Bueno aquí está un pequeño fic de dos capítulos dedicado a la semifinal y la final de la Eurocopa, espero que os guste.
Ah! Y Hetalia pertenece a Himaruya Hidekaz lo demás son mis locuras
Italia del norte se quedó callado al escuchar la noticia. Su equipo había llegado a semifinales. Habían ganado a Inglaterra y avanzado. Pero eso no era todo, su próximo contrincante sería…
Jugaré contra Alemania
El pensamiento parecía casi ficticio.
A su lado escuchó la emocionada voz de su hermano gritando algo parecido a que le darían una paliza al macho patatas. Sin embargo Feliciano no sabía que sentir. Eso le ocurría muy seguido cuando se trataba de Ludwig. Solo con pensar en él se mezclaban más sentimientos que colores usaba en sus cuadros. Confiaba en el alemán, se sentía seguro junto a él, pero también se preocupaba por él, se sentía ansioso por verlo cuando se separaban y deseaba con todas sus fuerzas abrazarlo. La última vez que se sintió así fue con Sacro Imperio Romano. Tal vez hubiese pillado algo.
-¡Ey, Feliciano! ¿No te alegras?
Italia salió de su ensoñación y sonrió a su hermano.
-Claro que sí fratello, deberíamos celebrarlo, tomémonos un buen plato de pasta ¿ve~?
Por supuesto su hermano estuvo totalmente de acuerdo y los dos se pusieron en camino.
Lo único en lo que Feliciano pudo pensar de camino a la cocina fue en como terminaría el encuentro.
~28 de junio de 2012, Varsovia (Polonia)~
-¡Ósea como que ya podéis darme un buen partido!-. Esa, por supuesto, era la voz de Polonia, emocionado por la competición que se celebraba en su casa. Lituania, a su lado se veía obligado a sujetarlo para que no se cayese de las gradas.
Mientras tanto en el estadio, Feliciano sonreía a los jugadores, animándolos a dar lo mejor de sí. Su hermano estaba emocionado y no paraba de dar gritos pero él no podía compartir su alegría por completo y no estaba seguro de por qué.
No es la primera vez que juego contra Alemania, no tengo por qué ponerme nervioso.
Y sin embargo algo había cambiado o tal vez solo se había vuelto más consciente de ello.
Terminó de ponerse su equipamiento azul antes de seguir a todos los jugadores pero antes de salir al campo escuchó una voz a sus espaldas que le llamaba.
-¡Italia!
Se trataba de Ludwig.
Y no tenía ni idea de por qué su corazón se aceleró.
-¡Alemania! ¿Has venido a saludarme, ve~?
-Por supuesto… ¿Feliciano, te encuentras bien?
-Muy bien.
Ludwig lo miró con cara preocupada.
-Italia, te conozco desde hace muchos años, te he visto en gran cantidad de situaciones y sé cuando hay algo que te preocupa.
Alemania no apartó los ojos de su rostro, esperando a que contestara.
-Ve~ Alemania, ¿me odiarías si ganase?
La pregunta de Feliciano le descolocó.
-¡Por supuesto que no!-. Cogiendo el rostro del italiano entre sus manos y le habló detenidamente.- Tu eres demasiado importante para mí como para odiarte por una tontería como esa y esto no lo digo como nación.
-¿De verdad?-, preguntó Feliciano con los ojos abiertos por el asombro.
Ludwig se limitó a asentir, y se sonrojó cuando comprendió más detenidamente lo que había dicho.
-¡Eso me hace muy feliz!-. Sonriente, le dio un gran abrazo al alemán y deseándole suerte y asegurándole de que daría lo mejor de sí salió corriendo al campo.
Alemania miró tiernamente al italiano mientras se alejaba y el mismo se dirigió a donde se encontraban los demás jugadores, incluido su hermano, pensando que nunca podría odiar a Italia, no importa lo que le hiciese. Para él siempre sería su amado italiano.
Y el partido comenzó
Los dos equipos dieron lo mejor de sí. Gilbert y Lovino se gritaban por todo el campo, pero eso no evitó que Balotelli marcara dos goles. Dos goles a favor de Italia. Pero eso a Feliciano le daba igual, se lo estaba pasando genial jugando contra Ludwig. Era como si solo ellos dos estuvieran en ese campo. Y lo mismo sentía el alemán.
El partido terminó 1-2 con la victoria italiana. Y el resultado solo consiguió que las dos naciones se mirasen con una sonrisa, se acercasen el uno al otro y se diesen la mano.
Varias horas después Ludwig caminaba por Varsovia, respirando el fresco aire de la noche. Le hubiese gustado hablar con Feliciano pero no pensaba interrumpir su celebración. Ya tendrían mucho tiempo para hablar.
-¡Ludwig!-, gritó el italiano mientras se acercaba corriendo con una sonrisa en el rostro.
El alemán se restregó los ojos, seguro de que se trataba de una ilusión. Pero no, era real.
-¿Qué haces aquí Feliciano? Creí que habías ido a celebrarlo.
-Me escabullí cuando no me veían y Prusia me dijo que te encontrarías por aquí. Te he buscado un rato, pero quería darte algo.
-¿De qué se trata?
Como respuesta el italiano sacó algo de su bolsillo. Se trataba de una pequeña copa de metal, como la que entregaban tras ganar una competición. Pero al acercarse más a ella pudo leer un letrero en donde ponía "Premio a la persona a la que más amo"
Ludwig no podía creerse lo que leía, cogió la copa que el italiano le ofrecía con manos temblorosas y observó atentamente el rostro del Italia. Sus ojos, abiertos, brillaban intensamente y sus mejillas se habían tintado de rojo.
Ludwig no pudo seguir aguantando, atrajo al italiano hacia él y posó sus labios sobre los de su amado. No supo cuanto tiempo estuvieron así, abrazados y unidos por un beso. Cuando la necesidad de oxígeno les venció se separaron lo justo para respirar pero no dejaron de estar en contacto.
-¿Eso es un sí?-, preguntó el italiano.
-Eso es un sí para siempre, meine liebe*.
Porque ese era el único premio que necesitaba Alemania, el corazón de su querido Italia.
*meine liebe significa mi amor en alemán
