Hace algún tiempo aquella niña ya no era la misma
Antes era intranquila y jugaba, pero ahora se reservaba
Hasta un momento nadie supo que le paso
A excepción de su mejor amigo, un niño de cabello albino
Ella un adorable pelirosa y ojos quizá zafiro oscuro
Ambos sabían que algo no andaba bien, pero no les molestaba
Ella se mudó y su mejor amigo no pudo comunicarse con ella
Con el tiempo se supo que la cara temerosa que ella tenía
Era una mentira y aquella tímida era la verdadera de la niña
Con el tiempo ambos amigos se encontraron
Por algún motivo que ella ni siquiera comprendía
Se había hecho una gran amiga, una jovencita que dos colas tenía
Y un joven raro con tres rayas blancas en su negra cabellera
Y se les unía unas hermanas que alegres siempre eran
En el lugar donde nacida la tímida, su mejor amigo amistades también tenía
Una linda pelinegra de cabellos oscuros y largos como su paciencia
Y un chico egocéntrico y humilde por donde se viera
Todos ellos formaron un gran grupo; Hoy vienen al sepulcro de la niña
Ella esta sepultada en una tumba blanca de adornos dorados
Y junto a estos un montón de cartas que día a día sus amigos mandan
Como esperando que al caer la tarde, cuando se fueran las leyera
Su alma seguía rodando en este mundo ¿Qué le impedía descansar en paz?
El cementerio de almas lleno lo percibía, sus amigo el viento respondía
Aquél día en su cumpleaños, un evento al aire libre
Iban a partir la torta, acto que no se pudo consumar
Una bala perdida al pecho de ella chocó, como aviso de la muerte, ella desplomó
Desde entonces busca agradecerles tantas alegrías que con ellos sintió
Pero no puede comunicarse, así que lo único que le queda a su alma cuidarlos es
Ella se convirtió en el ángel que sus sueños une y despertares ilumina
Y no permitir que la gran distancia que alguna vez sintió los separase jamás
Ellos siempre la recuerdan, ellos también le querían agradecer
Gracias a ella había sentido la alegría que es dar y recibir,
En aquellos fríos hospitales algo ella dio, era lo que les mantenía la vida
Aún si al principio no lo sabían, luego al enterarse no poder el tiempo retroceder
Su madre la impulsó sin la niña saberlo a dar lo que necesitaba pero no le importaba
Aquella bala no era más que una de juguete
Desde hace tiempo se sabía que no resistiría más
Fue muerta con el vestido tan blanco como su alma
En aquella única mañana que le dejaron ver la luz del medio día
Aquellos juegos de mesa que juntos fantasías volvió
Siguen guardados en sus mentes esperando que la niña mueva la ficha pues es su turno
