LIBROS VIEJOS


La piel de Armin Arlert huele a libros viejos y sueños rotos. La de Levi Ackerman huele a metal y sangre. Las cosas que los conforman. Las cosas que tienen impregnadas bajo cada tejido, invisibles pero burbujeantes como agua hirviendo a punto de rebosar. Y podría rebosar todo, si no se tiene cuidado, porque cuando el caporal Levi clava sus ojos filosos en las pupilas abiertas y acuosas del menor, sabe que podría cortarlo todo en pedazos, como a un titán, dejarlo hecho una masa sangrienta y pegajosa en el suelo.

El pulgar del superior se mueve inconscientemente sobre la tela de la camiseta de Armin. Su mano de asesino le ha tomado con fuerza del antebrazo y ya no recuerda por qué, así que asume que ha de inventarse un motivo. O quizá no, porque es Levi Ackerman y no necesita justificar todas las cosas que hace, y mucho menos a un recluta como cincuenta rangos por debajo de él.

Levi huele los libros viejos y los sueños rotos, los siente en la lengua. Se pintan en lo blanco de sus ojos. Su pulgar se ha quedado quieto y Armin ha fruncido lo más levemente el ceño.

—¿Capitán?

Levi nota que no están lo bastante cerca como para que sienta su aliento caliente sobre su piel fría. Parpadea una sola vez, muy despacio. Entonces le suelta sin ninguna delicadeza, se da la vuelta y se va. Cero explicaciones. Siente la mirada detrás de su cabeza y sonríe. Se pregunta si Arlert también siente la mirada de él cuando está de espaldas, si sabrá que Levi lleva un tiempo indecente observándolo… indecentemente.

La vida de Levi antes de los Survey Corps era un cuento de terror. Supervivencia, su vida siempre se ha tratado de supervivencia. La adrenalina era tan fuerte que no tenía tiempo para sentir nada más. La adrenalina era como su sangre, corriendo por sus venas las veinticuatro horas del día, forzándolo a ir más allá de sus límites, forzándolo a ser abominable.

Es una bestia encerrada en la apariencia de un hombre pequeño. Tanta ira contenida en tan poco cuerpo, es normal que explote seguido.

Antes había muchos vicios con los que entretenerse. Olvidarse. Las hojas de una planta medicinal que crece en los cerros al este de la pared exterior, deshidratadas y hechas polvo, quemadas en rollos de papel, aspiradas. El alcohol. Y. Otras.

No es que en los Survey Corps no exista eso. Un montón de gente joven, hombres y mujeres enfrentando la posibilidad de morir todos los días, es normal que busquen rutas de escape, formas de sentir más en menos tiempo, es normal que tomen decisiones precipitadas. Levi ha visto a sus subordinados enrollándose entre ellos infinidad de veces. Él ha participado en el juego infinidad de veces. Es normal.

Pero.

El grupo de Eren es distinto. Tienen unas personalidades muy fuertes, muy jóvenes, muy inexperimentadas. La mitad no sabe lo que es sufrir de verdad y la otra mitad lo sabe en exceso. Están enfermos, lastimados, rotos en muchas partes, ocultándose las heridas como un perro triste que se lame las llagas. Sin embargo, también es verdad que por culpa de Eren tienen una cantidad insalubre de esperanza. Algo que los Survey Corps no podían darse el lujo de tener a menudo antes, pero tener un titán de su lado lo cambia todo. Tienen tanta esperanza que no tienen esa urgencia por vivir de más que era normal tener antes, y por eso…

En el baño de su habitación, Levi exhala pesadamente. Su mano se mueve de arriba abajo rítmica y violentamente, como si quisiera arrancarse algo. Sí, le gustaría arrancarse ese deseo insano. Le gustaría arrancarse la imagen de Armin Arlert vestido de mujer de la cabeza. Le gustaría deshacerse del recuerdo de la mirada lasciva de aquel hombre que parecía ansioso por devorárselo, sin importar si era chico o chica.

