Declaimer: los personajes les pertenecen a Stephanie Meyer y L.J. Smith. Sólo la trama es mía.
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The Edge of Glory
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—¿Ha sido… un animal? —preguntó Elena. Stefan volvió a ponerse de pie pero no dejó de mirar el cadáver en el suelo—. Stefan te juro que yo no…
Él la miró por unos segundos y luego sacudió la cabeza.
—No fuiste tú, lo sé. Tampoco yo y… tampoco fue Damon.
—¿Entonces? —ella miró el cadáver. Había estado en el bosque probando la dieta de Stefan cuando se topó con él. Era un hombre de unos treinta años de piel bronceada y cabello castaño. Sus ropas eran normales y no tenía ninguna joya encima.
—¿Lo han robado?
—No lo creo —negó él y clavó sus ojos verdes en la garganta del humano muerto—. Tampoco creo que haya sido un animal.
—¿Un vampiro? —cuestionó ella—. No se ve como una mordida de vampiro.
—Pero es una mordida al fin y al cabo. Y se ha desangrado.
Elena frunció el seño y miró la tierra donde yacía el hombre y sus alrededores.
—No veo sangre —arrugó la nariz. El olor a putrefacta muerte se elevaba en el aire.
—Exacto.
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—¿Caroline?
Caroline se acercó a su madre. Liz estaba en el escritorio de su estudio, varios recortes periodísticos yacían sobre la madera pulida.
—¿Qué sucede, mamá?
Liz suspiró y levantó la mirada. Su mirada lucía cansada y sus hombros estaban hundidos. Caroline sintió pena por su madre y en su interior maldijo a Katherine, a los Salvatore, a todos aquellos que estaban al tanto de lo sobrenatural en aquel pueblo. A todos aquellos por los que ella se había convertido en lo que era y por los que Liz había parecido envejecer diez años en solo unos meses.
Sin decir una palabra le tendió uno de los recortes. Caroline lo tomó.
—¿Qué es esto?
—Léelo.
Así lo hizo. Cuando terminó volvió su mirada a la de su madre.
—¿No han escuchado nada tú o los Salvatore? ¿alguna pista que explique qué es lo que está causando estos asesinatos?
Caroline negó con la cabeza.
—No. Pero estos no son reportes de Mystic Falls. ¿Por qué te interesan?
Liz suspiró.
—Son de otros condados vecinos a este. Pareciera ser que la ola de asesinatos viene desde Seattle —Caroline volvió a mirar el recorte periodístico y Liz agregó—: La señora Fishburne fue asesinada esta tarde.
Los ojos de la vampiresa se agrandaron.
—¡Oh, Dios!
Recordaba a la señora Fishburne, su antigua niñera. Era todo lo que una mujer de cincuenta años podría ser cuando cuidaba a una niña de ocho pero le daba galletas aunque Liz se las hubiera prohibido a Caroline.
Liz volvió a suspirar y se recostó en su asiento.
—Deberías hablar con Damon —aconsejó su hija.
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Esa noche, después de poner al tanto a Damon, Stefan le preguntó:
—¿No sabes nada?
Damon negó con la cabeza y bebió de su vaso. Muertes, desapariciones… ¿por qué aquello le sonaba tan conocido? Elena levantó los pies en el sillón y se acurrucó allí.
—¿Tenemos que intervenir? —preguntó mirando a ambos hermanos.
—Es nuestro territorio.
Damon bufó.
—No quieras hacerte el superhéroe, Stefan.
—Yo no… —Stefan no terminó la frase. Simplemente miró a Elena y luego a Damon, cuadró los hombros y se largó de la casa.
—¡Stefan! —lo llamó ella y se levantó para ir detrás de él.
—Déjalo —dijo Damon. Aun no la miraba—. Se le pasará el berrinche.
Elena respiró profundamente y volvió a su posición en el sillón. Extrañó el tiempo en el que las cosas si bien no eran fáciles al menos no eran tan complicadas. Había terminado con Stefan luego de darse cuenta de que también sentía cosas por Damon. Y luego de haberse acostado con él. Stefan no se lo había tomado a mal; de hecho, casi ni se había inmutado. Y a Elena le había dolido aquello. ¿Es que Stefan ya se lo había visto venir? ¿es que no le sorprendía que ella se pareciera a Katherine? Apretó los dientes y cerró los ojos. No habían vuelto a saber de Katherine desde que Elena se convirtiera en vampiro. Klaus había desaparecido junto con toda su prole. De un día para otro Mystic Falls había vuelto a ser el pueblo que alguna vez había sido antes de la llegada de los invasores nocturnos. Pero la diferencia radicaba en que habían dejado gente muerta y adolescentes convertidos en vampiros u hombres lobo a su paso.
El móvil de Damon sonó.
