01. La Guerra, inicia de nuevo
Estaban los tres sentados en la habitación, débilmente iluminada. Era un cuarto de hotel, con suficiente espacio para que un viajero viva cómodamente durante unos meses, era algo así como un pequeño departamento para un soltero.
En la cama, la rubia intentaba calmarse, no tenía su pistola, por lo que se sentía algo indefensa y por ende no podría cuidar a su coronel; este se encontraba sentado encima de un pequeño escritorio, tratando de no mostrarse preocupado, pero no lo estaba por su propia seguridad, sino más bien por la vida de sus amigos y aliados. Cerca de la chimenea, el tercer miembro de los "elegantemente confinados" era el encargado de estrategias y mejor amigo del coronel, quien se debatía entre su deseo de volver con su esposa e hija y con aquella promesa tácita que había hecho consigo mismo para apoyar los planes de su amigo de convertirse en líder del país.
El tiempo, como enemigo de sus deseos de conocer sus destinos, se empeñaba en pasar lento. Llevaban alrededor de tres horas o eso era lo que creía el pelinegro de mirada altiva quería creer, pues sin ventanas que le permitieran ver el exterior era difícil conocer el correr de las horas.
Y pensar, que hace apenas dos semanas las mayores preocupaciones del coronel eran no provocar la ira de su teniente cada vez que él flojeaba en firmar unos documentos. Para otros, que él se deje mandar por un oficial inferior era falta de liderazgo, pero él no tenía inconvenientes en dejarse dominar por Riza Hawkeye, pues era la mujer que mejor le conocía y que, aún así, estaba dispuesta a protegerle, como lo había demostrado en muchas ocasiones, como lo demostraba ahora al permanecer a su lado aún a costa de su propia seguridad.
Se llevó la mano derecha a sus sienes, como prueba de lo tenso que lo tenía la situación, no por el hecho de ser prisionero de guerra, sino por la estupidez de verse en esta posición por otra lucha sin sentido, en la que el Fuhrer quería mostrar su poderío y a lo cual el dijo que se opondría desde lo de Ishbal.
Flashback
Hace dos semanas, como cada mañana, las oficinas de Central bullían con los pasos acelerados de personas que iban bastante ocupadas. En casi todas las oficinas se podía sentir el estrés, firmas de documentos y llamadas importantes se hacían para velar por el bienestar de la nación, en casi todas, excepto en la oficina del Coronel Roy Mustang, alquimista de la llama, en donde podemos ver a un grupo de hombres bastante relajados, mientras una montaña de fólder se acumulaba en el escritorio principal, donde un hombre de cabellera negra, incómodamente sentado echaba una siesta apoyado en el espaldar de la silla.
Ninguno de los otros se atrevía a decirle algo, so pena de que sus vidas estuvieran en riesgo. Sólo una persona era capaz de remediar esa situación y por extraño que parezca no había dado muestras de su presencia en el día de hoy, por lo que debían suponer que aquello que afectara a la chica debería de ser delicado para provocar su ausencia.
Alrededor de las diez de la mañana se abren las puertas de la oficina, dejando ver a la rubia encolerizada, bueno, no tan enojada, pero con una mirada de furia, que todos los que la conocían podían determinar el grado de su enojo, por lo que todos buscaron algo que hacer para no ser victimas de su ira, todos, menos el Coronel que aún dormía en su silla.
Los demás, al ver como un ligero color rojo se arremolinaba en las mejillas de la chica, decidieron por su propia seguridad, salir de la oficina, dejando al par solo y rezando por la vida de Mustang.
Una vez solos, la Riza se encaminó hacía Roy, tomando uno de las carpetas más pesadas que adornaban el escritorio y pegándosela en la cabeza al otro, provocando que inevitablemente este se despertara.
Adormilado aún, empezó a tallarse los ojos, no necesitaba estar alerta, para saber quien era la única en atreverse a molestarlo así y al ver la cantidad de expedientes por firmar él mismo palideció y trató de buscar alguna justificación, pero al ver lo avanzada de la mañana supo cual era la verdadera razón de su enojo.
Dejando la carpeta en el escritorio y acercó su rostro al del coronel, para que solo este pudiera escucharla – Se puede saber ¿Por qué no me despertaste esta mañana?
Posando sus manos en la mejilla de la chica y agradeciendo que los demás no estuvieran ahí, salvó las distancias entre ambos para besarla y luego decirle – Te veías tan hermosa durmiendo que no me atreví a despertarte, pero yo tenía que venir para no levantar sospechas… créeme, de no ser así yo mismo me hubiese quedado la mañana entera contigo, haciéndote el amor igual que anoche.
Riza giró el rostro, aún no se acostumbraba a la ligereza de Roy a hablar esos temas y él tenía razón, en el cuartel no podían enterarse de sus relaciones extraoficiales. Luego de ver todo el trabajo, volvió a mirar a los ojos al otro – Entonces si llegaste temprano, ¿Por qué no adelantaste tu trabajo?
Como si fuera lo más natural del mundo, él volvió a besarla, esta vez con más pasión – Me quedé dormido y tu rostro y cuerpo asaltaron mis sueños, así que no quise despertar, pero ahora que estas aquí no necesito cerrar mis ojos.
Muy a su pesar ella se rió, dando por terminada la disputa y poniéndole las pilas al Coronel para que firmara los documentos, cuando los chicos creyeron que era seguro regresar, vieron como más de la mitad de las cosas estaban firmadas. En definitiva solo hace falta que este Riza Hawkeye ahí para que todo esté en orden.
El día transcurrió en su ritmo habitual, hasta que en horas de la tarde, justo antes que todos dieran por terminada la jornada, el Fuhrer mandó a una reunión con todos los generales y coroneles importantes.
Una vez todos reunidos, aclaró su garganta para, con voz grave decir – Ha llegado a nuestras fuentes las informaciones de que Xing, está trabajando en la perfección de su alquimia para la creación de una piedra filosofal de proporciones extraordinarias. Por lo que es nuestro deber, como nación velar por el bien de la humanidad, es por lo que mañana, ustedes caballeros prepararan un ejército de dos mil soldados, incluidos los mejores alquimistas, es decir el Coronel Roy Mustang, Alquimista de la Llama; Tim Marcoh, Alquimista de Cristal; Zolf Kimbley, Alquimista Carmesí; Joliot Comanche, Alquimista de Plata; y Alex Louis Armstrong, Alquimista del Brazo Fuerte.
El objetivo de este movimiento, es restringir estas actividades, para esto no dudaremos en usar la fuerza. Caballeros, eso es todo.