Gime. Se libera. Por un rato. La próxima vez, cuando tome a Arlert desprevenido, se asegurará de estar lo suficientemente cerca para sentir su aliento hirviendo –él se imagina que hierve como el sol al medio día– sobre la piel, para saber a qué sabe, cómo se siente, para poder imaginarlo sinfín de veces. Se maldice. Es patético e inapropiado. Pero cuando imagina a Arlert respirándole en la piel, gimiendo, quizá, el corazón se le acelera. Ha pensado en todas las maneras en las que podría hacer algo, pero el problema es que Armin siempre está pegado al estúpido de Eren o al aún más estúpido de Kirschtein. Y por las miradas que Kirschtein a veces le lanza, Levi tiene ligeras sospechas de que su acecho podría no haber pasado tan desapercibido como él ha pensado.

Sabe que no tiene tiempo para pensar en esas tonterías. Sabe también que hay mil hombres y mujeres dispuestos a estar con él. Joder, Hanji lo hace todo muy bien, como una loca, y además suele estar dispuesta sin importar la hora del día, a menos que esté sumergida en alguno de sus estudios/experimentos demenciales. Pero cuando Levi piensa en ello se desanima inmediatamente.

Él quiere a Arlert.

Este día, tres días después del día en que tomó a Armin por el brazo, ha mandado a Eren y a Jean a cortar leña. Ha enviado a Mikasa y a Sasha a montar vigilancia. Y Connie está con los animales. Designó a Armin para hacer la limpieza y notó claramente la mirada de pocos amigos que Kirschtein le dedicó, pero la ignoró con mucha satisfacción.

—Arlert, ¿qué es esto? —llama la atención del rubio a la superficie de una mesita que está junto a una pared de la cocina. Armin le mira, mira el lugar señalado, y se acerca. Levi sonríe por dentro. Armin se acerca por voluntad propia, que quede muy claro. Armin examina la cuestión con sus grandes ojos azules, y es que él es mucho más cuidadoso y presta más atención que el resto –a excepción, quizá, de Mikasa–, por lo que sería de extrañar que hubiese dejado algo sin limpiar bien. Y la realidad es que no lo ha hecho. Pero a Levi no le importa ser un tramposo. Hay una leve mancha de harina en la mesa.

—Oh, disculpe, capitán —dice el chico y levanta el trapo que trae en la mano para limpiar la mancha. Levi le pone la mano encima y le guía.

—Así, con fuerza —dice impasible, presionando la mano de Armin y moviéndola a voluntad. Armin se paraliza un poco, lo siente, y luego asiente. Se deja guiar. Levi vuelve a sonreír por dentro. En cuántas cosas más se dejará guiar. De nueva cuenta mueve el pulgar inconscientemente, rozándolo en el costado de la mano del menor, hasta el nudillo. Es una caricia suave y más directa que la de hace tres días, porque es piel contra piel, y siente al rubio tensarse—. Mira bien —indica—, ¿se ha quitado? —hala la mano de Armin para hacerla a un lado y dejar el sitio limpiado expuesto. Su mano sigue sobre la de Armin, con fuerza. El rubio baja un poco el rostro tal como se esperaba para mirar con cuidado. Inhala. Exhala. Es apenas, pero Levi lo siente, su aliento cálido. Aprieta el puño con más fuerza y ve a los ojos azules dirigirse a sus manos unidas. Después éstos se elevan, todo lo grandes que son, para mirarlo a él.

—¿Ca-pitán? —ha hecho una leve pausa, Levi la siente, sabe que Arlert está percatándose de que hay algo fuera de lugar. Le suelta. Y se va.

Seis días después se han mudado a un nuevo lugar. Levi vuelve a arreglárselas para mandar a todos fuera, esta vez por una mejor cantidad de tiempo, y dejar a Arlert en la casa, con la excusa de que es mejor para limpiar que todo el resto de "ustedes inútiles". Nadie puede rebatirlo.

