Super Paper Mario: El nacimiento de un Corazón del Caos
Escrito por: Megaman Trigger 2.0
Traducido por: Amidala Granger
CAPÍTULO 1, ACTO 1: Mientras las páginas pasan
Una suave brisa atravesó el reino con gentileza. Verdes árboles mecieron sus ramas a su paso y el dulce olor a primavera llenó el pueblo entero, así como los bosques de las afueras. Las flores arcoíris sonrieron con dulzura ante la salida del Sol. La luz atravesó cada ventana del pueblo.
La gente empezó a abrir sus puertas y a salir a esa dulce mañana primaveral que se les había concedido.
Los padres permanecían en las puertas mientras los niños pasaban velozmente frente a ellos, corriendo y riendo en las calles.
La plaza se llenó de actividad. ¿Acaso hoy eran vacaciones? No, hoy era un día normal en un pueblo normal, en un reino normal, en su dimensión normal.
Pero hoy era también un día diferente para dos personas. Una se encontraba en el pueblo, a los pies de una colina, cerca del río, al otro lado del bosque. La otra estaba en un castillo, oculto en las profundidades del oscuro bosque, al otro lado del río, en la cima de la gran colina.
Esta antigua villa no tenía nombre, ni el reino, pero había una chica en este pueblo que sí tenía nombre.
Sentada en su habitación, mirando a través de su ventana, había una joven de cabellos largos y dorados que llevaba un vestido blanco azulado. Tenía una pinza en forma de mariposa en su cabeza, una sonrisa dulce y un rostro y figura bellos.
Ella era la chica más guapa, inteligente y solicitada de todo el pueblo. Todas las mujeres querían ser como ella, y todos los hombres querían que fuera de ellos.
Pero nadie podía tenerla, y nadie podía reemplazarla, pues era una persona con una pureza de corazón auténtica.
Su nombre era Pistina. Vivía en la casa más alta del pueblo, con su madre y su padre.
Pistina miró por la ventana con aire soñador; miraba mientras los pájaros volaban y la gente jugaba más allá.
Pero lejos de la ciudad, lejos de la paz y la felicidad, lejos de la luz, había un castillo que había soportado el paso del tiempo y se esperaba que fuera a ser utilizado algún día por la gente del pueblo. Pero hasta ese momento, un grupo especial de personas residían en él.
Entre la gente del pueblo se decía que eran demonios, vampiros, criaturas del inframundo, sombras que no se podían tocar, solo ver.
En este castillo vivía la Tribu Lóbrega. Vivían en las profundidades del castillo, en las profundidades del bosque, y odiaban la luz.
Uno de sus miembros estaba sentado fuera, en un banco de piedra, mirando las negras nubes que flotaban encima de él, en el cielo.
Mientras en el pueblo que había bajo la colina todo era luminoso y pacífico, en el castillo reinaban la oscuridad y las tormentas.
El joven sentado en el banco era un joven especial. Su nombre era Lord Blumière, hijo del Conde de las Sombras, líder de la Tribu Lóbrega que vivía en el Castillo Variado o Castillo Sombra, apodado así por la gente del pueblo.
Lord Blumière, hijo del apreciado Conde de las Sombras, estaba aburrido. Como siempre… no había otros niños con los que jugar dentro del castillo, y los adultos estaban ocupados. Pronto sería el Día del tiempo, un día en el que todos daban gracias por la vida y sus regalos.
Así que Lord Blumière se sentó solo, fuera del castillo de su padre, mirando las nubes y soñando con un reino maravilloso donde tenía muchos amigos y gente con la que jugar.
Lord Blumière llevaba una larga capa blanca con un corazón negro bordado en ella, puesto que era el símbolo familiar, y un pequeño sombrero blanco. Al ser el hijo del Conde pronto él se convertirá en conde y poseerá todas las espléndidas riquezas de su padre.
Su padre llevaba la misma capa y el mismo sombrero, pero llevaba un monóculo y, contrario a la pequeña camisa que su hijo llevaba bajo su capa, él llevaba un chaleco y un largo colgante negro. Su capa formaba en su cuello un gran saliente. Sin embargo, la de Lord Blumière no.
Aburrido una vez más, el joven lord suspiró y se puso de pie.
Un pequeño pájaro negro se posó en su hombro y él recibió el pequeño animal con amabilidad.
- Vaya, buen día señor. ¿Puedo saber cómo se llama? – preguntó Blumière con su usual voz de caballero.
El pájaro graznó y salió volando. Blumière suspiró con su partida.
- Si al menos yo también pudiera abandonar este lugar…
Blumière decidió ir a dar un pequeño paseo alrededor de los jardines del palacio, a pesar de que no había nada en especial por ver, pero era algo que le impediría caer tanto en el aburrimiento, cosa que agradecía.
Mientras el joven lord caminaba por los jardines vio que uno de los guardias estaba cerca del pozo en el centro del jardín, del cual su padre nunca se preocupó.
