo es a futuro, en el próximo capitulo estaré empezando recién desde el comienzo del canon y la relación en sí con Serafall, esto es un poco después de Kokabiel, pero antes de la reunión de las tres facciones.

Un adelanto de cada capitulo estará al final de todo, disfrútenlo y dejen un gran donativo llamado review que ayuda muchísimo a continuar la historia (no cuesta nada).

Sin más que agregar. Muchas gracias a todos!

Cisco Fuera.


La realidad y el amor ~ Coincidencia

Se sorprendio por eso. ¿Vino solo por ella?

– ¿Vendrás mañana verdad?, vendré temprano y comprare palomitas para ambos, no te preocupes por el gasto yo lo pongo, fuiste muy amable al compartirme las tuyas hoy tengo que hacer lo mismo, ¿No lo crees? –

Sus ojos se abrieron ante tal revelación que su cerebro hizo para ella. El trajo eso para compartirlo con ella, de la misma forma que ella compartió sus palomitas con él.

Escuchando un bullicio acercándose tras ella, pudo escuchar como la puerta se cerraba y las personas arrasaban el pasillo empujándola hacia arriba donde esta Issei.