Levi le observa limpiar una de las habitaciones desde la puerta, de brazos cruzados, como si evaluara la calidad de su trabajo, lo cual en realidad no tiene sentido alguno dado que ha asegurado que "confía" en sus habilidades para limpiar. Y Armin debe saberlo, porque es inteligente, que si está ahí observándolo es por otro motivo. Cuando el menor se acerca a la cama para desempolvar una lámpara vieja, Levi lo siente.

El impulso. La locura.

Se acerca a pasos agigantados y veloces y Armin se sobresalta cuando siente sus manos sobre sus hombros.

—¿Capi-tán? ¿Su-cede algo?

Las pausas otra vez. Armin voltea levemente el rostro, lo más que se le permite estando de espaldas, y clava un ojo color cielo en él. Levi baja las manos, recorriéndole los brazos. Le siente estremecerse, y hasta ahora no es consciente de que está sonriendo, sonriendo de verdad, pero como un maniático. Armin observa una de sus manos. Levi le toma de las muñecas, las atrae hacia atrás, nota que Armin inmediatamente se pone más nervioso, vuelve a mirarle rápidamente.

—Capitán, ¿qué…? —Levi toma las dos muñecas con una mano. Sus manos son fuertes, poderosas, macabras. Rodea el cuello de Armin con el brazo libre y lo hala hacia él, presionándolo contra su pecho. Armin ha volteado el rostro al frente y se ha quedado callado. Tiembla. Pero no dice nada, no se resiste.

Levi le respira sobre el cabello, junto a la oreja. Armin hace un sonidito, como un suspiro suave. No es suficiente. Levi analiza la situación. La cama está a un lado. Están solos por un rato. Armin está aquí y está a su merced. Piensa. Analiza. Después de todo, él es un monstruo. Tan sólo está disfrazado de ser humano normal. Pero nada es normal. Armin tampoco es normal. Es un niño genio demasiado avispado para su edad. Demasiado lastimado y demasiado idealista. Demasiado todo. Y Levi lo quiere. Ya.

—¿Quieres descansar, Arlert? —susurra en su oído con una suavidad que no le pertenece. Armin niega rápidamente con la cabeza. Levi suspira, impaciente—. No tiene nada de malo descansar de vez en cuando.

—Estoy bien, ca-capitán —el temblor ahora está en su voz. Levi suspira junto a su oído, Armin se vuelve a estremecer.

—Yo creo que no —musita suave y dulce, venenoso, sugerente, y quiere arrancarse a Armin de la piel y de los pensamientos pero lo tiene más cerca que nunca. Su cuerpo se agita con la excitación, la expectación, el deseo de esa piel con olor a libros viejos y sueños rotos. Mueve el brazo que tiene en su cuello para deslizarle unos dedos por debajo de la camisa, sobre la clavícula. La piel está hirviendo bajo su tacto helado. Levi no nota que se relame los labios. Ni que Armin ha cerrado con fuerza los ojos.

—Capitán… por favor… —susurra en un hilo de voz que suena a aire. Levi se detiene un instante. Suena la puerta de la cabaña. Levi se aleja de inmediato.

—Termina tu trabajo, Arlert —y, sin más, sale de la habitación. Armin permanece de pie en el mismo sitio por un rato, aterrorizado y confundido.

En las siguientes dos semanas, Armin hace lo posible por no quedarse a solas con Levi. Levi lo sabe. Y está seguro de que Jean también se da cuenta, y éste le lanza unas miradas terribles cuando cree que nadie lo mira. Pero él las ignora olímpicamente.

Como Levi no logra quedarse solo con Armin en la casa, idea algo diferente. Lo manda solo a recolectar unas frutas en un sitio algo alejado de la cabaña, y lejos también de donde estarán los demás. Mikasa protesta inicialmente, y entonces ocurre lo impensable.

—Iré con él si eso te hace sentir más tranquila, Ackerman —lo dice sin ninguna afectación, con cara de fastidio. Mikasa se calla y no parece que la propuesta le fascine particularmente –después de todo es perceptiva y seguro que ha notado algo en el comportamiento de uno de sus mejores amigos–, pero tampoco encuentra forma de rebatirla.