El jardín, que una vez fue un vasto campo de flores y belleza, era ahora hogar podrido de la muerte. Solo una planta vivía en el jardín y era la flor que Blumière plantó cuando era más pequeño. Todavía estaba en pie, iluminando con su bella luz un deprimente jardín.
El guardia reconoció a su superior y se inclinó ante él.
- Buenos días, Lord Blumière, ¿cómo os encontráis hoy? – preguntó el guardia con un tono alegre y bien ensayado.
- Su reverencia hacia mí es innecesaria, no soy el Conde todavía… - dijo Blumière en un intento de hacer la conversación menos formal.
- Pero vos sois el hijo del señor Conde, así que es menester mostrarle todo el honor posible. – Blumière sacudió su cabeza negando sus palabras.
- Por favor… no me dirijo a usted como guardia, solo quiero a alguien con quien hablar… - el guardia se sorprendió, pero continuó en las mismas.
- Lo siento, milord… es solo que… no estoy acostumbrado a que vos, y mucho menos su padre, me habléis en un tono tan… amigable.
- Sí, bueno, mi padre puede ser un imbécil algunas veces. Ahora buen señor, ¿me puede decir con quién tengo el honor de hablar?
- Capitán Julius, señor.
Blumière sonrió y se sentó en un banco de piedra al lado del guardia, haciéndole un gesto para que se sentara él también.
El guardia obedeció y ambos hablaron unos momentos hasta que las puertas del balcón se abrieron de repente con un golpe. El Conde salió apresuradamente y le gritó a su hijo:
- ¡Blumière! ¡Ven aquí inmediatamente!
Blumière miró a su padre y se incorporó. El guardia se levantó tan rápido que casi pierde el equilibrio y cae en el pozo.
- ¡Buenos días, Conde! ¿Cómo se encuentra hoy? – le preguntó el guardia al Conde que estaba en el balcón.
- Bien, ¡haz que suba ya! – ordenó el Conde mientras entraba de nuevo al interior del castillo.
Blumière suspiró y se dirigió hacia las escaleras del Recibidor.
Sirvientes y guardias correteaban, así como los Tres Sáturos. Los Sáturos eran descendientes directos de los Vetustos, y se les había encomendado la tarea de enseñar y proteger la historia y las tradiciones vetustas.
Blumière entró al Recibidor y subió las escaleras hasta llegar al Gran Vestíbulo. El vestíbulo estaba cubierto con magníficos tapices de antiguas batallas y costumbres, así como estatuas de anteriores Condes. Mientras caminaba por el vestíbulo, veía pasar miles de años de historia hasta que llegó a la puerta que encabezaba el vestíbulo.
Empujó lentamente la puerta entreabierta y, tras subir otras escaleras, Blumière entró a la gran Habitación del Trono. En el centro se encontraban los tres Sáturos, y el Conde con ellos. Cada uno parecía estar enfadado por algo, pero al mismo tiempo, aliviados.
Blumière se acercó a ellos, y a pesar de que era su padre, hizo una reverencia antes de hablar.
- ¿Qué ocurre, Padre?
El Conde sonrió a su hijo y le hizo un gesto a los Tres Sáturos.
- Grandes noticias, hijo. Lo hemos encontrado… - Blumière lucía confundido. Habló lentamente, con un vestigio de confusión en sus palabras.
-¿…qué habéis encontrado?
La Sáturo más mayor, una mujer claramente más mayor, con la piel prácticamente pegada a los huesos, le hizo una reverencia al joven conde y habló.
- El tomo de la antigüedad, obligado en el frío a la clandestinidad. El libro que buscábamos, por el que batallas librábamos. La profecía que dice, en el mal vive: el Pronóstico de las Tinieblas. Libro de oscuridad, libro de posibilidad. En sus páginas a la luz devasta; en las fechas que dice, que el mal hechice, los eventos por llegar, un pasado de mocedad, de matar y crear, de coger y robar,pues revela el futuro y el pasado, en las sombras oculto y encerrado.
Blumière dio un paso atrás, alejándose de la Sáturo, y miró a su padre con sorpresa e incredulidad.
- ¡¿El Pronósticus Nigérum?!
- Sí, hijo, es nuestro. El poder de las sombras ha vuelto a casa y ha encontrado su dueño.
Hoy era el día en el que todos los mundos cambiarían…
El libro de las sombras… el Pronósticus Nigérum… el libro que predice lo que ocurrirá… y los eventos que ocurrieron tiempo atrás… el dueño de los destinos, hasta que se rompa el juramento que se pronunció…
Las sombras que sobrevolaban el Castillo Variado parecían haber adquirido poder. El libro de la oscuridad final había sido hallado… y estaba en manos del poseedor de la corona.
La gente que estaba en el pueblo corrió a sus casas, pues una gran nube de sombras se aproximaba…