—¿Qué sucede, Liz?
—Necesito hablar contigo. ¿Podrías pasar por la estación?
Él frunció el seño.
—Está bien.
—¿Qué querrá? —preguntó Elena a nadie en particular cuando Damon apagó el móvil.
Él se encogió de hombros y salió de la casa. Cuando Elena supo con certeza de que él estaba lo bastante lejos como para no escucharla, suspiró. Y ahora ni Damon la trataba como antes. Stefan estaba distante, como si quisiera darle espacio para que ella decidiera. Y Damon… Damon ni siquiera la miraba.
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Stefan se sentó en el banco de la plaza. El atardecer había llegado a su fin pero aun el centro del pueblo estaba concentrado por personas. Stefan podía escuchar las voces de los demás y el latido de sus corazones. La sangre pulsando en sus humanas venas como si estuvieran invitándolo. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces se había resistido. Y aquella vez tampoco sería la excepción. Apoyó su espalda en el asiento y estiró los brazos sobre este. Escuchó unas risitas sonrosadas y se volvió lentamente para ver a un grupo de muchachas mirar en su dirección. No debían pasar los quince años pero sus cuerpos desarrollados harían dudar a cualquiera. Dos rubias y tres morenas. Una de las rubias le lanzó una sonrisa candente a la que él respondió inclinando la cabeza pero no mostrándose interesado. Las costumbres de un caballero nunca se olvidaban, aunque te convirtieras en un Destripador. Algo hizo que se sentara derecho, alerta. Miró a su alrededor pero no vio nada fuera de lo mundano. Se levantó y comenzó a caminar, pasando por al lado del grupo de niñas que lo habían estado chequeando mientras las escuchaba borbotear palabras como guapo y caliente. Stefan cruzó la plaza y se acercó a los límites del bosque con el seño fruncido. Mantuvo un paso desenfadado y las manos en los bolsillos. Se mantuvo caminando hasta que dejó atrás el bullicio pero al otro lado de la carretera que se encontraba junto al bosque había algunos negocios o gasolineras.
De repente vio como una muchacha joven cruzaba la carretera y se acercaba a los árboles. Su paso era decidido pero sus ojos marrones parecían haber visto la cosa más maravillosa del mundo. Stefan frunció el seño y ralentizó su paso pero no despegó los ojos de la muchacha que se adentró entre los árboles. Un pequeño grito y Stefan se acercó a rápidamente al lugar. Un hombre tenía a la muchacha entre sus brazos mientras enterraba su rostro en la femenina garganta.
—¡Hey! —se acercó y el hombre levantó la cabeza. Stefan se detuvo, impresionado, para contemplar sus increíbles ojos de color rubí. No era un hombre, solo era un muchacho que ni siquiera habría podido alcanzar los veinte años. Su rostro era pálido y sus facciones angulosas y perfectas. Tenía los labios retraídos sobre sus dientes manchados. Gruñó y soltó a la chica. Se abalanzó sobre Stefan pero éste último se corrió en el último segundo haciendo que el otro pasara de largo para luego volverse y volver a rugir.
La muchacha yacía en el suelo tratando de respirar. Con una mano apretaba el lado del cuello que había sido mordido y gemía.
—¡Tranquilízate! —espetó Stefan poniéndose en guardia cuando vio que el ser aquel no quería calmarse. Volvió a la carga con rugido ensordecedor.
Y Stefan atacó.
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Elena corrió con todas sus fuerzas detrás de Damon pero no lograba alcanzarlo y él se adelantaba cada vez más. Sentía cómo los músculos de sus piernas trabajaban ante la velocidad que les exigía, las sentía calientes y llenas de energía. Las hojas de los árboles se ondulaban a su paso y animales que Elena jamás pensó que vivieran a aquella hora de la noche se escondían ante su feroz pasar.
Stefan había llamado a Damon y no estaba bien. Stefan no estaba bien. Aquel pensamiento la asustó como los mil demonios. Y se había apresurado para alcanzar a Damon y seguirlo, desesperada por saber que Stefan se encontrara bien.
Pronto algo dulce pero picante hundió sus fosas nasales y se detuvo cerca de la senda del bosque cuando Damon lo hizo, contemplando horrorizada lo que tenía delante de sus ojos.
[N. de A]: otra pareja que quiero probar. Damon y Elena están sacándome de quicio en la serie así que… Stefan merece ser el protagonista por una vez en una de mis historias ¿verdad? Desde ya les digo que mi bebé es Después de ti hay mucho y que planeo actualizarlo hasta terminarlo con rapidez. Es mi prioridad. Pero este fanfic va a tener capítulos cortos de no más de mil quinientas palabras así que debería ser fácil. Y solo actualizaré cuando tenga inspiración para hacerlo.
Entonces… ¿le dan el in a la historia?