—Sí, está bien —y ella tampoco tiene emoción alguna en el rostro. Lanza una mirada a Armin. Armin, cuando ella le mira, intenta lucir tranquilo.

—Capitán, no tiene qué.

—No hay alternativa, Ackerman no dejará de molestarme si no lo hago. Largo todos, a trabajar.

Dicho esto, él mismo empieza a encaminarse hacia el sitio designado, sin esperar a Armin ni a nadie. Eventualmente Armin lo sigue. Y pronto están los dos aislados en el interior del bosque. Levi avanza hasta que llegan al sitio. Voltea a ver a Armin quien, al parecer, estaba observándolo. El menor desvía rápidamente la mirada y se dirige hacia los arbustos altos y frondosos que hay ahí, arrodillándose frente a ellos. Levi le contempla. Cada movimiento, cada tensar de músculo, cada temblor, cada torpeza innecesaria, cada movimiento de los dedos. Está cruzado de brazos y apoyado sobre un árbol.

—¿Eres virgen?

Armin básicamente se paraliza y, cuando voltea a verlo, sus ojos azules lucen completamente escandalizados.

—¿P-perdón?

—¿Eres virgen? —repite la pregunta tal cual y sin miramientos. Armin le observa con la misma mirada estupefacta. Los labios entreabiertos. Y no es capaz de responder. Cuando Levi se descruza de brazos y se separa del árbol, el menor prácticamente se encoge en su lugar, como si supiera que alguien está a punto de pegarle.

—Capitán, no… —dice, poniéndose de pie y volteándose en dirección al hombre. No dice "no qué", pero Levi tiene una idea de lo que pretende enunciar.

—No tiene nada de malo, Arlert. Es lo normal entre los Survey Corps. No pienses que serás el primer subordinado con el que lo he hecho.

Armin parpadea con incredulidad ante sus palabras, porque estas hablan como si fuera seguro que entre ellos dos pasará algo. El menor no sabe qué decir, cómo actuar, cómo salirse de esta situación. Por un mero milisegundo, su mente se pregunta si no será mejor simplemente dejar que ocurra y seguir con su vida, ya que al parecer es algo inevitable.

Pero no quiere.

Pero el capitán sí.

Abre la boca para decir algo, pero sus ideas están puestas en pausa. Ante la carencia de respuesta, Levi empieza a acercarse. Armin se plantea la posibilidad de salir corriendo, pero sus piernas se quedan dónde están. Está consciente de que tiembla de pies a cabeza. Está consciente de que no tiene la menor idea de qué hacer.

Levi le toma de la cintura. Le jala hacia él hasta que sus cuerpos hacen contacto, sin delicadeza, y le mira intensamente a los ojos. Armin le mira de vuelta, sintiéndose al borde del llanto. No sabe qué hacer con las manos, así que simplemente cierra los puños. Levi sonríe. No parece una sonrisa horrible o desagradable, luce bastante normal, tranquila… suave. Armin le ve acercarse y no sabe qué hacer. Los labios ajenos se posan sobre los suyos, succionan con fuerza, lamen, chupan, la lengua intenta meterse entre sus labios pero él no quiere separarlos. Pone sus manos en los antebrazos, intentando empujar, pero Levi es más fuerte que él. Deja de besarlo y le mira.

—Abre la boca —ordena.

—No —puede sentir sus labios fríos, ensalivados con saliva ajena.

