Prólogo

"Solo tú mantienes mi respiración"

Sentí sus labios sobre los míos presionando casi con rudeza, sus manos recorriendo mi desnudo cuerpo desesperadamente, respondí el beso y sentí con placer como sus manos acariciaban mis piernas.

Comenzó a besarme el cuello mientras yo jugaba con sus cabellos, así era siempre, juraba no volver a verlo y al final caía rendida a sus pies como la estúpida que era. Él vivía con otra, besaba a otra, se acostaba con otra y esperaba un hijo con otra, pero yo era su amante, sí, yo Lily Luna Potter la hija de Ginny y Harry Potter, nieta de Lily y James Potter, esa que en sus días de Hogwarts era una rompecorazones ahora era la amante de un Malfoy.

Pero él era mi adicción, mi droga y el motivo de mi existencia. Porque no podía vivir un solo día sin besarlo, sin tocarlo, sin sentirlo a mi lado y sí, prefería ser la segunda a no tenerlo, porque no tenerlo significaría mi muerte.

Volví a la realidad al sentir como sus labios recorrían mi cuerpo, un suspiro escapó de mis labios y él supo que era el momento, tantas veces lo habíamos hecho que ya conocíamos cada expresión del otro, cada movimiento, cada parte del cuerpo.

Sentí como se introducía en mi con pasión y gemí clavando mis uñas en su espalada. Me besó y luego se separó con una sonrisa en sus bellos labios.

Te amo, Lily murmuró besando mi cuello.

Pero no debes, Malfoy dije casi irónicamente, casi burlándome de la situación en la que estábamos.

Él rio amargamente y volvió a besarme.

Besé sus labios con desesperación, los necesitaba, los necesitaba mucho, necesitaba borrar el sabor de los de Zara con ellos, con su dulce sabor. Recorrí su angelical cuerpo con mis manos, deteniéndome en sus piernas, en esas largas y torneadas piernas que tanto amaba.

Bajé mis besos a su cuello y una leve imagen de mi mujer apareció en mi mente, la alejé frustrado. Sabía que esto estaba mal, sabía que dañaba a Lily y a todos así, pero ¿Qué más daba?

Yo no había elegido eso, yo no había elegido tener que casarme con una puta con la que me obligaron a acostarme. Yo había elegido a mi preciosa pelirroja, esa que ahora se hallaba junto a mí, porque yo la amaba, pero el maldito destino hizo que por esa maldita noche todo nuestro futuro se sucumbiera al infierno, al más puro infierno.

Porque eso era mi vida ahora, un infierno, vivía con una mujer que nunca amé y encima llevaba sobre mis hombros la carga de hacer sufrir a la mujer que más amé en la vida.

Pero había un sol en mi vida, ese sol era ella, mí Lily, porque cuando estaba con ella no importaba lo mal que estuviese todo, simplemente éramos nosotros y esa perfecta felicidad, porque ella era la única razón que me mantenía vivo.

Un suspiro escapó de sus perfectos labios y supe lo que quería, la conocía demasiado, conocía todo de ella y ella todo de mí, porque por más que el mundo estuviera en nuestra contra estábamos hechos el uno para el otro.

Me introduje en ella con pasión, disfrutando cada instante, clavó sus uñas en mi espalda y gimió, yo la besé. Sin importarme que al día siguiente tuviera que aguantar las preguntas de Zara sobre que hacían esas marcas en mi espalda.

Te amo, Lily murmuré besando su cuello para poder empaparme con su fragancia a lirios.

Pero no debes, Malfoy dijo casi con ironía, ella siempre así, jugando hasta con lo más doloroso y por eso la amaba, porque ella era la mujer más perfecta sobre la faz de la tierra.

Reí amargamente y me zambullí otra vez en sus tentadores labios.