—Arlert, podemos hacer esto de dos maneras, ¿cuál prefieres? —pregunta el otro y Armin frunce un poco el ceño y los labios. Sin dar lugar a respuesta, Ackerman vuelve a atacar, esta vez más demandante, chocando los dientes con su piel. Muerde suave y sensual y Armin gime, no de placer sino de sorpresa y confusión. Siente la sonrisa del capitán encima de él. Las manos se empiezan a mover en su espalda y una baja hasta un glúteo, apretándolo. Armin vuelve a gemir, más fuerte, separa los labios por la sorpresa y siente la lengua dura del capitán meterse a su boca inmediatamente. No puede volver a cerrar los labios, al menos no sin herir al capitán, y las manos se mueven sobre él tocándolo sin pudor, y es demasiado, no puede evitar emitir sonidos, intentos de protesta que suenan a una mezcla entre gemido y suspiro. Toma al capitán de las mejillas pensando que podrá separar su rostro de él, y la voz grave del mayor deja salir un suspiro gutural que se sumerge en su boca. Armin se queda estático. Levi se separa finalmente de él y le observa con cuidado. El rubio está completamente sonrojado y confundido, con los ojos llorosos, y la visión excita a Levi más allá de cualquier pensamiento coherente. Le lame la comisura de los labios. Armin siente un escalofrío y le suelta del rostro, poniéndole esta vez las manos en los hombros.

—Voy a ser bueno contigo, Arlert —dice el capitán y Armin lo observa. Los ojos añil están sumergidos en lujuria y Armin no sabe cómo reaccionar. Jamás alguien le había tratado de esta forma. Jamás siquiera él había pensado en alguien de esta forma. Frunce otra vez el entrecejo y los labios y Levi casi se ríe—. Recuéstate —dice, desenvolviendo sus brazos y dejando sus manos en su cintura. Pero Armin niega con la cabeza. Levi levanta una ceja. Y lo siguiente que hace es levantar las manos y entonces lanzarlas con fuerza al frente, empujando a Armin que no atina a hacer nada más que caer sobre su retaguardia y sus manos. Y en un instante Levi está encima de él, sentado sobre sus piernas y empujándole de los hombros. Armin se resiste. Hace fuerza para intentar no ser recostado y aprieta las muñecas de Levi pretendiendo alejarlas. Levi gruñe y, repentinamente, le da un cabezazo, directamente contra la frente.

Armin queda aturdido por el dolor. En un segundo su espalda ha caído sobre el césped y Levi está chupándole y mordiéndole el cuello, apoyándose con un brazo cuya mano se hunde en su cabello rubio y tocándole un muslo por encima de la ropa con el otro. Después le toca la entrepierna. Armin siente las lágrimas rebosando de sus ojos y no quiere llorar, pero tampoco puede evitarlo.

—No, por favor, capitán, no… —suplica, intentando alejarlo con las manos sin éxito. Levi gruñe contra su piel, le lame hasta la mejilla, le besa ahí, mientras sigue masajeándole entre las piernas. Armin se retuerce debajo de él, sumergido en una mezcla de emociones violentas y reacciones indeseadas. El calor, el masaje, la lengua lujuriosa están haciéndole cosas a su cuerpo que él no desea. Su frente duele, su cara arde de vergüenza y miedo. Levi le lame los labios temblorosos y finalmente mete la mano bajo la ropa. Armin gime por la sorpresa, el contacto de piel contra piel se siente… el cadete siente un espasmo de placer recorrerle, y no quiere, pero la mano del capitán se cierra sobre él y empieza a masajearle de arriba abajo como un experto mientras su lengua y labios siguen dedicándole sensuales y húmedas caricias en el rostro, el lóbulo de la oreja y el cuello. Armin ya no sabe qué hacer con las manos, porque no le sirven para nada, así que las deja caer y voltea el rostro hacia un lado. Levi le lame con fuerza aprovechando el nuevo acceso a su piel y él suspira. Cierra los ojos, sintiendo la mano que sigue moviéndose sobre él y sus puños se encogen sobre la tierra. Levi se separa de su cuerpo, quedando sentado sobre él. El menor apenas abre los ojos, pero no le mira. Levi deja de tocarlo un momento, sacando la mano de sus pantalones y moviéndose lo suficiente para jalarlos hacia abajo y retirarlos.

Armin vuelve a estremecerse al sentirse semidesnudo y expuesto, pero no hace nada más. Sigue mirando hacia un lado. Permite que se le separen las piernas, dejando espacio para el torso del capitán entre ellas. Su miembro, ya inevitablemente excitado, vuelve a ser tomado. Es masajeado un momento antes de que la lengua suave y húmeda del capitán se pose en su base, lamiéndole hasta la punta. Armin gime bajo, sintiendo su piel arder. La lengua del capitán ahora le lame en medio de la punta, metiéndose, presionando fuerte, y luego chupa un poco. Después un poco más. Y así, hasta que más cantidades de su piel son consumidas por la boca del capitán, húmedo, caliente y a un ritmo irresistible. Armin vuelve a cerrar los ojos y a apretar los puños, temblando, moviéndose entre el rechazo y el placer forzado. Levi chupa y lame mientras mueve la boca de arriba abajo, y luego le suelta un momento sólo para humedecerse los dedos de una mano con saliva y llevarlos a la base de su escroto. Le da una lamida entre los testículos y vuelve a tomar el miembro con su boca.

Armin no sabe qué hacer, porque quiere dejar de sentir placer, quiere arrancarse al capitán, pero al mismo tiempo quiere terminar, así, de esta forma torturantemente placentera. Empieza a sentirlo cerca y el capitán aumenta su ritmo como si lo supiera. Sus dedos húmedos se mueven masajeándole en un punto de placer, y Armin no puede evitarlo, no puede parar, gime con fuerza y respira hondo y termina dentro de la boca de Levi, suspirando después con cierta agitación mientras el hombre retira sus labios de él.

Una vez que ha terminado, Armin ya no sabe qué va a ocurrir. Se queda quieto y sin decir nada, con la mirada hacia un lado. Está avergonzado. Desea que todo termine. Quiere regresar a la cabaña y no volver a estar solo con el capitán nunca más, y un miedo le recorre cuando piensa que quizá eso es imposible. Que él encontrará la manera. De alguna forma…

Reprime el llanto. No sirve de nada. Sus ojos se fruncen con tristeza. Levi lleva su rostro hasta el suyo.

—¿Ves? —susurra cerca de sus labios y le da un beso caliente—. Te dije que sería bueno contigo —sonríe sobre su piel. Después se separa, se levanta—. Vístete —ordena, y se da la vuelta para largarse. Por ahora le basta con esto porque ha tocado y poseído por completo a Arlert y le ha oído gemir genuinamente.

Pero sabe bien que en algún punto necesitará más.


Notas: Omaigá, ¿qué está pasando aquí? D:

Pues nada. Para los que lean esto por primera vez, este es un fic Rivarmin que ya está terminado. Lo publiqué por primera vez hace un par de años, me parece, pero por diversas circunstancias terminé borrándolo. Ahora decidí traerlo de vuelta, ojalá les guste c:

Para los que ya habían leído Libros Viejos antes, pues qué decir. No quiero darles una explicación demasiado tediosa de por qué decidí salirme del fandom, pero básicamente empecé a sentirme incómoda por varios factores. Creo que a estas alturas las explicaciones sobran y aburren, así que sólo quiero contarles el motivo por el que decidí revivir la historia.

Y bueno, haciéndolo lo más breve posible, el otro día quise buscar y releer uno de los fics más bellos que he leído en toda la vida, y cual fue mi sorpresa al descubrir que, al parecer, había sido borrado. La verdad es que me sentí bastante decepcionada de no haber podido releerlo por lo menos una vez.

Ahora, no estoy sugiriendo que LV sea una obra de arte, pero sé que hay gente que le tenía cariño, y varias personas me comentaron en algún momento que les había resultado triste que el fic desapareciera y no poder volver a leerlo. Entonces decidí que, si a mí me había parecido tan feo no poder releer aquel fic al que tanto afecto le tuve, era injusto que yo les hiciera lo mismo a otras personas D:

So! Libros Viejos is back. Perdonen quienes lo extrañaron. Gracias muchas a todos los que en su momento apoyaron esta historia y espero que les caiga bien poder volver a leerla c: y por cierto, también resubí "El Conserje" y "Estás Vivo" pero no aquí, sino en AO3. Me pueden encontrar con el mismo nick.

Muchas gracias por leer y nos leemos en el siguiente capi!

PS.- Agradezco la portada a su creadora.